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FAMOSO POR SERENAZGO de NDLeón

FAMOSO POR SERENAZGO de NDLeón

«¡Ay mísero de mí, y ay, infelice! Apurar, cielos, pretendo, ya que me tratáis así qué delito cometí...» Pedro Calderón de la Barca



FAMOSO POR SERENAZGO

¿Cómo es la vida? Tengo cincuenta años en el quehacer artístico, no soy famoso, ni conocido. No he realizado spot publicitario, ni comerciales, no he trabajado en «Risas y Salsas» mucho menos en «Al Fondo Hay Sitio». Trabajé en algunos bolos de telenovelas o series insufribles en los canales de televisión. También recuerdo que lo más trágico era cobrar el bolo. Canal 5 con su Papa Upa eran unos estafadores terribles, no pagaban las deudas del mes, las hacían envejecer para borrarlas de la lista de deudores. Me consta porque no me pagaron más de quinientos dólares.

Ahora, hoy día viernes 29 de enero de 2021 voy a pasar a la palestra como ícono negativo de la comunidad victoriana. ¿Por qué? Porque el Serenazgo de La Victoria me ha filmado tomando una cerveza en la esquina de mi barrio. ¡Carajo! Justo estoy bebiendo unos sorbos de cerveza negra a cien metros de la esquina del movimiento llámese Prolongación Parinacochas donde en cuestión de minutos canibalizan automóviles, roban, asaltan, matan, hay paseros de los buenos y de los malos, micro comercializadores, droga, licor, anís y coñac. La ley y el orden en patrulleros cobran su cupo. Serenazgo en camionetas se hacen de la vista gorda, reciben lo suyo por ver y por no ver; el municipio vaya a saber.

La basura por toneladas está regada en las bermas, parques y jardines. No hay jardines ni parques verdes, todo es tierra muerta, pero el cobro del impuesto predial siempre llega puntual. A los alcaldes y funcionarios no les interesas como camina el vecino de a pie. La municipalidad cobra su marmaja y ya fue. Prometieron cámaras de vídeo, rondas en cada esquina, serenazgo las veinte y cuatro horas. Nada de lo prometido se cumplió. Solo controlan las urbanizaciones de Balconcillo y Santa Catalina, somos las gallinas de los huevos de oro. Hago memoria, en el gobierno del arquero George Forsyth en el reparto de las canastas para el pueblo victoriano los serenazgos fueron los primeros, de madrugada, en levantarse camionadas de canastas por orden del señor mandamás. Sin querer queriendo los barrios victorianos son tierras de nadie, pistas con baches, tremendos huecos, iluminación deficiente, caótica. ¿Dónde quejarse? En cualquier lado menos en la Municipalidad.

Continuo con la experiencia de la tarde. Cinco de la tarde, bajé de la línea 23 en el boulevard Palermo, compré una botella de cerveza Cuzqueña negra malta de 5,60%, 650 ml. Llegué a mi barrio, me encontré con la gente linda, ambulantes y jóvenes independientes con oficio y beneficio, un par de cachineros. Abrí la botellita, me puse a conversar del calor en el Centro de Lima, de la Marcha por la Av. Abancay contra la cuarentena del morado Sagasti; del tráfico, la falta de transporte público masivo. De sorpresa me doy cuenta que uno de los miembros de Serenazgo de La Victoria desde la camioneta me estaba filmando, me retiré unos metros, me siguieron y me seguían filmando, regresé a la esquina, les dije que la botella no había sido comprada en ninguna de las cuatro tiendas de las esquinas del barrio, que la cerveza la había comprado en otro sitio, en el boulevard Palermo, que no sea cobarde y no vaya a poner multa a mis vecinos, que yo también soy vecino del barrio. Me seguían filmando. «Señores lo que yo sé es que está absolutamente prohibido las reuniones en un local. No está prohibido tomar un refresco. Una cerveza. No hay ley seca en La Victoria» — les recalqué salomónicamente. Me amenazaron con traer a la policía. Pedí que llamaran a la policía. No llamaron. Todos sabemos que la Policía Nacional de la Estación del parque Unión Panamericana, ubicada a una cuadra de la esquina donde se había originado el caos, necesitan incentivos, sencillo y gasolina para el patrullero para salir a rondar la esquina. 

Ahora, el serenazgo victoriano me ha amenazado que voy a salir en los noticieros de la televisión nacional, en el terrible programa de la farándula de MagalyTvLaFirme; en el programa Combutters del mermelero Phillip Butters y lo peor en un reportaje de la deportista Juliana Oxenford. ¡Terrible oye! Mi delito: Levantar la voz a los miembros del serenazgo victoriano; realizar actos contra la moral y buenas costumbres bebiendo un vaso de cerveza en la vía pública; pedir cambio de la Constitución Política del Perú; exigir las ordenanzas municipales; no respetar a las autoridades competentes; hablar mal de los señores funcionarios, regidores, empleados y serenazgos. No aceptar las mentiras, las coimas, las cutras, menos las mordidas. No jurar el nombre de dios en vano, ni los de los dioses de los otros porque no hay versión más peligrosa de la religión que el fanatismo.

