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UN LIBRO Y UN SENCILLO de NDLeón

UN LIBRO Y UN SENCILLO de NDLeón
Con cariño para el colega Joan Lamas.

Si contemplan la mano izquierda del artista gráfico verán en el dedo anular
un anillo de oro 18k, regalo de mamita, anillo de oro que representa el
calvario ante la cruz y la penitencia en registro civil. Verán también
las sequedades del silencio. Y si 
observan detenidamente
 verán el tiempo que nos hace mierda. Nk



UN LIBRO Y UN SENCILLO
En una oportunidad del trajinar de la vida, vi como Johannes trabajaba en su recordado y exclusivo salón de belleza "Johannes Coiffure" ubicado en el distrito de San Juan de Lurigancho en el próspero Cono Este. Johannes era un tipo muy sobrio, con terno y corbata llamado el estilista de las guapas. En su relación del conglomerado público que lo seguía tenía a bellas modelos, prostivedettes, periodistas mermeleros, funcionarios de la municipalidad, reducidores, micro comercializadores, reinas de la papa y del camote, mayordomos de fiestas provinciales, artistas ambulantes, policías del escuadrón Los Halcones Negros, etc. Yo lo vi porque me cachueleaba como fotógrafo, corresponsal de prensa y propaganda, sociales y artístico. Ser corresponsal era una chamba de noctámbulos, de viajes, correrías, oportunidades, trompeaderas. Participé en las ilustraciones de varios libros y revistas de moda, promoción escolar, semanarios de propaganda para el señor alcalde. También cubrí grandes matrimonios, Bodas de Plata y Bodas de Oro donde la estrella principal siempre era "Johannes Coiffure" el estilista de las reinas.
En un gran evento artístico social pro-salud organizado por el cártel de la Municipalidad, colaboraron los artistas, músicos, cantantes de la zona; todos ellos exigieron sus viáticos porque estaban hartos de las mecidas de las autoridades competentes; los comerciantes mayoristas se entendieron con el refrigerio y el combo para los participantes; de fondo un desfile sorpresa de vestidos típicos de la costa, sierra y selva, y otro desfile veraniego de trajes de baño: monokinitankiniunikini, trikini, microkini, mankini. Todas las bellezas de los dos desfiles fueron 'bellamente' peinadas por el estilista mayor Johannes Coiffure. Y el encargado de las instantáneas con dos cámaras fotográficas analógicas super modernas Canon AE1, era yo. Profesional competente a lo largo y ancho del territorio nacional. 
Cuando terminó el magno evento, el alcalde para pasar la mano, invito a un grupo selecto al salón principal del municipio, repartió bocaditos, cuarto de pollo, y buenas copas de cachina verde y de pisco acholado de Chincha. 
Al día siguiente me desperté medio cansado. Junté en el bolsillo del chaleco los rollos de fotos. Cogí un libro 'Mi vida' que estaba terminado de leer, del autor Elia Kazan​​, director de cine y escritor estadounidense de origen griego.​ En medio de las hojas acomodé los billetes de cincuenta soles. Separé un sencillo en la secreta para pagar la combi. De La Victoria al Centro de Lima era una ruta de veinte minutos. Llegamos en quince. Rápido me interné por el jirón Ayacucho hasta La Casa del Fotógrafo donde era cliente asiduo, respetado y connotado. Dejé los rollos, me dieron los comprobantes a la voz de: Regresa en una hora . Guardé los tickets en el chaleco y salí a caminar por la Feria de Libreros del jirón Amazonas. Preguntando la hora faltaba un cuarto de hora para recoger el material. De un momento a otro se me atragantó la saliva. ¡Conchasumadre! grité en lo más profundo de mis pensamientos prosaicos. Salí despavorido de la feria hacia el local fotográfico. ¡Mierda! . Había dejado el libro con los billetes en el mostrador, al costado de recepción. Trágame tierra ¡Putamadre! —. Llegué como alma en pena al negocio. Parecía papel cebolla. Me acerqué al mostrador para preguntar por el libro. ¡Chucha! . Ahí frente a mi estaba el libro 'Mi vida'. Agarré el libro, suave, muy suave, ojeé las hojas. Las lágrimas de impresión y sorpresa brotaron de mis ojos rojimios por el llanto. El dinero estaba intacto. Nadie había agarrado ni siquiera por curiosidad el libro. No hay nada que hacer. En un país como el nuestro, no agarran, no abren, no leen, no roban un libro. Pero si son capaces de quemar, destruir, ignorar un libro. Palabra que sí.
¡Viva el Perú! ¡Viva el Minedu! ¡Viva el Mincul!
NICOLÁS DANIEL LEÓN CADENILLAS
LIma, 2021.

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