Por su apoyo en mi sombría soledad.
Ale y Rigo, la siguiente crónica -por nostalgia- no tengo cuando terminarla.
Inconclusamente ahí va. Abrazos y besos, los quiero. Niky. (09/junio/2013).
Me encuentro rodeado de gente y de su inseparable bullicio. Envuelto en medio de la bulla y del murmullo. Degustando una rica Pollada bailable con su endiablado ajicito y ricos vacilones. Gritos, cánticos profanos y canciones; sin embargo pese a todo la algarabía, me encuentro solo. La vida se me ha complicado por los cuatro costados. Obligación, deberes y derechos, me tienen atormentado. Ahora no tengo quien me cuide la maleta, ni quien me chalequée.
"Cómo quisiera, que tú vivieras, que tus ojitos jamás se hubieran cerrado nunca, y estar mirándolos". Amor Eterno de Juan Gabriel.
-Ale, después de ver los premios Oscars para "El artista", desempolvé mi libretita-borrador para escribir una anécdota sobre Cannabis... escribí solamente el título... me puse a llorar, me acordé de Cannabis, no pude escribir ni pensar... trataré de seguir otro día.- (04/marzo/2012).
Comparto la experiencia de muchos vecinos y de mi familia, lo digo, por el cariño que le llegamos a tener. No es casualidad, después de ver el avance de la película El Artista, comedia dramática en blanco y negro, sin sonido, a lo cine mudo, creí que era el momento para rendirle un tributo a mi amigo. Al igual que Uggie, el perro estrella de "El artista"; Cannabis, nuestro protagonista, nos robó el show y acompañó buena parte de nuestras vidas.
A nuestro engreído querido sólo le faltó hablar, utilizando sus impecables silencios nos dio a enterder toda la estima que nos prodigaba. Muchas veces reaccionó inteligentemente y otras veces actuó de acuerdo a lo que su corazón le dictó, y acertó en lo correcto. Me acuerdo muy clarito como sí fuera ayer; discutíamos, como siempre, Mary y yo, por una tontería; Cannabis se puso en medio de los dos y observó el lío, se achoró y me metió una mordida de la pitri mitri en la pantorilla; a mí, al que le daba su comidita cada día; al instante se acabó el pleito, en vez de regañarlo, con el dolor que me subía hasta la coronilla, le agradecí el gesto, fue muy salomónico su intervención. Salió en defensa del más débil. Con Mary nos dimos una tregua gracias a Cannabis.
¿Cómo llegó? ¿Por qué llegó? Es una historia que no tengo palabras ni estilo para describirlo. Con estas líneas sólo intento narrar algunos pasajes de lo que representó nuestro querido Cannabis, para mí, para mi familia y para todos los vecinos que gozamos de su personalidad.
La historia empezó cuando Alejandra María, mi hijita, dicho sea de paso, sabía muy bien que en casa no queríamos animalitos, y contra la prohibición y voluntad de su padre, o sea de mí, aceptó un cachorrito de perro chusco como regalito. Lo escondió hasta donde pudo y con un histrionísmo de telenovela mediocre con rating, comulgó su pecado, comunicó su dramático thriller de suspenso a puchos:
-Pamela me lo ha regalado porque su papá no quiere animales en su casa, ya tiene suficientes mamiferos que mantener y se van a distraer con el perrito-.
Lloriqueando, muy fingido para mi gusto, con lágrimas de cocodrilo me pidió por favorcito que no sea duro de corazón, que ablande mis sentimientos, que reciba a la criaturita de Dios porque el perrito también era una creación del Señor Todopodero que está en los Cielos Santificados. Con tanto palabreo y llanto, full radionovela me dio la estocada final. Prometió traer buenas notas en la libreta del colegio y cuidar al perrito hasta cuando Dios lo acoja en su seno. Tanta cháchara me quebró la voluntad de hierro y terminé aceptando al ovillo de pelos... y pulgas.
A los días apareció Pamelita, para tomarle el pelo le dije tontamente:
- Hijita el otro día te olvidaste tu cachorrito. ¡Llévatelo inmediatamente!
- ¡No es mío es de Ale, yo se lo he regalado! ¡Además Alejandra ya me dijo que usted ya atracó con el perrito!
Tanta sinceridad me dejó sin respiración, salí a tomar aire fresco al parque, me crucé con el profesor-tutor de las comadritas, de Alejandrita y de Pamelita. Me felicitó por haber aceptado una mascota para Ale. Según los profesores y psicólogos del colegio parroquial era muy bueno que los niños tengan mascotas. Me dio una charla y consejos al paso de como criar perritos y me recomendó un libro sobre razas y pedigree. El único problema es que yo no quería animales en la casa. Me di aliento y fuerzas para aguantar al cuadrúpedo animalito. Al final Ale y su mamita, en complicidad habían salido con su gusto.
