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La Reina de ojitos verdes y su consorte

Había una vez, hace muchos años, cuando la tierra estaba poblada de brujas, hechiceros, alquímicos, doncellas, dragones, chanchos, lechones, minotauros, minocerdus, duendes, unicornios, bicornios, cachudos, venados, gnomos, hadas, principes y otros animales en el hermoso Valle de Nuestra Señora de Las Victorias, no muy lejano por cierto, limitando con el vecino Zanjón, había un reino con un bello príncipe, hermoso e iluso que se había leído todos los cuentos Rosas de Vanidades, de Corin Tellado, había leído los horóscopos, Casos del Corazón, de los diarios Ojo y Correo y no una, sino cientos de veces. Tenía pinta atlética por las constantes práctica de Surf y en todas sus conversaciones siempre hablaba que ya dominaba el Take Off, el Bottom Turn, el Cut Bach, pero lo que más le facinaba era deslizarse por el Tubo, los pocos oyentes no lo podían creer lo que escuchaban y se retiraban inmediatamente de la conversación indignados de las malas palabras, no entendían como era ese deporte real que no parecía tan real, para los vecinos ese deporte era bastante desconocido y para los súbditos del reino también. Todas esas palabras raras las ponía en práctica en las cercanas playas del sur de Limamantapacha.

El principe era buen partido, no era gordo, ni vago como los otros principes del condado, todo lo contrario pero al revés.

Cuenta la leyenda que todas las mañanas nuestro joven principe se levantaba temprano junto con la luz albina, tomaba un ligero desayuno con sus cápsulas de vitaminas y proteínas, amarraba su tabla a su potro 4x4 de su papá y salía lleno de alegría con dirección al mar tomando la avenida principal del oeste del condado.

“En el mar la vida es más sabrosa … en el mar te quiero mucho más, con el sol, la luna y las estrellas … en el mar todo es felicidad” se escuchaba a todo volumen la canción grabada en un cassette pirata regalo de su hermana mayor en la radio portatil de baterias recargables prestada de su hermana menor.

Era un principe bacán, chevere, pulenta, pajita, pues, era muy educado, respetuoso, limpio e impecable, colaboraba con su señor padre en el gobierno del condado. Desde su balcón recién pintado miraba pasar a los conocidos venados, a las gallinas cremas de universitario, a los tristes pavos celestones, a las doncellas y a su cuñado que vivía en el pen hause del Castillo de los Tocón en Corbacho y Ureta.

Su señor padre le aconsejaba que busque con mucha paciencia y tolerancia a su princesa; futura madre de los futuros principes del reino; que organize, planifique y realice una gran fiesta de tres días con sus noches en un fin de semana que concuerde con 28 de Julio para tener una semana larga, libre y sin obligaciones, y puedan venir todas las jovencitas de las comarcas vecinas y los dos puedan escoger pareja, echando ojo, pestaña y ceja, así mataban dos pajaros de un solo tiro, la fiesta de él tenía que ser la mejor y lo mejor era hacerlo a la tradicional usanza huachana, mismo norte chico con sus ricos y apetitosos tamales, con su relleno, con salchicha y chicharón.

Y por las tardes hacer hora paseando por las lagunas y por el parque, conversandoy pediendo la opinión a los brujos y curanderos de la zona, mientras se saborea el agradable licor de guinda.

Pero el principe no hacía caso a su honorable padre, estaba ahorrando para meterse a un negocio redondo con chacra y todo, y comprarse una movilidad para trasladar los lomasos de un mercado a otro. No tuvo otra más brillante idea que gorrear la fiesta de un vecino compadre suyo, ex compañero de colegio, donde había invitados de todo tipo, gente mala y buena, políticos, abogados, autoridades de todas las dependencias estatales, futbolistas, urracos, hechizeros y brujas.

Brujas que para esa ocasión se habían trasformado en bellas damas gracias a las pócimas que habían ingerido y que las llevaban en los abultados brasieres; con el licor embrujado
parecían unos cuerasos, en las fotos salían muy bien retocadas gracias a los magos de la cibernética.

