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Viejo pendejo. NDLeón.

Viejo pendejo. NDLeón.

-¿Va de fresa?- pregunté a la diabla.
-¡De frejol!- me respondieron con cacha.

En la cuadra cinco de la Av. México subí a la volada a una combi asesina. En cada lado de la puerta, un señorito,  estos conversaban amenamente y jodían el paso. El cobrador despertó a una joven que se había quedado dormida justo cuando subí a la combi. Me senté con medio cachete afuera, el otro asiento lo ocupaba una robusta mulata, buena moza, tetona, caderona, con cara de pocos amigos. Los señores hablaban como loros y a cada rato preguntaban al cobrador sobre su destino: -¿Falta mucho?- ¡Ya casi llegamos yo les aviso! –contestaba el cobra fastidiado.

-¡Abtao, Gamarra, Gamarra, Aviación… San Pablo, todo México… lleva!

Yo también iba a Gamarra a comprar un cuarto de calzoncillos de algodón clásico blanco. Con el gesto fruncido hacía memoria para recordar el nombre de la tienda pero nada, tenía una laguna profunda. Lo bueno que sabía cómo llegar.

-¡Bajan! ¡Gamarra! ¡Llegamos!... ¡Ganzos llegamos! ¡Ese par de gilbertos, cuidadito con los choros! ¡Lleva! ¡Agarra izquierda, no paramos hasta San Pablo!

Los señores con buena ropa de marca y zapatitos mocasines cruzaron la Av. México con mucho cuidado. Metieron sus manos al bolsillo donde llevaban la billetera o el billete. Tic típico del nervioso gallo fuera de su gallinero. La diferencia de edad era más o menos veintitantos años de edad, podían ser papá e hijo o familia por los rasgos similares. Pero lo notorio era que no eran de La Victoria. Más bien tenían la pinta de esos caseritos esporádicos del emporio empresarial.

La pareja caminaba rapidito, yo iba detrás de ellos mirando las novedades. Avanzamos dos cuadras y la procesión de ambulantes y parroquianos se hacía mayor. En la tercera cuadra las jaladoras eran más persuasivas, mañosas y jodidas. Pero en la cuarta cuadra donde no se podía caminar, los ambulantes y jaladores se peleaban al cliente a la mala.

Emporio Comercial de Gamarra - Distrito de La Victoria


A.- ¡Señor, casacas, camisas, corbatas, a los mejores precios!
B.- ¡Casero, que necesita, acá tenemos de todo, pida lo que usted quiera!
C.- ¡Joven, todo para varones, a buen precio!

No sé cómo llegó pero estaba ahí. Apareció de la nada. Una jaladora de exportación, mestiza, cabello lacio negro largo sujetado por una coqueta vincha. Joven, fuerte, bonita, con saoco, pechereques tentadores y magistrales nalgas redonditas de infarto con su pantaloncito cortito de licra. Abordó a los vecinos pitucos. Los pituquicos se desconcertaron. La joven conocedora de sus atributos persuasivos, dijo muy convincente:

D.-Papacitos, díganme que buscan y acá estoy yo para satisfacer sus necesidades… ¿Casacas, batas, ropa deportiva, pantalones, medias, zapatillas, ternos? ¡Pidan con confianza que les saco descuento de mayorista!

Por la cara de los dos angelitos se notó que estaban perdiendo por goleada. El mayor de ellos, abrió los ojazos y, balbuceo:

-¡Queremos… sexo!
-¿Sexo? ¡Sexo con tu abuela! ¡Viejo de mierda, degenerado, mañoso huevón!

Yo me maté de risa y el par de no tan giles siguió caminando a paso ligero a su destino.

Nicolás Daniel León Cadenillas.
Lima, junio, 2017

Leche fresca en la Vía Láctea. NDLeón.

Leche fresca en la Vía Láctea. NDLeón.


Con nostalgia para mis amiguitos 
de la Escuelita "El Rosal" de la 
Av. Militar. LINCE. Lima 14.

Leyendo un artículo del periódico Badische Neueste Nachrichten sobre la industrialización de la leche y los productos lácteos me asombraba de toda la maquinaria en uso en la actualidad. -Como han cambiado los tiempos, pelona- me dije. Moviendo con pausas las tres cucharaditas de azúcar rubia bio de mi taza de leche fresca tibia pasteurizada, homogenizada y ecológica con 1.5% de grasa, junto con mi rebanada de pan integral con mantequilla y queso fundido de calidad A1, 10% de grasa. Se me vino a la memoria mi desayuno a lo pobre en mi callejoncito de mi barrio de Lince de Lima - Perú.