Solo queda esperar la sanción, la multa imparcial, de los señores que siempre tienen la razón de la sinrazón. Amén.

NICOLÁS DANIEL LEÓN CADENILLAS

Lima, 2021.

UN LIBRO Y UN SENCILLO de NDLeón

UN LIBRO Y UN SENCILLO de NDLeón
Con cariño para el colega Joan Lamas.

Si contemplan la mano izquierda del artista gráfico verán en el dedo anular
un anillo de oro 18k, regalo de mamita, anillo de oro que representa el
calvario ante la cruz y la penitencia en registro civil. Verán también
las sequedades del silencio. Y si 
observan detenidamente
 verán el tiempo que nos hace mierda. Nk



UN LIBRO Y UN SENCILLO
En una oportunidad del trajinar de la vida, vi como Johannes trabajaba en su recordado y exclusivo salón de belleza "Johannes Coiffure" ubicado en el distrito de San Juan de Lurigancho en el próspero Cono Este. Johannes era un tipo muy sobrio, con terno y corbata llamado el estilista de las guapas. En su relación del conglomerado público que lo seguía tenía a bellas modelos, prostivedettes, periodistas mermeleros, funcionarios de la municipalidad, reducidores, micro comercializadores, reinas de la papa y del camote, mayordomos de fiestas provinciales, artistas ambulantes, policías del escuadrón Los Halcones Negros, etc. Yo lo vi porque me cachueleaba como fotógrafo, corresponsal de prensa y propaganda, sociales y artístico. Ser corresponsal era una chamba de noctámbulos, de viajes, correrías, oportunidades, trompeaderas. Participé en las ilustraciones de varios libros y revistas de moda, promoción escolar, semanarios de propaganda para el señor alcalde. También cubrí grandes matrimonios, Bodas de Plata y Bodas de Oro donde la estrella principal siempre era "Johannes Coiffure" el estilista de las reinas.
En un gran evento artístico social pro-salud organizado por el cártel de la Municipalidad, colaboraron los artistas, músicos, cantantes de la zona; todos ellos exigieron sus viáticos porque estaban hartos de las mecidas de las autoridades competentes; los comerciantes mayoristas se entendieron con el refrigerio y el combo para los participantes; de fondo un desfile sorpresa de vestidos típicos de la costa, sierra y selva, y otro desfile veraniego de trajes de baño: monokinitankiniunikini, trikini, microkini, mankini. Todas las bellezas de los dos desfiles fueron 'bellamente' peinadas por el estilista mayor Johannes Coiffure. Y el encargado de las instantáneas con dos cámaras fotográficas analógicas super modernas Canon AE1, era yo. Profesional competente a lo largo y ancho del territorio nacional. 
Cuando terminó el magno evento, el alcalde para pasar la mano, invito a un grupo selecto al salón principal del municipio, repartió bocaditos, cuarto de pollo, y buenas copas de cachina verde y de pisco acholado de Chincha. 
Al día siguiente me desperté medio cansado. Junté en el bolsillo del chaleco los rollos de fotos. Cogí un libro 'Mi vida' que estaba terminado de leer, del autor Elia Kazan​​, director de cine y escritor estadounidense de origen griego.​ En medio de las hojas acomodé los billetes de cincuenta soles. Separé un sencillo en la secreta para pagar la combi. De La Victoria al Centro de Lima era una ruta de veinte minutos. Llegamos en quince. Rápido me interné por el jirón Ayacucho hasta La Casa del Fotógrafo donde era cliente asiduo, respetado y connotado. Dejé los rollos, me dieron los comprobantes a la voz de: Regresa en una hora . Guardé los tickets en el chaleco y salí a caminar por la Feria de Libreros del jirón Amazonas. Preguntando la hora faltaba un cuarto de hora para recoger el material. De un momento a otro se me atragantó la saliva. ¡Conchasumadre! grité en lo más profundo de mis pensamientos prosaicos. Salí despavorido de la feria hacia el local fotográfico. ¡Mierda! . Había dejado el libro con los billetes en el mostrador, al costado de recepción. Trágame tierra ¡Putamadre! —. Llegué como alma en pena al negocio. Parecía papel cebolla. Me acerqué al mostrador para preguntar por el libro. ¡Chucha! . Ahí frente a mi estaba el libro 'Mi vida'. Agarré el libro, suave, muy suave, ojeé las hojas. Las lágrimas de impresión y sorpresa brotaron de mis ojos rojimios por el llanto. El dinero estaba intacto. Nadie había agarrado ni siquiera por curiosidad el libro. No hay nada que hacer. En un país como el nuestro, no agarran, no abren, no leen, no roban un libro. Pero si son capaces de quemar, destruir, ignorar un libro. Palabra que sí.
¡Viva el Perú! ¡Viva el Minedu! ¡Viva el Mincul!
NICOLÁS DANIEL LEÓN CADENILLAS
LIma, 2021.

