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REDADA EN EL PARQUE PANAMERICANA DE LA VIKY de NDLeón

REDADA EN EL PARQUE UNIÓN PANAMERICANA DE LA URBANIZACIÓN BALCONCILLO 3RA ZONA  DISTRITO LA VICTORIA

Para Julio Ramón. Mi querido primo Pequi.



REDADA EN EL PARQUE UNIÓN PANAMERICANA DE LA URBANIZACIÓN BALCONCILLO 3RA ZONA  DISTRITO LA VICTORIA

El super agente secreto XXL, extra large, cumpliendo sus labores de rutina como infiltrado en una clandestina colchonería de Aldana urbanización Santo Domingo, comprobó que utilizaban mercaderías adulteradas a base de alcoholes etílicos de baja calidad, droguerías y porquerías; encontró productos nocivos para la salud y el medio ambiente en paquetes, paquetitos con rótulos para el destinatario de turno: Luis, Hugo y Paco. Junto con licores listos para la distribución y cobranza. Tres días ininterrumpidos como agente encubierto en la mata de la mafia se reportó a su colega el Teniente Bigote y éste a su vez al Capitán Basura, y todo el chismoseo llegó a los oídos del corresponsal de guerra Mister Balán que se encontraba en la frontera de La Pólvora con Parínacochas con destino al humeante y nebuloso Paseo Boulevard Palermo para terminar su recorrido en el Parque Unión Panamericana. Este haciendo una temible operación de recontraespionaje logró que el plan abortara sin que los altos mandos dijeran nada, ni movieran un dedo, ni la tos; a los jefes les importaba un comino toda la labor del agente secreto. Primero pensaban en sus recursos y coimas, dejando para lo último los deberes sagrados de la institución.
¡Acá XXL, reportándose!
¿Ya, qué pasa?
¡Toy reportándome!
¿Quien eres?
¡XXL!
Espera voy a ver la lista de las claves. No’stá, dame tu nombre que yo lo anoto y le digo al Jefe que has llamado ¿Cómo te llamas?
Lyí Gha.
¿Cómo?
¡Gordon Lyí Gha! ... en encubierta soy XXL, MemoRon!
¡Ya! Qué le digo al jefe?
¡Qué tiene que actuar ahorita! ¡Cambio y fuera, güevón!
A los días se realizó una redada en los suburbios del barrunto buscando a los culpables, no encontraron a nadie; según el jefe de dicha división se realizaron los procedimientos adecuados y conforme a la Ley; y todo quedó en el olvido.
Como se acercaba el 30 de agosto, Fiesta de Santa Rosa de Lima, Patrona de Policía Nacional del Perú, los uniformados se pusieron las pilas y querían organizar sus polladas, tombolas, rifas y bailes folklóricos con la colaboración de los vecinos. Sin que les cueste de la suya, como siempre; los vecinos tenían que pagar los platos rotos, comprando los boletos, tarjetas, etc, a los señores de la ley.
El Presidente de la Junta Vecinal Comunal del Sector V de nuestra localidad, el ingeniero pelado comodín disfrazado, cuando fue a palabrear al Mayor Comisario para que se haga presente en la reunión comunal de inquilinos y propietarios, organizada por su directiva; pidió al Jefe que lo ayude a engatusar a los vecinos y le caía su parte. Era muy importante que acepten las compras fraudulentas realizadas en el centro comercial electrónico de jirón Paruro, los artículos parecían nuevos pero en realidad eran de segunda reparaditos en carretilla y pintados en el suelazo: Un par de alarmas, dos docenas de silbatos infantiles y bolsitas de pica-pica; artículos sobregirados en valor con facturas bamba del jirón Azángaro; el representante de la Ley y el Orden, muy acomedido y muy serio, preguntó al pelado:
¿A todo esto, cuánto hay para mi?
Una botella de whisky importado cigarrillos de marca, extranjeros, por el momento.
¿Eso es todo? ¡Oiga! ¡A la policía se la respeta!
Mi Mayor después se verá con la colaboración de los asistentes.
¡Repita la fecha, hora y lugar de la actividad para anotarlo en mi agenda!
