Casting en Semana Santa. NDLeón
Anteayer, jueves, no un jueves cualquiera, Jueves Santo, fue la segunda vez
que pasé un casting en plena Semana Santa. Espero nuevamente ayuda de los
ardientes infiernos o veremos qué
pasa.
Haciendo memoria la primera vez fue hace
dos quinquenios y me imagino que recibí el apoyo de Satanás el Diablo porque como
la tradición católica manda que en Semana Santa “no se trabaja, no se lava
la ropa, no se plancha, no se come carne, no se escucha música, no se juega, no
se portan mal, no se mencionan malas palabras, no se barre la casa, no se cose,
no se hacen berrinches, no, no y no"*. ¿Quién más que él, el señor de la oscuridad, me haya dado una manito?
Nicolás León en un cementerio situado en nuestra sierra centro-sur. Nk |
Hace diez años, aproximadamente, para Semana Santa planeamos un paseo con mochila y tienda
de acampar por la sierra central, llevamos solamente lo indispensables: Varias
latitas de atún grated, cuatro botellas de ron de litro, paquetes de galletitas
de soda y una que otra fruta. Al tercer día se nos acabó los pertrechos y el
poco dinero que llevamos. Fui el de la idea de regresar inmediatamente antes
que amanezcamos en Jueves Santo y ahí a más de tres mil metros de altura no nos salvaba ni el Papa. Económicamente
hablando. Compramos nuestros pasajes, algunos a regañadientes, otros muertos de
cansancio. Una vez sentados y en carretera suena mi celular. La Audiovisual Company Chollywood Films & Service me invitaba a un casting para
el día siguiente –Jueves Santo- a las 10:00 horas en su estudio ubicado por los
Pantanos de Villa. Como es de suponer, respondí afirmativamente. En el camino
pensaba que ropa mudar, como acicalarme para verme bonito para impresionar.
Llegamos a las nueve de
la mañana al Terminal de la avenida 28 de Julio en el distrito de La Victoria. Pensé el
voz alta: -Las huevas, no llego a mi casa; bañarme, cambiarme de ropa, afeitarme; viajar hasta Chorrillos y con lo caótico del tráfico limeño, pierdo-. Avancé hasta donde
podía en un microbús. Bajé por el Cine Balta de Barranco, tomé un taxi y como buen victoriano llegué puntual pero con una facha de Satán, una verdadera desgracia.
La recepcionista me miró sorprendida
con unos ojos que veían a un loco de manicomio. El vigilante me ordenó que
tomara asiento y que llenara mis datos en una hoja membretada.
Me tocó el turno para
pasar la prueba. Como siempre las primeras tomas de rigor, decir los nombres y
apellidos, número de celular. El joven que filmaba me miraba desaprobando mi
actuación. Me dieron unos cuantos textos e inmediatamente los memoricé y declamé. Seguía la
negación ahora de parte del asistente de casting.
Intempestivamente apareció
un tercer profesional. Me miró fijamente. Detuvo la grabación, me
pidió que repitiera mis nombres y mis apellidos completos y mi profesión. Yo, frente
a la cámara con mi facha y pinta de Barrabás de La Pasión de Cristo, me dije: -¡Chao
Nicolás, estás jodido, estás de más, hubieras venido bonito carajo!-.
- Tres, dos, uno. Action!
-Nicolás... Daniel... León Cadenillas, actor profesional- lo dije concentrado con mi voz ronca aguardentosa.
-Nicolás... Daniel... León Cadenillas, actor profesional- lo dije concentrado con mi voz ronca aguardentosa.
-¡Queda!- gritó el
director general con una sonrisa de oreja a oreja.
Mandó que me entregaran
el libreto y todos los datos de la grabación; fecha, hora, lugar, paga, locación.
Antes de retirarme, me advirtió seriamente:
-¡Señor, ni se le ocurra
afeitarse, ni cortarse el cabello, se afeita, se anula el contrato!
Y así gracias a Satanás gané mi sencillo con el sudor de mi frente.
* Texto del escritor, investigador,
maestro, poeta: Darío Mejía.
Nicolás
Daniel León Cadenillas.
Lima,
2017
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