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DIONISIO, UN MAL ENTENDIDO de NDLeón

DIONISIO, UN MAL ENTENDIDO de NDLeón



DIONISIO, UN MAL ENTENDIDO
«El teatro tiene una función de socialización de las relaciones humanas. El teatro es solidario, fraterno, comunicativo, amoroso de amor y cuando hay amor no importa el género textual». Nk
Una de las clases extra programáticas que me atreví a discernir en el jardín exterior del local de la Asociación Cultural Teatrando fue cuando hubo una serie de requerimientos ajenos a la idiosincrasia del comportamiento creador del trabajador artista intérprete y ejecutante. Por intermedio de la Mesa de Críticos, a manera de pregoneros, de la XXIX Muestra Nacional de Teatro Peruano nos hicieron llegar el “edicto” que estaba terminantemente “prohibido” descansar en las graderías, sentarse o echarse en el piso de la platea o en el escenario; beber cerveza en latitas; repetir la merienda. Todo esto —“Por respeto a los auspiciadores para que no se lleven una mala imagen de los actores” —. ¿Auspiciadores? ¡Ajá! ¿O sea hubo dinero cualquiera la cantidad? Y los artistas pagando sus pasajes, sus participaciones. Brindando su arte sin recibir un medio. Esto no puede seguir así. Esto debe de cambiar. Pero, estamos en el Perú, señores. Regreso al tema. Algunos artistas quisieron responder a los pregones de las prohibiciones. La Mesa de Críticos no aceptó la réplica porque no era de su competencia. Qué bonito. Toda orden vía virtual, WhatsApp, Messenger, Instagram, Telegram. Siglo XXI.
—¡Atención, atención, por orden del carguyoc se comunica a los presentes!: “El que quiere descansar o dormir tiene los hosteles para descansar” “El que quiere tomar cerveza, tomarlo en la calle” “No pueden repetir el fiambre” “El local institucional es un templo y como tal se le respeta” “Dios todopoderoso tiene el poder para liberarnos de los pecados”.
—¿Compadre, esta huevada es un templo cristiano, evangélico, adventista, presbiteriano? Dígame usted… el hotel está a veinte cuadras…
—No entiendo. El origen del teatro empezó con unas borracheras de la puta madre… averigüemos…
Un día antes una buena cantidad de “teatreros” de los más lejanos rincones del suelo patrio habíamos llegado a la ciudad blanca, cansados, molidos, soñolientos. Por ejemplo: De Yurimaguas, el profesor Luis Alberto Sánchez Niño alias “El Muchik”, viajó por tierra tres días hasta Arequipa; yo, el señor actor, estaba con la columna echa papilla por las veintitantas horas de viaje en un asiento que parecía camisa de fuerza que no pude ni pestañear, y otros colegas, también, estaban en modo zombi por el larguísimo viaje que habían realizado. Mínimo una chelita fría.
A mediodía cuando acabaron los comentarios constructivos de la Mesa de Críticos, varios artistas desconocedores de las “prohibiciones prohibidas pecadoras”, saciaban su sed por el largo viaje con unos largos sorbos de una cervecita arequipeña bien helada. Los Críticos y otros abstemios comunicaron a los sedientos que estaba prohibido beber licor.
—¿Quién lo ha prohibido? ¿No se puede beber cerveza desde cuándo?
—Teatrando, los organizadores, el ‘carguyoc’ lo han prohibido…
—¡Estos están bien cojudos!
Sigo sin entender esa postura vertical de los organizadores. En mis años mozos y de experiencia de actor, director y antiguo integrante del grupo fundador de la Muestra de Teatro Peruano, la “Asociación Cultural Homero, Teatro de Grillos” más conocidos como “Los Grillos” no había visto nada igual. Yo, Nicolás León, participo en las Muestras desde 1975 y nunca he visto una burocratización del grupo organizador. En el teatro la burocratización lo jode todo, corroe, malogra, deshumaniza. En Los Grillos, cada vez que llegaba un grupo de provincia o del extranjero le dábamos cobijo en nuestro local institucional, en nuestro teatro. ¿Dónde dormían los invitados, dónde actuaban, dónde festejábamos nuestras alegrías y llorábamos nuestras tristezas, dónde bailábamos? Respuesta: En el escenario. En nuestra hábitat por antonomasia. En el ‘escenario’ bailábamos el huayno ayacuchano Pirwalla Pirwa, hacíamos un círculo tomados de la mano, en el centro con una damajuana de huashpay en el hombro, la prima voce, la Colina, la actriz Aurora Colina, cantando; los demás, respondiendo en coro. Aurora repartía las copitas del néctar de los dioses andinos, el huashpay, aguardiente con miel. Bailábamos, cantábamos, bebíamos como hermanos.
