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VOY Y VENGO. Lima — Cusco. NDLeón

VOY Y VENGO. Lima — Cusco. NDLeón


Niky & Ale. Cuscomanta, julio, 2022.


VOY Y VENGO. Lima — Cusco.

«Una conversación única con un sabio vale tanto como un mes estudiando libros» Proverbio chino

«Ayer 1° de agosto se acabaron las vacaciones que me di sin planificar las mismas. Fue un arranque de locura, sin implementos de viaje como acostumbro hacer como viejo mochilero. El plan fue llegar a Urubamba y regresar con las mismas a Lima. Pero no. Me quedé unos días. No me arrepiento. Fue genial. La conversa con mi hijita, que se ha instalado en el bello valle de Urubamba, cambió los planes. Además, las fiestas patrias ayudaron a la excepcional decisión. ¡Carajo, cómo cambian los tiempos! Me sentí protegido, cuidado, recibí consejos de mi Ale. Paseamos y nos dimos maña para limar esas asperezas cojudas de antaño. Conversamos de hoy y de lo de mañana, de nosotros y de nuestro entorno. De Piero, mi nieto con DNI, alumno universitario. Para noviembre del presente llegaré preparado para estar como saltimbanqui entre Cusco y Urubamba. Gracias mi'jita. ‘Yo, para conocer Grecia esperé cuarenta años y tú, mi querida Ale, en un abrir y cerrar de ojos llegaste a tu Ítaca’. Gracias por la estadía. Besos. Hasta pronto». Νικόλαος

En esta parte del camino, todos mayores de edad, mi hija Alejandra vio que su tranquilidad y porvenir estaba fuera de Lima. Armó mochila, respiró, viajó rumbo a la ciudad del Cusco, luego al valle sagrado de los Incas, Urubamba. Al irse a mejores climas andinos, me dejó un problema, que lo compartíamos cada mes al sacar los cálculos de los servicios. Ale había dejado su auto en la entrada del taller familiar, y el artefacto de cuatro ruedas estorbaba las benditas veinticuatro horas. Pasaron varios meses, pasó el verano y el otoño. Y mi Alekala apareció como por arte de magia. Retornó al barrio para finiquitar con algunas dificultades y malentendidos con sus caros allegados. También resolvió llevarse el coche.

—Pá, me voy a llevar el auto. ¿Me puedes ayudar?

—Es tu auto. Llévatelo... este espacio por seguridad tiene que estar libre...

—Quiero llevármelo al Cusco... ayuda pé…

—A estas alturas, la adrenalina ya no me cae bien. Deportes de aventura, manam kanchu…

Escuché cinco días la misma tonadilla.

—Pá, no encuentro a nadie. Ya pé...

—Qué revisen el auto. Encendido, filtros, frenos, embrague, llantas. Voy, llego y regreso…

Dos días después nos encontrábamos a mediodía en la carretera sur de Lima. El plan era salir lo más temprano posible, pero a la señora copiloto se le cruzaron encargos y despedidas. En el camino nos enteramos que faltó chequear la llanta de repuesto. Paramos cerca de Cañete. Un parche y otra hora de retraso. Con la ayuda de Google Maps y a una velocidad prudente en seis horas hicimos el tramo hasta Nasca. Una breve caminata de unas cuantas cuadras. Refrigerio y al sobre.

—Mañana salimos a las 6:00 am. Despertador bien fuerte, por favor —. Fue una orden castrense.

De Nasca para adelante saqué a relucir la estirpe de los grandes chóferes de mi época que ostentamos con orgullo nuestra licencia de conducir profesional. Máxima categoría del brevete automotriz. Para llegar a Puquio pasamos por una infinidad de curvas, cortas, largas, apretadas. Los camiones y tráilers, nos ponían nerviosos, entre ellos se rebasaban a velocidades fuera de lo permitido. Como si fuera fácil. Llegamos a Puquio aproximadamente en tres horas. Nos dirigimos a un mercadito. Tomamos un desayuno a base de café, quinua, ponche de habas, pan con huevo y pan con palta. La dueña del puesto, Doña Julia, fue gran amiga de la actriz Tula Camargo, colega de la ENAD. Estiramos las piernas por la plaza de armas. Fotos de rigor. Agua, galletas y continuamos el viaje con dirección a Abancay.



