TEATRO /PUBLICO. Comento de NDLeón
CIEN AÑOS DE TEATRO Y DE PÚBLICO EN EL PERU
Diciembre 2022 // Libro inédito de Alberto Mego
Alberto Mego, actor, escritor, director, editor, hombre de teatro, luchador social. |
CIEN AÑOS DE TEATRO Y DE PÚBLICO EN EL PERU
Al leer las primeras páginas del
trabajo de Alberto Mego, sentí como si me perteneciera, como si fuera algo mío.
Leer lo que he estudiado en mis años mozos, releerlo desde el punto objetivo de
Mego es otra cosa. Fue el detonante para sumergirme en la narrativa que tenía
en mano, el libro inédito de un estudioso, colega y artista. Que agradable es
desasnarse leyendo la veracidad de la historia desde el punto de vista social
que en muchos casos no nos es contada, recibir respuestas a las preguntas que
siempre flotaron en el ambiente y nadie las plasmó con precisión en su espacio
y tiempo.
Leer sobre el teatro nacional
entrelazado con nuestra historia «democrática», la que hace guiños a una
sociedad banal en el quehacer político, es grato. El párrafo sobre César
Vallejo, «El arte y la revolución», me gustó porque muchos en la actualidad
desconocemos al Vallejo revolucionario, combatiente, claro está, eso no se
enseña en los colegios, ni en las universidades. El capítulo que habla sobre
EEUU después de la segunda guerra mundial es bastante significativo porque la
gran mayoría sigue pensando que el «amigo del norte» Estados Unidos de América
es el amigo bueno, el dadivoso, el democrático, y lo cierto es que es el ladrón
malo de la película.
El lenguaje coloquial del libro,
da como resultado una fácil lectura. Como diría mi mamá: —Como para brutos —.
Con paciencia se puede leer todo el libro de un tirón.
Lo referente a los años sesenta
lo escuché repetidas veces en las conversaciones de mi papá con sus camaradas y
compañeros del sindicato textil; por las noticias de los periódicos El
Comercio, La Prensa y Unidad. Por los arcaicos noticieros de la televisión.
También por los quince minutos del avance Del Mundo al Día que se proyectaba en
los cines donde satanizaban a nivel internacional a Cuba, a las revoluciones,
al cambio socio-político. Todo era al compás de lo que dictaba Estados
Unidos. Por lo tanto, la investigación de Mego es acertada, sincera y real.
Soy contemporáneo con el autor
del libro, mi buen colega Alberto Mego. Somos de la generación de los setenta.
Viví el entramado político del Gobierno Revolucionario de la Fuerza
Armada. Mego nos describe esta parte del camino con las olas culturales, con un
estilo pedagógico y dialéctico. Y yo lo comparto, lo recomiendo. Disfruto lo
leído porque es parte de mi vida. Cada línea es un repaso a la memoria de lo
que hemos vivido y afrontado, es como volver a caminar sobre nuestros pasos
perdidos. Recuerdo la crisis del artista y del ciudadano a pie, el toque de
queda. Las jaranas “de toque a toque”, que como jóvenes aprovechamos con bailes
y canciones el castigo del gobierno. Muchos puntos de los años ’70 los tengo
presentes, pero estaban prendidos con alfileres. Cada línea es una afirmación a
lo vivido. Se nota claramente el arduo trabajo de parte del autor de
transcribir los hechos y experiencias.
«Una aureola romántica e
idealista se parte en el aire y por adelantado también el vértigo dramático del
devenir histórico» Alberto Mego
Los años ’70. Es mi generación,
la que inició protestas y rompimiento del cordón umbilical con nuestras
familias y con el statu quo que nos tenía amordazados. Estuve presente en el
cambio como uno de sus protagonistas. En el ámbito cultural teatral vi la creación
del Teatro Nacional Popular —TNP regentado por el gobierno. Vi nacer a grupos
de Lima: Yego, Yuyachkani, Cuatrotablas. Viajé con el Grupo Mesa de Teatro de
Lima, pueblo por pueblo, por la costa, sierra del norte peruano hasta el Sur de
Ecuador. Hicimos patria por el teatro épico, histórico y cultural. El
aprendizaje fue fuerte, difícil, con muchos sueños. Pero hicimos nuestra parte.
Estoy anonadado de lo que estoy leyendo de los años ’70. Mientras yo veía el
mundo a través del teatro y de las artes, Alberto Mego nos plasma un panorama
amplio de todos los pormenores socio político artístico del momento en que se
dieron los actos.
Por los paros y las huelgas que
era el pan de cada día me atreví a viajar a San Pablo, Brasil. Crucé el sur
peruano; pasé por los países hermanos de Bolivia y Brasil. El retorno por el
norte argentino en la tercera semana de agosto (1973) en tren de Salta a
Antofagasta, ahí me encontré con la gran huelga de los transportistas
financiada por la CIA. Salí de Chile como pude. En Lima (11 /septiembre) me
enteré del golpe militar de Augusto Pinochet y asesinato a Salvador Allende. La
anécdota es que realicé el viaje en pleno Plan Operación Cóndor, que
consistía en una terrible represión política y de terror a los opositores de
los gobiernos de esta parte del continente. Egresé de la Escuela Nacional
de Arte Dramático especialidad actuación. Trabajé con diferentes grupos
culturales de Lima, como actor, director, titiritero, mimo. Fui actor y
escenógrafo en el Teatro de la Universidad Católica TUC del jirón Camaná.