Qué pena que en esta XXIX Muestra en Arequepay no nos despedimos como en comunidad, como un gran gremio, agarrados de la mano, bailando, cantando, brindando unas copitas de vino, anisado o yonke. Nos despedimos distanciados.
He viajado en giras teatrales por muchos países y nunca vi tal estupidización al cubo. En Berlín después de un gran Encuentro Internacional de Teatro Épico, junto a la Ku'damm, bailamos el tema Zorba el griego con vino alemán. En Bérgamo, Italia, en el Coloquio Laboratorio Internacional del Teatro de los Pueblos, subvencionado por la UNESCO, los artistas provenientes de todos los rincones del mundo, bailamos entrelazados con música catalana y mazurca Italiana, brindando en las pausas con vino Chianti. Conclusión, prohibir lo que es la esencia de los inicios del teatro occidental. Es una idiotez. El teatro nace en Grecia, en honor a Dionisio, con harto vino se transformaban los bailarines y cantores en histriones.
«Tespis, el primer actor en la historia e inventor de la tragedia teatral, cantante de ditirambos, ideó una nueva forma de componerlos e interpretarlos. El ditirambo era una composición lírica, breve, satírica e improvisada, en honor de Dionisio, el dios de la fertilidad y el vino, quien tenía la facultad de liberar a los hombres de su estado normal para sumirlos en el éxtasis a través de la música y el alcohol, razón por la que se le apodaba Eleuterio (Libertador). De hecho, los ditirambos se interpretaban en estado de embriaguez y eran la base de los ritos dionisíacos».
Si el teatro es un templo es en honor a Dionisio, dios del vino, del divertimento, esparcimiento, del juego de la vida. Los que piensan que el teatro es un templo abrahámico dedicado a persignarse, rezar y golpearse el pecho se han equivocado de vocación. El teatro no es un templo de las Buenas Costumbres y Modales de Manuel A. Carreño. Tampoco es un altar a la Virgen de Chapi.
Hay que recordar, que el Nazareno convirtió el agua en vino en una fiesta social bailable hasta las últimas consecuencias. También, que la iglesia conservadora y medieval del siglo XVII ante cualquier manifestación de cultura, inteligencia, sabiduría, arte, ciencias; los artistas y científicos, por su fuerza energética, su poder sanador y su sabiduría trascendental; corrían peligro y el riesgo de ser quemados vivos en la hoguera. El generalísimo Francisco Franco, bendecido por el Opus Dei, en la guerra civil española asesino a miles de personas, entre ellos cientos de artistas, el 19 de agosto de 1936 asesinó a nuestro Federico García Lorca, poeta, dramaturgo y prosista. ¡Qué no se vuelva a repetir!
El actor que bebe una cerveza no falta el respeto a su teatro, ni a su actividad artística. Mientras que el artista no ofenda, vulnere, violente al vecino; respete el desarrollo artístico de otros colegas, con respeto no hay problemas. Según Voltaire «La libertad de uno acaba donde empieza la del otro». Por lo tanto tomar un trago siempre será una bendición para los artistas, artesanos, y para al que nos da la mano. César Vallejo, nos gritó: «¡Ah! desgraciadamente, hombres humanos, hay, hermanos, muchísimo que hacer, y vaya, ¡qué poco hemos hecho!, ¡cuánto queda por hacer!». «Pues bien señores: No olvidéis. No confundáis la realidad con la ficción. La verdad con el engaño».
Tenemos mucho trabajo por delante y solo vez, cojudeces al derecho y al revés. ¡Uníos! ¡Unámonos como hermanos!
*Fotografía: BAL VIC Teatro. Dos funciones en el Teatro Umbral, sala llena. Para el registro histórico nacional solo cinco fotos. Gracias Asociación Cultural Teatrando de Arequipa.
NICOLÁS DANIEL LEÓN CADENILLAS
Lima, septiembre 10, 2022. 

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