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Excursión por barrancos

Excursión por barrancos
En estas fiestas noviembrinas, mis saludos granadinos.
Mis queridos Ugartinos Valientes "Ayuda memoria": Mil gracias. Niky León.

Con un esplendoroso día de sol radiante el colegio celebraba el Día del Ex-Alumno Ugartino. De paso conmemoraba la Batalla de Tarapacá, única batalla que Perú ganó en la Guerra del Pacífico. Perdimos la guerra por culpa de nuestros figuretes gobernantes. Hablar de valor y heroísmo, de patria con pe y de ejemplo con e, instantáneamente, tenemos las imágenes de nuestros valerosos soldados.

"Por eso recordemos que donde se respira libertad, late un corazón peruano, y donde late un corazón peruano, siempre habrá un soldado peruano".

Sonó la campana, diez de la mañana, empezó la formación en el Patio Central; a los lejos en el Estrado de Honor la estampa del Director General se veía imponente; las autoridades, el cuerpo docente y administrativo, los invitados magisteriales, el señor Alcalde estrenando una belleza de secretaria personal; esperaban la voz de mando; cinco mil alumnos se alinearon en sus puestos; el abanderado de la escolta del colegio levantó el Pabellón Nacional, todos listos para entonar el Himno Nacional al compás de la maravillosa Banda de Música de la unidad escolar. El profesor de música y Director de la Banda de Guerra dio la orden: Un,dos, tres.

"¡Somos libres! ¡seámoslo siempre! Y antes niegue sus luces el Sol, Que faltemos al voto solemne, Que la Patria al Eterno elevó".


Fotografía Archivo: Asociación de Ex-Alumnos Ugartinos

Nosotros, doce primariosos; en completo silencio, camuflados y escudados por una drástica sombra en el pabellón siberiano; esperábamos el momento acordado para correr como el caballo blanco del coronel Alfonso Ugarte, atravesar las canchas de fútbol A y B, llegar a las limitaciones periféricas colindantes, recuperando asi la ansiada libertad. Empezó el Himno de Colegio marcialmente entonado, nosotros super atentos. Nos miramos y sin decir palabra alguna teníamos que actuar rápido, sin pestañear, como se había planeado la fuga con sabor a tondero.

"Gloria, gloria al heroico soldado / que su vida a la Patria ofrendó, / y que alzando el pendón bien amado / desde el morro hacia el mar se lanzó".

Nuestro santo y seña, llegó: "Desde el morro hacia el mar se lanzó". Nos lanzamos al vacío. Salímos de nuestro escondrijo como potrillos desbocados en columna de dos cubriéndonos la maleta. Llegamos al objetivo, tirar muro. Primero trepó el más agilito; esperó y ayudó al segundo; este ayudo al tercero; cuando le tocó el turno al décimo; un par de jaurías de sabuesos de la Brigada Ugartina (Policia Escolar) corrían como los lebreles fantasmas de San Gabriel para dar caza a los fugas. Yo, el decimosegundo, desesperado usé todas mis artimañas, empujé a mi antecesor, me sujeté de su basta del pantalón, con garras pesqué lo alto del muro y de un impulso felinamente brutal brinqué acrobáticamente aterrizando como gatúbelo fauleado en la gran Avenida Central. Me pusé de pie como un resorte para que nadie se de cuenta de mi aparatosa caída, respiré profundamente los aires de libertad. En mancha corrímos como galgos hasta el paradero del tranvía.

Foto Archivo: Tranvialima09.JPG - Tranvía eléctrico interurbano BREDA de la línea "Lima - Chorrillos" haciendo su recorrido -en direccion a Chorrillos- en la Avenida Paseo de la República, en Lima, según una foto de la primera década de los años 60 del siglo XX.

Colgados como racimo de uvas, uno encima de otro en la trompa del acoplado, trenzados en los estribos como ramilletes de fantoches, trepados en las ventanas como adornos de arbolito de navidad; en cada paradero corríamos de un vagón al otro, esquivabando las amenazas y chancadera de dedos -con el picador de boletos- del cobrador cara de loco asesino. Después de mucho ajetreo y aventuras se llegó al distrito de Barranco.

- ¡Primero vamos al mercáo para tener algo pál regreso! –vociferó la Momia-.
- Oe, io no tengo plata.
- ¡Yo tampoco! –se disculpó Carita-.
- ¡Quién a dicho que vámo a pagar, gilazos! –explicó el Negro-
- ¡Vamos a las frutas! –grité yo-.

