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TRASTOS. NDLeón


TRASTOS. NDLeón
 
Nicolás León, actor.

TRASTOS
Triste es la vida del artista, peor, si es actor, bufo o escritor, 
pues, en cada viaje tiene que dejar las mesadas de mamita
para ganar con su talento y creación, el pan, los aplausos y el sustento.
Solo nos queda despedirnos del vino añejo y de los veteranos colegas.
Decir hasta pronto a nuestras queridas mascotas.
Dejar atrás el besito de los tiernos nietitos.
Las atenciones de los hijos.
Preparar la mochila con paciencia, doblar los trastos, seleccionar los
textos y maquillaje, la biblia, la cruz y la utilería.
Todo en orden.
Pero más triste es dejar atrás a la persona que uno ama,
así se nos trate como un ánima.
NICOLÁS DANIEL LEÓN CADENILLAS
Lima, 2020 

APRENDIZ DE ESCRIBIDOR. NDLeón


APRENDIZ DE ESCRIBIDOR. NDLeón

Sara Joffré y Nicolás León (2014).

 APRENDIZ DE ESCRIBIDOR
Sara Joffré, te recordamos haciendo labor. Nk
De primarioso quise escribir mis indisciplinadas experiencias con la conducta y aprovechamiento. Pero no salía nada. Ni en las composiciones que nos obligaban como tarea salía airoso, raspando sacaba un once. En secundaria no mejoró la inspiración, faltaba sazón. Cada nuevo intento no era nada alentador. El aprendiz de vate no mejoraba. Era un perfecto cero a la izquierda. Lo dejé ahí en stand by. Pasé por la academia, universidad, escuela de teatro; viajé mochileando, realicé giras y de nuevo me enfrenté al lápiz y papel. Gracias al divino diccionario de la calle mejoró mi léxico florido. Escribí dos o tres poemas y unas cuantas cartas de variados temas. Después de laborar con varios grupos artísticos en 1975 tuve la suerte de recalar en el renombrado grupo <<Homero, teatro de grillos>>. Sus pilares, dos damas de la escena nacional: Sara Joffré (directora, escritora) y la actriz Aurora Colina.
En Los Grillos los integrantes eran multifuncionales; tiraban pichana; hacían caja, utilería, escenografía, luces; actuaban, escribían, dirigían y otras faenas. Después de varias lunas de demostrar todas mis habilidades en los quehaceres del entorno de la actuación llegó mi primera prueba de fuego donde tenía que pasar la valla sí o sí. Reunión para seleccionar cuentos para cambiar el repertorio infantil. Sarita Joffré con la amabilidad que la caracterizaba me dio la oportunidad de dirigir un cuento de teatro para niños. Me alcanzó una pila de libros y libretos, algunos impresos en esténcil. —Nicolasito, léelos. La próxima semana hablamos. Tú diriges —Al siguiente domingo, entre las funciones el elenco se reunió. Yo tenía mi tarea aprendida. La sarta de libros la había dividido en tres grupitos. Sara me cedió la palabra. Expliqué los pro y contras del primer grupo de libros. Hice pausa. Sara, muy lacónica y genial. Replicó. —Enséñame que obras has escogido ¿Por qué? —Expliqué el porqué de cinco obritas. —¿Y estas? —Son algo flojas, regulares. Muchos personajes. —¿Algo más? —Estas –señalé tres libros –les falta mucho, no va. No me gustan. —¿En especial, ¿cuál? —Levanté un librito. Sara con sus pícaros ojos chalacos. Sentenció. —Esa es la obra que vas a dirigir. Tienes mes y medio para el estreno —. La orden me sorprendió. Una tempestad emocional me recorrió todo el cuerpo. Mil imágenes se me alborotaron en el seso. Acepté el reto. De regreso a casa tenía un laberinto de ideas. Agarré mi lápiz con borradorcito, compañero de grises batalla, e inicié la corrección dramática, armé el elenco. Marqué sugerencias del desplazamiento de los actores en el escenario. Conforme avanzó el montaje y los ensayos, mi trabajo de dramaturgo afloraba hasta que llegó el día del estreno. Las felicitaciones de mis colegas mayores, grandes maestros, me hicieron saber que había cumplido las expectativas a carta cabal. Aparte que recibimos elogios de la prensa especializada por la dirección y actuación de los intérpretes. Mi colaboración con el autor de la obra se escuchó muy bien, quedé satisfecho. En plena temporada, gozando una de las tantas funciones, me sentí honrado, gracias al espaldarazo de Sara Joffre había escrito lo prudente y preciso, también aprendí a borrar todo lo que se puede o está demás. Después de muchos avatares y pleitos con la Real Academia Española, años de lucha contra la dislexia, había nacido en mí, el inquieto juglar escribidor victoriano de La Victoria.