La realización del simulacro de asalto y robo con la efectiva intervención de las fuerzas del orden , la inauguración de las alarmas para los casos de emergencias, la sopladera de los silbatos como arma de comunicación para intimidar y ahuyentar a los malhechores y para terminar, terminamos el programa con el brindis de honor con todos los presentes; será el 28 de Agosto a las veinte horas, ocho de la noche pe eme en el Parque Unión Panamericana cruce con la Avenida De las Américas en las canchitas de fulbito y centro de esparcimiento.
¡Cuente con nuestra Participación Ciudadana, ahí estaremos puntualmente haciendo respetar nuestro lema: «El Honor es su Divisa».
Cuentan los capos de la mafia que en el Parque Unión Panamericana se realizó la reunión del Sector Comunal con la asistencia de doce directivos y vecinos de la localidad. La reunión tenía por finalidad mejorar el control insuficiente sobre las ventas de insumos y aditivos; sandwiches y anticuchos; licores y emolientes, pan con relleno y caldo de gallina. Nada de perversión. El más más de la Comisaría, llegó vestido de civil para pasar piola y pasearse por el barrio sin hacer roche y poder chinear; cuando los noctámbulos lo ubicaron quien era, le tomaron fotos digitalescerebrales, gigantografías de pies a cabeza. El Jefe tomó la palabra a nombre de la PNP e impresionó a los presentes cuando manifestó:
«La Participación Ciudadana es la piedra angular en la lucha contra la corrupción. Juntos tenemos que desmitificar y erradicar lo negativo de la PNP, el lema de la PNP es: Vida que protege tu vida y no al cholo le meto palo y al blanco le cobro coíma o el policía es bien macho y no tiene miedo o el que me da la contra va preso, si no te matriculas te siembro y te jodo. Yo soy un policía operativo y conozco como piensa el policía. Juntos tenemos que promover la figura del policía comunitario, estrechamente vinculada al ciudadano, para que goce de un alto grado de aceptación y confianza ciudadana, que mantenga la naturaleza civil de su función, con una estructura jerarquizada que asegure su disciplina y el oportuno cumplimiento de las normas operativas».
Los mirones, sapos y público en general aplaudieron, muy sorprendidos, pero en el fondo todos pensaban que hablando no iban a solucionar nada, siempre lo mismo, bla, bla, bla, promesas, palabreo, mecida y lo mismo. Gran hueveo al populorum.
¿A qué hora es el simulacro con sirenas, silbatos y toda esa cojudez?
¡Por favor! ¡Respeta a las autoridades y a las damas!
¡Esas tías de jóvenes han sido jugadorazas profesionales! ¡Pendejas! ¡Son de la promoción de mi papá, mi papá las conoce como han jugado su pelota! ¡Han sido bravas!
¡Por favor te puedes callar la boca!
¿A qué hora empieza la función? ¿Qué es, una parodia o una chistosada?
¡Dentro de quince minutos va a empezar el simulacro! ¡Pasa la voz por favor!
Y mientras la autoridad pregunta, dime carita sucia si es cierto lo que dices de las señoras y cesa de gritar; el Sargento recibe una carta por lo bajo con un sencillo, la gente acalorada por la tardanza de la maniobra. El más más tomando una copa de vino entre los dedos, vino tinto para la sed, escuchó y todos escucharon el ruido de un motor acelerado, el auto pasa delante de la tribuna, raspando al público presente, a toda prisa, el chofer pisaba fierro a fondo.
¿Quién mierda a dado autorización para empezar el simulacro? bramó el Jefe.
¡Yo no sé señor!
¡Llama a Quétzon Gilpa!
El sargento está en la otra esquina con sus amigos de barrio.
¡Llámelo urgente! ¡Quién mierda a dado la orden, carajo!
Ni bien había terminado de decir sus lisurotas el Mayor de la tombería; atrás venía un cincuentón, jaleando, sudando, desmayándose, corriendo hasta las güevas, llorando, gritando con todo lo que le daba sus pulmones:
¡Rateros! ¡Mi autoooo! ¡Me han robado mi autooo! ¡Ayuda por favor! ¡Un carro, un patrullero para seguirlos! ¡Por amor de Dios! ¡Conchasumaaaare¡ ¡Policiiiaas! ¡Policia! ¡Socooorro!