Desde el primer día que llegó se le notó su clase y estirpe, claro, era igual a cualquier chusquito pero distinto, tenía en los ojitos, en el comportamiento y en su carácter algún no sé que, algo que lo diferenciaba de todos los demás perros del barrio. Alejandra lo bautizó con el nombre de "Cannabis" en honor a nuestro querido Parque Miguel Dasso. Pasaron algunos días y de un momento a otro veo al bicho pasearse por la sala de la casa como en su casa, era una graciosa motita de lana con grandes bigotes, chiquitito, bonito. Pasó el tiempo y el cachorrito tomaba forma; conforme pasaban los días más malcriado se ponía, no obedecía, él hacía lo que quería, sólo se engreía y lo hacía con bastante decisión.
Desde chiquito rechazó el cariñito, la palmadita; las palabras bonitas lo tenían podrido, le bastaba escuchar frasecitas como: -"¡Qué bonito! ¡Qué lindo! ¡Qué muñeco!"- Miraba fijamente y enseñaba los colmillos sin importarle de quien venía los halagos.
Como jefe de familia di las reglas y normas necesarias para que el perrito no jorobe la pita ni la paciencia. Como primer punto, enseñarle urgentemente donde debía hacer sus necesidades fisiologicas para que deje de pichar debajo de mi sillón favorito.
Y aprendió muy bien. Cada mañana, a temprana hora, ordenaba que le abran la puerta para bajar al parque y hacer su pichi y el dos. Se demoraba justo lo necesario, regresaba de inmediato, tumbaba la puerta para que le abrieran rapidamente, no se comportaba como los otros perritos que sus dueños tenían que corretearlos para meterlos a casa.
El muy comodón siempre buscaba un lugar perfecto para descansar o dormir, usaba los muebles, las camas de los demás. Dormía donde mejor le parecía, en mi cama o se echaba en la cama de mi hijo Rodrigo, ni de vainas utilizaba su camita. Ni bien escuchaba el sonido de llaves con la chapa de la puerta se bajaba de la cama ajena y la barajaba como si no hubiera pasado nada.
En una tarde de verano lo encuentré en mi cama patas arriba, le llamé la atención y no bajó de la cama, con él no era el pleito. Le metí un suave pero escandaloso periodicazo, renegando bajó sobre el pucho. Salí de casa por varias horas, regresé a la hora del lonchecito, toda la familia e invitados estaban reunidos viendo un partido de fútbol del descentralizado nacional, saludé, me dijeron que guarde silencio, saludé a mi perrito lindo, y este miró a otro lado, pasó por mi delante sin saludarme, me dio la espalda; seguía resentido conmigo por la cuadrada. Cannabis me quitó el habla y no me habló por varios días. Lío de perros.
Rodrigo le festejaba y aplaudía todas sus malcriadeces. Un día a Cannabis, joven aún, se le ocurrio comer su hueso en la cama de Rodrigo, ahí no se le resbalaba el huesote y le podia sacar el jugo y hasta el último pellejito. Rigo le festejó la idea -¡Qué inteligente!!- nos dijo.
De adulto se convirtió en un perro huraño y cascarrabias; independiente, sin amigos, sin parejas, ni enamoradas. Cumplió su misión: Orinó un árbol, destrozó un libro y tuvo hijitos con un par de romances de madrugada, nada de obligaciones, no pasó pensión ni un tarro de leche. Pero eso no le quitó meritos, siempre fue un perrito muy inteligente.
Contra todo pronóstico fue papá. En una noche de luna llena, cuando lobos, coyotes y una veintena de grandísimos perros vagos, maleados y grandotes, aullaban, ladraban, rugián siguiendo a una perrita que estaba en celo. Cannabis también exigió que lo suelten en cancha para pelear su cupo en el encuentro amoroso. Pensé -A este lo matan. Pero perro es perro-. Me acerqué a la puerta, mamá e hija pegaron un grito al cielo, me gritaron que era un desgraciado, qué como iba a dejar salir al pobre animalito, lo podían matar. -¡Lo matarán! ¡Por tu culpa, lo van a matar!- gritaron. Contesté filosóficamente:
-¡Perro cobarde... no procrea... no tiene herederos! ¡No se multiplica! "Bendijo Dios a Noé y a sus hijos y díjoles: Creced y multiplicaos y poblad la tierra" (Génesis cap. 9, vers. 1)"-.
La verdad, no me acuerdo lo que dije, lo que si sé fue que lo que dije tiene el mismo significado pero lo dije con otras palabras. Con palabritas de más grueso calibre. Bueno, solté al animal y nos fuímos a dormir. -Qué pase lo que Dios quiera que suceda- recé. Al día siguiente mi hijita, despierta desde muy temprano, le abrió la puerta. Ale nos contó: -Cannabis tocó la puerta con las justas, tocó a duras penas- nos dijo nuestra apenada hijita. El perro después de la transnochada llegó super cansado, pensamos que lo habían masacrado. Mary lo revisó detenidamente, no le encontró huellas de batallas, estaba limpio, nada de mordeduras. Nuevamente, en la siguiente noche Cannabis volvió a pedir salida, nuevamente le abri la puerta de oro, fue igual, en la mañanita llegó peor y durmió todo el bendito día. En los días siguientes se recuperó. Volvió a ser el huraño de siempre. Después de dos meses nos enteramos que la hembrita había tenido cinco cachorritos y todos igualitos al papá o sea a Cannabis, lindos los perritos.
