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CAMAS Y COLCHONES de NDLeón

CAMAS Y COLCHONES de NDLeón.
Tú descanso es mi éxito.
Dr. Cochón.

En plena ola de huaycos de la madre naturaleza; desborde nacional de corrupción al por mayor, sobornos, fraudes, narcotráfico, lavado de dinero; acaparamientos y especulaciones; derrumbes de casas; desastres, puentes modernos colapsados; escases de agua potable, víveres, etc. Siempre hay un chisme que contar. Y dice así:

En medio de un paraje tétrico, turbio y desolado, resalta una construcción sombría, ubicada frente a las verduscas playas del oeste e incrustado en el peñón mayor saliente, un inmueble tristemente conocido como el ‘Castillo de la Chapana’; inmueble completamente distante, por no decir muy lejos, de los dioses paganos y del dios cristiano pero muy cerca del famoso caserío “Marquezaso de Balkonciyo”, en el susodicho condominio cada semana se disfrutaba del elixir manjar, presentado en mantel largo y muy bien decorado.

En el asolapado Castillo de la Chapana, los señorones y acompañantes se citaban cada viernes al almuerzo criollo tropical andino. Almuerzo donde solo asistía la crema y nata de la ociosidad, capos de la holgazanería y chismosería. Reunión casi decente con música caliente para rechinar los dientes.



En la gran sala con vista a la playa de estacionamiento, una de las féminas se encontraba sola pero no triste; su fiel esposo se había quedado varado en medio del río Coñete, varado dentro de su auto que flotaba como juguete producto de la fuerte inundación que acechaba la zona. Este comunicó que no llegaría a la reunión del mediodía. Pasaron los minutos. Llegó la hora del almuerzo. La espigada dama atravesó la sala e ingresó al comedor, se le cruzó un delfín moreno pintón y bien plantado. Se miraron y pulsearon.

-¿Eres nuevo por aquí, no?- preguntó la avezada dama.
-¿Qué, no, no me conoces, no sabes quién soy? Para vuestro conocimiento mi bella dama soy una leyenda viva de nombre de pila, Ludovico Cochón, más conocido como El Doctor Remendón.
-¿Doctor en qué?
-En lo que se presente… experto en somieres, camas y colchones. Para relajo, divertimento y dolores. Además, camas eléctricas…
-¿Para electrocutar?
-Sí a eso te refieres, también…
-¿Me acompañas a mi mesa? Estoy sola.

Se tomaron del brazo y entraron al sofisticado comedor. El joven galán saludó a sus amigos íntimos de jarana.

-Buenas tardes a todos. ¿Cómo la están pasando?
-¡Cómo siempre… por debajo de la mesa! ¡Eso ni se pregunta!- contestó uno de los asiduos comensales de los viernes criollos con guitarra y cajón.

La dama se hizo la estrecha como si no escuchara nada. Tenía oficio en el arte de la hipocresía y majadería.

-¿Qué tomas?- Preguntó la dama.
-Para empezar cerveza…
-¿Y para terminar?
-Más cerveza. Soy cervecero.
-¿Cómo te llamas?- preguntó el galán.
-Magaly- respondió la señora con una gran sonrisa de oreja a oreja- ¿Tú?
- Ludovico Cochón. Mis allegados me dicen Doctor.

Almorzaron juntos. Hablaron de negocios, cutras y coimas. De viajes a la China o a la Cochinchina. De pasajes a crédito o al contado. De importaciones y exportaciones. Bailaron y se entretuvieron escuchando los chismes de los presentes. Hasta que el anfitrión se le ocurrió cantar y malogró la reunión. Uno a uno o de par en par los comensales se fueron retirando a sus habitaciones. La pareja decidió regresar a la gran ciudad.

-¿Y los huaycos?
-Hacemos la prueba. No te vas a arrepentir- coqueteó la fina dama.

Se enrumbaron al Cercado Histórico, directamente al distrito populoso, llegaron a la urbanización, estacionaron el auto, subieron las escaleras y se metieron a la casa de la doña inspiración. No había problema, el esposo estaba chequeado por los noticieros que cada minuto informaban desinformando la noticia de los desastres de la costa, sierra y selva. El fiel esposo se reportaba cada media hora por whatsapp, messenger, hasta que se le gastó la batería del celular. Una pena.



