YO SOY EL INTERNAZIONALE DEL BILLAR. NDLeón
Dedicado a mis
recordados amigos. Algunos ya se fueron al cielo. Otros retornaron a la tierra
donde nacieron o se refugiaron en el incontrastable, extraño y lejano Valle de
Dios.
Llegó el verano ardiente de febrero, las calles y avenidas llenas de gente
están y por el aire resuena una música retro chicha celestial, chicos y
chicas cheleando una helada y una sin helar; los mayores timbeando con cubiletes
bien sentaditos a la manera de retrete en el murito del jardincito, los más
viejitos con naipes en mano y de vez en cuando definiendo la partida con papel,
piedra o tijera, con trampas y jan ken pon. Bajando los nervios con copitas de
aguardiente o de pisco, fumando dañinos cigarrillos zanahorias en la alegre
esquina denominada, por propios y extraños, como La Oficina.
Todos llenos de felicidad, tarareando el antiguo exitazo de los
"Earth, Wind & Fire" conocidos en el barrunto como los
"EWF", silbando el pegajoso tema "Después de que el amor se
ha ido"… "Algo sucedió en el camino, lo que solía ser feliz era
triste. Algo sucedió en el camino y ayer fue todo lo que tuvimos".
Los ejemplares de papás modelos y algunos sacolargos haciendo cola para
llegar a la caja de la panadería; la cola llegaba hasta la emolientera carretilla
de la rosadita buenamoza cajacha Rosalía; los coleros lo primero que piden al
cajero es el rico y calentito pan; huevos y mantequilla; para el desayuno de
cada día. De yapa, unos tamalitos de chancho o de gallina, salchichas huachanas
y paltas de La Parada para rellenar la barriga y aguantar hasta el medio día.
El rey del taco, capo de increíbles tiros de carambolas, el diestro triunfador
indiscutible, "El Internazionale del billar francés", se entretuvo en
la timba, cuando perdía todo el dineral que poseía con buenas copas de nasqueño
aguardiente de caña, se arriesgó, jugó el desayuno, se armó de valor con la del
estribo y sorprendiendo a sus vecinos sacó cinco ases y campeonó. Recuperó el
desayuno, el almuerzo y el lonchecito.
Movido entre pisco y nazca se acercó a la cola del pan. Delante de él haciendo
la colita se encontraba la hermosa y escultural fémina de Nuestra Señora de Las
Victorias, "La Bella Dama", señora de acaramelados labios rojos y pelo
negro como el ébano, hermosa dama victoriana por sus cuatro lindos costados,
linda y dulce como Blancanieves versión Lima limón, tostadita por las brisas de
las playas de Barranco, Agua Dulce y del Malecón.
"El Internazionale" no siempre prudente en
sus acciones, se equivocó magnánimamente de cabo a rabo, decidió tener una
aventura, y de la manera más vulgar y descarada propuso a "La Bella" que
sea su enamorada. Coqueteó, sonrió, habló sandeces y estupideces, invitó cien
gramos de jamonada y diez panes franceses. "La Bella" entre sorprendida
y fastidiada, lo miró con destellos de fuego al insolente, le dio a entender
una feroz granputeada con repetidas mentadas de madre. Buscó desesperada ayuda,
para sorpresa suya más atrasito tomando su emolientito, se encontraba su
esposito, conocido como "El Manosanta del Park", se había ganado con
todito el disfuerzo y atrevimiento del atrevido "El Internazionale".
Como buen esposo éste le guiñó el ojo a su bella mujercita y sonrió.
-¿Cuándo nos vamos a la playa mamacita rica? Yo pago
todo, no te preocupes.
-Mi esposo es muy celoso, señor. Nos ve y nos mata a los
dos a cuchilladas.
-¡Yo soy, el Internazionale! ¡Conmigo, no pasa nada!