Cuando yo era chiquitito pero ya iba a mi colegito particular, el desayuno consistía en dos panes francés con bastante mantequilla grasoamarilla, en algunos casos quaker y casi siempre, todos los días la rica leche fresca de vaca con puntitos de café o cocoa; había días que tomábamos la leche fresca sin nada, y usualmente con azúcar blanca. En otras oportunidades los panes estaban rellenos con huevos fritos revueltos, con o sin cebolla y/o pan con queso fresco casi salado.



Porongo de aluminio con tazones de medida.


La leche fresca nos la dejaba diariamente nuestro vecino el señor Casagrande, dueño de un establo con vacas y cabras. Era el antiguo lechero del barrio, personaje notable y conocido por grandes y chicos, viejos y jóvenes, hombres y mujeres, por gordos y flacos como el “Señor lechero Mucha-Casa”.

El lechero que vendía leche hacía su aparición muy tempranito, casi de madrugada, salía de su establo haciendo su recorrido matinal, golpeando los grandes porongos de aluminio que eran unos cilindrotes, los golpeaba con un tazón de hojalata que era la medida de un litro; dejando en todas las casas, callejones y con yapa, el rico alimento lleno de proteínas, vitaminas y qué sé yo. Y con las mismas desaparecía hasta el día siguiente.

Todos los padres de familia se conocían y eran amigos, la mayoría de ellos eran los comerciantes del distrito, los caseros del mercado, los dueños de los puestos de periódicos, los que vendían pan con chicharrón y café en las esquinas. El señor lechero era gran amigo de mi papá y sus hijos estudiaban con nosotros; conmigo, con mi hermano, con mi prima y con los otros niños del callejón, estudiábamos en los mismos salones del cole.

Nuestros papás, tíos, vecinos, profesoras y el señor lechero nos aconsejaban que teníamos que tomar leche y si era fresca mejor para ser fuertes y sanos como robles, para tener suficiente energía para estudiar y no quedarnos dormidos en el colegio, y tener físico para crecer y para jugar como nuestros ídolos del deporte nacional.



La lechera de Johannes Vermeer, 1660.


Todos los vecinos tomábamos la leche fresca en las mañanitas, a medio día, en el lonche y si quedaba un conchito no nos caía mal un vasito antes de dormir.

-¡Mamá, tengo sed! Dame agua.
- ¡Acá hay un poquito de leche, tómatela!
- ¡Pero yo quiero agua, no leche!
- Está fresquita, está rica, toma!
- ¡Yo quiero agua, tengo sed!
- Toma la leche y no me hagas renegar!
- Agüita ... ¡Ya no quiero nada!
- ¡Toma la leche! Pobre que te levantes de tu sitio y te prendas del caño para tomar agua. ¡Te castigo con el dolor de mi corazón! Si tomas agua del caño puedes terminar con una diarrea y no vas a poder ir al colegio!
- ¡Quiero bastante agüita!
- ¡Toma tu leche! No me hagas renegar, me estas sacando de quicio. No hagas que me enoje por el amor de Dios. A la una, a las dos y a las ...

¡Por el amor de Dios! Me quedaba calladito, suficiente advertencia con el conteo, se acababa el amoroso diálogo con mamita y tenía que soplarse la vitaminosa leche fresca llena de perfectos valores nutricionales, además que me fortalecía de hierros y calcios y otros elementos químicos proteínicos beneficiosos del grupo B y A para la alimentación sana y equilibrada ...

¡Tenía que soplarme mi pocillo de leche fresca para calmar la sed!.

A la hora de hacer hervir la leche era todo un espectáculo, una laboriosa labor de alquimia, siempre con un vigía o campana para poder controlar el rico alimento y no se derrame, el guardián de turno tenía que estar preparado para soplar la leche, mover la olla de la candela o bajar el fuego. Después de esperar unos minutos, cuando reposaba la leche se iba formando la deliciosa nata. En casa nos peleábamos para agarrarnos la mayor cantidad posible de nata, mamita nos la repartía equitativamente para evitar los pleitos. La nata salía gruesa y con una pizca de sal era un manjar de los dioses.

Conforme pasaba el tiempo la leche no botaba, no soltaba, no salía la rica natita. Nosotros, preguntábamos a los lecheritos que pasa con la leche que ya no sale nata. Hasta que uno de los hijos del lechero soltó el chisme atravesado en su tierna gargantita:

- ¡Ya no sale nata de la leche porque mi papá la mezcla con agua!