Afuera, en la calle, Cannabis no le tenía miedo a nada ni a nadie, perrunamente hablando. Era muy loco y muy enérgico. Fajador, mechador, no media a los rivales, se trompeaba con cualquier perro sin distincion de raza ni pedigree, cuidando sus dominios. Tres veces lo vi en plena bronca con unos perrazos, cuatro veces más grandes que él. Dos veces se enfrentó a un Pit Bull Terrier, las dos veces el Pit Bull lo masacró. Lo llevamos agonizando al Hospital de los Hermanos Menores de la Universidad de San Marcos; no aprendió la lección de nuevo en circulación él siguió jorobando; andando cosido, enyesado, vendado, cojo; siguió guapeando. Arregló espacio con un bravo Pastor Alemán. Perdió el encuentro pero sacando conclusión, ganó, no se metieron nunca más con su árbol. Otros perros evitaban pasar por su esquina para no verle su antipatiquísima cara perruna.
Mis vecinos, mi mamá, mis hermanos, sorprendían a Cannabis con algunas golosinas o presitas de pollo cuando él los visitaba. Pero él no se dejaba comprar, sencillamente no dejaba entrar a nadie a la casa. Con un gruñido largo y profundo los detenía en el umbral de la puerta. Nadie podía poner la punta del zapato dentro de la casa porque lo mordía. Las victimas reclamaban pero él cumplía su misión de celoso perro guardián y no le importaba las amenazas. Después de escuchar la orden -Deja pasar- se retiraba a su córner pero siempre atento al desorden.
Un día un vecino me propuso una idea. En una semana disciplinaba a mi perro, él como ex-suboficial de la policia tenía experiencia y manuales de métodos clásicos de adiestramiento de perros militares. Le contesté:
-¿Y yo qué hago? ¿O sea que Cannabis tiene que esperar mis órdenes? Siempre voy a tener que decirle que debe hacer. ¿Y su propia intuición e iniciativa de buen perro guardian se va al tacho de basura? El perro cuida, ladra, se trompea, juega, acompaña, ve televisión... ¿y lo voy a transformar en robot? ¿Para qué quiero un perro sin personalidad? Más claro, lo tengo que pasear, sacar para que haga pichi, caca, decirle que cuide. El sabe su trabajo... y en casa estamos contentos con su desempeño. ¡Muchas gracias, vete a la mismísima!-.
A Cannabis le gustaba tener sus tazones de agua y comida, llenos, y punto. A la hora de almuerzo, pedía su ración golpeando fuertemente su bandeja debajo de la mesa. Exquisito en las comidas, sólo comía lo que le gustaba. Le ponían leche no la tomaba. Le ponían sopita, derramaba toda la sopa y sólo se comía las carnecitas y pellejitos. Metía el hocico en los baldes de comida de los otros perros de la vecindad, y salía corriendo para que no lo pesquen. Si no tenía comida se recurseaba en la calle, aprendió a sobrevivir en las épocas de escases, rompía bolsas de basura. Había que tener cuidado con el animalito porque era muy buen alumno para aprender lo malo. En una oportunidad lo ampayé en el Mercado Cooperativo Palermo, a siete cuadras de la casa, cuando lo miré pensé que era un perro parecido al mio y cuando nos miramos nos dimos con la sorpresa que éramos nosotros y no otros. Me miró, pensó, dio unos pasos en retroceso y avanzó haciendo una media luna a mi alrededor, se puso a distancia y emprendió la carrera con dirección a la casa.
Un casero me contó que Cannabis llegaba de vez en cuando al Mercado. Le dije que era mi perrito. Que en casa tenía su comida y cuidados. Con una sonrisa irónica el casero me contó sus hazañas.
- Es un pendejo su perrito. Se hace respetar, no huye ni mete la cola entre las piernas. Se enfrenta. Jode a todos, a grandes y a chicos. A veces pierde pero se hace respetar el muy sabandija-.
Cuando nació mi nieto Piero Angelo cambió su vida, lo desterraron a un lugar fijo, sin cadenas pero ya no podia pasearse por toda la casa, tenía restricciones muy marcadas. En una discusión de Cannabis con Piero, me puse de moderador para ver quien tenía la razon, cuando me di cuenta que el pleito iba a terminar mal, abracé a mi nieto para sacarlo del peligro. Cannabis me mordió la mano y salió corriendo, desapareciendo. Piero creció y los dos hicieron las pases, juntos fueron dolores de cabeza para la mamá y abuela.
Cuando Cannabis ya era adulto mayor, estaba viejo, todos sabíamos que podía llegarle la hora de la despedida en cualquier momento. Agradecí su presencia, nos unió en momentos de crisis y nos alegró en momentos de tristezas. Sin maltratar la memoria, poco a poco, hice un repaso y recopilación de las malcriadeces y alegrías que gocé con mi perro. En medio de datos y ocurrencias de un momento a otro me dieron la noticia de su desaparición. Quedé vacio, sentí su partida. La mano traicionera de un mal vecino; malnacido, bestia, paria de corazón; se lo llevó como hojas al viento.