QUÉ HACES EN ESTE ENCIERRO de NDLeón

QUÉ HACES EN ESTE ENCIERRO de NDLeón

 


QUÉ HACES EN ESTE ENCIERRO

En este largo encierro, ya no sé qué hacer.

Los cachuelos en el barrio, muertos, no hay nada.

Mis vecinos endeudados, perdiendo dinero; electro, mecánicos,

planchadores, pintores de autos. Cerrajeros, vidrieros, ambulantes,

carretilleros; vendedores de frutas, tricicleros. Ahorcados por un sol.

El Sindicato de Actores, SAIP, atiende las mil sinrazones, pretextos,

mentiras, paseos del MinCul, ministerio trafero. SAIP debe alquiler,

agua, luz eléctrica. Los recibos han llegado como si hubiéramos

trabajado 24 horas diarias en plena pandemia.

Gremio de Escritores, ídem, con deudas, con enfermos de covid19.

Solicitan ayuda comunitaria, pues, gobierno, MINSA no pintan para nada.

¿Y los demás grupitos de literatos? Respuesta, nada.

Hay una fuerte campaña de mantenernos aislados.

A partir de mañana encerrona de 9:00 pm a 4:00 pm.

Estamos jodidos. Yo no me deprimo, busco alguna salida.

El entorno es insoportable, quejas y quejas.

Seguimos con gobiernos fantoches, incompetentes,

y lo que es peor, corrupto.

Ni intentar marchar, el gorila mete bala, palo y esconde la mano.

Toda la atmosfera es una terrible maldición.

Municipio clava descaradas papeletas al micro negocio.

Tienditas, jugos, verduleras.

El señor presidente habla incongruencias, necesitamos traductor.

Esas conferencias zoom virtuales, no me interesan.

Hacer teatro virtual tampoco.

Me están pidiendo que lea mis cuentos y poemas, vamos a ver.

Mientras tanto ¡Joder!

NICOLÁS DANIEL LEÓN CADENILLAS

Lima, enero, 2021.

¿TRABAJAR? de NDLeón

¿TRABAJAR? de NDLeón


Bulevar la Ku’Damm o Kurfürstendamm en Berlín Oeste.
Foto de istockbygettyimages


¿TRABAJAR?

Con cariño para Fernando Marquina. Hijo predilecto de la Hacienda Casa Grande. La Libertad, Perú.