Mezclaban con agua el rico y sustancioso producto lácteo. Después nos hizo jurar para que no habláramos. No podíamos hablar porque sino su papá, su familia y él iban a tener problemas. Juramos no hablar. Le rogamos en grupo:

-“Separa un poco de leche sin agua para nosotros”.

Respondió que no podía separar ni un poquito.

En los meses siguientes, en vacacional, el hijo que estudiaba conmigo nos contó que su papá tenía muchos problemas con el Departamento de Sanidad de la Municipalidad, que lo habían pescado con las manos en la masa a su papá adulterando la leche con agua y le habían puesto una Multa. Y que el señor Alcalde estaba muy fastidiado porque él y sus hijitos tomaban hasta la última gota de leche fresca de establo.

- Una multa es como un castigo, es como un rojo en la Libreta de Notas, ahora mi papá tiene que pagar la Multa y según lo que dice mi papá: ¡Sí paga la multa se queda cero balas! ¡Y no va a ver plata para la casa!
- ¿Entonces que va hacer tu papá?
- ¿Cómo va a pagar la multa?
- ¿Ahora que va hacer tu papá para pagar la multa?
- Les voy a decir, pero es un secreto: ¡Juran que no le van a decir a nadie. No le digan a nadie. Juran por Diosito que no le van a decir a nadie, ni a sus mamás, ni a sus papás, a nadie!
- ¡Ya! ¡Si! ¡Juramos! !!Por Diosito!! ¡!Por Diosito!! ¡Por mi madrecita!
- ¡Mi papá a dicho que para pagar la Multa le tiene que echar más agua a la leche!
- ¡Más agua!
- ¡Nooo!
- ¿Ya no va haber nata?
- ¡Con tanta agua los pescaditos pueden nadar en la leche!
- Ya lo saben, pero no le tienen que decir a nadie, nada, nadita, ¡Ta'bien!
- ¡Ta'bien!

Después no se lo que pasó, por mi parte nunca dije ni pío sobre el tema de la leche fresca con ayuda; cambié de barrio, cambié de colegio y me encontré con dos de los hermanos Casagrande, uno de ellos estudió conmigo en el mismo salón, su papá seguía vendiendo leche. Terminamos la secundaría y desaparecimos por el mundo. Cuando cumplí mis Bodas de Plata regresé a mi Alma Mater. Me encontré con mi Promoción y con bastantes amigos mayores y menores que yo.

Dentro de la conversación de los recuerdos y nostalgias, hablaron del menor de los hijos del señor lechero Mucha-Casa:

- Pedro León, Nikito, Cadenillas, Andrade, Daniel Correa, Roberto Navarro, Pipo Vásquez, ¡Escuchen! ¿Se acuerdan que el papá de Víctor y Oscar Casagrande, vendía leche a todo el barrio de Lince y San Isidro? Víctor siguió con el negocio, lo heredó, y le fue muy bien porque realizó un contrato especial con la SEDAPAL (Servicio de Agua Potable y Alcantarillado de Lima). En la actualidad creo que ahora vive de los intereses de su fortuna acumulada en Daytona Beach. Florida. Estados Unidos de América.

Pusimos cara de incredulidad, el correo sin estampilla había vivido en Lince y era de nuestra generación y Promoción, si era verdad o mentira tal afirmación, no lo aceptaba ni reprochaba; pero en pleno comentario busqué la mirada de mi hermano, cómplice en el secreto Aqua Lácteo de la leche fresca. Sólo nos limitamos a sonreír, y para cambiar de tema, pregunté:

- ¿Ustedes se acuerdan del establo que estaba cerca a la casa? Los del barrio jugábamos en el establo del señor Mucha-Casa. Qué vacas, no?

Sonreímos recordando aquellos tiempos en que se podía guardar un secreto.

No hace mucho como abuelo repetí las mismas palabras de mis mayores, lo hice sin pensar, desde lo más profundo de mi inconsciente repetí los consejos de mis antecesores. Mi nieto regresaba de su primer día de clases de su primer añito escolar.

- ¡Toma tu leche para que seas sano, fuerte y valiente como tu papá!

Me escuchó, me miró, achinó los ojos, apretó lo labios, se me acercó sigilosamente como un felino, lento pero seguro, su naricita choco a la mía, y con sus ojitos fijos me deletreó:

- ¡Yo no quiero ser como mi papá! ¡Yo quiero ser como “El Rey León”! ¡Grrggrrrrrrrrrrrrraaa!

Rugió en mi cara y me clavó las uñas de su manita izquierda, me dio un zarpazo con la otra mano e inmediatamente se fue al parque a jugar pelota con sus amigos.

¡Cómo han cambiado los tiempos, pelona!