A las doce de la noche cuando se iba acabando el hechizo llegó el sonido de La Conga y todos se pusieron a bailar con alegría y sabor de carnaval cubano, era una fiesta de hechizería y embrujo, de superticiones, de mentiras y engaños.

Todos contra todos como en los carnavales de Río. Ya no se podía distinguir entre el bien y el mal, había que agarrar a la dama más cercana para seguir empilado al son del guaguancó, del cha cha cha y del bolero del Satanás de Cuba.

Y pasó lo que tenía que pasar, una espectacular conejita de Play Boy sacó a bailar al principe, era alta, piernas largas, ojos verdes, cuerpo de modelo, cabello rubio al pomo, de buen trato y conversación, con unos pies muy lindos y maravillos que encajaban en unos apretados zapatitos de cuero negro cenizo. A tanta belleza el principe se puso sus lentes de sol en plena oscuridad, no lo podía creer si era un sueño o realidad. Solo la Optica que funciona frente al Mercado Cooperativo de Palermo lo podía descifrar.

El principe pensó que había acabado la busqueda, ya no había que buscar, estaba con la elegida, con la mujer de sus sueños. De paso pensó que se estaba ahorrando alguito, ya no era necesario realizar la fiesta del 28 de Julio que su padre había propuesto, ese dinero entraba directamente a las arcas de sus bolsillos principescos.

La escultural mujer había llegado de la otra parte de la ciudad cruzando el tenebroso y antiguo Puente de Piedra, ella descendía del antiquísimo linaje de los fundadores de la Villa del Cristal que queda en los dominios de la ribera del río Bajopontino. Para llegar a las tierras del principe había caminado por las empedradas y polvorientas calles, por la desierta y languidecente Alameda de los Delcalzos, por la Plaza de la Tauromaquia y el imponente Cerro de la Cruz, cruzando por el Puente observó que brillaba el tibio sol, con un nuevo fulgor, donde el fuego se hace amor y el río es hablador. Todo era un inmenso jardín, el Edén Victoriano.

Había llegado por fin a Villa Victoria rodeada de claveles y magnolias con gente franca y sincera de corazón. Cuna del Club Alianza Lima, de poetas, de artístas y de muchos héroes que dieron laureles de triunfo y gloria a todo el imperio.

Con el tiempo se le iba acabando las pócimas, brevajes, maquillajes y zumos, comenzó a recurrir a las tiendas de cosméticos, a Gamarra, a bazar suelo, lo suyo era una lenta y terrible realidad. Con tanto maquillaje parecía un cuadro al oleo de un museo del tercer mundo. El maquillaje ocultaba las grietas del pasado, presente y futuro. Cuando le preguntaba a su espejo amaestrado:

- ¿Quién es la más linda? El espejo asustado respondía temerosamente.
- ¡Tú!
- ¡Tú, qué idiota? ¡Contesta bonito o te destrozo! Amenazaba la escalofriante reyna de la Av. Pancho Pizarro.
- ¡Tú eres! Con un nudo en la garganta respondía el espejito a un paso de una quiñe cerebral.
- ¡Así esta mejor! ¡Cuidadito con hablar tonterías!

Cuando el espejo se quedaba solo se sonreía de las mentiras de todos los días. La reyna como reyna no hacía nada, todo lo hacía el encantado consorte que se comporta como un actor de cine, radio y televisión, como Pinocho, parecía un muñeco, hablaba, caminaba , reía, visitaba a su familia, juegaba, sólo cuando la reyna se lo ordenaba. En los ojos se le podía ver el estado de invernadero que tenía su mente juvenil, actuaba como embrujado, estupidizado. Su señor padre no lo reconocía, creía que se lo habán cambiado en una Feria o en una Tombola de dos centavos. Los lentes oscuros negros tiniebla los usaba hasta para dormir como una venda que le nubla los ojos.

- Pero que le han dado de beber a este muchacho para que actúe tan cojudamente ¿Chamico? El papá ponía una interrogación en cada esquina del palacio.

La mamá del principe se hacía la desentendida no se quería comprometer y ponía mil excusas tratando de ocultar la nefasta verdad. Tenía miedo que su nuera se entere que ella había abierto la boca, pues más saben las brujas por viejas que por brujas.

