GUARDAPIOLAS EN CORPUS CHRISTI de NDLeón
Dedicado
a mi gran maestro en los tres palos, David Brandariz Santibáñez,
Past Presidente de la muy respetable Asociación de Ex Alumnos
Ugartinos de San Isidro. Nk
La
última vez que visité la majestuosa ciudad de Cusco por motivos
profesionales, Sección Cobranza y Relaciones Públicas, fui invitado
a un pueblito cercano -a 50 km de distancia- para colaborar con una
Kermesse Pro-Fondos Talleres Manuales de Arte y Oficio de la Parroquia
de Calca, una hora de viaje en auto. No me
hice de rogar, acepté. En el camino me dijeron que había un
Cuadrangular con dos equipos de la costa. Uno
de Chincha-Ica y otro representativo de Lima. En
el trayecto hablé de fútbol total, del juego bonito, de la función
maestra del cerrojo, aportes del líbero y de otros deportes que
practiqué en mi juventud.
El
viajecito fue bonito, hubo un sol esplendoroso, era junio, mes de
fiestas nacionales. Batalla de Arica, Día de la Bandera; Festival de
Machu Pitumarca, Festividad de San Juan Bautista, Del Señor de Qoyllur Rit’i, Del Corpus Christi en Cusco; Día del Padre; Día del Campesino, Fiesta del
Inti Raymi; Día de San Pedro y San Pablo; y nacimiento del gran
futbolista peruano, Don Pedro Pablo 'Perico' León García. Histórico
delantero del Club Alianza Lima y de la Selección de Fútbol del
Perú.
Yo
completamente deportivo, vestido con buzo y camiseta granate de mi
Asociación de Ex Alumnos Ugartinos, zapatillas y medias blancas
marca Niky's, gorro dorado con letras granates en alto relieve; lucía
impecable como para apadrinar el encuentro.
Cuando
llegamos a la Kermesse nos dijeron que toda la gente estaba en la
cancha de fútbol. Pues, faltaban algunos minutitos para que el réferi de inicio al encuentro definitorio
del Cuadrangular Fútbol Máster. Los de casa, el Equipo de la Santa Parroquia contra la Escuadra
de Lima Metropolitana. Apuramos el paso, llegamos a tiempo. Entrando al Estadio
escuché una voz conocida, aguardentosa, que me llamaba por mi nombre,
era mi chochera de mi barrunto Mister Miguelito, Oscar Miguel Ruiz Picasso alias "Chulapa". Ni
me saludó. De frente me pidió un S.O.S.
- Compadre'tamos
jodido, nos falta un jugador.
- ¡Y
a mí qué chú! Jejejeje... ¿qué pasó? -pregunté cachosamente.
- ¡Soroche
pé güevón! Ayer se la pegó y ahora está hasta las remacetas.
- Puta
cuñao, acá corro y me muero en el acto. Tres mil metros sobre el
nivel del mar es mucho para mí. ¿Por qué
mejor no piden refuerzo a los chinchanos?
- Nos
odian. Nosotros los hemos eliminado.
- Loquito,
juega de arquero pé, nosotros te cubrimos, hacemos un
muro, una barrera infranqueable-. Me dio su palabra el capitán De las Américas "el Chato
Danne", Daniel Fernández D'Merrì.
Me
pasaron los chimpunes con toperoles altos. Los guantes profesionales.
Pregunté por el uniforme. No había. Tenía
que jugar con la sagrada granate en el pecho.
Una
de las principales figuras del fútbol moderno es el arquero,
cancerbero, portero, golero. Ser arquero es
una de las posiciones más difíciles de jugar, debido a su gran
complejidad y responsabilidad. En mis pupilas tenía muy bien
grabadas las grandes atajadas de grandes guardapiolas nacionales e
internacionales. David Brandariz, "Palo’e
buque", gran meta de mi Gran Unidad Escolar Alfonso
Ugarte de San Isidro. Don Eduardo Noriega,
guardavalla titular indiscutible del Club Deportivo Carlos Concha F.B.C del Callao. Rodolfo Bazán,
"El Mago", eximio guardameta de mi querido Alianza Lima de
La Victoria FC. Ladislao Mazurkiewicz, uruguayo, considerado el mejor
arquero de América de todos los tiempos. Lev Yashin, sobresaliente
portero internacional ruso conocido en el mundo futbolístico como
"la Araña Negra".