Nicolás Daniel León Cadenillas
Karlsruhe, junio, 2007.

RATEROS, Vía Crucis en PanTel. NDLeón

RATEROS, Crónica de un Apóstol de Nicolás León.
La siguiente crónica puede herir susceptibilidades, abrir zanjas en los recovecos del cerebro más fiero y maltratar la inquebrantable salud cultural. El escribidor.

"Las deudas antiguas no se pagan y las nuevas se dejan envejecer".  
Don Genaro S. Delgado Parker.



PanTel, Panamericana Televisión, Canal 5.


Fue en el año 1976. Me llamaron e invitaron a grabar dos capítulos de una adaptación de La Achirana del Inca de don Ricardo Palma. Esto fue en un ciclo de programas sobre las Tradiciones Peruanas.

Como egresado de la Escuela Nacional de Arte Dramático ENAD me caía muy bien un cachuelo en la "TV" para hacerme conocido (¿?) mejor todavía si el contratista era PanTel, Panamericana Televisión, Canal 5.

Entusiasmado por mi juventud, acepté, sin medir las consecuencias. El trato del monto del pago fue verbal. Después, para salir de dudas, pregunté a otros actores y me dijeron que así era el negocio. Que me quede tranquilo.

Mi personaje era un protagónico, "El Joven Guerrero, novio de la doncella que cortejaba el Inca Pachacútec".

A don Ricardo Palma lo caracterizaba el gran actor Jorge Montoro. Entre los actores del elenco se encontraban los señores: Luis Cabrera; mi profesor y amigo Álvaro Gonzales; mi tío -de cariño, no es familia- don Rómulo León, entre otros.


Don Jorge Montoro, consagrado actor nacional de cine, teatro y televisión.

Leyendo el libreto me enteré que "Achirana", palabra quechua, significa... "lo que corre limpiamente hacia lo que es hermoso".

Cuando llegó el día de las grabaciones, todo estaba correctamente preparado y en su sitio. Los actores más experimentados ayudaron y aconsejaron a los novatos. Grabamos los dos capítulos en dos días.

A la hora de ir a cobrar empezaron los problemas. El día, lugar y hora de pago habían sido cambiados.

- Tienen que esperar unos días porque los auspiciadores no han mandado el dinero.

Fue la explicación que nos dieron los cancerberos encargados del pago. La noticia me cayó como un balde de agua fría. Yo estaba recién llegadito de una gira teatral por el interior del país y no tenía sencillo ni billetes ni nada en el bolsillo. -¡Miento!- Tenía un hueco. Me regresé en "Dodge" patitas a mi casa. Había que esperar con la santa paciencia.

Cuando llegó el día acordado; los actores, extras, figurantes; todos corríamos por los pasadizos del canal para llegar primero a la ventanilla de pago. Como buenos peruanos no respetábamos la famosa cola. Se escuchaba un solo de gritos hasta que me tocó estar al frente del cajero. Este me dio una Guía de Remisión en blanco para que la firmara. Protesté, le repetí la sabia enseñanza de mi barrio, no firmar nada en blanco.

-¡Cómo voy a firmar algo en blanco!

Escuché una voz femenina detrás de mí como mi conciencia.

- Firma no más. Así es. No hagas problemas. Si no ya no te llaman. Ellos ya tienen la cantidad acordada.

Firmé contrariado. Me volvieron a explicar que así era esta vaina.

Caminando desorientado a paso lento con dirección a la salida, escuché a otros actores hablando en voz baja:

- ¡Ese conchesssumaee de Oré es un trafero de mierda!

Ahí me enteré que un tal Oré era el cajero. Era obvio que todo el mundo sabía lo que pasaba después con la Guía de Remisión, la llenaban con una cantidad mucho mayor a lo pagado.

Pasaron más de mil años, muchos más...

De casualidad pasando por la peluquería de mi barrio, el dueño me invitó con sorna a ver un programa de televisión.

- ¡Pasa! Están entrevistando a tu patrón, tú lo conoces ¿no?- me dijo.

- Ah, a don Genaro Salvador Delgado Parker- afirmé. Justo en ese momentito el entrevistador le hacía una pregunta clave a don Genaro:

- ¿Cuál era la fórmula del éxito financiero del Canal?

Don Genaro muy suelto de huesos con su vocecita de mafioso a lo Vito Corleone, respondió sonriendo para las cámaras:

- Fácil, no es nada de otro mundo: "Las deudas antiguas no se pagan y las nuevas se dejan envejecer".

El peluquero exclamó:

- ¡Pucha, conschssummreee... ese Genaro resultó más ratero que la mierrrda!