En junio del 2009 una triste noticia nos cayó como baldazo de agua fría.
@: Papá... te escribo para darte una mala noticia... Cannabis falleció por envenenamiento el día domingo 7. Tú me llamaste momentos antes de su entierro. No te dije nada, me encontraba muy deprimida y lo único que iba a hacer era llorarte por teléfono. Sucedió lo siguiente... el perrito nos sintió despiertos, lloró para salir. A las 3:20 am lo encontré muerto frente a la puerta... yo, sin poder hacer nada y con un ataque de histeria... lo envolvímos y lo llevamos a la azotea. Al día siguiente lo enterramos en su jardín, frente al edificio junto a su árbol. Estamos averiguando quien a sido el animal que puso el maldito veneno, son varios los afectados. Bueno papá, cualquier cosa te haré saber, cuídate y cariños. Alejandra.
Después de leer la noticia, sufrí para mis adentros. Me dio rabia, cólera, odio; odié con todas mis fuerzas. Mi impotencia fue grande. Traté de mantener la calma en mis escritos con mis seres queridos. No podía dar muestra de flaqueza. Aconsejé lo que mejor que pude.
@Alejandrita, me comunicas que mi querido socio se fue. Estoy triste. Por la forma en que ha sucedido las cosas me da mucha pena. Fue un buen miembro de la familia. Se merecía una muerte natural, era lo justo. Dios sabe lo que hace pero lo que ha hecho ese desgraciado me deja sin palabras. Me acuerdo de sus malacrianzas y de sus exabruptos. Las veces que lo dejabas sin comida, cuando no lo bañaban y olía a mil demonios. Al final se convirtió en mi mascota; almorzaba, conversaba conmigo. Me acuerdo cuando lo castigué y me quitó el habla por un par de días. Cuando me mordió defendiendo a tu mami. Cannabis con su personalidad y carácter, tan igual al tuyo o al mio, nos alegró. Por los bebes, aprovecha limpiar toda la casa, desinfectar, vendrán días mejores. Sólo me queda decir como dicen mis paisanos: -¡Cannabis! ¡Ensuéñate en los cielos! ¡Descansa en Paz Amigo Mío! Niky.
Una viejita andina, antigua caserita del Mercado Cooperativo, preguntó.
- ¿Verdá que ha morido tu perrito malcriado ese?
- Si, envenenado, lo mataron con veneno.
- Desgraciado son, gente mala hay, bastante. Tú no cargar rencor… eso enferma. Mañana, otro día mejor.
Después de varios junios, envié saludos para todos nuestros vecinos y familiares.
@: Mes de Junio, saludos para mis condiscípulos de la gran familia de la GUE Alfonso Ugarte por el Dia del Colegio, Batalla de Arica y juramento de fidelidad a la Bandera Bicolor. En junio también falleció el actor John Wayne, el sabio Julio C. Tello, el prócer Toribio Rodríguez de Mendoza. Oraciones para El Tata, Don Guillermo Palma Danglade y para Don Nikko, Don Nicolás León Cadenillas. De todos ellos seguimos aprendiendo sus ejemplos y lecciones. Abrazos y besos. Niky León.
@: Papá, Te olvidaste de mencionar a "Cannabis"... en este mes de junio se nos fue, mi lindo perrito. Alejandra León.
@: No me he olvidado, para él tengo unas líneas y recuerdos significativos. Nk.
@: Todavia tengo mi zapato roto, jejejeje. Recuerdo de Cannabis. Yuri León.
@: ¡Ese Cannabis era la muerte!!! Me acuerdo q keria pisar a Perlita jajaa.... como se extrañan a los perritos buu!! Gabriela De La Puente.
@: Cannabis perrrito conchasuma... fiel guardian de como joder la vida de los seres humanos. En donde estés Cannabis, Dios guarde tu alma. Xtonvh Chávez Pariona.
@: Sensible pesar de parte mía por Cannabis... un respetable Amén por el hermano perro. Wilder Orihuela.
@: Perrito lindo desde el día que te fuíste, en casa sólo hay silencios y soledad. Se siente tu ausencia. Alejandra León.
@: Nuestro querido Cannabis: "Paz a su Memoria". Niky León.
Parafraseando Lágrimas Negras: "Aunque tú me has dejado en el abandono. Aunque tú has muerto. En vez de maldecir al mal vecino en mis sueños te colmo de bendiciones. Sufro inmensa pena. Siento dolor profundo y lloro sin que sepas que el llanto mío tiene lágrimas negras como mi vida".
"Un perro es la única cosa en la tierra que te amará más de lo que tú te amas a ti mismo" Josh Billings.
Ale y Rigo, la siguiente crónica -por nostalgia- no tengo cuando terminarla.
Inconclusamente ahí va. Abrazos y besos, los quiero. Niky. (09/junio/2013).