La reina tenía por costumbre observar la comarca desde su balcón pero cada vez que pasaba un súbdito retrocedía un paso para no contestar el saludo. Miraba como quien no mira, de costado, asolapada, toda la comarca sabía su juego pero nadie decía nada por temor. Miraba con desprecio a todos los demás vecinos. Su joven robotizado consorte lavaba los carruajes, cortaba la lena en su bosque privado, saltaba pero no podía avanzar más allá porque el corto tamaño de la soga no se lo permitía.Todo le fastidiaba a la reyna, todo le apestaba, no se reunía con sus cuñadas y cuando visitaba a la suegra, la suegra tenía que atenderla sin dudas ni murmuraciones, cuando llegaban las visitas se levantaba de su asiento y se dirigía apresuradamente a la suite real del Cienegal; espantando de susto al terrible y peligroso perro Pitbull azote de extraños y de fieras indómitas, el animalito salía despavorido corriendo hasta el cerro más cercano, temblando como un conejito, todo virolo y con el olfato destruido como si hubiera respirado azufre. El animal se quedaba en la punta del cerro hasta que se retiraba la nefasta dama, la mamá de Cruel de Vil.

Unos curiosos jovenes miraron por su ventana cuando le habían sacado los vidrios por una reparación y observaron algo extraño, la reyna hablaba sola con el espejo y decía algo más o menos así:

- "Vengan a mi brujas y duendes, que no se vean pero que esten presentes, que entren aquí sin que nadie se entere, no rompan paredes, ni puertas, ni ventanas, si no que las atraviesen ... sa da mai, coga noe, siko rbana, case glabamas, riu mosuni, quiso movoe pestes toxinas morcillas chicharrones sebo manteca caca pichi quezos requezones uñas y zuñapes ...".

Los jóvenes no tomaron en cuentas las palabras, ellos pensaron que la dama estaba rezando. Pero se dieron cuenta que no era ni alta ni tenía el cuerpo de conejita de Play Boy, los zapatos ortopédicos taco aguja 15 con plataforma estaban a un costado, los kilos de potes de pintura llenaban los armarios, las pelucas postisas colgadas en las paredes, las fajas de acero y cuerdas brillaban, eso si tenía hermosos ojos verdes esperanza y un par de medias blancas acarameladas pegadas en sus piezez, piez con zeta de pezuña, podía hacer 40° de calor adentro o afuera y ella seguía con las mismas medias adheridas a sus piezezez.

Los jovenes comenzaron a observarla de muy lejos, desde otro balcón, pasaron los días y varias semanas y seguía con el mismo par de medias que ya no eran blancas ni acarameladas.

Hasta que un día el joven consorte tuvo que ir a visitar a su mamá por motivo de fuerza mayor, un cumpleaños más de vida, la reunión era con juglares y conjunto criollo y comida nortena. El jovencito llegó, abrazó a su mamá, balbuceó “Feliz Día Má” y ya tenía que despedirse, los ojos le temblaban, miraba el reloj y se ahogaba. Como se demoraban en servirle su cabrito al horno, con frejoles y arroz blanco graneado se salió escapando por la puerta de servicio y corríó hasta el paradero del grifo de la bajada.

En el Palacio Victoriano, la reina daba vueltas y vueltas en el mismo sitio, parecía trompo sin cuerda, hasta que se acercó al espejo con cara de pocos amigos y le preguntó:

- ¿Dónde está? ¿Dónde está él? ¡Responde!, el espejo contestó asustado.
- ¡Tu! ¡Tu reina!

El espejo no sabía contestar otra cosa, en los cientos de años que habia estado al servicio de la reyna no habia contestado otra cosa. La reyna en su desesperación comenzó a romper los libros de rituales, de esoterismo, de química y recetas de cocina a base de carnes de res y porcinos.

El joven consorte corría por la gran vía por donde corren los caballos de carrera, llegando primero y recibiendo el premio de la dupleta. Pero no le interesaba nada de nada, quería llegar a su casa como sea. Tanto era el amor o había magia negra de por medio.