Moví la cabeza afirmativamente.

Pasaban los días... pasaban las noches...

En uno de esos azares del destino. En la puerta del Sindicato de Actores del Perú SAP me crucé con un colega de la ENAD. Lo vi fastidiado con un nudo en la garganta queriendo decir algo. Nos sentamos en las gradas. Escuché atentamente su triste confesión:

- "Por terco me pasa esto hermano. Me están meciendo en el Canal 5. No debí aceptar. No hay cuando nos paguen. Fíjate. Terminamos de grabar y nos dijeron: -Que había faltado coordinación con la Central y que no nos iban a pagar hasta el último viernes del mes-. El último viernes del mes llegué hora exacta. En la puerta del Canal el guachimán de frente me dijo que no podía hacerme pasar, que no estaba presentable. -¿Presentable? ¿Cómo tengo que estar?- le dije -Con camisa de vestir y pantalones que no sean Blue Jean- me contestó. Me desesperé y grité: -¿Y cómo chucha voy a venir presentable si no pagan?  ¡¡Chuchatumadre!! ¡Me tengo que comprar ropa! ¿Con qué plata? ¡¡Miéerda!!- Quise llorar de rabia hermanito. Tú sabes que yo no reacciono así. Que soy pacífico. Tranquilo. Puta me sacaron de mis casillas. Si tú supieras que no tengo ni para los pasajes, ni para comprarme un pan. Suerte que soy soltero sin hijos sin compromiso... te sigo contando. Al siguiente actor que llegó le dijeron otra cosa. Para cada actor, el guachimán tenía una objeción diferente. Al final nadie entró y hasta ahora no pagan. Ya pasaron bastantes viernes y nada. Yuca con nosotros".

En ese momento mi colega me contagió su rabia e impotencia. ¿Y la famosa Ley del Artista? Me preguntaba mirando el cielo gris. Gris como nuestras esperanzas.

Pasaban las semanas con sus días...

Más cholo terco fui yo.

Había regresado a casita después de un periplo por Palermo de la Sicilia, entre laburo y turismo, visité a la mía familia Leone Cadenillas. Llegué a Lima con la consigna de actualizar mi currículum profesional para postular a un trabajo en Baden-Wurtemberg al suroeste de Alemania.

Explico para que se entienda y la crónica no suene a editorial de prensa chicha sensacionalista; a tinterillada, a informe forense, ni a parte policial; mucho menos a catarsis actoral. Cada línea marca el paso de la triste realidad de un calvario en carne propia que debe acabar.

En el año 1983, por el llamado del señor Manolo Castillo trabajé en la tele-serie "Gamboa" que producía PanTel. Eduardo Cesti interpretó al Mayor Gamboa. Luis Llosa era uno de los directores. Yo trabajé en el primer capítulo “El Gran Robo”, interpretando al chofer asaltado, trabajé también en otros capítulos de la serie. Manolito de vez en cuando se acordaba de mí y me llamaba para trabajar en diferentes telenovelas.

En la primera semana de abril del 2006 me llamaron de Panamericana Televisión, conversé brevemente con el Jefe de Producción y Casting de PanTel Canal 5 sobre las condiciones de mi participación y remuneración, sin vacilar me creí el cuento del señor Manolo Castillo Garay.

Manolito Castillo mintió repitiéndome las mismas mentiras aprendidas como muletillas que le servían para encandilar al necesitado actor de turno. De lo que me dijo solo me acuerdo lo siguiente:

- Que él era el responsable y que no me preocupara por el pago. Que él estaba a cargo de todo. Que mi personaje era un protagónico y no lo vaya a defraudar. Que trabaje muy seriamente con ganas. Que él ya me conocía como era mi trabajo. Que mi pago era de Cien Dólares Americanos.

Este chamullo fue para la serie "Detrás del Crimen XI", capítulo "Caso La Cantuta". Donde salía el Sheriff Benedicto Jiménez. El trato, como siempre con Panamericana Canal 5, de palabra. Nada firmando. Ningún recibo. Nada. Ni michi.

Los días 12 y 13 de abril, las 24 horas de cada día, con amanecidas y un refrigerio desastroso. Realizamos el trabajo. La locación para la grabación fue la Universidad Nacional de Educación "Enrique Guzmán y Valle" conocida como La Cantuta. Al final contando todas las horas de trabajo sumaba tres días laborables. Tema que omito.

 Protagonistas: (De izq a der).
El primer actor, Carlos Rivera. El señor actor, Nicolás León. 
El primerísimo primer actor de carácter, Luis Menezes.