El equipo de la Parroquia estaba reforzado por -un cañonero de primera, por una muralla impasable y por una flecha en el campo- tres crack de la reserva del prestigioso Colegio Nacional de Ciencias y Artes, Alma Mater, dueña y propietaria del Club Deportivo Cienciano del Cusco. El Centro forward y goleador era el corajudo Cura Párroco, heredero de la antigua estirpe de los caballeros cruzados al servicio del reino, que con sus ochetitantos kilos y dos metros de talla se hacía respetar como los buenos. En solitario destacaba por su fuerte presión en el área contraria.
El equipo de la Parroquia estaba reforzado por -un cañonero de primera, por una muralla impasable y por una flecha en el campo- tres crack de la reserva del prestigioso Colegio Nacional de Ciencias y Artes, Alma Mater, dueña y propietaria del Club Deportivo Cienciano del Cusco. El Centro forward y goleador era el corajudo Cura Párroco, heredero de la antigua estirpe de los caballeros cruzados al servicio del reino, que con sus ochetitantos kilos y dos metros de talla se hacía respetar como los buenos. En solitario destacaba por su fuerte presión en el área contraria.
El emblemático crack Manuel
Mejía "Domamsrl, el Espigón del Rímac",
me brindó palabras de aliento y prometió cuidarme. Guillermo Saco y
Horario De la Torre, "los
Búfalos de la Rica Viky",
formaban nuestra volante. Yo tenía fe y confianza en Horario
"Manosanta" pero en Paco Saco no tanto. Emilio Valdivia "el
Milonguero de Lince"; Jorge Vigo "el Cajacho de San Juan Arenal";
Luis Seminario "el Archivado de Surquillo"; Edilberto Flores
"el Vampiro del Olivar"; exquisitos jugadores del Ugarte de
San Isidro me miraron con desconfianza.
- ¿Quién
es el moribundo?- pregunté.
- ¡Veachy
Xtonvh Chávez!
- ¿Quién?
- ¡El Chato Causín Chaveta Jeta! El correo Uchiza-Tocache.
- ¿Cómo? ¿No se había retirado de la güevadita?
- ¿Quién?
- ¡El Chato Causín Chaveta Jeta! El correo Uchiza-Tocache.
- ¿Cómo? ¿No se había retirado de la güevadita?
- Ayer
fue sólo puré. Puro aguardiente. Nada
más. Nada de aditivos.
El
equipo Imperial del saque dominó las acciones, nos arrinconaron, mi
defensa batallaba sin cuartel. La situación era como para pedir
rendición. Nosotros, defendíamos nuestro mazamorrero honor del
Santísimo Señor de los Milagros Cristo de Pachacamilla; yo, inmolándome en el
arco como el Coronel Alfonso Ugarte, arrojándome de palo a palo,
aventándome de pechito, de espalda, saltando al vacio al mejor
estilo escorpión como el excéntrico, polémico y espectacular René Higuita. En
solo diez minutos de juego me encontraba cubierto de lágrimas, sudor
y barro. Resistiendo la despiadada embestida de los hijos del Sol. Se
estrellaron varios pelotazos en el travesaño;
otros tiros rasparon los parantes. Mi
defensa hacía agua. Yo los guapeaba. Los carajeaba, los granputeaba,
pero los de casa eran más "juertes";
físico, mental, anímico, táctico, técnicamente mejores.
Al
cura centro delantero le quité de la cabeza una bola cantada para
gol. Inmediatamente de un patadón se la mandé a mi marcador
Jorge Camión Albújar alias "Miónqui",
en prima la cruzó a su compadrito del alma, Julio A. Polo,
Apolinario en bolea sin contemplaciones de ninguna clase mete un
zapatazo y rompió las redes del arco contrario. Gol a los quince
minutos. Gran golazo del antiguo As de Los Diamantes Street, gol de "Polito, el Hermoso".