Preguntando nos enteramos que de Tintay a Abancay hay 181 km o sea tres horas de manejo más o menos. Mi hijita tomó la caña a las tres de la tarde. Fueron sus primeros kilómetros de apretar el acelerador en las carreteras andinas. Tres horas titánicas dominando los nervios con temple de acero tan igual a su papá. Llegamos a Abancay con bombos y platillos. El astro rey había desaparecido.

—Hacemos hora y nos vamos a descansar. Mañana salimos a las 6:00 a.m.

—Papá, solo falta cinco horas para llegar a Cusco. Sí salimos ahorita llegamos a las doce.

—De noche es peligroso. No conocemos la ruta… ay, riñones… bueno pues… compra chocolates, caramelos.

Nos acomodamos e internamos en la Carretera 3S de Abancay  rumbo a Cuscomanta.  En el mapa virtual no prevenimos la cantidad de curvas que nos sorprendería kilómetro a kilómetro. Alejandra súper mosca chequeando el google maps y yo con mi ojo de lince mirando la ruta llena de un serpentín sin fin. La ondulante carretera, la oscuridad y las ‘curvas de la muerte’ nos pusieron en estado de vigía constante. Como diría mi gran amigo Don Mario Villanueva Branda, la carretera de Abancay a Cusco tiene más curvas que gordita con vestido apreta’o. Llegamos a la ciudad de Cusco a la 1:00 a.m. A las 2:00 a.m. saboreamos un rico levanta muerto. De ahí al Hostel Don Gato. Recuperamos energías, paseamos por las calles del centro histórico del Cusco; la piedra de doce ángulos, San Blas, Santa Clara, Cienciano School, el Coricancha, etc; recorrí mis pasos, la primera vez que visité Cusco y alrededores fue en 1970, papá Niko me trajo para la fiesta del Inti Raymi, nos quedamos tres semanas, vimos en el Hotel de Turista la final del Mundial Mexico ’70, campeonó Brasil frente a Italia. En plena andanza recibí un mensaje por el celular del colega Rafo Calderón, actor y director de teatro, nos encontramos a mediodía en el frontis de la Catedral, él y familia, se encontraban de paseo por la ciudad imperial, caminamos un rato, coordinamos nuevo encuentro en el billar de la avenida Los Incas. Con Alejandra nos tomamos un té piteado. Telefoneé a los colegas cusqueños de antaño que participamos en la XI Muestra de Teatro Peruano – Cusco 1985. Me comuniqué con el mimo Rodolfo Rodríguez. Otro día conversé con el famoso caricaturista César «Chillico» Aguilar Peña. Me entrevisté con los integrantes del grupo teatral “Casa Darte”, Mauricio Rueda y Charlotte Giusti, coordinamos para compartir experiencias en noviembre próximo. El director Hugo Salazar del grupo Juglar siempre estuvo pendiente de mis movimientos con los colegas coterráneos. Mi especial agradecimiento.

Tocó partir a Urubamba, el valle sagrado de los incas. En los días siguientes nos dedicamos; Ale, Jolie y yo; a turistear por sus calles, ruinas, restaurantes, bares, cervecerías y otros centros y plazas públicas.

Todo fue muy bonito. Recibimos muestras de cariño de colegas y familiares. Lo «simpático y anécdotico» que algunos «amigos» de diferentes tiendas políticas han hecho leña a mi excursión por el ombligo del mundo. Por messenger y whatsapp han despotricado de mis degustaciones de Té Pitiado, Cubalibre sin Hielo, Emparedado con Café, Trucha a la Parrilla, Alpaca a la Plancha, Seviche Mixto con Cremas Oriundas, etc.

