PRÓLOGO de ELID BRINDIS
Pocas veces tenemos la oportunidad de asistir a un diálogo interior, y qué mejor que hacerlo a través de la poesía. En II Desamor (Poemario urbano) encontramos ese diálogo interno que el poeta sostiene con sus fantasmas, con ese recuerdo latente que perturba su estabilidad emocional y lo obliga a conceder espacios inusitados a la inspiración en busca de respuestas.
Nicolás León Cadenillas, un «zaguero central» que rompe esquemas, ejerce su derecho a la autocrítica, a la crítica y al reclamo social, en un lenguaje y estilo personal propio, con la mínima influencia de los constructores de poemas de las grandes épocas pasadas, los llamados «monstruos» de la poesía.
Ese diálogo del que hablamos se
advierte en toda su magnitud cuando el hablante lírico se expresa en segunda
persona, escasamente en primera o tercera persona, sobre todo cuando se
enfrenta a la amada y sus fugaces apariciones, desapariciones y, a veces,
etérea presencia velada en los versos.
En sus poemas de largo aliento León
Cadenillas narra historias inconclusas pero conectadas en ese diálogo
interminable, entre presencias fugaces y ausencias prolongadas, mientras que en
sus poemas breves hace gala de reflexiones introspectivas de vivaces matices
que pueden provocar en el lector reacciones controversiales, por decir lo
menos; pero como solía decir Octavio Paz, la poesía sirve para transmitir emociones
y sentimientos.
Un ejemplo de lo anterior, es
decir, de la transmisión de sentimientos, tanto como de la vivacidad de matices
en poemas cortos, lo encontramos en «Ave fénix», en el cual el poeta, en breves versos, describe la
vida del artista en una profunda reflexión práctica, o en «INRI»,
en el que hace de los signos de puntuación el ideal amoroso con que puede soñar
cualquier amante.
Como
ha quedado escrito, de II Desamor
(Poemario urbano) se pueden decir muchas cosas, aparte de ese diálogo
introspectivo que mantiene el hablante lírico con la «amada ausencia», y sella
ese lenguaje de la orfandad sin amor en «Sin respuestas» o, como lo dice el
poeta: «tus respuestas sin respuestas».
El
«victoriano de La Victoria» no se entretiene creando una figura, imagen o
forma, un hilo conductor preciso que predomine a lo largo de sus poemas. Más
bien, en su lenguaje urbano hace un atinado recuento de situaciones que
desembocan en el título, o que nacen de él: «Desamor», pero sin que este se
convierta en una característica o en una constante dentro de sus letras.
Sin
embargo, no deja de lado otros aspectos que forman parte del paisaje humano,
como la locura, los abrazos, los besos, incluso aborda de manera poéticamente
escatológica el tema de la muerte, específicamente el suicidio, en «Morir», al
mismo tiempo que proyecta un reclamo social contra las instituciones
oficialmente constituidas en el tema de la salud, sin perder ese diálogo
insondable entre la poesía y la «amada ausencia».
Y
es posible desvelar otros misterios de la poética de León Cadenillas, pero no
hay nada más alentador para un poeta que ser leído, por lo que se augura una
cálida acogida a II Desamor (Poemario
urbano), sobre todo para los lectores que gustan de la voz fuerte que
caracteriza a un actor de teatro como lo es Nicolás León. En resumen, este es
un poemario al que no es necesario desearle suerte puesto que nació con ella.
Elid Rafael Brindis Gómez (México)
Periodista y editor
No hay comentarios:
Publicar un comentario