El público y los mismos policias aplaudían la desgarradora interpretación del gentil hombre. Dramáticamente parecía real 
qué tal actuación del sujeto pensaron todos los presentes. El Jefe se levantó de su asiento y aplaudió con fuerza. Dando ánimos al señor «actor».
¡Esa es la Policia Nacional del Perú! ¡Sí, señores! ¡La PNP! ¡Al servicio de la Comunidad! ¡Juntas Vecinales y Participación Ciudadana! ¡Juntos para erradicar la delincuencia y corrupción en la Urbanización Balconcillo de La Victoria!
El asaltado mirando al Jefe desde la pista se acercó lentamente jadeando a la mesa; se acercó tambien el Técnico que tenía que apoyar en el patrullero el simulacro, haciendo la pregunta de rigor a la víctima.
¿Por dónde ha ido el carro, en qué esquina se ha cuadrado para hacer nuestra parte y seguir con el simulacro?
¡Qué simulacro, ni qué simulacro, güevón! ¡Es mi carro y me lo han robado de verdad! ¡Tú y tú simulacro de mierda se van a la putaquelosparió! ¡Estoy gritando, carajo! ¡Toy llorando! ¡Y ustedes que me aplauden! ¡Sarta de imbéeciles! ¡Qué policia Dios Mio! ¡En el Perú sólo ocurre esta cagada!
En ese momento pasa otro carro tocando la bocina, no tan veloz a media marcha, la gente mira y el chofer sacando la cara por la ventana, sonriendo, grita:
¡Me estoy robando el auto! ¡Jo, jo, jo! ¡Qué fácil!
El tombo preguntón corre al Patrullero Simulador; prenden el patuto y la sirena; aceleran, del auto sale una gran bocanada de humo, parecía un tren a carbón y empieza a avanzar en la dirección del auto robado a dos cuadras el patrullero se planta y corriendo nuevamente el mismo policia se acerca a la tribuna y le dice a su Mayor.
¡Jefe! ¡Nos quedamos sin gasolina! ¡ Hay que esperar un ratito!
Los policias del patrullero y el ratero del auto robado del simulacro empujan el vehículo hasta el grifo más cercano, haciendo chancha y pidiendo una colaboración con alguito al administrador del servicio de gasolinería. Después de una larga pausa regresaron al lugar de los hechos de la ficción, llevaban al ladrón enmarrocado y éste pidiendo perdón que ya no lo iba a volver hacer. El público se cagaba de risa. Era bastante chistosa la parodía.
Alguien dio la señal y sonaron el par de alarmas por unos minutos, las tías de la Directiva sacaron sus pitos y silbatos y empezaron a silbar todas cojudazas; regalando unos pititos de fiestas infantiles y bolsitas de pica
pica.
Para terminar, a todos los asistentes, inclusive a los señores murciélagos, a los señores de la noche, a los ahumadores, sahumeriodores, inciensodores, transformes y RoboCops, les alcanzaron su copita de plástico servida de una lija barata para realizar el brindis. 
—Mejor es el vinagre de mi casa dijeron los tíos invitados honorarios.
¡Salud por Balconcillo! ¡Salud por La Victoria! ¡Salud por la PNP! ¡Viva el Perú!
Cuando terminó la reunión, los vecinos del grupito Juntas Vecinales con su presidente, el pelado tramposo y tránsfuga a la cabeza (past
postulante en las últimas elecciones para vicealcalde). Se vendió por veinticinco centavos de camote al opositor del bando contrario; acompañaron al Jefe Mayor Comisario a su vehículo de su propiedad; nuevecito y de buena marca, un BMW, como si le sobrase el sueldo, se dieron con la sorpresa, descaradamente sorprendente que la puerta del piloto del lujoso auto estaba abierta, la guantera con los papeles desparramados, no había radio CD, ni espejos ni las cajetillas de cigarrillos rubios de contrabando, además había desaparecido la botella de scotch whisky de cinco litros que una hora antes se la habían regalado por su presencia al acto de honor. Faltaba también las cajitas de fósforos, dos encendedores y un rollo de papel higiénico.
El Jefe preguntó a los curiosos:
¿Alguién a visto a los sospechosos y en qué momento?
