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PANDEMIA MÍA. NDLeón

 PANDEMIA MÍA. NDLeón





PANDEMIA MÍA
<<Memento hodie sicut heri>>. Nk
De niño mi señor padre, en muchas ocasiones, no podía salir de casa porque en la puerta un señor con terno lo tenía vigilado para que no salga. Papá no podía ir a su trabajo, ni marchar con sus amigos, camaradas se decían, al señor con terno oscuro le decían pip. Mi papá no podía tener libros, ni banderas, ni carteles, ni bandeloras. Desarmaban su improvisada biblioteca, se llevaban los libros y las revistas, rompían sus carteles, destrozaban las banderas de color rojo sangre. Yo escuchaba <<León es el secretario de prensa y propaganda del buró textil. Amárrenlo. En la CGTP también tiene voz y voto. Rómpanle una pata>>. Mi papá se quedaba en casa, como enfermo, no recibía visita, tampoco una pastilla, ni un periódico podía leer. —Es una epidemia para la sociedad —gritaban los policías, también.
Más grandecito fui aprendiendo lecciones sobre el socialismo de José Carlos Mariátegui y el aprismo de Víctor Raúl Haya de la Torre. Los ideales anarquistas. La lucha de Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti. La prédica radical de Manuel González Prada. Luis de la Puente Uceda, su renuncia al APRA y la fundación del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). La ruptura entre moscovitas y pekineses. La mazamorra izquierdista incomprensible de pro-soviéticos (stalinistas y/o leninistas), pro-chinos (maoístas), o trotskistas, castristas, de izquierda nacional o cholo-comunismo, también mariateguistas, alicatistas, pro-albaneses. Todo fue un brote de ilusiones. Cada líder tenía su versión libre de predicar la <<verdad verdadera>> y zigzagueante como llegar a la dictadura del proletariado.
Ahora, blancos y negros. Los de arriba y los de abajo. Derecha e izquierda están coludidos con la corrupción. La política nacional es una epidemia que nos arrastra al abismo, llevándose consigo nuestra cultura, educación, salud, abrigo, nuestras esperanzas.
Llegué a la tercera edad, pertenezco a una generación quebrada. De recuerdos de los años ’70, ’80. El hombre pisando la superficie de la Luna. <<Este es un pequeño paso para un hombre, pero un gran paso para la humanidad>>. Festival de Woodstock, paz, amor, música, libertad. El Mundial de Futbol México 70. La guerra de Vietnam, el empleo extensivo del Agente Naranja y otras armas químicas por parte de los Estados Unidos. La Copa América 1975, Perú Campeón. El toque de queda de 1975. El estado de emergencia, toque de queda, matanzas de los penales, genocidio, 1986. La peste Fujimori, peor que el tifus, que la peste bubónica, arrasó con la lealtad, dignidad, honradez y trabajo de miles de peruanos. Y los que le siguieron fueron monigotes, lacayos de corrupciones al por mayor.
La salud es un derecho universal. Desde mi niñez hasta el momento ningún gobierno se ocupó de mantener un seguro social de calidad, el aporte del seguro social fue saqueado. La instrucción, igual. El seguro social es como un órgano inexistente y/o no se dará a vasto. La pandemia es general, el coronavirus 2019 (COVID-19) camina por nuestras calles. Estamos en pleno siglo XXI con un seguro social que no sana a viejitos así sea papalindo.
Increíble. Bibliotecas, museos, pinacotecas, colegios, universidades, estadios, coliseos, completamente vacíos. El Vaticano, la Meca, la ceca y la tortoleca, vacíos. Rezos, golpes de pecho, cilicio, penitencias corporales, iglesias, templos, no conducen a una razonable cura. Más fuerte es el coronavirus.
La madre naturaleza recupera su espacio, respira, mientras nosotros nos ahogamos en leyes, excusas, órdenes, multas, embargos y castigos. Papel higiénico es el cometido, pero nadie trata de auxiliar al vecino. —Yo me he comprado una tienda —dicen los intermediarios del humilde Nazareno —para proteger a mi familia —. El vecino no ha comprado nada, encontró estantes vacíos y lleva el virus errante a tu puerta porque eres un malnacido.
En el Perú <<democrático>> que nos ha tocado vivir, no todos los peruanos tienen casa como para quedarse bajo techo, no tienen agua, ni desagüe. Dejar de trabajar es una condena grave, una gran mayoría sí no trabaja, no come; si no come, muere. La cuestión: ¿Morir por el virus o morir de hambre? Para terminar, catorce mil casos y más de veinticinco muertos de la peor pandemia de dengue en el interior del país, pero, claro, el dengue es una enfermedad de pobres. Según, la Organización Mundial de Salud (OMS), hay aprox. 4,700 niños de 0 a 14 años con tuberculosis, reportado apenas 1,500. La tarea, ubicar a esos 3,000 niños con TBC. ¿Y los niños de Pasco con plomo en la sangre que esperan la respuesta del Ministerio de Salud? Según el gobierno, los pobres pueden esperar.
Bendita pandemia. Necesitamos humanidad social, templanza solidaria. Vacunas, alimentos, hospitales.
—   <<Recordar el ayer como si fuera hoy>>.