Participé en las veladas culturales en el Bar Palermo de la avenida La Colmena,
punto de encuentro de todas las artes. Al bar llegaban connotados artistas
plásticos; literatos, músicos; hombres de teatro, radio, cine y televisión.
Alumnos y profesores de la ENAD, TUC, Bellas Artes, Conservatorio, Club de Lima
y otros. Se armaban lecturas, presentaciones de libros, cuadros y bosquejos;
recitales con música, clásica y popular; poesía y declamaciones. Cada tramo de
esta deliciosa lectura, tanto en lo político, artístico y social, me conmueve y
reflexiono sobre nuestro quehacer teatral, no me trae nostalgia sino fuerza,
porque participé poniendo cimientos en cada acción social y en cada encuentro
cultural nacional.
En 1975 ingresé a las filas del
grupo Homero Teatro de Grillos. Participé en la II Muestra de Teatro Peruano y en
varias Muestras más.
Alberto Mego describe
la efervescencia de Lima y provincias de los años setenta con
escrupulosidad, el quehacer teatral y la agitada olla de grillos del ambiente
nacional. Sus notas de esta parte del camino esta recreada con
puntualidad.
Mego nos habla del método
Grotowski que invadió esta parte del camino, se puso de moda en Lima y
provincias; todos los grupos de teatreros se perfeccionaron en volantines,
piruetas; saltos pa’tras y pa’lante; gestos, aullidos. Todo basado en las
fotografías de los libros y revistas del autor del Teatro Pobre, que de pobre
solo tenía el nombre, pues era subvencionado. En 1977 viajé becado a Europa,
Berlín Este, a un curso de dirección teatral para teatro para niños y jóvenes.
Además, fui invitado al Coloquio Tercer Teatro en Bérgamo dirigido por el
italiano Eugenio Barba, director del Odin Teatret, agrupación teatral ubicada
en Holstebro, Dinamarca. Uno de los maestros era Jerzy Grotowski, creador del
Teatro Pobre. Yo representaba a los Grillos. Grotowski nos invitó a su Teatro
Laboratorio en la ciudad de Wroclaw en Polonia. Vimos la preparación del actor
y la obra «Apocalypsis cum figuris». No vi ningún volantín, parada de cabeza,
saltos o malabares. En Lima di charlas de mi periplo por Europa. Expliqué, la
errada “interpretación auténtica” de las ilustraciones fotográficas, y la gran
diferencia entre el entrenamiento del actor grotowskiano y su trabajo de actor
en el escenario.
Alberto Mego nos aclara el
panorama cuando narra las experiencias en Lima y en Ayacucho del grupo danés
Odin Teatret y de su director Eugenio Barba.
Las anotaciones de las Muestras
de Teatro Peruano y de la creación del Motín de Alberto Mego, son clases
modelos que siempre debemos tener presente. En la actualidad se está perdiendo
la esencia de la Muestra. La interrelación, la ayuda mutua, fraterna y
coloquial entre los grupos brilla por su ausencia. Tenemos que rescatar valores
solidarios, si no lo hacemos nosotros quien lo va hacer. La muestra no es un
festival, es un aula de aprendizaje y enseñanza. Los mayores tenemos que
delegar funciones y cargos, y los jóvenes deben evitar la burocratización para
que todo fluya con armonía. Desde la primera Muestra hasta la última ha corrido
mucha agua bajo el puente. Debemos actualizarnos para bien. El calor humano es
lo primero. Los sueños y las metas no se pueden quedar a mitad de camino en un
recodo sin memoria. Transcribo una cita del investigador Christian Franco, nos
dice: —«Si Cuatrotablas es una gran Mentira, Yuyachkani es la Traición» —. ¿Por
qué lo dice? Tenemos que leer el libro de Mego.
Como la sociedad a la que
corresponde continúa siendo un desafío para el futuro, cada uno de nosotros
tenemos un papel estelar, protagónico o secundario, que nos regirá en nuestra
utopía de alcanzar nuestras metas. Recomiendo este libro por su alcance social.
Nos sirve para conocer el pasado y no cometer los mismos errores. En la
actualidad estos altibajos sociales nos llevan a menos. Desde el punto de vista
de la educación, arte y cultura, hemos retrocedido.
Gracias a mis múltiples facetas
en el quehacer escénico, a mis experiencias laborales en el teatro peruano,
este libro de Alberto Mego cala también en el quehacer social. El libro es un
reencuentro con todo lo que hemos vivido en lo teatral y en social como
ciudadanos, como hombres a pie, como artistas, cada página es una vitrina de experiencias
del teatro peruano. Conoceremos respuestas cuando hayamos leído este libro del
autor nacional Alberto Mego.
*Nicolás Daniel León Cadenillas. Actor y escritor peruano. Actual Secretario de Asuntos Interinstitucionales del Gremio de Escritores del Perú.
Lima, 28 de diciembre de 2022