¡No hemos escuchado ningun ruido raro, todo igual, los gritos, correterías, las carreras, un derrape, un disparo y el descerraje de una puerta! ¡Todo normal!
Inmediatamente al Jefe máximo responsable de la Comisaría; los espias, los revendedores y sérvices correcaminos traedores (los que llevan y traen) le comunicaron que los choros eran de la emblemática Avenida De las Américas, que sin ser una vía peatonal se camina mañana, tarde y noche; al capo policial le dijeron que en simultáneo con la parodia le habían hecho la cagada. El Mayor con dos adjuntos fueron a transar a la cuadra 9, al nido de los roedores, en la puerta del llonja los lechuceros no le pararon bola porque estaba sin uniforme.
¿Y cómo sabemos que tú eres policia si taz de civil? ¡Idiota! ¡Policia y te dejas robar! ¡Güevonazazo! ¡Cojudazo! ¡Puta, qué eres general!
El Jefe máximo se retiró a su dulce hogar enojadísimo, dió las ordenes pertinentes, dejando un Patrullaje motorizado, dos motos; cuatro tombos en un patrullero y dos técnicos en bicicletas, uno en patines online, y varios a pie; para que controlen el Llonja y sobre todo a los informales; chequearlos para que no puedan chambear, ni entrar ni salir libremente, joderlos en los negocios de última hora. Al día siguiente no había arreglo y un nuevo patrullero hizo la posta y asi sucesivamente hasta donde yo sé. El santo y seña en cada esquina para tener cuidado de los policias, al caminar, era:
«Dicen que la zona está muy triste desde que perdiste, tu radio y tu cassett».
Hasta el momento todo sigue igual, sin arreglo, las calles solitarias y abandonadas, los patutos del patrullero cobrando puntualmente el cupo a los microcomercializadores, los motorizados cobrando por ver y por no ver. Los demás policias haciendo sobretiempo, cachueleando en lo que sea para que su mísero sueldo alcance en el mes. Escuchando testimonios de algunos residentes:
«Pese a que también se cuenta con el patrullaje del serenazgo del distrito y de los vehículos que fueron entregados al Municipio de La Victoria como parte del programa El Patrullero de Mi Barrio y ejecutando el Plan Telaraña». «Todo sigue igualito». «Me gustaría que la imagen policial renazca cual Ave Fénix y que algún día la Comisaría sea un lugar que proteja».
Saludos, después hablamos, hasta la próxima juerga.
NICOLÁS DANIEL LEÓN CADENILLAS
Núremberg, 2009

MARY TIRAME LAS LLAVES de NDLeón

 ¡MARY, TÍRAME LAS LLAVES! de NDLeón

Dedicado al super agente del recontraespionaje urbano, Vicente Edward Véliz Rojas, The Chef Chato Edgar.
Llegaron como una jauría de hienas, se escabullieron aprovechando la oscuridad de la noche, de los focos descompuestos y de otros focos lapidados; se deslizaron sigilosamente como animales depredadores rapiñescos, ocultos e invisibles para el ojo inocente, esperaron, murmuraron; ellos, los enemigos del orden público, de la verdad y de la honradez. Las licorerías y todos los establecimientos comerciales habían cerrado, oscuridad en las avenidas y calles. Paró el microbús Comité 23M Santa Catalina, bajé a la volada con el pie derecho en la esquina de siempre, Avenida Palermo con Los Diamantes, no había nada ni nadie, pausadamente me dirigí a mi casita, a mi rico parque Miguel Dasso; atravesé la pista búlevar, caminé veinte metros más, y de la nada aparecerieron cobardemente cubiertos de negro los mutantes depredadores, me rodearon, uno con pistola en mano me increpó.
—¡Papeles!
—¿Qué? ¡Yo vivo acá! ¡Se han equivocado!
—¡Las manos en la nuca! ¡La cara a la pared!
—Vengo de trabajar!
—¡Calla mierda! ¡Tus papeles! ¡Colabora, carajo!


El buitre me apuntó con el arma, me estrelló contra la pared, y los otros comenzaron a escudriñar mis bolsillos.
—¡No te muevas, mira la pared o te cagas conmigo! —gritó el cobarde.
—¡Se han equivocado!
—¡Calla mierda! —gritó su compinche.