—Votaste por Castillo, eres terruco necio comunista y chupas y tragas como rico —.

Tristes opiniones de estos «dignos señores» que reclaman con odio visceral la vacancia por el bien de la democracia. Más que rabia, me da pena los comentarios con adjetivos sosos. Los que pensamos de manera diferente a estos fujiapristas, toledistas, humalistas, ppkistas y mierdistas; no podemos vacacionar como cualquier parroquiano, no podemos beber un trago, ni degustar una comida típica de la zona. Según el racionamiento de los pobres misios de derecha; los que pensamos diferente tenemos que recurrir a las carretillas de los agachados; al aguardiente barato; a un sol el pan con tortilla, un sol el vaso de soya o avena. Son de derecha, son católicos, se golpean el pecho, rezan, pero se comportan como el Tribunal de la Santa Inquisición.

«Una riqueza es para compartir, no para acumular solamente para uno mismo» «Compartir en la caridad hace al hombre más humano, el acumular amenaza con embrutecerlo, encerrándolo en su propio egoísmo»  Papa Francisco

Los que hablamos en contra del neoliberalismo hambreador, no siempre son comunistas, ni ateos, somos gente que estamos cansados de las desigualdades que nos ahogan día a día.

Primero de agosto, decidí regresar a mi querido barrunto victoriano. Las dos empresas conocidas tenían los billetes agotados. Alejandra pensando en mis huesitos y articulaciones me compro el boleto en la empresa de transporte «Turismo Molina Unión S.A.C.» un servicio Bus Cama, primer piso, asiente N° 57. Hora de partida: 07:00 p.m. Acto de presencia a las seis de la tarde. Puta ma're. Craso error.  Fue una equivocación mortal, una desgracia; impuntualidad al extremo.

—Señora, son las nueve de la noche, estamos desde las seis de la tarde ¿Qué más vamos a esperar?

—¡Sí quiere le devuelvo el pasaje!

—¿Eres chiflada o qué? No te digo una grosería porque eres mujer. Si quieres devolver el dinero me das cien soles más para pasar la noche en un hotel y para los taxis de hoy y mañana. 

El bus llegó a la diez de la noche. cuatro horas de pie, esperando como mamertos. Para colmo, gato por liebre. Ofrecieron un servicio competitivo y nos dieron uno muy por debajo del estándar ofrecido. Precio caro, servicio mediocre. Después de varias horas, pasando por el distrito de Chalhuanca, nos quedamos varados en medio del valle sin que se vislumbre una solución. Fueron tres horas más de espera para que llegué el transbordo. El segundo bus de Turismo Molina Unión se veía más viejo, gastado, charcheroso. Con seis asientos menos. Por lo tanto los números de los asientos no correspondían y se armó el tole tole entre los pasajeros. Seis personas viajaron sentados en la escaleras congelandose de frío. Bastó una hora y media para que el bus de auxilio comenzara a recalentar y sonar como maraca tropical. De nuevo varados por los cerros de Huaraccoyoc. Nuevas fallas mecánicas. Arrancó gracias a los Apus y de rato en rato el bus paraba para corregir algún desperfecto. Llegamos con las justas a Puquio. Buses defectuosos, empleados malcriados, público maltratado. La empresa contrató los servicios de transporte «Perla del Sur S.A.C». La gracia nos costó treinta y seis horas de viaje entre Cusco y Lima.

—¿Qué pasa con la Revisión Técnica Obligatoria?

*¡Jamás, señor ministro de transporte, fue el viaje más mortal… tanta inversión, tanto lejos y tanta sed de sed! César Abraham Vallejo Mendoza, vate universal.

NICOLÁS DANIEL LEÓN CADENILLAS

Lima, agosto, 2022.

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