TÚPAC AMARU Y LA REBELIÓN. NDLeón.
«Para Vidal Luna Coraquillo, artífice de muchos sueños» Nk
El grupo Mesa de Teatro de Lima se encontraba en las postrimerías de su gran
gira a nivel nacional con el drama sociopolítico «El Huancapetí está negreando»
de Áureo Sotelo. Para el siguiente año barajaron nuevos nombres. Me llamaron, reemplacé
a un gran actor y amigo, se dio tiempo para asesorarme en el estudio del
personaje. Después que me vieron donde las papas queman me contrataron para el
siguiente montaje que ya contaba con un cronograma anual copado que consistía
en presentaciones en Lima Metropolitana y alrededores, gira por el norte andino
y costeño, y varias presentaciones en la provincia de El Oro, Ecuador. La obra
a tratar era de carácter histórico-social de tres actos «Túpac Amaru»
de Oswaldo Dragún, dramaturgo argentino.
Pensando en la gira, pueblo por pueblo, tuvimos dolores de cabeza con el decorado, lo simplifiqué con tres cortinas de época, una mesa y un gran sillón rococó. Acepté nueva responsabilidad, fui contratado como escenógrafo jefe. Éramos doce actores y dos actrices; el director asumía funciones de actor, productor, prestidigitador, encantador de serpientes, logístico, contratista y maestro de ceremonia. Dos o tres actores me asistían con la realización, armado y desarmado de la escenografía; otros grupitos se encargaban de la iluminación; vestuario; despejar y limpiar el escenario, etc.
Desde la antigua casona del Palacio Municipal, una empleadita de la sección caprichos burocráticos nos guio hasta el local multifuncional; salón comunal, salón de actos y auditórium; cuando quitaron la tranca del portón nos llevaríamos una linda sorpresa; el local estaba convertido en depósito de todo lo inservible; abandonado, descuidado, cochino; era el fiel reflejo de la desidia de sus depredadoras autoridades. Inmediatamente nos pusimos manos a la obra, con ayuda de dos empleados, sacamos del basurero los cachivaches a la calle para que otros empleados lo desaparezcan, todos colaboramos, menos el Super Star, Ravines-Ravines.
El estropeado escenario solo contaba con una pequeña puerta en el lado contrario a nuestras marcaciones, teníamos que girar a 180° lo ensayado. Nos convertimos en magos y trapecistas de alto riesgo para instalar la escenografía; el enorme telón de fondo sirvió para cubrir las paredes laterales y con un par de descosidas por ambos lados solucionamos la entrada y salida; para caminar entre la pared y el telón de fondo obligado tenía que ser de costadito como buenos bailarines de ballet. De puntitas. Quince minutos antes de la función, nos reunimos en círculo y nos dimos las últimas sugerencias e instrucciones. Todos, menos el actor Ravines-Ravines, sabíamos cómo caminar en el escenario. Ravines-Ravines utilizó hasta los últimos minutos en mirarse en su fashion espejo de mano, maquillarse, acicalarse y arreglar su vestuario, y su caracterización. El actor en el primer acto interpretaba a un viejo terrateniente que las huestes de Túpac Amaru lo habían atacado, incendiando sus pertenencias, perseguido por el valle para eliminarlo.
La función empezó media hora más tarde por culpa del alcalde y su banda. El local lleno de bandera, no entraba ni un alfiler más. Como no había timbre ni campana, se dio la señal con el tambor; primer, segundo y tercer tamborazo.
WIKIPEDIA: Túpac Amaru no es solamente la historia de la famosa rebelión inca
del año 1780. Es la eterna lucha de dos mundos que se combaten, empleando para
ello todas las armas a su alcance. Areche, el Visitador español, el último de
los conquistadores, puesta toda su inteligencia al servicio de su concepción
del mundo, frente al inca Tupac Amaru, hombre sencillo convertido en héroe por
su pueblo, y principalmente por sus propios enemigos.
NICOLÁS DANIEL LEÓN CADENILLAS
Stutensee, 2012.
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