Nos cuadramos a media cuadra del Parque Zoológico con los bolsillos requeterepletos de provisiones. Entrada no teníamos, esperamos media hora para que llegue más público. Llegó un buen grupo de escolares de un colegio particular en su bus privado, hicieron su cola y entraron. Cada uno de nosotros buscó la manera de entrar, yo trepé un árbol como Tarzán, salté a una pared y de ahí me deslicé a la jaula de los hipopótamos. Caminé haciendo equilibrio por un delgado parapeto, llegué donde estaba el grueso de visitantes. Me mezclé entre ellos, pensé –qué bacán- avancé veinte metros; unos ojos de lince acocodrilados con mal genio y malhumorados me esperaban, eran los ojotes de uno de los guardianes que me había pillado. Retrocedí, me hice el idiota que yo no fui, caminé rapidito, corrí, atrás me siguió mi cancerbero, corrí a la velocidad de la luz, hice mi circuito turístico más rápido que santarosita en picada. Salí por la entrada principal a trancazos. Uno por uno fuímos saliendo, nos acomodamos con dirección a la Bajada de Armendáriz. Faltaba uno, el más jijuna. -Oe, el Negro, ontá?- Nos miramos desconcertados. Dentro del zoo se escuchó los agudos y espantosos gritos de los monos, terribles rugidos de las fieras, grandesputeadas y mentadas de madre de los guardianes. Respondimos en coro. -¡Adentro!- La malla del costado se sacudió como una gigantesca Anaconda, la reja oxidada crujió estripitosamente, palos y piedras volaban por los aires, y como un aparecido apareció el Negro, pálido de pies a cabeza; se aventó como murcielago suicida, cayó como gato herido, dando tumbos rodó varios metros abajo como batracio gordo. Bien golpeado, chancado y arañadazo nos pidió una ayudadita con la mirada, corrímos para auxiliarlo pero un nauseabundo y pestífero bao nos paró en seco. El Negrillo apestaba a mil demonios. Le miramos las super plantas resistentes y durables de sus zapatos Teddy, sin decir palabras nos dimos cuenta que tenía sucio el trasero. Detrás del alambrado los zorrillos encondían las narices observando al perfumado sumo competidor.

- ¡Me soltaron los perros ...!
- Te creemos ... mejor no hables. Ya pasó, levántate ...

Bajamos la bajada peloteando una pelota de jebe rellenada con arena y pasto para que no sea tan livianita. Llegamos a la Playa de Barranco. El Negro se sacó la camisa, se metió al agua y al vaivén de las olas lavó sus calzoncillos y pantalón. Los dejo secar al sol. Se amarró la camisa a la cintura y capitaneó su equipito de fulbito-playa. Terminó la pichanga, no hubo ganador, y en calzoncillos como manada de arañas de mar nos metimos al agua fría. Nadamos en la orillita de norte a sur hasta que alguien gritó.

- ¿Oe, a qué hora es?
- ¡Las tres! –escuchamos una voz que salió de un kiosko de seviche.
- ¡Las tres!! –gritamos asustadísimos- ¡la cagada! ... ¡Vámonos, se acabó el recreo!

Recogimos todos nuestros enseres y en el camino nos alistamos. Regresamos en la misma forma que habíamos llegado, gorreando tranvía. Uno por uno se iba quedando en sus paraderos. Yo me bajé en el Paradero de la avenida Cánada con Paseo de la República. Llegué a casa. Mi mamá, mi papá, y todos los vecinos me esperaban; sabían que yo y una docena de primariosos habíamos tirado muro en la formación oficial. Suerte que no sabían de nuestra excursión por las playas de Barranco. Me castigaron ejemplarmente. Me hicieron jurar. Juré ante el sanmartincito de mi papá y ante los símbolos de mi uniforme escolar; rombo azul, galones e insignia; y con la mano en el corazón prometí hacer mis tareas y planas, cumplir mis deberes sagrados, y estudiar mis lecciones hasta terminar la última página de mi sagrado enciclopédico libro Venciendo.

Recuerdo mefistofélicamente la frasecita de advertencia que nos carraspeaba el señor Director de Normas Educativas, mejor conocido en el Ugarte como El Señor Regente:

- ¡Esperamos que esta anomalía sea el último acto de indisciplina!

En el transcurso de los años escolares juramos varias veces no volver a repetir ningún acto más de indisciplina. Pero jurar en vano no fue el propósito ni la gracia. Solamente he querido resaltar que, las aventuras, caminatas y excursiones extraprogramáticas, de algún modo también fueron hermosas vivencias que supimos aquilatar y compartir muy fraternalmente.

Personajes por orden de aparición:
El Calculador, El Bullero, El Amistoso, Carita, El Recitador, El Llorón, El Gruñón, El Negro, El Japoné, El Dibujante, El Cuco, La Momia.
Actores protagonistas por orden alfabético:
Auqui, Ballón, Sepulveda, Díaz, Lanao, León, Leyva, Mego, Nomura, Reyes, Rodriguez, Velazco.

Nicolás D. León Cadenillas.
GUE AU. Promoción 1969.
Karlsruhe, 2012.

3 comentarios:

Virtual traveller dijo...

Hola Nicolas

Interesante el ultimo cuento!Tranvias, Lima antigua.

JUAN JOSE OLIVERA VALENZUELA dijo...

GRACIAS UGARTINO VALIENTE POR TAN BELLO RELATO DE LOS MOMENTOS VIVIDOS EN NUESTRA CASA DE ESTUDIO Y FUERA DE ELLA ME HAS HECHO REGRESAR EN EL TIEMPO Y RECORDAR MOMENTOS VIVIDOS CON MIS HERMANOS Y AMIGOS DE LA PROMOCION 1970 MI ABRAZO Y MI FE EN DIOS SIEMPRE TE ACOMPAÑE

JUAN JOSE OLIVERA VALENZUELA dijo...

GRACIAS MUCHAS GRACIAS POR RECORDAR PARTE DE NUESTRAS VIDAS