PICHANGA EN TOLAR GRANDE de NDLeón
Crónica de un mochilero. Del libro de mi autoría De Chorrillos hasta las playas de Río. 2015.
Niky León, 15° -0 Argentina, agosto, 1973. |
PICHANGA EN TOLAR GRANDE
En la fronteriza Estación Ferroviaria de Tolar Grande del Departamento Los Andes de la Provincia de Salta, Argentina, en plena puna salteña, 3508 msnm; los chilenos, controladores y policías, no nos dejaron continuar el viaje, desconocieron la tarifa de estudiantes. Razones van y vienen y nos bajaron del tren. Sonamos. Nos quedamos en la intemperie abandonados a nuestra suerte. Preguntamos cuando venía el siguiente tren.
—Un tren por semana —respondieron.
El sargento primero, máxima autoridad militar de la Estación argentina, hombre de buena voluntad, nos cobijó, nos adoptó hasta que pasara la marea. —Está prohibido caminar fuera del campamento —nos dijeron. El soldado jefe argentino se apiadó de nosotros y nos consiguió un cuarto en el campamento militar. A las seis de la mañana sonó el corneta y saltamos de los colchones. Colaboramos cortando leña con hacha. El hacha estaba hecha hielo de congelada y pesaba como un vagón de tren. Después del desayuno nos trasladaron a los cuartos del dispensario rural de la Estación como alojamiento. Un señor, empleado administrador del Ferrocarril General, nos brindó con mucho cariño el almuerzo y la cena en su cabaña familiar, el primer plato era a base de menestras y terminábamos con una rico plato hondo de sopa caliente que al menor descuido se convertía en una raspadilla de verduras. Todo el día hacía frío en Tolar Grande y en la noche era una congeladora industrial. En una de las salidas, vimos movimiento en la pampa, nos acercamos cautelosamente. Unos jóvenes, entre veinte y treinta años, estaban apostando unos vinos y asados. A un equipo le faltaba un jugador. Nos miraron de pies a cabeza.
—¿Che, sabés jugar
a la pelota? —preguntó el capitán del equipo blanco.
—¡Soy peruano pibe! ¡Ya te
olvidaste de la eliminatoria de México 70!
—¡Che, no jodás! ¡Contestá! ¿Qué jugás?
—¡Defensa! —grité super
confiado. Empezó el partido y por mi lado fueron los ataques, yo me encontraba
oxidado. Cinco minutos de juego y ya perdíamos tres cero por mi culpa. Mi
marcador pasaba como perico por su casa. Hasta mis compañeros de equipo se
reían de mí torpeza. Las piernas las tenía anquilosadas y entumecidas por el
frío. Nuevamente el macho se me vino encima con pelota pegada a los chimpunes,
le puse la pata recontrafuerte como Roberto Perfumo, un jalón como Chito La
Torre, una quimba como el Cholo Sotil, un pase como Roberto Challe, y un golazo
como Perico León. Me ahogué en la celebración de mi gol. Quería que acabe el
partido, pedí cambio, me mandaron a la mierda. Seguí jugando como Daniel frente
a los leones. En el segundo tiempo demostré mis dotes y condiciones innatas de
armador. En Minas Gerais aprendí algunos trucos de campeones. Terminamos
empates.
La linda familia que se apiadaron de nosotros. Arg, agosto, 1973. |
—Mañana la
revancha.
—Yo no puedo mañana —dije con voz tétrica lazarística.
—Si ustedes no hacen
nada. La próxima semana recién se pueden ir.
—Mañana es mi velorio. No puedo más —rieron todos.
Pusieron leña al fuego de la parrilla, sacaron de una
caja de cartón unos enormes churrascazos. Abrieron los vinos mercenarios La
Riojana, vino malo, tipo lija, pero efectivo para la digestión. Los peruanos nos
pegamos un atracón de padre y muy señor mío. Quedamos bien curados con
la bendita sangre del Señor. Con el trencito bajamos a Salta para
recursearnos un sencillo más. Salí a las calles a chambear, a las plazas a
manguear, laboré en la Plaza de Armas haciendo Teatro de la calle, Mimo y
Pantomima, pedí limosna, limpié carros; me aburrí y me fui a Tucumán.
*Fotografías del baúl de los recuerdos en Tolar Grande, agosto,1973. Arg.
NICOLÁS DANIEL LEÓN CADENILLAS
Karlsruhe, 2010.
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