Me encontraba chancando barro en el Keramikatelier de mi amigo Fernando Marquina en la Kantstraße a tres cuadras de la Ku'Damm en Berlín Oeste; mientras esperaba una correspondencia de la bella Italia. La invitación al Coloquio sobre Pedagogía Teatral —Bérgamo 1977, LombardíaPasaban las horas tras horas y no llegaba nada; en el taller faltaba mano de obra, me ofrecí para colaborar en algo. Me mandaron al sótano a preparar el material. Pasaban los días y yo dándole duro al barro; comba y comba a los ladrillos de arcilla transformándolos en planchas ovoides con diferentes espesores, casi listas para ser trabajadas en el torno de alfarero y transformarlas en obras de arte utilitarias. Había momentos que no tenía físico, falta de costumbre, a la hora del fiambre no podía ni levantar la cucharita del café. Hasta ese momento pensaba que los artistas plásticos hueveaban. Craso error. Mis respetos para ellos con honor. Como neófito licenciado experto en cerámica no puedo dar detalles de la chamba porque estoy más perdido que Adán en el Día de la Madre. Pasaban los días sin noticias. El buzón del correo limpio de polvo y paja. Por lo tanto tenía que seguir metiendo martillazos a la arcilla. Cada combazo era una letanía. Un calvario de cada día como los cuarenta latigazos al gran Redentor que nos libró de pecados. En plena sacadera de mugre trompeándome con un bloque de arcilla requeteduro, machacando el material al compás del Rock de la Cárcel del Rey Elvis Presley, tocaron el timbre del taller, subí como quien descansa un ratito y a través del cristal vi al esperado amigo cartero con un manojo de sobres en la diestra. Recibí la correspondencia y miré uno por uno los nombres de los destinatarios, y nada; volví a chequear y leí en un sobrecito de formato casi cuadrado: F. Marquina y/o N. León; remitente la Embajada del Reino Unido, Inglaterra; sin darle importancia abrí el sobre, se trataba de una invitación para una entrevista. Al día siguiente acompañado de mi buen amigo Fernando Marquina, artista propietario del Taller de Cerámica, nos dirigimos a la Embajada y después de quince minutos de charla me otorgaron una Bolsa de Viaje de parte del Concejo Británico y un Curso de Iluminación Teatral por diez días. Acepté la invitación. Bérgamo podía esperar, Londres, no. Leonardo Da Vinci y Miguel Ángel Buonarroti podían esperar; Hamlet, Macbeth, Sherlocks Holmes, no. Decidí por la aventura.
Ni corto ni perezoso alisté mi maletita viajera y en la noche me enrumbé a lo inimaginable. De Berlín Oeste al puerto de Rotterdam, Países Bajos, en tren; ahí tomé barco atravesando el Mar del Norte hasta el puerto de Harwich, Reino Unido. Bajé a tierra para dirigirme al tren que me llevaría a Victoria Station. Antes de dar un paso más la Policía de Migración me invitó a una revisión de rutina; no escucharon explicaciones y nos revisaron de pies a cabeza, a mi y a mi pobre maletita que la desnudaron en cuerpo y alma. Un oficial muy atento y muy sonriente me pidió mis documentos, entregué mi pasaporte con la visa inglesa y la carta de invitación del Concejo Británico. El oficial ojeó la misiva. Llamó a su compañero para que me interrogue.
Buono dia, yo hablarr poquitu Spanish.
Buenos días. Ay’am little spik Ínglish.
Usteé quererr vissitarr London?
Ay’mm invitet bai dí Britisch Cooncil.
¿Usteé quererr «Tra ba jal» in London?
¿Trabajar? ¡Yo nou trabajar en mi país! ¡Yo not trabajar acá!
Respondí instantáneamente fuerte sin pensar con una perfecta dicción del verdadero español victoriano de La Victoria. El Oficial dejó por unos brevísimos segundos su flemático comportamiento y soltó una típica carcajada de Lord inglés.
¡Jo, jo, jo! 
Cogió el sello firmemente y con un toque seco y preciso inmortalizó mi entrada al Reino Unido.
Bon voyage! Congratulations, Mister!
Zennkiú very masch Sir!



