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Las Bodas de Pucllana (Cuento miraflorino)

Dedicado a la familia Álvarez-Alva.

Muy cerca del cielo, rodeado enteramente de nubes, sin visibilidad por la neblina espesa, todo se desenvolvía como un sueño; desde lo alto, hacia la izquierda, veímos turbiamente la ciudad de Lima; y mirando hacia la derecha, esporádicamente, veíamos el mar, la playa, el Océano Pacífico y los poquísimos rayos solares enclavados en las nubes espesas y grises. Mirando el horizonte entretenidamente se me acercó un señor de blanco vestir que se dirigió a mí con humildad, simpatía, bondad y confianza.

- ¡Hola Daniel!

- Hola, tu cara me es conocida. ¿De donde nos conocemos?

- Nos conocemos sólo por fotitos. ¡Soy Jesús!

- ¡Jesús! Hola, con esa afeitada y con ese terno blanco no te he reconocido. Estás muy diferente a tu acostumbrado look de las estampitas. Disculpe maestro.

- ¡Hostias! No hay problema. Vamos a la terraza ¡Pasa por favor!

- Pensaba en Pedro y Pablo, ¿Ya cayeron por acá? ...

- Pedro no está. No ha llegado. Pablo está adentro, tomando y comiendo, recuperando los días que no la vio … Pasa por favor, estamos en familia. Ponte cómodo. ¡María, por favor! Que le alcancen una gran copa de vino a Daniel que recién ha llegado de un largo viaje por las Europas, veinticuatro horas de viaje, ¿Debes de estar con una sed de camello, no, vále?

- ¡Jesús! Ya se acabó el vino. ¿Un whisky on the rocks o un pisco sour, puede ser?

- María ¿Por qué me dices eso a mí?

- Bueno, yo sirvo lo que tu digas.

- Revisa donde está el hielo, dentro de las tinajas.

- ¡Jesús, todo el hielo está derretido, pura agua! ¡Oh, Dios Mío! ¡Jesús, encontré el vino de Milagros!

- De Milagros o de Soledad, trae una copa bien servida ... ¡Sírvete, Daniel!

- ¡Jesús, qué buena calidad de vino! Todos sirven primero el vino bueno y cuando ya todos están bebidos, el inferior. Pero tú has guardado el vino bueno para la del estribo.

- ¡Para tí mi buen Daniel De los Leones!

- ¡Gracias Jesús! Antes de las doce de la noche tengo que retirarme. Mañana tengo ir al teatro a revisar el foso.

- ¿Al foso de nuevo, pa'qué? Tengo la sospecha que eres un caso clínico, Daniel.

- El foso de los músicos necesita una reparación.

- César el arquitecto, te puede llevar cuando tu digas.

- En una cuadriga no voy a llegar a tiempo a mi barrunto.

- No, hombre de poca fe, ¿Por qué dudas? Tenemos un coche moderno …

- ¿Qué? ¿Ahora manejas tu billete, también?

- Estamos en el Perú. Tenemos que sobrevivir a pesar de sus gobernantes corruptos …

- La globalización también ha llegado por estos lares.

- A todos los rincones ha llegado.

- Invitame otra copa por favor, mejor que traigan el botellón para no molestar.

- No es molestia, hermano mio.

- ¡Salud! ¡Por los novios!

- ¡Por los novios y por todos ustedes que nos acompañan en este transcendental y magno día para la pareja! El chico es un buen muchacho, no se parece a ti.

- No sé que parábolas te han contado Jesús, pero, no hagas caso de la gente sigue la corriente y quiere más. Que sí mi comportamiento es escandaloso es más vergonzoso no saber amar.

- ¡Recórcholis! Tienes gracia y salero. ¡Salud! ¡Hermano mio! ¡Vamos a la mesa que los mozos nos están sirviendo un platazo de paella! ¡Bienaventurados los últimos porque ellos tendrán repiticuá!

- ¡Repiticuá con pan y vino, cañón!

- ¡Provecho! ¡Hermano!

En plena nebulosa gastronómica, comiendo hasta hartame de gula, reventando de pecados capitales, regionales y distritales; los primeros rayos solares se filtraban por las cortinas de multicolores tropicales interrumpiendo bruscamente mi opíparo sueño; la música estridente de la vecina también hacia lo suyo. Fue un brusco despertar, abrir los ojitos fue una lenta tortura mesiánica; poco a poco me ubicaba en que lugar me encontraba. Mi impecable terno azul marino me miraba con una pinta de gentleman inglés. Y yo tirado patas arriba con una pinta de gato ocioso que daba lástima. Reaccioné al darme cuenta que estaba en casa de mi mamita; quise hablar y tenía recontra seca la garganta, quise pensar y me dolió la cabeza.

Gracias a un café caliente bien cargado, con tres cuacharaditas de azucar y media copita de ron; mamita me destrabó la lengua y me preguntó sobre el Matrimonio de Rigo y Sole en la Huaca Juliana de Miraflores; contesté, que excelente, con muy buena comida y para asentar un vino madrileño de calidad; el local una preciosura, con una excelente vista a la Huaca Pucllana; y con los padres de la novia, Jesús y María Teresa, coincidimos en carácteres y temperamento, nos comportamos como sí nos hubiéramos conocido eternamente. (Abril/2011).

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