A la hora del pago llegó la joda, la repetición del mismo rollo de siempre. La mentira, el fraude y el engaño. El peloteo. La señorita Elena Dioses del local de A. Tirado N° 217, fue la primera que empezó con el clásico verso:

- Tienen que esperar. Paciencia. Vuelvan a llamar el próximo viernes porque los viernes son días de pago. No tengo en este momento la planilla ni los datos ¿Okay? Hay, gracias por su comprensión, son ustedes muy lindos, nos vemos pues.

Después de varios viernes y perdiendo el tiempo averiguando el nuevo número de teléfono de la oficina. Contestaba la señorita Joyse Cabrera, igual, gran mecida. Nos explicaba que ella no sabía nada y que el próximo viernes mejor llamen a Recursos Humanos que la oficina está en M. Carranza N° 176 que nos iba atender la señorita Grace. Total, a la famosa señorita Grace nunca le vi la cara ni en pelea de perros. Todas las veces que me citaron, los días viernes por la tarde, me atendió el vigilante parándose en la rejita frente a mí como una tranca haciéndome retroceder varios pasos hasta el filo de la vereda, me hablaba con monosílabos y me daba forata.

El Sheriff Benedicto Jiménez. El presentador de la Serie:
 "Detrás del Crimen". Capítulo: "Caso La Cantuta".
PanTel, Panamericana Televisión, Canal 5. 

Seguían pasando los viernes.

Muchas veces me crucé con un señor que era el jefe de la señorita Grace. Meses después me enteré que era el señor Almirón. El muchachón se hacía el desentendido con el reclamo del pago. Con él no era. Que sabido.

Mientras tanto ya había pasado mucho tiempo, el capítulo donde aparecíamos había salido al aire, exactamente el viernes 21 de abril. Recibió muy buenas críticas por parte de la tele-audiencia.

- ¿Y el pago a sus protagonistas? Nada ¡Nada!

En el transcurso de los viernes siguientes, de las semanas siguientes, de los meses siguientes. Contestaron las llamadas varias señoritas y señores; el señor Víctor Terrones, el señor Miguel Merino, el señor Oscar Becerra; y todos igualitos con la misma lección aprendida, con la misma respuesta de mierda.

- Que iban a ver el libro de pagos y devolvían la llamada.

Como si estuvieran haciendo un favor.

Perdiendo todas las esperanzas del pago. Como quien jode me acerqué un viernes a la oficina de Recursos Humanos de PanTel- Canal 5- Jr. Mariano Carranza N° 126. Lima 1.

Había pasado buen tiempo. Habían cambiado de guachimán, en la puerta atendía un joven educado que me invitó a pasar al Hall para que espere a la persona indicada.

Hablé con una señorita que no me quiso dar su nombre, me certificó que el encargado del pago era el señor Freddy Almirón. Esperé por espacio de una hora hasta que llegó el bendito señor Almirón con acento en la ó. Llegaba contento con sus ayayeros, entre ellos un señor pelado narigón.

Me presenté, le manifesté que era un actor del Caso La Cantuta, Detrás del Crimen, que me tenían una deuda y ya había pasado mucho tiempo.

Inmediatamente como si tuviera un libreto aprendido, vomitó:

- Justo estamos buscando los archivos para saber cuanto tenemos que pagar y a quienes. Como el Canal a tenido problemas no sabemos cuánto debemos ni a quienes debemos. Todos los archivos han desaparecido. Estamos haciendo un esfuerzo titánico para solucionar todo.

Me ofrecí traerle una copia de la grabación del programa, un DVD, para que me vea y se dé cuenta de mi trabajo. Constate quien era. Y me pague. Eso era todo. Le repetí que por el personaje que había realizado me debían Cien Dólares como había acordado con Manolo Castillo, el jefe de producción.



Nicolás León. 
Personaje: Jesús Mateo Sosa Saavedra (a) Kerosene. Suboficial EP. 
Integrante del Escuadrón de la Muerte "Grupo Paramilitar Colina".

El ayayero pelado que estaba a su siniestra; sufría, se retorcía, sudaba, era el hígado del señor Freddy Almirón; quería traducir y explicar lo hablado, repetía como tarado lo que ya se había conversado.

Nuevamente me repitieron el mismo sonsonete de siempre. Qué los días de pago eran los viernes a las 7 de la noche.

- Estamos viernes- le dije.

- Sí, hoy es viernes pero hoy no hay dinero en la caja. Por favor venga el próximo viernes que le tengo su dinero sin falta- rebuznó.