A. Polo saludó a sus compañeros,
se arregló el bisoñé y regresó a su puesto humildemente sin alharaca ni arrogancia.
Los
Imperiales, heridos en su amor propio, reiniciaron la jugada
temerariamente, apoyados de su público. Forzaron jugadas, la bola
iba y venía en mi área, le pasaron un centro al cura, yo volé como
murciélago y el curita me cargó a la mala, me mandó en
picada a un aterrizaje en clavado. No solté la pelota. Los
veintidos jugadores corrían en nuestra cancha. Ellos presionaban,
nosotros defendiendo y reventando la de cuero a cualquier lugar,
rechazando por los laterales, por aire, mar y tierra. Ya no jugábamos únicamente defendíamos nuestro golcito.
Al
cura lo que menos le faltaba era fuerza y entusiasmo. En conjunto su
grupo evangelizador tenía gran capacidad de ataque y agresividad
mordiente. El cuadro de la Parroquia era demoledor, nos
pasaban por encima; presionaban agresivamente con todos los
jugadores; eran superiores pero no hacían el
codiciado gol.
Segundo
tiempo. Mis diez jugadores se la pasaron en mi área defendiendo cada
taponazo de los del Tahuantinsuyo. El público nos decía de todo,
nosotros concentradísimos como los trescientos soldados espartanos
de las Termópilas. Haciendo una muralla,
amurallados en nuestra área combatíamos contra los dirigidos por
el cura inquisidor Párroco. Todas las
artimañas, malas artes, juego brusco y antifútbol de los
"pincharratas"
Estudiantes de la Plata eran juegos de niños ante los ojos de los
parroquianos cusqueños que festejaban la mala saña.
- Me gusta un portero que juega bien con los pies, que domina el espacio aéreo y que es un fenómeno entre los palos. -señaló el Director Técnico de los Apus andinos- ¿De dónde salió este cancerbero?- se repreguntó.
- Me gusta un portero que juega bien con los pies, que domina el espacio aéreo y que es un fenómeno entre los palos. -señaló el Director Técnico de los Apus andinos- ¿De dónde salió este cancerbero?- se repreguntó.
Cada
vuelo era para mi un recontra encontronazo, peor que el anterior y
mucho peor que los otros anteriores. Cada arrastrón era una faena de pan y circo en el Coliseo
Romano; mismo Daniel en el foso de los leones. Por seguir una jugada de mi angelical verdugo diocesano, el alero metió un puntazo, la bola rebotó en el marcador, salió disparada como una flecha, con vista de lince y punche de halcón desvié con las uñas el disparo; terminando agónicamente crucificado en el santo madero, ahogando en la puerta del pórtico el grito de gol.
Improvisé atajadas inimaginables imitando a los grandes; a Hugo Gatti, Sergio Goycochea, al extraordinario arquero paraguayo José Luis Chilavert.
Envueltos en música de bandas y comparsas que marchaban al compás de la Santa Procesión. Como penitente, creedor en el Credo, austero y fiel creyente del Corpus Christi, fiesta sacramental del cuerpo y la sangre de Cristo; siempre listo y en tensión, altamente preparado para la lucha y la acción, preparado para la vida, agonía, muerte y resurrección, a la vida eterna. Esperaba el trinar de las trompetas que marcarán el final del tiempo.
Ultima arremetida de los cusqueños, mi última gran atajada, volé por los aires como un soberbio cóndor andino, atrapé en pleno vuelo la redonda, me sentí como un alado angelito. Por mandato divino me cortaron las alas. Caí como un pesado costalillo de arena gruesa. Me levanté, eso pensé, pero en realidad seguía tirado recibiendo asistencia; quise gritar, guapear, solo abrí la boca; intenté levantar el brazo amenazante, moví con las justas los dedos. El público en su desesperación me aclamaba con exagerada devoción sobrenatural:
Improvisé atajadas inimaginables imitando a los grandes; a Hugo Gatti, Sergio Goycochea, al extraordinario arquero paraguayo José Luis Chilavert.