** Fotografía: Auditorio ICPNA -Lima 1, Centro Histórico.
Los de la derecha me señalan como izquierdista.
Los de izquierda me llaman caviar.
Los HDP me gritan terrorista.
Los religiosos me llaman hereje.
Los nacionalistas me apodan vendepatria.
Pero la verdad es que nadie soporta las ideas solidarias de un libre pensador.
NDLeón

NICOLÁS DANIEL LEÓN CADENILLAS
Lima, marzo, 2020.

PRESUPUESTO PA’CULTURA. NDLeón

PRESUPUESTO PA’CULTURA. NDLeón

A propósito de una nota de Martín Molina Castillo: «¡Mejoraron el anfiteatro de la Plaza Túpac Amaru de Magdalena! Bueno un cartelito decía eso y al parecer ya está listo, y era eso, una tremenda estructura metálica que enreja el cielo, pero... ¿ha mejorado realmente al anfiteatro? Pensé que lo techarían para evitar que el fiero sol de verano o las "torrenciales lluvias limeñas" detengan la nutrida programación cultural de la que gozan los vecinos y visitantes, pero el sol o imaginarias lluvias tienen de sobra por dónde colarse (ah, cierto tampoco hay nada que interrumpir pues no hay programación), ¿entonces para que ese armatoste? ¿Cómo mejora el anfiteatro? ¿No hubiera sido mejor invertir todo ese dinero para implementar una programación cultural y darle sentido al anfiteatro?. Ah, verdad, olvidé algo muy importante, en este distrito no hay presupuesto para cultura, a menos que sea para "mejorar" inútilmente la escasa, y puramente decorativa, infraestructura cultural». MMC

Foto: Av. Palermo, Urb Balconcillo, La Victoria. LIMA 13.


PRESUPUESTO PA’CULTURA

(Para Tárbol Teatro de Títeres con fragor)

Oh, gobiernos municipales.
Capos del cemento, fierros y alambradas.
Prestigitadores de la caja chica.
Sinvergüenzas con la caja grande.
Gobierno tras gobierno
nunca hay platita para educación.
Menos para cultura.
Ni que decir para deporte y recreación.
El arca de soles agoniza cuando se habla de artistas.
Esa partida se encuentra lejana para los autor, plástico, profesor.
La chanchita en un santiamén saqueada por bribones.
Por orden del alcalde, ejecutada por su fiel lebrel.
Adiós, hasta nunca, literatura, teatro, mimo, títeres, escultura, pinturas, plásticos, arte y miel.
Disque “presupuesto pa’cultura”.
Año tras año desaparece por arte de magia, por no decir corrupción.
Se hace humo en las fantasmagóricas ferias de libros sin libros ni editores. Sin público. En eventos del debe y haber, en obras contra la naturaleza llenas de cemento, brea, tachos de basura, letreros, señales…
y firma cincelada bajorrelieve del señor alcalde.
NICOLÁS DANIEL LEÓN CADENILLAS.
Lima, 2022.