Regresé al siguiente viernes, pero no a las 7 PM, sino a las 6:30 PM. En la puerta ya no estaba el guachimán educado. Habían puesto un rabioso perro guardián con uniforme. No me dejó pasar y no me dio ninguna razón de nada. Mudo como una tapia. La señorita de la oficina tampoco contestaba a mis preguntas. Parado en la puerta, vi como llegaban las otras víctimas y conforme pasaban los minutos se retiraban volando porque no podían esperar. -Estamos en temporada, nos vamos- decían y sobre las mismas corrían. Tenían función a las 8 PM. Los colegas uno por uno se comenzaron a retirar y me quedé solo nuevamente. Esperé más de una hora.

El señor Freddy Almirón y sus secuaces habían hecho hora en el café de la acera del frente; el guachimán quiso abrir el pico para advertirle de mi presencia; pero lo intercepté a tiempo y el sorprendido gerente de miércoles, me preguntó:

- ¿Usted no es actor? ¿Usted no está en funciones?

- No tengo trabajo- contesté calmadamente.

Me solicitó que lo espere unos minutos. Pasamos a la oficina. Pidió una copia de los pagos pendientes. Me mostró la hoja recién impresa donde figuraba mi nombre con la suma total de Sesenta Dólares.

- ¿Sesenta Dólares?- pregunté.

- Son los datos que da la computadora- me dijo.

- Los datos lo puede llenar cualquiera- agregué.

- Son Sesenta Dólares, es lo que hemos encontrado- puntualizó.

Me sonreí del estúpido e infantil engaño. -Bueno, peor es nada- pensé.

- Okey. Acepto. ¿Dónde firmo?- dije.

- Ah, no, ahora no puedo pagarle. Tiene que venir el próximo viernes. Tengo que mandar la conformidad a contabilidad y administración para que ellos me manden el dinero o el cheque. ¿Usted sabe cómo es eso?-agregó.

- No, yo no sé cómo es eso. ¿Cuánto tiempo? ¿Cuándo me van a pagar?- pregunté con fastidio.

- Le estoy diciendo que el próximo viernes, le doy mi palabra- aseguró.

Los ayayeros lameculos habían escuchado toda la conversación, les faltaba poco para que aplaudieran a su jefe por su gran disertación.

Ya será una deuda antigua para estos miserables delincuentes ¿Estarán cantando su himno? la famosa guaracha:

"Échale tierra y tápalo / Échale tierrita y tápalo / Así, así... Tápalo".

Estamos comenzando julio del 2008.

La farsa, el engaño, el timo, el fraude, la mentira, el hueveo, la estafa, la burla, la trampa, el robo, hasta este momento continúa.

Continuará...

Nicolás D. León Cadenillas.
Karlsruhe, 2008.

La Crema y Nata. NDLeón

La Crema y Nata. NDLeón
                                                                                        
- ¡Carajo! ¿Por qué chucha tenía que llover hoy, así? ¡Mierda! -requintó frente a sus allegados el presidente del Club Social. Desde la reja de seguridad miró al cielo ácidamente buscando una respuesta. Luego de varios segundos bajo la mirada hasta las puntas de sus zapatos embarrados de lodo. -Tanta preparación para la inauguración de la nueva sede y nos cae este cataclismo de mierda con rayos y truenos- siguió rumiando su cólera el señor presidente del club.

-Por algo será, no reniegues, sírvete una cerveza, prende la rocola, relájate con unos boleros cantineros de Lucho Barrios, Pedrito Otiniano- aconsejó el chef/barman prestidigitador profesional del jirón Vizcardo y Guzmán.

-¿Estamos a tiempo… algo nos hemos perdido algo?- preguntó el Ciego Carlos desde la reja de entrada.

Los directivos del club sonrieron e hicieron pasar a Carlitos y compinches.

-¡Tá'juerte la lluvia! *¡Mozo, sírvame, la copa rota / Sírvame que me destroza, esta fiebre de obsesión / Mozo, sírvame, la copa rota / Quiero sangrar gota a gota, el veneno de su amor! … ja jaja ja... ¡Mozo, tráeme una y una!
-¿Qué? ¿Cristal, Pilsen, Cusqueña, Heineken?
-Cualquiera… mejor la más baratita.

Se destapó una botella de champán, brindaron con caras tristes por el éxito del local. Seguidamente abrieron cervezas para todos los presentes. Prendieron la rocola, pusieron música para todos los gustos. Después de la primera caja, se escuchó bulla y barullo. Tocaron a la puerta con insistencia y premura. La lluvia no paraba. Se hicieron presente los vecinos de cuello y corbata. Señorones y señoras, muy bien vestidos, elegantes, con buenos calzados; las mujeres, bien pintadas, cargaban grandes carterotas de colores. Los varones apestaban a colonia importada y las damas a perfumes raros y exóticos. El grupo entró como en su casa, no saludaron a nadie y se acomodaron en la mesa mayor.