Envueltos en música de bandas y comparsas que marchaban al compás de la Santa Procesión. Como penitente, creedor en el Credo, austero y fiel creyente del Corpus Christi, fiesta sacramental del cuerpo y la sangre de Cristo; siempre listo y en tensión, altamente preparado para la lucha y la acción, preparado para la vida, agonía, muerte y resurrección, a la vida eterna. Esperaba el trinar de las trompetas que marcarán el final del tiempo.
Campeonato Balcónico. Goleador a tiro de gol, el arquero Miklós Löwe ejecuta una arriesgada acción. El mundo se rinde ante los valientes guardianes de los pórticos. Foto: Canutto Menéstron. |
Ultima arremetida de los cusqueños, mi última gran atajada, volé por los aires como un soberbio cóndor andino, atrapé en pleno vuelo la redonda, me sentí como un alado angelito. Por mandato divino me cortaron las alas. Caí como un pesado costalillo de arena gruesa. Me levanté, eso pensé, pero en realidad seguía tirado recibiendo asistencia; quise gritar, guapear, solo abrí la boca; intenté levantar el brazo amenazante, moví con las justas los dedos. El público en su desesperación me aclamaba con exagerada devoción sobrenatural:
-
¡Pónganle periódico pa'que no joda! ¡Está haciendo tiempo,
mierda!
Después
de varios minutos de estar sumergido en el valle del purgatorio fui reanimado
por un improvisado asistente auxiliar de aprendíz de chamán. De pie, languideciendo entre los tres palos y más que perdido en mi área, el árbitro pitó el final del apoteósico
encuentro. Ganamos el partido. Ganamos una Copita de plástico
plateada. Bueno, el poder adquisitivo era lo de menos. Lo importante
había sido la colaboración y solidaridad con la Parroquia y con el
pueblito hermano.
En
el camarín me despedí de los muchachos, de todos los jugadores en
general que animaron el sacrosanto campeonato. Por mi participación me
invitaron un cuy al horno, un cáliz de chicha de jora y una Cerveza
Cusqueña Negra. Regresé a mi Hotel
Tres Estrellas, super estrellado, hiper ampoyado, escaldado, tullido,
maltratado, golpeado inmisericordiosamente. Al día siguiente
bastante adolorido, con la frente en alto y firmes los nervios de
acero, tomé una decisión, cancelé mi viaje en bus interprovincial, me embarqué en avión con destino a mi caótica y bella ciudad capital. Del
Aeropuerto Internacional Jorge Chávez hice escala en el Hospital Mixto y
Policlínico de Lima conocido como Hospital Obrero. Los galenos
inmediatamente me metieron a un exhaustivo chequeo médico.
"Menisco Operación. Adiós pichangas callejeras, adiós fulbito macho, adiós fútbol máster, adiós goles, ovaciones y alegrías. Me retiro a las graderías". Niky León "el Arcángel del Área". |
Enfermo convaleciente recuperándome de a poquitos después
de una semanita me dieron de alta, tenía que regresar a mis
quehaceres, a mis labores cotidianos de cada mañana
en el Taller de mis amores. -De ahora en adelante me dedicaré a ver
fútbol por tevé para despejarme de este terrible estrés- me dije.
Saliendo del Hospital hice la vé de la victoria con mis deditos
entablillados, la faja corset me apretaba fuertemente las costillas,
no me permitió sonreir; con el hombro medio dislocado y fuertes
dolores en los meniscos; afirmé con mucho orgullo:
-¡Siempre
la A! ¡Siempre
la U! ¡Nadie
nos gana en el Perú!
NICOLÁS DANIEL LEÓN CADENILLAS
(GUE
Alfonso Ugarte. San
Isidro. Promoción AU-1969).
D - Karlsruhe, 2012.
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