PROFESIÓN XXX. NDLeón

 PROFESIÓN XXX. NDLeón


Reconocimiento del Gremio de Escritores del Perú



PROFESIÓN XXX... Y POETA
Un quinquenio atrás comencé a asistir religiosamente a los encuentros literarios de poetas y escritores que generalmente se realizaban en la Lima Cuadrada e Histórica. Ahí conocí a muchos vates, locos, figurantes, idealistas y mercaderes. En la mayoría de veces siempre éramos los mismos parroquianos que frecuentábamos dichos espacios. Cada día de la semana cada grupito cultural tenía su espacio y hora. Lunes de poetas en la biblioteca, martes de escritores en la asociación, miércoles culturales en el gremio, jueves en amazonas libreros boulevard poesía y narrativa; viernes en viernes literarios con su rueda de música y rondín. En cada encuentro el artista de la palabra escrita decía su nombre, leía, recitaba o declamaba su trabajo. Aplauso y cedía su sitio al siguiente colega. Unos eran poetas, otros cuentistas y otros noveleros. Todo con un trato de respeto y armonía.
Llegó la peste en marzo de 2020, la Covid coronavirus, nos metió a un encierro de manicomio. Nos abrazo el miedo, y lo que parecía irreal era una terrible verdad. Los amigos y familiares se fueron a la otra sin velorios, sin despedidas, en un profundo silencio, sin marchas, ni llantos; algunos se fueron en mancha cargando a la familia entera; otros se llevaron de encuentro a sus compadres, a sus incondicionales o a la vecina querida.
Hasta que llegamos a octubre morado 2021 y poco a poco estamos regresando a la normalidad, por fin, encuentros presenciales, música y baile. Todo con su distanciamiento de rigor, mascarillas, máscaras, prudencia y alcohol… para las manos. Y quien creyera que ahora he percibido algo extraño, nunca me di cuenta de lo gracioso que se escucha, tanto tiempo encerrado he afilado mi constructiva crítica y opinión.
En el mundo de las artes un director es un director; un artista plástico es un artista plástico; un cantante es un cantante; un poeta es un poeta; un actor es un actor. He tenido la suerte de conocer al poeta Arturo Corcuera; al escritor Oswaldo Reynoso; al maestro Raúl García Zarate. Conozco al actor Reynaldo Arenas; a los artistas plásticos, Juan Milla Jara, Bruno Portuguez Nolasco, Ever Arrascue Arévalo, entre otros. Menciono a unos cuantos, la lista es interminable. El hecho es que en algunas veladas culturales se está pecando de huachafería, invitando al artista de la palabra escrita con todos sus pergaminos, diplomas y hoja de vida. No quiero ser odioso, “el hambre se aguanta, el chisme no”. No voy a decir el día, el local, ni la hora, para no herir susceptibilidades. Esto es lo que presencié: En el escenario el presentador portaba una lista de los participantes, en eso uno de los invitados con terno y maletín burocrático se acercó a él y con mucha delicadeza pidió un minuto de su atención, el presentador con lapicero en mano rellenó espacios vacíos, escribió unas líneas demás. Los poetas desfilaban de uno en uno o en mesa de tres. Hasta que llegó el turno al invitado de terno y maletín burocrático. El presentador leyó:
“Ahora tenemos el gusto de presentar al abogado Perico de los Palotes, licenciado, catedrático de la facultad de derecho de la universidad César Vallejo, asesor en el ministerio de la mujer, contador en la notaria Casasola y poeta con cuatro poemarios que están a la venta en la mesa donde se venden los libros. Con ustedes el doctor Perico de los Palotes”.
No sé qué leyó en magistrado, su poema parecía un parte policial con algunos pasajes de Ali Baba y los cuarenta ladrones. Interminable, sin ritmo, ni rima. Ahí no quedó el asunto, después de esa triste presentación cada participante comenzó a decir su curriculum.
“Soy, Blanca Nieves, profesora de educación secundaria y asistente contable, y les voy a leer un poema que he escrito de mi autoría, mi poemario está a diez soles y espero que les guste, trata de un amor no correspondido pero el amor siempre triunfa… ¿Amor? ¿Qué te pasa amor? Porque huyes de mí…”.
Espero que esta racha de presentaciones con curriculum vitae y hoja de vida acabe. Paso la posta a los jóvenes poetas: Francisco León, Ivan Adrianzen Sandoval, Karina Medina, Hugo Nikolás Kalashnikov… les solicito por amor a dios que expliquen el porqué de ese proceder después de la peste. Gracias.
NICOLÁS DANIEL LEÓN CADENILLAS
Lima, 2021

FORMAMOS ACTORES PARA TEATRO, CINE Y TELEVISIÓN EN QUINCE DÍAS. NDLeón

FORMAMOS ACTORES PARA TEATRO, CINE Y TELEVISIÓN EN QUINCE DÍAS. NDLeón

Fragmento del libro Cuentos breves para mi nieto de mi autoría.