La alegría me duró poco. Conforme me acercaba a Londres el tren se me iba de costado por otro rumbo diferente. Muy diferente a lo que yo había marcado con una gran equis roja en mi plano; pregunté:
Sqüísmí! Guear wi goinn? Güear tu ind di final Guearabouts off the train Stéischon?
¿Cómo qué adónde vamos? ¡Vamos a la Estación!
Iff, yes! Bat that Stéischon, yuur name plíss!
¡Vamos a llegar a la Estación Liverpool!
Liberpuul?
¡Sí! ¡Liverpool Street Station¡
El cielo completamente oscuro, la oscura y tenebrosa noche nublosa con neblina de Londres se me nubló más; el cerebro y los ojos se me llenaron de una espesa y cargada neblina conceptual. Mirando por las ventanillas los barrios vecinos fue como si estuviera llegando al Purgatorio. Sólo puedo decir que la experiencia fue como comprar un pasaje para el Parque Kennedy ubicado en el corazón de Miraflores City, y después de pestañear, despertarse por las transversales callejuelas de la avenida San Pablo junto a La Parada en la populosa Rica Viky. ¡A las doce de la noche! Bajé del tren sin brújula, nadie tenía tiempo para brindar una orientación. Salían de la estación despavoridos. A todo esto me hice una pregunta sin sentido.
¿Y esto?
Con cigarrillo en mano y con una mirada entre soslayada y atrevida me perdí en medio de la tiniebla, caminé hacia lo desconocido como si fuera mi recordado barrio blanquiazul querido de nebulosa y clásica pre-fabricada neblina. Esa noche la libré, les caí en gracia a tres desadaptados delincuentes de la zona, tomamos un licor venenoso, me señalaron un huarique. El Ejercito de Salvación, salvado, fui cobijado en el albergue hasta las seis de la mañana; nos despertaron con campanadas de recreo. Después de un rapidito baño gatuno con pañuelito, muda de camisa, salí a las calles. Tempranito a primera hora me dirigí a las oficinas del Concejo Británico. Atravesé Londres. Me hicieron una gran recepción, tres influyentes burócratas me habían esperado con carteles, bombos y platillos en la Estación Victoria, y yo perdido en el tenebroso barrio bravo del noreste de Londres. El director jefe dio la orden de refrescar la garganta. Trajeron una botella del mejor whisky escocés, según el jefe, y él mismo sirvió los vasos. Esperé tranquilo con una pose al mejor estilo de un gentlenman.
You want ice? paré la oreja.
Senquiu, no, gracias — mi interlocutor sonrió complacidoCon hielo se malogra el whisky . De premio recibí otra rueda.
La secretaria del Concejo Británico me entregó un sobre lleno de programas, entradas en general. Teatro, mimo, títeres, opera, ballet. Pasajes para el bus y para el Metro. Uno de los grandes espectáculos fue El Rey Lear por la Compañía Royal Shakespeare. El otro fue El alma buena de Sezuán de Bertold Brecht en el Teatro de Greenwich. Siete contra Tebas de Esquilo representado por la Compañía de Teatro de Arte Griego de Atenas. Equus de Peter Shaffer en el Albery Theatre. Como fin de curso, la opera rock Jesucristo Superstar en el Palace Theatre. 
Las dos semanas que pasé en Londres fueron atareadísimas; corriendo de un lugar a otro, desde las diez de la mañana podía ver títeres y teatro. Correteando de un lugar a otro, solo, sin amigos ni colegas, solito, caminé solo por la ribera del río Támesis, por el meridiano de Greenwich y por los centros turísticos. En parte fue una gran ventaja porque aproveché al máximo mi tiempo. Visité la casa de Charles Dickens de estilo victoriano; el Covent Garden Market, el antiguo mercado, donde filmaron algunas escenas de My Fair Lady con Audrey Hepburn y Rex Harrison. Recordando mis andanzas siempre era lo mismo; me veo caminando abrazado con la neblina y cruzando los brazos para no dar la mano a la niebla ni a la bruma.
Llegó el día de la despedida, me puse bonito como alumno de primaria y desde Victoria Station inicié el feliz retorno. De Londres a la Estación Central de Berlín Oeste, luego tranvía al paradero Savignyplatz, dos cuadras a patita y llegué nuevamente a casita, al Taller Cerámico de mi buen amigo Marquina. Después de ésta breve experiencia que lindo fue regresar. Como dijo Dorothy en el Mago de Oz:
«No hay nada como el hogar».
Y ese mismo sentimiento fue lo que sentí con relación al taller de Fernando Marquinita. Aprendí de él escuchando sus consejos y sus anécdotas. Me acuerdo de las reuniones en la sala de exhibición y de las charlas de café con temas interesantísimos para un recién llegado como yo, fue un lujo compartir con el espontáneo y excelente auditorio. Y sobre todo, aprendí a chancar arcilla... con alegría.
NICOLÁS DANIEL LEÓN CADENILLAS
Traunstein, 2010.

LOCURA EN LA OFICINA de NDLeón

LOCURA EN LA OFICINA de NDLeón




LOCURA EN LA OFICINA

Había regresado a la civilización, por varios años había sido el más más en el periodo de cosecha de la hoja sagrada, temido capataz en la cristalización de la droga en medio de la jungla de UchizaTocache, toda esa concentrada experiencia lo mantenía reservado en su lejano pensar. El amor de sus amores se había metido con su peor enemigo y por amor el antiguo sicario se había convertido en taxista, apretón, delivery microcomercializador de quetes y pacos. Para variar, su enamoradita de turno con nuevo amante vendía el peor seviche del barrio, obligado le tenía que comprar, y lo peor, comerlo a vista y paciencia de los mecánicos, paseros, pintores de chatarras, sopletes y alcahuetes.

Aburrido en Lima, recibía una mesada de sus jefes caídos a menos, propinas que no alcanzaban para la canasta mensual. Una botella de ron con su evervess ginger ale y limones lo descuadraban en su presupuesto semanal. La droga en Parina Street ya no era la de antes, no tenía salida. Revender y micro comercializar era una porquería. Mejor era trabajar unas horas en «Gamarra Gallery Gross Sex» vendiendo calzones, sostenes, licras, polos para las venecas que eran las nuevas mamis del centro comercial.

Un sábado, tarde de noche, el desorientado macerador se encontró con su broder, antiguo gaucho de las pampa argentinas, contó su tragedia. El gaucho estaba peor, había chocado su auto, le habían quitado el brevete, su mujer no le daba permiso para salir ni para visitar el templo del santo grial victoriano. Estaba secuestrado por su madre, esposa e hija en plena pandemia de covid19 coronavirus. Se encontraron porque se había escapado por unas horas de la férrea prisión conyugal. Se compraron un par de botellas de ron black, limones y se entonaron en la esquina, en los muritos del jardincito llamado por los parroquianos buenos y malos como «La Oficina». Hablaron sin lágrimas, como buenos victorianos de BalconCity. La primera botella se la acabaron como agua bendita de la parroquia Guapalupe. Recién en la segunda botella hacían pausas para contar sus tragedias urbanas, domesticas y de cana.