"Manosanta" se acercó pausadamente como un semipesado
ropero de cuatro cuerpos con ruedas hidráulicas, se puso entre los dos. Entre
el irrespetuoso galán y su bella esposa.
-¿Te gusta enamorar mujer ajena? ¡Enamora a la madre
de tus hijos! ¡Infeliz!
- ¡Cuidadito con lo que dices! ¡Yo soy, el Internazionale!
"El Internazionale" se salió de la fila, dio
pasitos a lo Cassius Clay, levantó los brazos haciendo punche, su bestial musculatura
se marcó como un sólido portón de pipas de roble. Movió los brazos como aspas
de molino haciendo olas y remolinos. Levantó las piernas a lo Jean Claude Van
Damme. Menospreció a su rival. Hizo cinco planchas con una mano. Abdominales,
saltitos de rana. Saltó con giros de 180º como La Mole. Entró furibundo a dar
pelea en el hall de la panadería, se cuadró como un avezado Samurái asesino a
sueldo frente al fiel y protector esposo. Levantó su poderoso brazo derecho
como Popeye el marino. "Manosanta" miró el cielo azul emulando al
hermano Francisco de Asís frente a los lobos, y en una fracción de milésima de
segundo metió un rapidísimo y seco recto de derecha al mentón del gran mechador
callejero, experto en full contact, taekwondo, karate, honorable maestro del
sagrado templo Shaolin de la Rica Vicky. "El Internazionale" fue
doblado, salió despedido en cámara lenta dando tumbos para la derecha e
izquierda, arriba y abajo, se aguevó todito, retrocedió como doce pasos con los
ojos desorbitados como corderito degollado por Abraham en combi asesina, babeó,
meneó los cachetes y se dejó caer pesadamente de rodillas en medio de la transitada
avenida principal. El maestro Shaolin, experto en artes marciales, hincado y
herido en su amor propio hizo puños, se golpeó el amplio pecho robusto como
Tarzán frente a los monos, apretó los dientes como Comando de Fuerzas
Especiales, respiró como Bombero sin paga, gritó como Gallina culeca, se levantó
enérgicamente como un descerebrado Búfalo abusivo y maleducado, embistió como
un tren sin frenos… "Manosanta" el angelical esposo lo esperó
tranquilo y paciente, y milimétricamente le conectó un sófero gancho de
izquierda que lo despegó de la ardiente pista. "El Internazionale" rebotó dos veces en el pavimento, del abotonado
bolsillo de la camisa salió disparado su Carpenter Pencil Nº 2 rojo sangre.
También volaron por los aires sus lapiceros, cigarrillos, la cajita de fósforos.
De sus pantalones despedidos fueron varios objetos; la billetera llena de
papelitos, fotos, recibo de luz y tarjetas de visita, su peine, sus lentes de
sol, un ripio de sencillo; boletos de microbús. De sus zapatos atropellados y
desparramados por un lado cayeron diminutas virutas y montoncitos de aserrín
aserrán de los maderos de San Juan.
"Manosanta" el gladiador bueno, miró
alrededor suyo, miró a los de La Oficina, retó a los timberos y traferos, retó a
todos en general, a los jóvenes peloteros, a los sapos, culebrinas y
escorpiones.
-¿Alguien saca cara por este Interbolas?
Nadie respondió, todos miramos las nubes que pasaban, las
moscas que volaban.
Contamos hasta treinta, "El Internazionale"
no reaccionaba, lo ayudé para que no lo atropelle un auto. Estaba frío e
idiotizado. Bien noqueado. Nunca lo habíamos visto en ese vergonzoso y
calamitoso estado.
-¡Escribidor! ¿Escribidor, por qué me has abandonado?
¡Cobarde de mierda! ¡Güevón!
-Oe, te he librado, ón… qué más quieres, te he sacado
de la pista para que no manches de sangre ningún carro.
NICOLÁS DANIEL LEÓN CADENILLAS
Lima, 2013.
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