Me encuentro rodeado de gente y de su inseparable bullicio. Envuelto en medio de la bulla y del murmullo. Degustando una rica Pollada bailable con su endiablado ajicito y ricos vacilones. Gritos, cánticos profanos y canciones; sin embargo pese a todo la algarabía, me encuentro solo. La vida se me ha complicado por los cuatro costados. Obligación, deberes y derechos, me tienen atormentado. Ahora no tengo quien me cuide la maleta, ni quien me chalequée.
"Cómo quisiera, que tú vivieras, que tus ojitos jamás se hubieran cerrado nunca, y estar mirándolos". Amor Eterno de Juan Gabriel.
-Ale, después de ver los premios Oscars para "El artista", desempolvé mi libretita-borrador para escribir una anécdota sobre Cannabis... escribí solamente el título... me puse a llorar, me acordé de Cannabis, no pude escribir ni pensar... trataré de seguir otro día.- (04/marzo/2012).
Comparto la experiencia de muchos vecinos y de mi familia, lo digo, por el cariño que le llegamos a tener. No es casualidad, después de ver el avance de la película El Artista, comedia dramática en blanco y negro, sin sonido, a lo cine mudo, creí que era el momento para rendirle un tributo a mi amigo. Al igual que Uggie, el perro estrella de "El artista"; Cannabis, nuestro protagonista, nos robó el show y acompañó buena parte de nuestras vidas.
A nuestro engreído querido sólo le faltó hablar, utilizando sus impecables silencios nos dio a enterder toda la estima que nos prodigaba. Muchas veces reaccionó inteligentemente y otras veces actuó de acuerdo a lo que su corazón le dictó, y acertó en lo correcto. Me acuerdo muy clarito como sí fuera ayer; discutíamos, como siempre, Mary y yo, por una tontería; Cannabis se puso en medio de los dos y observó el lío, se achoró y me metió una mordida de la pitri mitri en la pantorilla; a mí, al que le daba su comidita cada día; al instante se acabó el pleito, en vez de regañarlo, con el dolor que me subía hasta la coronilla, le agradecí el gesto, fue muy salomónico su intervención. Salió en defensa del más débil. Con Mary nos dimos una tregua gracias a Cannabis.
Uggie, el perro estrella de "El artista". |
¿Cómo llegó? ¿Por qué llegó? Es una historia que no tengo palabras ni estilo para describirlo. Con estas líneas sólo intento narrar algunos pasajes de lo que representó nuestro querido Cannabis, para mí, para mi familia y para todos los vecinos que gozamos de su personalidad.
La historia empezó cuando Alejandra María, mi hijita, dicho sea de paso, sabía muy bien que en casa no queríamos animalitos, y contra la prohibición y voluntad de su padre, o sea de mí, aceptó un cachorrito de perro chusco como regalito. Lo escondió hasta donde pudo y con un histrionísmo de telenovela mediocre con rating, comulgó su pecado, comunicó su dramático thriller de suspenso a puchos:
-Pamela me lo ha regalado porque su papá no quiere animales en su casa, ya tiene suficientes mamiferos que mantener y se van a distraer con el perrito-.
Lloriqueando, muy fingido para mi gusto, con lágrimas de cocodrilo me pidió por favorcito que no sea duro de corazón, que ablande mis sentimientos, que reciba a la criaturita de Dios porque el perrito también era una creación del Señor Todopodero que está en los Cielos Santificados. Con tanto palabreo y llanto, full radionovela me dio la estocada final. Prometió traer buenas notas en la libreta del colegio y cuidar al perrito hasta cuando Dios lo acoja en su seno. Tanta cháchara me quebró la voluntad de hierro y terminé aceptando al ovillo de pelos... y pulgas.
A los días apareció Pamelita, para tomarle el pelo le dije tontamente:
- Hijita el otro día te olvidaste tu cachorrito. ¡Llévatelo inmediatamente!
- ¡No es mío es de Ale, yo se lo he regalado! ¡Además Alejandra ya me dijo que usted ya atracó con el perrito!
Tanta sinceridad me dejó sin respiración, salí a tomar aire fresco al parque, me crucé con el profesor-tutor de las comadritas, de Alejandrita y de Pamelita. Me felicitó por haber aceptado una mascota para Ale. Según los profesores y psicólogos del colegio parroquial era muy bueno que los niños tengan mascotas. Me dio una charla y consejos al paso de como criar perritos y me recomendó un libro sobre razas y pedigree. El único problema es que yo no quería animales en la casa. Me di aliento y fuerzas para aguantar al cuadrúpedo animalito. Al final Ale y su mamita, en complicidad habían salido con su gusto.
Desde el primer día que llegó se le notó su clase y estirpe, claro, era igual a cualquier chusquito pero distinto, tenía en los ojitos, en el comportamiento y en su carácter algún no sé que, algo que lo diferenciaba de todos los demás perros del barrio. Alejandra lo bautizó con el nombre de "Cannabis" en honor a nuestro querido Parque Miguel Dasso. Pasaron algunos días y de un momento a otro veo al bicho pasearse por la sala de la casa como en su casa, era una graciosa motita de lana con grandes bigotes, chiquitito, bonito. Pasó el tiempo y el cachorrito tomaba forma; conforme pasaban los días más malcriado se ponía, no obedecía, él hacía lo que quería, sólo se engreía y lo hacía con bastante decisión.