-¡Compadrito… siéntese aquí!- susurró la comadre.
-¡Gracias comadrita, cuídeme el asiento que ahorita voy!
-Compadrito, yo quiero un Capitán- solicitó la comadrita.
-¿Mozo, sirves cocteles?... ¡Un Capitán!... ¿Algo más comadrita?
-Por ahora nada más… más adelante te pido la yapa.

El Ciego Carlos olió la melosa conversación de los compadres, sonrió maliciosamente, y haciendo chacota en voz baja se dirigió a sus colegas de la Óptica Palermitana:

-¡Compadre que no se come a la comadre, no es buen compadre!- los colegas celebraron con grandes carcajadas la chispa del famoso carnal.

El esposo de la comadrita dirigía el ritmo a su mancha. Él era el caporal del grupo. Ordenaba el pedido de la mesa a su gusto, pedía y contabilizaba el trago y la comida. Era también el gracioso, el chistoso, el juglar y comodín, la primera voz y el cuervo letal de los que se portaban mal. Según las malas lenguas -que nunca faltan- el señor caporal era el que hacía la lista de los invitados.

-¡Él no va… él sí… este menos. A ese par de locas mi mujer no las puede ver. Táchalas!- ordenaba a raja tabla.
-¿Por qué?
-¡Elimínalas!
-Jefe, son las invitadas de su compadre el patrón.
-Me llega, no van y punto.
-Si el patroncito pregunta yo le digo que usted no quiso, no se me vaya a picar. Yo cuido mi trabajo.
-No te preocupes, no me encargo de tu patrón.

Las señoras chismoseaban lo que le daba en gana y de cuando en vez se maquillaban los cachetes con rouge de colorete. Los señores se talqueaban la ñata de vez en cuando para resistir la exagerada y vil licoreada. Cuando el grupo estaba bien sazonado, a mitad de la noche, el caporal brindó por la amistad y hermandad. Tras el brindis, remató con una frase final memorable:

-¡Nosotros somos la crema y nata de la localidad, del vecindario, del distrito y alrededores… salud!

El Ciego Carlos, no se aguantó, el trago se le escapó por los oídos, nariz y guargüero; carcajeó mirando al caporal y a su grupo. Se sentó y en complicidad con sus hermanos de cebada, manifestó:

- ¡Yo solo huelo azufre y creso, promiscuidad, delincuencia, robo, prostitución, hurto agravado, corrupción, sicariato, compadrazgo, y otras mierdas más!

El mozo escuchó muy bien las santas palabras del Ciego, le advirtió que una malcriadez más y lo retiraba de evento.

-¡Carlitos, cállate la boca por favor, no la cagues, te van a faltar el respeto… por favor… las paredes tienen oídos!
-Oe, la vez pasada hicieron un chongazo a media noche, llegó Serenazgo, la policía, al día siguiente salieron en los diarios en las páginas policiales, noticieros… y tú me haces callar a mí.
-¡Entiende! Te callas o te vas del local, no queremos problemas con los señores. Ellos están consumiendo cualquier cantidad. Tú desde que has llegado tienes dos cervezas. No jodas.
-Ya me voy, primero ponme un solcito en la rocola, Mujer Ingrata; Víbora; Mala Mujer, y me voy con mi gente... **Oh, diablilla.  Mi brujita. Mi cholita bonita. Extraño tus maldades. Tus mentiras, tus enredos, entuertos... y desidia. Extraño tu pose de pérfida dama fina. Te extraño mi querida... Lucifer, hecha mujer. ¡Tramposa, jugadora, falsa, pendejerete, calumniadora, mentirosa, amiga de Magalli, conchatumare!
- Ya Carlitos… chao. Se acabó tu cerveza. Chao.





Los señores de cuello y corbata escucharon todo lo declamado por el Ciego pero para no hacer roche prefirieron hacerse de los oídos sordos. El caporal murmuró en la orejota de su patrón:

-Mañana lo chanco todito, lo corto en pedacitos, lo destruyo, lo desaparezco…
- De acuerdo, sólo has que parezca un accidente- sentenció el patrón.

Y la fiesta siguió hasta las últimas consecuencias, con enredos, palitos, aspiraciones, tríos, tiros y acomodos.

* La Copa Rota de José Feliciano.
**Diablilla de Nicolás León.

Nicolás Daniel León Cadenillas.
Lima, 2017.