El mozo delfín se metió un lavado a la diabla con un baldecito de agua e improvisada esponjita jabonada. Salió limpito a la sala. Tocaron la puerta, sintió pánico, escuchó voces de mujeres y se le pasó. Las invitadas eran cuatro amigas de la señora que cargaban cervezas heladas a discreción y empezó el vacilón. La pareja se disculpó y se metieron al dormitorio nupcial. Las amigas hacían barra y chacota. El estruendo de los colchones, somieres y resortes eran escandalosos como parlantes de ópera rock. Entre brindis y brindis las chicas pericas se tomaron la caja de cerveza. De la refrigeradora sacaron los Six Pack cheleros. Todo el tercer piso era de fiesta y jarana. Repentinamente un manojo de llaves trinó la chapa. Rechinó la puerta de metal. Había llegado el esposo a casa en forma triunfal, la infantería motorizada del Ejercito Nacional lo socorrió reparando el automóvil ipso facto y en forma eficaz.

-¡Magalyyyyyy! ¡Tu esposo ha llegado!- gritaron las cuatro amiguitas -¡Japi berdey tu yú… japi berdey tu yú… cumpleaños felices te deseamos a ti…!
-¡Holas, están graciosas! ¿Qué hay de bueno… mi esposa?
-Ahí está…

La señora salió linda y radiante del cuarto matrimonial.

-¡Amor mío, estas locas creyeron que hoy día es tu cumpleaños y vinieron a saludarte!
-Se equivocaron chicas, mi cumpleaños ya pasó… gracias y chao- recriminó el esposo.
-¿Nos podemos tomar las ultimitas latas del estribo?- suplicó la gitanilla, cotidiana amiguita de juerga a hurtadillas.
-Tomen, terminan y se van. Gracias por todo.
-¿Vas a botar a mis amigas?
-Hoy he perdido todo el día, por poco me muero ahogado, mañana tengo que trabajar… vamos a dormir.

El esposo cargó en vilo a su bella esposa y se metió al cuarto cerrando la puerta con el talón del zapato izquierdo. Tiró a la dama a la cama. Se escuchó un conato de pleito, unas quejas, lisuras, groserías… palabras de amor… silencios… y nuevamente se escuchó un chillar de resortes del colchón, el somier trinó, el catre retumbó en la bendita cama matrimonial. Gritos, aullidos, loba en celo; luna llena; respiraciones entrecortadas, grititos y gemidos. Los minutos pasaban, una de las vecinas tomaba tiempo. La otra preguntaba por el joven delfín guapo. Las vecinitas sonreían como buenas alcahuetas, cuchicheaban de rato en rato, preocupadas se decían. Aplausos, risas, besos, bostezos y silencio. Silencio sepulcral. Algunos ronquidos, unos pasitos y nada más.

Después de media hora no se escuchaba nada, las amigas en la esquina protegidas por las sombras y oscuridad, bastantes preocupadas esperaban el desenlace. Tres de la mañana, el joven delfín pintón había permanecido quietito debajo de la cama nupcial, recibió una señal, y arrastrándose salió de su escondite, se arrastró calatito toda la sala, abrió la puerta con mucha cautela, salió calato con el poto al aire, se puso la camisa sin abotonar, y mientras bajaba los tres pisos se arreglaba, se peinaba, transpiraba, en la vereda se apoyó a la pared, hizo una pausa para ponerse los pantalones y zapatos, las vecinas lo acompañaron hasta la esquina para que huya a su guarida sin dejar rastros ni pistas. Pero desde la casa del frente los chismosos de siempre contaron cada uno su versión y esta versión es el producto final. Y colorín colorado este chisme se ha acabado.

*(Por asuntos obvios hemos cambiado los nombres de los protagonistas).

Nicolás Daniel León Cadenillas
Chillón, 2017.

1 comentario:

Unknown dijo...

Camas, colchones y huidas. Como buen soldado solitario e irreverente metiéndose en líos. Todo tan menos descriptivo pero muy imaginable (ligero pero esencial) identificablemente brechiano y a la ves stanislawkiano. Kike Castillo