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CÓMO EN PELÍCULA de NDLeón

El 27 de marzo el mundo de las artes escénicas celebra el Día Mundial del Teatro.

¡CÓMO EN PELÍCULA! de NDLeón 

Fragmento de mi libro “Cuentos breves para mi nieto”.



¡CÓMO EN PELÍCULA!
A los cuarenta y cinco años de edad me quedé huérfano de padre. Desde ese momento tuve que recursearme en lo que podía. Me cachueleaba de chofer profesional; ayudante de cocina; courier (en español: “mensajeros que suelen viajar con prisa para llevar paquetes importantes”. En quechua: Chasqui). Cachueleaba en las artes escénicas como extra, figurante, co-protagónico; boletero, luminotécnico, tramoyista. De vez en cuando aparecía en algunas telenovelas, aparte que pagaban mal, muchas veces no pagaban.
-Algo es algo, peor es nada –los años pasan y ese maldito sonsonete me llega hasta los juanetes. Nos ha jodido, nos ha individualizado, nos mal barateamos, nos serruchamos el piso.
Me llamaron para grabar un nuevo bodrio. Fui a hablar con el encargado del pago, le dije que no me habían pagado varios capítulos anteriores, el jovencito de la producción sin consultar ningún libro, ni mirar la pantalla de la computadora, me contestó que esas deudas eran de otras producciones y ya no podía cobrar, que había pasado el tiempo, además el encargado de esos pagos ya no trabajaba en la compañía porque lo habían despedido por abuso de confianza, se había llevado unos dólares de unos pagos. Insistí, pregunté:
-¿Pero estamos en el Canal A5? ¿No?
-¡Sí! Pero ya pasó. Eso fue antes, ahora es ahora, y yo ahora soy el encargado de los pagos y no sé nada. Yo no sé nada de nada de esas deudas ni tengo órdenes de pagar lo anterior.
-¡O sea, no se paga las deudas antiguas y las deudas nuevas hay que dejarlas envejecer! ¿Pregunta a tus jefes? Ni tú ni yo tenemos la culpa, el asunto es que yo quiero mi plata. Consulta a tu jefe para que me den una respuesta correcta. La deuda de la compañía no puede haber desaparecido tan fácilmente. Tiene que haber un libro en Contabilidad, recibos, algo. Siempre hay un libro de Debe y Haber.
-¡No hay a quien preguntarle, es una deuda pasada!
-¿Por qué me decían que hable en caja con fulano, mengano, zutano, si al final no me iban a pagar? Me huevearon todo este tiempo. Yo grabé con el señor Primer Actor y también con la señora Primera Actriz, ahora los dos están muertos. ¿Qué esperan que yo también me muera y asunto arreglado?
-¡Más respeto con los muertos, señor! ¡Por favor!
-¡Y tú más respeto con los vivos! ¡Quieres respeto para los muertos y para los que estamos vivos nos quieren ver muertos! ¡Si no nos pagan que respeto nos tienen! Necesito que me paguen, necesito la plata, necesito ese billete para comprar medicinas y alimentos y pasajes. Me dices que ya pasó el tiempo de cobrar. Quién los entiende a ustedes. El otro día trabajé muy bien y rápido, me quisiste descontar porque todo lo había hecho en menos tiempo de lo programado, porque te pareció que lo había hecho muy fácil me quisiste descontar. Y si me demoro también me quieres descontar porque les he hecho perder el tiempo a los otros actores y a los técnicos. ¡Qué concha! Siempre ganan, la casa siempre gana. ¡Y yo soy el gran huevón de la gran telenovela!
-Mire después hablamos ya lo están llamando para que grabe. ¿Va a grabar o no? Si no para llamar a otro actor.
-Si voy a grabar ¿Vas a pagar al toque? No quiero más mecidas, ya estoy harto de tanto hueveo, ya soy viejo para estar soportando tantas mentiras. ¿Me vas a pagar ni bien termine de grabar ¿Sí o no?
-¡Si señor!
-¡Muy bien, allá voy!
Los demás actores que habían escuchado el lío, me dijeron que no me ponga así de malcriado porque era seguro que ya no me volvían a llamar. Contesté:
- Me llega si ya no me llaman, estoy harto de tantas huevadas, de decir ¡Sí! Cuando lo correcto era decir ¡No! Prefiero hacer otra cosa que estar de cojudo con estos ladrones de mierda.