Sara Joffré y Nicolás León
<<Homero, teatro de grillos>>

NICOLÁS DANIEL LEÓN CADENILLAS
Lima, 2020.

MUDAS. NDLeon



MUDAS. NDLeon

Elenco de la Mesa de Teatro de Lima
Obra: Túpac Amaru de Osvaldo Dragún
Director: Vidal Luna
MUDAS
En mi época de estudiante de teatro vivía porque el aire era gratis. Cachueleaba de vez en cuando. Recibía propinas y pan de llevar. Ropa de segunda. Pedro, mi hermano, me pasaba sus camisas de colores de carnaval. Yo las usaba en verano e invierno. Por el frío, dos o tres encima una de otra. En La Parada me compré una docena de polos negros, conforme pasaban los meses y lavados se deterioraron, los usé de dos en dos para que no se noten los huecos. Así logré viajar por primera vez en una gira teatral que me llevó más de año y medio lejos de mamá. Regresé con chacha nuevo. Curtido con cicatrices en el alma y en el pellejo. Sin sonrisa. Con metas y sueños. Y con una chata de ron en el bolsillo derecho del saco casimir inglés.
NICOLÁS DANIEL LEÓN CADENILLAS
Lima, 2020.

ESCALA EN CUBA. NDLeón


ESCALA EN CUBA. NDLeón
"Un hombre que no se alimenta de sus sueños envejece pronto".
William Shakespeare.


ESCALA EN CUBA
"Un hombre que no se alimenta de sus sueños envejece pronto".
William Shakespeare.
Lo recuerdo como si fuera ayer. Fue en un caluroso marzo de 1977. En el Aeropuerto Internacional Jorge Chávez me despidieron mis papitos, dos hermanos y la actriz nacional Aurora Colina de “Los Grillos, teatro para niños”. Fue el primer viaje de los tantos que hice a Europa. En aquella prima oportunidad el destino era la República Democrática Alemana, Berlín Este, Centro de Operaciones: Teatro de la Amistad. Beca para estudiar Dirección Teatral. Hicimos la primera escala en Cuba. En el Aeropuerto Internacional José Martí. Mientras cargaban el combustible y chequeaban de arriba abajo el avión de la aerolínea Aeroflot, nos pasearon por La Habana Vieja, vueltas por sus calles y rincones. Almuerzo habanero para los pasajeros, me tomé varios tragos y de figureti fumé un delicioso habano. Conversé con los empleados sobre Fidel y del Che. Unos hablaban entre dientes y otros a viva voz. Muchos lo respetaban, otros lo odiaban, bastantes jóvenes lo amaban. Hablé de mis experiencias con el arte cubano. Señalé que en los años ’70 nos llegaban documentales de la isla para el Cine Club de jóvenes universitarios. Conocíamos la Trova cubana, Celina y Reutilio, José Candelario Tres Patines, a la gran Alicia Alonso. Expliqué como el noticiero <<El Mundo en un Instante>> satanizaba la revolución de Fidel Castro. Nos tocó seguir la ruta, atravesar el charco, como joven con sueños en la mano prometí volver a esta tierra linda revolucionaria, tratar de estudiar y tomar varios rones cubanos.
El 25 de noviembre de 2016 el comandante Fidel Castro, con odios y amores, nos dejó a los 90 años. Fidel marcó historia y la historia lo juzgará.
Y yo, después de cuarenta y tres años regresé a Cuba para probar el mojito sin hielo y poca azúcar. Conversar y aprender de los hombres probos de esta tierra hospitalaria.
NICOLÁS DANIEL LEÓN CADENILLAS.
25 de noviembre de 2016
Lima, 2020