El gaucho se cayó de espaldas en las plantas de cactus que adornaban el jardín. Se acurrucó, como almohada la botella vacía. Dos tragos más, el veterano capataz le siguió los pasos, se metió al jardincito y empezaron a roncar. En plenos sueños el antiguo capataz gritaba nombres indescifrables, hacía pausa, luego temblaba como adoquín con tercianas. 

Agravado tienes que ir a la fiesta, si no vas tú no hay tono, la China quiere contigo, su esposo a partido a yunaissteies...

¡No quiero! Estoy casado. Mi mujer me ama. Yo la amo, nos amamos...

Pasó como una hora, nuevamente las voces le quitaban el sueño a Agravado.

¡Hurtoagravado, hay un tamal, busca cliente, te agarras el 50% de las ganancias!

¡No puedo! Estoy casado. Mi mujer me ama. Yo la amo, nos amamos...

En plena madrugada. Agravado gritó a los cielos.

¡Puedo nadar, cruzar el río Huallaga, pero primero es salvar a mi esposa... mi mujer me ama. Yo la amo, nos amamos...

Llegó la aurora, el fresco amanecer, la gentita del barrio hacían su cola con la distancia reglamentaria de metro y medio para comprar su pan, aceitunas y mantequillas con sus mascarillas y otros exagerados con máscara facial acrílica, guantes y bastones.

La voz del jardín fue escuchada nuevamente por Hurto Agravado.

¡Agravado, tómate un interprovincial, vente urgente a Uchiza Tocache nos están bombardeando, quemando los pastizales, cocales, cabañas, aeropuertos! ¡Necesitamos de tu sabiduría extraprogramática incaica cajachoshilico!

¡Noo, noo, noo! Estoy casado. Mi mujer me ama. Yo la amo, nos amamos...

Pasaron dos horas, ocho de la mañana, el gaucho se despertó, Agravado fue despertado. El dueño del jardín los granputeó, le habían cagado su cactus genuino ancashino.

¡Puta madre, vete a tu casa huevón... tu mujer debe estar preocupada, suerte que no te ha pasado nada! ¡Tu mujer te ama, tú la amas, ustedes se aman! 

¿Qué mujer huevón? Yo soy soltero...

Todo había sido una terrible pesadilla en el jardincito de La Oficina. 

NICOLÁS DANIEL LEÓN CADENILLAS

Lima, 2021.

PRÓLOGO de ELID BRINDIS

PRÓLOGO de ELID BRINDIS

Pocas veces tenemos la oportunidad de asistir a un diálogo interior, y qué mejor que hacerlo a través de la poesía. En II Desamor (Poemario urbano) encontramos ese diálogo interno que el poeta sostiene con sus fantasmas, con ese recuerdo latente que perturba su estabilidad emocional y lo obliga a conceder espacios inusitados a la inspiración en busca de respuestas.

Nicolás León Cadenillas, un «zaguero central» que rompe esquemas, ejerce su derecho a la autocrítica, a la crítica y al reclamo social, en un lenguaje y estilo personal propio, con la mínima influencia de los constructores de poemas de las grandes épocas pasadas, los llamados «monstruos» de la poesía.

Ese diálogo del que hablamos se advierte en toda su magnitud cuando el hablante lírico se expresa en segunda persona, escasamente en primera o tercera persona, sobre todo cuando se enfrenta a la amada y sus fugaces apariciones, desapariciones y, a veces, etérea presencia velada en los versos.

En sus poemas de largo aliento León Cadenillas narra historias inconclusas pero conectadas en ese diálogo interminable, entre presencias fugaces y ausencias prolongadas, mientras que en sus poemas breves hace gala de reflexiones introspectivas de vivaces matices que pueden provocar en el lector reacciones controversiales, por decir lo menos; pero como solía decir Octavio Paz, la poesía sirve para transmitir emociones y sentimientos.

Un ejemplo de lo anterior, es decir, de la transmisión de sentimientos, tanto como de la vivacidad de matices en poemas cortos, lo encontramos en «Ave fénix», en el cual el poeta, en breves versos, describe la vida del artista en una profunda reflexión práctica, o en «INRI», en el que hace de los signos de puntuación el ideal amoroso con que puede soñar cualquier amante.

Como ha quedado escrito, de II Desamor (Poemario urbano) se pueden decir muchas cosas, aparte de ese diálogo introspectivo que mantiene el hablante lírico con la «amada ausencia», y sella ese lenguaje de la orfandad sin amor en «Sin respuestas» o, como lo dice el poeta: «tus respuestas sin respuestas».