El más avesado me estrelló la frente contra la pared, increpó:
—¿Y esto, qué es? —preguntó sosteniendo una bolsita.
—¡Qué será! ¡No es mío!
Requisaron la secreta, según ellos encontraron otra bolsita.
—¡Sí que eres bueno! ¡Habla!
—¿Qué?
Me sacaron la billetera, la rebuscaron, la desplumaron, quise protestar, sentí la Smith & Wesson calibre 38 en la mejilla. Veo como se reparten y guardan mi dinero en sus bolsillos. Se alegran como en fiesta infantil.
—Oiga, ese billete es... —recibí un rodillazo en el muslo.
—¡Es el producto de la droga, pasero de mierda conchadetumadre!
Muy bonito, resultó que yo era el malo de la película, me sembraron con cojudeces. Reclamé con miedo, recibí un cachetadón, murmuré:
—Ahí tengo más de doscientos dólares, y billetes de ...
—¡Camina, al patrullero! —me quedé mirándole la cara de reojo.
—¡Qué me miras hijodeputa! ¡Jefe, éte a la Comisería!
Con un golpe seco de cacha en la cabeza me zamaqueó y jaloneó hacia la camioneta.
—¡Te haces el güevón, tenemos las pruebas del delito, estás hecho!
Cuando los agentes del Escuadrón de las Águilas Negras de la Policia Nacional del Perú abrieron la puerta de la camioneta 4X4 policial, adentro apestaba a mierda, atontado me di cuenta que atrás habían dos detenidos esposados que se habían hecho la caca de miedo. Lloraban tímidamente.
En la Comisaría a punte golpe nos pusieron en fila para que nos hagan el parte de rigor. En ese momento éramos un grupo de diez personas. Uno de los detenidos miró al fondo de la oficina, susurró con los ojos rojimios por el llanto.
—¡Puta, el Chésu está de jefe!
—¿Qué? - pregunté lo más bajito posible.
—¡Chésu del Solar es una remierda!
—¿Quién? -
—¡El Comanche!
Miré disimuladamente al fondo de la oficina. Observé al Mayor Comisario, un flaco alto, dueño de una delicadeza y de violentísimos modales acabrados que me sorprendió. Tenía una mirada hipócrita evasiva de cobarde malo. Miró soslayadamente al grupo, se acercó a media distancia, le alcancé decir una palabra.
—Jefe, un minuto de su tiempo por favor.
—¡No quiero bulla, silencio!
Pasaron dos horas, los demás estaban en cana, yo seguía en el patio sentado en una banca. No me habían interrogado para el parte. Completamente mudo veía como entraban, salían, como cuchichaban, hasta que por fin el jefe se me acercó.
—¿Un minuto, qué quieres?
Hice un silencio sombrío, respiré recontramalhumorado pero con miedo.
—A mí me han sembrado y me han quitado toda mi plata, mis documentos, mi celular...
—¿Cuánto?
—Doscientos diez dólares, once billetes de veinte soles, y ripio.
El comanche giró bruscamente; buscó y encontró al valentón recostado en la gruta de la Patrona Santa Rosa; la Santita de vergüenza se había cubierto el rostro con su santo velo. El Jefe con su afilado y largo dedito índice llamó al subalterno, ingresaron a la oficina, un par de gritos y nuevamente silencio. De la oficina salió un tombito de grado inmediato inferior, señalándome primero, gritó, luego me miró con una risita estúpida:
—¡Queda!
El patio mal iluminado con un foco de 60W; jóvenes barriendo; trajeron más jóvenes de diferentes estratos sociales, ellos bien obedientes hacían cola para firmar los partes policiales fraguados con desparpajo, grosería y desfachatez. Las respetables autoridades escribían una cosa y la realidad nos decía otra. También habían otros detenidos sentados en el piso y cabisbajos. A todos los detenidos el miedo nos cubrió como un manto negro. Después de una larga espera, Chésu del Solar, el Comanche, me entregó mi billetera jironada con mi DNI.
—Puedes irte. Da gracias a Dios que te estoy dejando libre.
—A esta hora en la calle me matan, necesito pasaje, un taxi sería lo más sensato.
—¡Reza, encomiéndate al Señor Dios Omnipotente, burro de pacotilla!