FORMAMOS ACTORES PARA TEATRO, CINE Y TELEVISIÓN EN QUINCE DÍAS

Caminando por los teatros buscando una chambita de actor o como técnico, me encontré con un par de jóvenes que en una oportunidad habían trabajado de extras en una obra en la que yo era uno de los personajes principales. Me pidieron ayuda, les conté que yo también estaba como ellos, pateando latas. Que ya me había caminado varias veces el círculo de grupos de teatro y nada. En el Sindicato, nada. En la televisión, nada.

Después de caminar por varios locales nos sentamos a descansar en la pileta de las Tres Gracias de la avenida Arequipa, uno de los jóvenes me comenzó a contar sobre una estafa teatrera:

—Ocurre que salió un avisito en el periódico, que en un instituto de Lima en la avenida Tacna, dictaban clases de actuación. Había que pagar adelantado, me metí al Taller Permanente de Actuación para Teatro, Cine y Televisión, con música y danza, para jóvenes y adultos; estudiantes, obreros y empleados, no era necesario tener experiencia, el curso era dictado por dos profesores uno de ellos el gran actor nacional Nikolaus Leono D’Bal... en los papelógrafos de los pasadizos decían que enseñaban a actuar para la televisión en quince días, con propuestas dramáticas, teóricas-prácticas y neuro-lingüísticas, lo sorprendente fue que enseñaban a actuar para la TV sin cámaras de filmación.

Las clases las dictaban en tres turnos de diez a doce meridiano; de cuatro a seis pasado meridiano y de ocho a diez de la noche, negocio redondo. Todo era fingiendo, suponiendo, teníamos que suponer donde estaba la cámara y donde teníamos que mirar. Una caja de cartón mal pintada era la filmadora. El colmo, no tenían ni siquiera una cámara vídeo de esas baratitas, pero el palabreo del actor cómico súper conocidísimo que hacía de portero, parado en la puerta, como carnada jalando a los inocentones para que muerdan el anzuelo, no teníamos ni idea, ni sospechábamos nada del futuro engaño. En la quinta clase del quinto día, un viernes negro, el instituto, desapareció.

Todo resultó una estafa, todos los alumnos nos quedamos con los crespos hechos, ya nos habíamos imaginado de extras, haciendo de bultos o haciendo de figurantes en los canales de TV. Algunos se habían comprado lentes oscuros, no había ni sol y caminaban con lentes oscuros, otros querían firmar autógrafos.

Ese día cuando entramos al edificio para dirigirnos al segundo piso donde funcionaba el Taller vivencial de dramaturgia, un guachimán nos cerró el paso de la entrada y no nos dejaron entrar. Pedimos explicaciones, nos dijeron que los señores de las clases de teatro se habían dado a la fuga sin pagar el alquiler del local y que también debían a la señora del menú y a la de la carretilla. Nos enyucaron, nos habían cobrado por adelantado y nada. Se llevaron nuestra platita y nuestras ilusiones. Ahora estamos aguja, cero balas y sin money... volver a empezar ¿Pero con qué billete?

—Pagaron piso, muchachos, de esos traferos hay que cuidarse, los hay como cancha, algunos te llevan a trabajar a provincia y después en plena función desaparecen cuando terminas de actuar, el empresario hijo de mala madre ya está de regreso con tu platita, hay que tener mucho ojo y mucho cuidado. Te quejas en el Sindicato y no pasa nada. La ley del artista no funciona. Todo una desgracia.

—Si pues, juré venganza pero con el tiempo se me pasó, me matada de la risa de la pendejada. Cada uno busca su manera de subsistir en esta linda tierra de mentirosos, traferos, estafadores. Nuestros gobernantes roban, los congresistas roban, nuestros líderes roban, el Cardenal roba, todos roban y no van a robar estos muertos de hambre.

Nos deseamos suerte, nos despedimos, no teníamos que perder las esperanzas por unos desgraciados, quizás era una buena señal para seguir adelante.

NICOLÁS DANIEL LEÓN CADENILLAS

Karlsruhe, 2009.