El «victoriano de La Victoria» no se entretiene creando una figura, imagen o forma, un hilo conductor preciso que predomine a lo largo de sus poemas. Más bien, en su lenguaje urbano hace un atinado recuento de situaciones que desembocan en el título, o que nacen de él: «Desamor», pero sin que este se convierta en una característica o en una constante dentro de sus letras.

Sin embargo, no deja de lado otros aspectos que forman parte del paisaje humano, como la locura, los abrazos, los besos, incluso aborda de manera poéticamente escatológica el tema de la muerte, específicamente el suicidio, en «Morir», al mismo tiempo que proyecta un reclamo social contra las instituciones oficialmente constituidas en el tema de la salud, sin perder ese diálogo insondable entre la poesía y la «amada ausencia».

Y es posible desvelar otros misterios de la poética de León Cadenillas, pero no hay nada más alentador para un poeta que ser leído, por lo que se augura una cálida acogida a II Desamor (Poemario urbano), sobre todo para los lectores que gustan de la voz fuerte que caracteriza a un actor de teatro como lo es Nicolás León. En resumen, este es un poemario al que no es necesario desearle suerte puesto que nació con ella.

Elid Rafael Brindis Gómez (México)

Periodista y editor

ENTRENAMIENTO: HORARIO de NDLeón

ENTRENAMIENTO: HORARIO de NDLeón
Fragmento de mi libro «Cuentos breves para mi nieto». Nk
ENTRENAMIENTO: HORARIO
En tercero de secundaria, elegido como el mejor atleta de mi salón, gané un premio que consistía en un libro «Manual de Carreño de Urbanidad y Buenas Costumbres», leerlo era para sufrir. El técnico de atletismo J.Chumpi me invitó a pertenecer a la selección por mi alto rendimiento y buen estado físico. ¡Qué honor! Habló con el jefe del Departamento de Educación Física e hicieron una reunión invitando a los demás convocados, brindamos con chicha morada. Soñaba despierto viendo mi foto con la medalla de oro del primer puesto. ¡Carajo, qué orgullo! J.Chumpi me dijo que había hablado con su jefe y que me iban a prestar los dos pares de zapatillas que necesitaba para entrenar y competir hasta que me compren las mías. Acepté el trato. A la semana siguiente empezaban los entrenamientos. ¡Qué orgullo!
Fue un día viernes que nos entregaron el horario para los entrenamientos de las distintas especialidades. —¡Chucha! ¡Cónchale! ¡Horror de horrores!... ¡Qué es esto! ¡No puede ser?... ¡No se habrán equivocado? Escandalizado, les pregunté a los otros atletas.
El horario de entrenamiento decía:
ATLETISMO DE CAMPO: Lunes, miércoles y viernes: 7:00 a.m. Martes y jueves: 6:45 a.m. Sábado: 10:00 a.m.
—¡Qué honor, ni cojudeces! ¡Esto era una salvajada! ¡Abuso de autoridad! ¿Cómo me voy a levantar de madrugada? ¿Están locos?
Llegó el lunes, traté de estar a la hora, cuando llegué todos estaban listos, el técnico ni me miró, me cambié rapidito y me puse a trotar, todo fue suavecito como para conocernos. Faltando cinco minutos para las ocho de la mañana nos mandaron a cambiarnos. Cuando salí de la ducha, me esperaba J.Chumpi. 
—Oye Tolentino... ven... nosotros somos amigos, soy tu profesor y soy tu amigo... ¡Carajo!... ¡Qué sea la última vez que llegas a esta hora! ¡La próxima vez que vengas tarde te vas a la mierda! ¡Te boto de la selección! ¡A mí no me vengas con huevadas! ¡Entendiste! ¡Y me sacas buenas notas carajo! ¡Acá no vas a huevear! ¡Deporte y estudio! ¡Si te sacas un rojo! ¡Te jodes conmigo! Después los padres creen que es por el deporte que se sacan malas notas. ¡Mira mis fotos en la galería de honor, por el deporte y por el aprovechamiento! ¡Mañana temprano quiero que llegues primero que todos! Ahora a tu salón. Rápido—.
Quise contestar, decir que no iba a poder. Pero pensando detenidamente durante las clases, era mejor estar en el colegio que escuchar las letanías de papá. Y así empecé a prepararme físico y mentalmente con mi medalla de oro. En cuarto de secundaria seguían los entrenamientos, full time, mejoré un montón, había roto mi récord varias veces en todas las disciplinas donde estaba anotado para el campeonato Inter escolar. El equipo estaba concentrado y unido, gracias a las carajeadas de nuestro técnico entrenador. Faltaban quince días para la contienda. Grande fue nuestra sorpresa cuando nos avisaron que ya no se realizaba el campeonato inter escolar de atletismo por orden del Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas. Habían suspendido el desfile militar también. ¡Qué huevada! Tanta preparación para nada, suerte que mis papás no me habían comprado mis zapatillas atléticas, sino hubieran hecho un chongazo. Me dije un susurro al oído. —No hay mal que por bien no venga —fue lo único que se me ocurrió decir. ¡No! también dije: —¡Militares de mierda! ¡Conchasúmadre! ¡Ahora ni medallas ni nada carajo! Como ya no había entrenamiento. ¿Para qué? Tenía más tiempo para estudiar, me puse a estudiar como loco a recuperar tiempo perdido, más vale tarde que nunca, me dije. Y comencé a sacar mejores notas, mis padres sorprendidos, yo también. Acabó el año escolar. Salí con un curso jalado, Religión. Cura de mierda, cualquiera se puede equivocar cuando se reza el Padre Nuestro en pleno examen, el curaca lo quería al pie de la letra. Joder. Asistí a Vacacional, de enero a marzo, aprendí de paporreta el padre nuestro, ave maría, gloria y el credo. Amén.
NICOLÁS DANIEL LEÓN CADENILLAS
Lima, 2010