Me fui a la grabación, nos llevaron a una clínica muy elegante, a pesar que en el guion decía que todo se desenvolvía en un dispensario de mala muerte de un barrio muy pobre. La actriz que hacía del personaje de la protagonista, muy bonita. Se suponía que la estaban trayendo de emergencia porque estaba muy grave agonizando, como toda telenovela la protagonista estaba muy limpia, muy bien peinada, rosadita de color, no se le veía grave por ningún costadito, más bien parecía que se iba a una fiesta del príncipe de la Cenicienta. A mí me tocaba hacer el papel del Doctor médico de la cowboy. El señor Primer Actor conocido por todos nosotros y por la teleplatea, delante de todos sus fans, de sus compañeros y técnicos, le dice al empleadito encargado de pasar letra:
-Oye, no he tenido tiempo de leer el guion, menos de estudiar, me pasas la letra despacio para captar mejor, despacio por favor.
-Sí señor primer actor, como usted diga -Contestó el empleadito del teleprompter.
Me quedé sorprendido, de una sola pieza, me había pasado buenas horas estudiando el guion con sus puntos y comas. Me lo sabía de memoria y con buena entonación. Ay chuchi. La estrella ni había leído el guion, así era toda la jarana. Cuando empezó la grabación el diálogo con el señor actor no era tan fluido y el tono del protagonista era recontra neutral, monótono, no había preocupación, nerviosismo, ni nada a pesar que el personaje protagónico femenino estaba llegando agonizando a la clínica. Después de un par de horas nos tocó hacer la salida de la protagonista de la clínica. Se supone que había pasado varias semanas y la dama estaba fuera de peligro después de haber recibido litros de sangre y excelentísima atención de los galenos de turno. Le estaban dando de alta por su recuperación milagrosa. De nuevo el diálogo frente a frente con la primerísima estrella y galán de la tevé, lo mismo; igualito, monótono, aburrido, neutral, nada de alegría; a pesar que el personaje femenino salía de una situación difícil, él nada, siempre esperando que le pasen letra, mirando como perdido, con los ojos fijos sin reacciones. Cuando terminamos de grabar los ayudantes de los técnicos y asesores, asistentes de los asistentes de los directores y otros improvisados más, lo felicitaron por lo bien que había realizado su trabajo, por su magistral caracterización con el personaje, que era digno representante para el Oscar limeño por su gran innovación en la actuación interpretativa sin interpretar.
Cuando acabó todo, después de quitarme el maquillaje, cambiarme el vestuario, fui de regreso hasta la oficina del encargado de los pagos, llegué a paso ligero, me dirigí a caja. ¡Oh, sorpresa! No había nadie, le pregunté al guachimán:
-¡Cumpa! ¿Qué pasó? ¿Ya se quitaron?
-Caja solo trabaja hasta las siete de la noche.
Lo miré, le pregunté a qué hora atendían en las mañanas. Me contestó que en las mañanas era muy difícil que me paguen porque recién a medio día venían de la central trayendo dinero, que mejor regrese a partir de las seis de la tarde en punto. Me recalcó.
Regresé a casa, llamé al celular del jovencito de la caja y el muy pendejo lo había apagado. Para ubicarme me había llamado a mi trabajo, a mi casa, a la casa de mi mamita, tenía los números de todos los lugares donde yo frecuento. Viéndolo bien él no era el pendejo sino sus jefes que lo manejaban como muñequito de feria. Al día siguiente recorrí todas las oficinas y hablé con todas las personas que eran las encargadas del pago, todas tenían una bonita excusa y me pedían paciencia. Qué me llamarían ni bien tengan mi sobre. Hasta el momento sigo esperando el pago.
No pagan, no contestan, no saben, no escuchan, no miran, no hablan… el círculo vicioso gira hasta nuestros días…
**Fotografía del baúl de los recuerdos (Lima, 1980), los señores actores: Orlando Sacha y Nicolás León.
NICOLÁS DANIEL LEÓN CADENILLAS
Grötzingen, 2010 

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