Desde chiquito rechazó el cariñito, la palmadita; las palabras bonitas lo tenían podrido, le bastaba escuchar frasecitas como: -"¡Qué bonito! ¡Qué lindo! ¡Qué muñeco!"- Miraba fijamente y enseñaba los colmillos sin importarle de quien venía los halagos.
Como jefe de familia di las reglas y normas necesarias para que el perrito no jorobe la pita ni la paciencia. Como primer punto, enseñarle urgentemente donde debía hacer sus necesidades fisiologicas para que deje de pichar debajo de mi sillón favorito.
Y aprendió muy bien. Cada mañana, a temprana hora, ordenaba que le abran la puerta para bajar al parque y hacer su pichi y el dos. Se demoraba justo lo necesario, regresaba de inmediato, tumbaba la puerta para que le abrieran rapidamente, no se comportaba como los otros perritos que sus dueños tenían que corretearlos para meterlos a casa.
El muy comodón siempre buscaba un lugar perfecto para descansar o dormir, usaba los muebles, las camas de los demás. Dormía donde mejor le parecía, en mi cama o se echaba en la cama de mi hijo Rodrigo, ni de vainas utilizaba su camita. Ni bien escuchaba el sonido de llaves con la chapa de la puerta se bajaba de la cama ajena y la barajaba como si no hubiera pasado nada.
En una tarde de verano lo encuentré en mi cama patas arriba, le llamé la atención y no bajó de la cama, con él no era el pleito. Le metí un suave pero escandaloso periodicazo, renegando bajó sobre el pucho. Salí de casa por varias horas, regresé a la hora del lonchecito, toda la familia e invitados estaban reunidos viendo un partido de fútbol del descentralizado nacional, saludé, me dijeron que guarde silencio, saludé a mi perrito lindo, y este miró a otro lado, pasó por mi delante sin saludarme, me dio la espalda; seguía resentido conmigo por la cuadrada. Cannabis me quitó el habla y no me habló por varios días. Lío de perros.
Rodrigo le festejaba y aplaudía todas sus malcriadeces. Un día a Cannabis, joven aún, se le ocurrio comer su hueso en la cama de Rodrigo, ahí no se le resbalaba el huesote y le podia sacar el jugo y hasta el último pellejito. Rigo le festejó la idea -¡Qué inteligente!!- nos dijo.
De adulto se convirtió en un perro huraño y cascarrabias; independiente, sin amigos, sin parejas, ni enamoradas. Cumplió su misión: Orinó un árbol, destrozó un libro y tuvo hijitos con un par de romances de madrugada, nada de obligaciones, no pasó pensión ni un tarro de leche. Pero eso no le quitó meritos, siempre fue un perrito muy inteligente.
Nicolás, Pablo Jaime, Rodrigo, Yuri y Virginia Elena León. Cannabis. María Luisa Palma. Gabriela y Micaela De la Puente. Foto cortesía de Alejandra León Palma. La Victoria, Diciembre, 2000. |
Contra todo pronóstico fue papá. En una noche de luna llena, cuando lobos, coyotes y una veintena de grandísimos perros vagos, maleados y grandotes, aullaban, ladraban, rugián siguiendo a una perrita que estaba en celo. Cannabis también exigió que lo suelten en cancha para pelear su cupo en el encuentro amoroso. Pensé -A este lo matan. Pero perro es perro-. Me acerqué a la puerta, mamá e hija pegaron un grito al cielo, me gritaron que era un desgraciado, qué como iba a dejar salir al pobre animalito, lo podían matar. -¡Lo matarán! ¡Por tu culpa, lo van a matar!- gritaron. Contesté filosóficamente:
-¡Perro cobarde... no procrea... no tiene herederos! ¡No se multiplica! "Bendijo Dios a Noé y a sus hijos y díjoles: Creced y multiplicaos y poblad la tierra" (Génesis cap. 9, vers. 1)"-.
La verdad, no me acuerdo lo que dije, lo que si sé fue que lo que dije tiene el mismo significado pero lo dije con otras palabras. Con palabritas de más grueso calibre. Bueno, solté al animal y nos fuímos a dormir. -Qué pase lo que Dios quiera que suceda- recé. Al día siguiente mi hijita, despierta desde muy temprano, le abrió la puerta. Ale nos contó: -Cannabis tocó la puerta con las justas, tocó a duras penas- nos dijo nuestra apenada hijita. El perro después de la transnochada llegó super cansado, pensamos que lo habían masacrado. Mary lo revisó detenidamente, no le encontró huellas de batallas, estaba limpio, nada de mordeduras. Nuevamente, en la siguiente noche Cannabis volvió a pedir salida, nuevamente le abri la puerta de oro, fue igual, en la mañanita llegó peor y durmió todo el bendito día. En los días siguientes se recuperó. Volvió a ser el huraño de siempre. Después de dos meses nos enteramos que la hembrita había tenido cinco cachorritos y todos igualitos al papá o sea a Cannabis, lindos los perritos.