Salí de la 12° Comisaría, tardísimo, agarré prolongación Andahuaylas; rezando y a paso acelerado regresé a mi barrio. A BalconCity. Llegué a las cuatro de la madrugada, cansado, asustado, golpeado pero vivo porque si hubiera llegado muerto habría sido en hombros y con un bonito terno de madera. Es una lástima decirlo pero estos desgraciados de la policia nacional saben matar gente inocente. Llegué a mi pasaje, me cuadré en la reja, grité, golpeé la reja varias veces con una piedrita, nada ni nadie. Caminé dos cuadras hasta llegar a la reja principal del Parque Dasso, igual, llamé, golpeé la reja con una piedra más grande; por el centro del parque, frente a la Cruz, se encontraba la figura de Don Luis Alberto, como siempre se hizo el ciego y sordo; él, Don Luis Alberto cuidaba el agua en el día, en las noches regaba el verde y bien solapa llenaba las enormes cisternas del edificio donde vivía, inmueble endeudado con cerros de recibos de agua, gracias a sus inquilinos y propietarios morosos y conchudazos. A sus espaldas los vecinos rajaban que robaba el agua a SEDAPAL, otros decían que el agua era de la Municipalidad; otros lo insultaban porque no compartía el robo. Por fin el guachimán se despertó, ingresé al Condomio Miguel Dasso, atravesando el parque vi a una joven madre de familia arranchándole la manguera al acuático ladrón bueno:
—¡Agua que no has de beber, compártela miserable, agua para tu molino eso si... hijo de tu madre!


Llegué a mi edificio, sin llaves, sin celular, sin que nadie se apiade de mí. Disimuladamente grité bajito a las ventanas del segundo piso de mi casita:
—¡Mary, tírame la llave!
Repití la acción varias veces, subí el volumen, golpeé la reja de mi edificio, grité con más euforia, en el climax de las llamadas solté un lamento aterrador gritando una lisurota; se abrió la ventanita de mi cuarto. Mi bella y linda esposita sacó su cabecita, me observó con cara de bruja, se retiró, me quedé mirando la ventana, y zuácate, me lanzó el manojo de llaves como si fuera la piedra de David frente a Goliath, con las justas dí un saltito para atrás y las llaves pasaron cortando el aire de mi perfil greco-victoriano, estrellándose en la vereda y marcando las siluetas de las mismas con chispas de fuego. Rapidamente recogí las llaves, miré a todos los rincones y confines del pasaje y del parque, nadie. Súbitamente abrí la reja del edificio, trepé la escalera y entré a mi casita agotado y agitado en mi alma.
—¡Por poco me matas con las llaves!
—¡Y tú nos vas a matar con tus escapadas! ¡Sinvergüenza! ¡Dónde te habrás metido!
—¡Los policias me llevaron a la Comisaría!
—¡Ese cuento cuéntaselo a tu abuela! ¡Ni mentir sabes, idiota!
Tratar de explicar era cosa de locos. Después de dos horas de pestañeo, salté del sillón, una afeitada a la rápida y salí a la calle con dirección al trabajo. Observé mi lindo pasaje, pensé —de madrugada es otra cosa — y desde el cielo escuché una inconfundible voz de mi vecinito del edificio del frente, imitándome:
—¡Mary, tírame la llave! —soltó una risita cachacienta y tiró un golpe de ventana.
Caminé dos cuadras hasta la carretilla de los agachados para tomar mi desayuno, todos los vecinos en mancha en vez de buenos días, me dijeron:
—¡Mary, tírame la llave!
Nadie me creyó la odisea con los delincuentes y corruptos de la Policia Nacional. Hasta el momento todos creen que llegué tarde por culpa de un vacilón, y todo eso por culpa del chismosón de mi vecinito El Chato Bocón.
Al final la vida sigue igual... corrupción, chantajistas, secuestradores, estafa o latrocinio calificado. Vulgares delincuentes, delincuentes con saco y corbata, engaño, mentiras, promesas incumplidas; muerte y asesinatos. Para mí la cancioncita de Sandro nunca pasará de moda:
«¡Al final la vida sigue igual! / El tiempo y el destino me han golpeado sin cesar / Más yo sigo adelante, sin dejarme doblegar / Pues no vale llorar, tampoco suplicar, hay que pensar que todo pasará / Y aquí ya ves, yo estoy y río igual / ¡Al final la vida sigue igual!».