El padre del joven conocedor de la Magia Blanca, de Ace Naturals Sábila, del poder de Ariel con labaza completa, de lejías, de alquimia, sanación, buenos jabones y sortilegios, tramaba un plan para Febrero, mes de agua y carnavales, pero febrero estaba muy distante. Buscaba celosamente el enigma al problema, constantemente se preguntaba:

- ¿Será verdad o solo su peinador los sabe? ¿Por qué tarde o temprano su radio será un Philips? ¿Por qué el resto es silencio? ¿Por consigna tengo que votar por Caballo Loco? ¿No hay otra salida? ¿Chemo del Solar es la solución? ¿La maldad está siempre presente igual que la bondad?

La reina se desesperaba más y más, fumaba como chimenea, como chino en quiebra. Parecía una locomotora en bajada. Volvió a preguntar al espejo:

- ¿Dónde anda? ¿Con quién está? ¡Responde infeliz!
- ¡Tu! ¡Tu reyna!

La respuesta descerebró a la reina y en su desesperación lanzó al espejito por los aires, atravesando el dormitorio real, la sala, llegando al balcón y cayendo en picada en un ángulo obtuso, haciéndose añicos. Pero así todo destrozado el espejo se le vió feliz, había recuperado su ansiada libertad.

La reina al darse cuenta de su desvarío, de sus delirios, de su vehemencía; se le nubló los sesos y salió a comprar un cigarrillo para una urgente sesión de espiritismo, sin darse cuenta que solo llevaba puestas las chancletas del bello consorte. Cuando llegó a la bodega no saludó, miró para abajo, para los costados, sudaba frio, transpiraba, el último cliente se retiró y la dejó expuesta a los espejos de la tienda, los espejos al retratar fielmente el cuerpo entero de la gran señora se quisieron retirar pero como estaban fijos en muebles se defendieron e iluminaron todo el santo local ocasionando un corto circuito que dió origen a la desintegración de las medias blancas acarameladas y se pudo ver realmente que esos pies bonitos solo estaban en la foto o en la mente humana, los pies eran unas zuñapes es decir descifrando el jeroglífico parinacochano “zuñapes” significa: ¡Pezuñas!.

Volviendo a lo mencionado no eran pies eran garras de gallinazo del río Rimac. Ahí radicaba, ahí estaba todo su poder maligno mental y hechicero.

Por telepatía nasal se comunicó con el bello consorte que antes de llegar a la casa ya había pasado por Gamarra y había comprado, sin pedir rebaja, unas botas de cuero negro con correas y pasadores para domar las plantas, las falanjes, los empeines, juanetes, callos y garras de la señora antigua dama.

Todo el problema era existencial para el joven consorte que no sabía que hacer ni que decir. La comarca como quería tanto a su principe y a su señor padre después de deliberar concienzudamente llegaron a un acuerdo escribiendo una Acta Pública y pegaron las copias con engrudo en cada esquina defendiendo así su tranquilidad.

“Acta del Pacto de Convivencia con el Buen Vecino”.

Uno de los puntos era que la dama en vez de gastar tanto dinero en maquillajes y pócimas; una vez al mes se haga una pedicure en el “Parque de Las Leyendas” Sección aves de rapiñas.

Otro punto: Dejaba de ser reina y se convertía en “Patrimonio Neandertal de la Humanidad”

Los vecinos desde ese día tienen un balde de agua detrás de las puertas de sus casas para alejar los malos espiritus y el aroma de las patas depredadoras de la ex-reyna.

A la ex ya no se le ve parada ociosamente en el balcón, ahora acompaña a su consorte para que no roben la mercadería, es mejor que mantener un pitbull. Cocina y prepara galletitas, dulces, mazamorras. Ayuda a regar el jardín real. Sigue sin saludar a los súbditos pero ya nadie le tiene miedo, ni se fijan en ella. Todo está más bonito, hasta el sol brilla mejor y las estrellas iluminan el manto de la noche, hasta las luciernagas pasean y vuelan tranquilas, la de los ojitos verdes esperanza ahora descanza las ocho horas reglamentarias y ya no hay espejo que le mienta.

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