Afuera, en la calle, Cannabis no le tenía miedo a nada ni a nadie, perrunamente hablando. Era muy loco y muy enérgico. Fajador, mechador, no media a los rivales, se trompeaba con cualquier perro sin distincion de raza ni pedigree, cuidando sus dominios. Tres veces lo vi en plena bronca con unos perrazos, cuatro veces más grandes que él. Dos veces se enfrentó a un Pit Bull Terrier, las dos veces el Pit Bull lo masacró. Lo llevamos agonizando al Hospital de los Hermanos Menores de la Universidad de San Marcos; no aprendió la lección de nuevo en circulación él siguió jorobando; andando cosido, enyesado, vendado, cojo; siguió guapeando. Arregló espacio con un bravo Pastor Alemán. Perdió el encuentro pero sacando conclusión, ganó, no se metieron nunca más con su árbol. Otros perros evitaban pasar por su esquina para no verle su antipatiquísima cara perruna.
Mis vecinos, mi mamá, mis hermanos, sorprendían a Cannabis con algunas golosinas o presitas de pollo cuando él los visitaba. Pero él no se dejaba comprar, sencillamente no dejaba entrar a nadie a la casa. Con un gruñido largo y profundo los detenía en el umbral de la puerta. Nadie podía poner la punta del zapato dentro de la casa porque lo mordía. Las victimas reclamaban pero él cumplía su misión de celoso perro guardián y no le importaba las amenazas. Después de escuchar la orden -Deja pasar- se retiraba a su córner pero siempre atento al desorden.
Un día un vecino me propuso una idea. En una semana disciplinaba a mi perro, él como ex-suboficial de la policia tenía experiencia y manuales de métodos clásicos de adiestramiento de perros militares. Le contesté:
-¿Y yo qué hago? ¿O sea que Cannabis tiene que esperar mis órdenes? Siempre voy a tener que decirle que debe hacer. ¿Y su propia intuición e iniciativa de buen perro guardian se va al tacho de basura? El perro cuida, ladra, se trompea, juega, acompaña, ve televisión... ¿y lo voy a transformar en robot? ¿Para qué quiero un perro sin personalidad? Más claro, lo tengo que pasear, sacar para que haga pichi, caca, decirle que cuide. El sabe su trabajo... y en casa estamos contentos con su desempeño. ¡Muchas gracias, vete a la mismísima!-.
A Cannabis le gustaba tener sus tazones de agua y comida, llenos, y punto. A la hora de almuerzo, pedía su ración golpeando fuertemente su bandeja debajo de la mesa. Exquisito en las comidas, sólo comía lo que le gustaba. Le ponían leche no la tomaba. Le ponían sopita, derramaba toda la sopa y sólo se comía las carnecitas y pellejitos. Metía el hocico en los baldes de comida de los otros perros de la vecindad, y salía corriendo para que no lo pesquen. Si no tenía comida se recurseaba en la calle, aprendió a sobrevivir en las épocas de escases, rompía bolsas de basura. Había que tener cuidado con el animalito porque era muy buen alumno para aprender lo malo. En una oportunidad lo ampayé en el Mercado Cooperativo Palermo, a siete cuadras de la casa, cuando lo miré pensé que era un perro parecido al mio y cuando nos miramos nos dimos con la sorpresa que éramos nosotros y no otros. Me miró, pensó, dio unos pasos en retroceso y avanzó haciendo una media luna a mi alrededor, se puso a distancia y emprendió la carrera con dirección a la casa.
Un casero me contó que Cannabis llegaba de vez en cuando al Mercado. Le dije que era mi perrito. Que en casa tenía su comida y cuidados. Con una sonrisa irónica el casero me contó sus hazañas.
- Es un pendejo su perrito. Se hace respetar, no huye ni mete la cola entre las piernas. Se enfrenta. Jode a todos, a grandes y a chicos. A veces pierde pero se hace respetar el muy sabandija-.
Cuando nació mi nieto Piero Angelo cambió su vida, lo desterraron a un lugar fijo, sin cadenas pero ya no podia pasearse por toda la casa, tenía restricciones muy marcadas. En una discusión de Cannabis con Piero, me puse de moderador para ver quien tenía la razon, cuando me di cuenta que el pleito iba a terminar mal, abracé a mi nieto para sacarlo del peligro. Cannabis me mordió la mano y salió corriendo, desapareciendo. Piero creció y los dos hicieron las pases, juntos fueron dolores de cabeza para la mamá y abuela.
Cannabis. Angiie y Niky León. Parque Miguel Dasso con Pasaje José María Corbacho. Urbanización Residencial Balconcillo. Distrito La Victoria. |
Cuando Cannabis ya era adulto mayor, estaba viejo, todos sabíamos que podía llegarle la hora de la despedida en cualquier momento. Agradecí su presencia, nos unió en momentos de crisis y nos alegró en momentos de tristezas. Sin maltratar la memoria, poco a poco, hice un repaso y recopilación de las malcriadeces y alegrías que gocé con mi perro. En medio de datos y ocurrencias de un momento a otro me dieron la noticia de su desaparición. Quedé vacio, sentí su partida. La mano traicionera de un mal vecino; malnacido, bestia, paria de corazón; se lo llevó como hojas al viento.