SEGUNDOS O TERCEROS… HURRA de NDLeón

SEGUNDOS O TERCEROS… HURRA de NDLeón

Adolfo Suárez Perret, campeón mundial, 1961.

SEGUNDOS O TERCEROS… HURRA

«Desgraciado el país que necesita héroes» Bertolt Brecht

«Doblemente más desgraciados si los héroes son segundones o terceros» Nicolás León

«Nuestras bravas deportistas consiguieron el subtítulo mundial en una vibrante campaña que puso a todo el Perú de fiesta». «El equipo nacional perdió dejando pundonor en la cancha» ¿Por qué siempre tenemos que festejar los subtítulos o las derrotas? ¿Por mediocridad? Si hablamos de «competencias» la presea de oro es la única que cuenta, la que se festeja, lo demás al archivo. Qué mala costumbre nacional. Nos llenamos de laureles deportivos con segundones o terceros puestos. Esos festejos son malos ejemplos para todos los ámbitos culturales, deportivos, sociales. Perdimos la Guerra del Pacifico, nuestros vecinos se han llegaba buena tajada del territorio nacional, perdimos los conflictos armados con Ecuador y Colombia; varios de nuestros caudillos, traidores conocidos. Lo curioso es que estamos llenos de monumentos, bustos, avenidas con nombres de muchos que no lo merecen.

―«Somos los mejores, nuestro equipo quedó segundo en la Libertadores» ―¿Qué? Tenemos que recordar al Club Cienciano del Cusco, Campeón en la Copa Sudamericana 2003 y en la Recopa Sudamericana 2004.

Estoy segurísimo que Brasil nunca va a festejar el «Subcampeonato» de la Copa Mundial de Fútbol Brasil 1950, conocido como «El Maracanazo». Ni me imagino que Argentina festeje el «Subcampeonato» de la Copa Mundial de la FIFA Italia 1990. Maradona requintaría desde los cielos celestes. No veo con certeza que los grandes del box, Foreman, Frazier o Bonavena festejen sus derrotas frente al gran Muhammad Ali. Solo en el Perú festejamos derrotas. Seguimos añorando a nuestra selección nacional de México 1970. Aplaudimos a la selección de Paolo Guerrero en su ida y vuelta de la Copa Mundial FIFA Rusia 2018.

Tenemos medallas de oro. En TIRO: Edwin Vásquez Cam, medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Londres 1948, en la especialidad de pistola libre a 50 metros. BILLAR: Adolfo Suárez Perret, campeón mundial en la especialidad Tres Bandas, en Ámsterdam (Países Bajos), en 1961. SURF: Felipe Pomar en 1965 y Sofía Mulánovich en el 2004. Así mismo tenemos en AJEDREZ a Julio Ernesto Granda Zúñiga, primer Gran Maestro Internacional, (1986). Se encuentra entre los mejores ajedrecistas del mundo.

En cada distrito existe una infinidad de parques, avenidas, calles, pasajes con los mismos nombres de señores que dejaron sus vidas por una causa justa, por un Perú mejor, también tenemos nombres y apellidos de muchos rastreros que traicionaron su suelo patrio sin embargo la historia de los historiadores mermeleros los limpian de polvo y paja. Sería buen ejemplo develar monumentos, estatuas, bustos; inaugurar calles, avenidas de los prototipos de hombres y mujeres nacionales de los campos científicos sociales; antropología, historia, filosofía, lingüística, literatura, psicología y arte; así también como en el deporte. En vez de festejar como loquitos un subcampeonato, un tercer puesto o una efímera participación mundial, tenemos que valorar a nuestras Medallas de Oro. Se tenía que decir y se dijo.

NICOLÁS DANIEL LEÓN CADENILLAS

Lima, enero, 2021.