En junio del 2009 una triste noticia nos cayó como baldazo de agua fría.
@: Papá... te escribo para darte una mala noticia... Cannabis falleció por envenenamiento el día domingo 7. Tú me llamaste momentos antes de su entierro. No te dije nada, me encontraba muy deprimida y lo único que iba a hacer era llorarte por teléfono. Sucedió lo siguiente... el perrito nos sintió despiertos, lloró para salir. A las 3:20 am lo encontré muerto frente a la puerta... yo, sin poder hacer nada y con un ataque de histeria... lo envolvímos y lo llevamos a la azotea. Al día siguiente lo enterramos en su jardín, frente al edificio junto a su árbol. Estamos averiguando quien a sido el animal que puso el maldito veneno, son varios los afectados. Bueno papá, cualquier cosa te haré saber, cuídate y cariños. Alejandra.
Después de leer la noticia, sufrí para mis adentros. Me dio rabia, cólera, odio; odié con todas mis fuerzas. Mi impotencia fue grande. Traté de mantener la calma en mis escritos con mis seres queridos. No podía dar muestra de flaqueza. Aconsejé lo que mejor que pude.
@Alejandrita, me comunicas que mi querido socio se fue. Estoy triste. Por la forma en que ha sucedido las cosas me da mucha pena. Fue un buen miembro de la familia. Se merecía una muerte natural, era lo justo. Dios sabe lo que hace pero lo que ha hecho ese desgraciado me deja sin palabras. Me acuerdo de sus malacrianzas y de sus exabruptos. Las veces que lo dejabas sin comida, cuando no lo bañaban y olía a mil demonios. Al final se convirtió en mi mascota; almorzaba, conversaba conmigo. Me acuerdo cuando lo castigué y me quitó el habla por un par de días. Cuando me mordió defendiendo a tu mami. Cannabis con su personalidad y carácter, tan igual al tuyo o al mio, nos alegró. Por los bebes, aprovecha limpiar toda la casa, desinfectar, vendrán días mejores. Sólo me queda decir como dicen mis paisanos: -¡Cannabis! ¡Ensuéñate en los cielos! ¡Descansa en Paz Amigo Mío! Niky.
Una viejita andina, antigua caserita del Mercado Cooperativo, preguntó.
- ¿Verdá que ha morido tu perrito malcriado ese?
- Si, envenenado, lo mataron con veneno.
- Desgraciado son, gente mala hay, bastante. Tú no cargar rencor… eso enferma. Mañana, otro día mejor.
Después de varios junios, envié saludos para todos nuestros vecinos y familiares.
@: Mes de Junio, saludos para mis condiscípulos de la gran familia de la GUE Alfonso Ugarte por el Dia del Colegio, Batalla de Arica y juramento de fidelidad a la Bandera Bicolor. En junio también falleció el actor John Wayne, el sabio Julio C. Tello, el prócer Toribio Rodríguez de Mendoza. Oraciones para El Tata, Don Guillermo Palma Danglade y para Don Nikko, Don Nicolás León Cadenillas. De todos ellos seguimos aprendiendo sus ejemplos y lecciones. Abrazos y besos. Niky León.
@: Papá, Te olvidaste de mencionar a "Cannabis"... en este mes de junio se nos fue, mi lindo perrito. Alejandra León.
@: No me he olvidado, para él tengo unas líneas y recuerdos significativos. Nk.
@: Todavia tengo mi zapato roto, jejejeje. Recuerdo de Cannabis. Yuri León.
@: ¡Ese Cannabis era la muerte!!! Me acuerdo q keria pisar a Perlita jajaa.... como se extrañan a los perritos buu!! Gabriela De La Puente.
@: Cannabis perrrito conchasuma... fiel guardian de como joder la vida de los seres humanos. En donde estés Cannabis, Dios guarde tu alma. Xtonvh Chávez Pariona.
@: Sensible pesar de parte mía por Cannabis... un respetable Amén por el hermano perro. Wilder Orihuela.
@: Perrito lindo desde el día que te fuíste, en casa sólo hay silencios y soledad. Se siente tu ausencia. Alejandra León.
@: Nuestro querido Cannabis: "Paz a su Memoria". Niky León.
Parafraseando Lágrimas Negras: "Aunque tú me has dejado en el abandono. Aunque tú has muerto. En vez de maldecir al mal vecino en mis sueños te colmo de bendiciones. Sufro inmensa pena. Siento dolor profundo y lloro sin que sepas que el llanto mío tiene lágrimas negras como mi vida".
"Un perro es la única cosa en la tierra que te amará más de lo que tú te amas a ti mismo" Josh Billings.
NICOLÁS DANIEL LEÓN CADENILLAS
D-Junio/2013.
D-Junio/2013.
1 comentario:
Muy bueno el cuento.
Yo escribí las "Súplicas de Snoopy", una historia de perros.
Te felicito, sigue así.
Saludos
Javier Guerra Díaz.
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