NICOLÁS DANIEL LEÓN CADENILLAS
Karlsruhe, Abril, 2009.

EL DOCTOR JUAN DE DIOS MAYTA LIMA de NDLeón

 EL DOCTOR JUAN DE DIOS MAYTA LIMA de NDLeón




EL DOCTOR JUAN DE DIOS MAYTA LIMA
Nací en la Maternidad de Lima, ochomesino, enfermito con yaya, no nací como mis amiguitos de los años ‘50, fuertes y atléticos. Yo por mi parte por fuera, físicamente, se me veía excelente, bonito, un querubín; por dentro con malagüero. Sufría de dolencias en las vías respiratorias, un cuadro de principio de sinusitis; este mal me bloqueaba la respiración y me quebraba en medio de los juegos infantiles; fulbito, la pega, ladrones y policías, etc. Tenía problemas con el hígado, «enfermedad hepática», en un tiempo, creo que cuando estaba en cuarto de primaria, recibí cada ocho horas unas inyecciones que me dejaba el poto morado. Aparte tenía otros males. Gracias a mis múltiples dolencias físicas, motoras, conocí a mi médico pediatra señor Juan de Dios Mayta Lima, que de niñito fue el que me resucitaba de todos mis males terrenales. Mamá me llevaba en taxi a cada consulta. El consultorio quedaba en la Plaza Bolognesi. Cuando comencé a ir solo para el chequeo preventivo y por mis dolencias que aparecían de vez en cuando tomaba el ómnibus Línea 27 de Lince al Rímac; me orientaba mirando al monumento de Francesco Bolognesi, el consultorio quedaba justo en el segundo piso con dirección a la espalda de la estatua.
El doctor Mayta Lima era provinciano, hijo de un pueblito perdido en los Andes. Egresado de la Facultad de Medicina «San Fernando» de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Y era doctor de verdad, tenía doctorado.
En una oportunidad, yo ya bastante mayor, conversando con Mamita sobre el doc Mayta Lima, me contó que mi tíita Alicia León de Chihuán, esposa del tío chupaquino de Chupaca de Junín, Herculano Chihúan Aliaga, es quien había recomendado al galeno. Los esposos Chihúan-León tenían varios hijitos, mayores y menores que yo. Mamelena era principiante como mamá. Me tenía a mí y a mi hermanito Pedro Alberto que dicho sea de paso era mucho más sano que yo. Y así siguió la cadena, mamá lo recomendó a sus comadres, vecinas y amigas. El doc llegaba al barrio por las diferentes emergencias.
Cuando estaba por llegar a la edad de catorce años las consultas médica eran amicales.
—Mi querido Nicolás Jr. yo soy amigo de muchos años de tu papá, amigo de barrio y amigo antagónico en las justas políticas, tu papá de izquierda, yo no. Pero nos respetamos, cada uno con su ideal. Bueno, como ya creciste te voy a recomendar a un colega. Ya eres un jovencito, necesitas otro tipo de especialista. ¿Qué piensas estudiar después del colegio?
—Arte. Escuela de Bellas Artes…
—Es difícil vivir del arte, el artista no es bien pagado… mi vocación es fuerte, pero yo vivo de mi profesión.
El doctor Mayta Lima sacó de su bolsillo una llave antigua, abrió una puerta doble. En el centro de la sala se lucía un gran piano de cola. Sonrió, se sentó cómodamente en el banco y empezó a tocar música clásica, valses, boleros, polkas, música criolla y huaynos. Todos los pacientes en espera aplaudieron, pedían más, sabían de las artes musicales del doctor Mayta Lima.
—¡Carajo, era concertista! Y de los buenos…
Gracias a sus estudios de medicina humana el doctor Juan de Dios hacía ayuda, labor social. Antes de retirarme definitivamente de sus consultas me di cuenta que sus pacientes eran seleccionados según la billetera. Su auxiliar, asistente, recepcionista nos dirigía a nuestra sala de espera correspondiente. Una sala, la de la derecha, grande, era la espera de los humildes, de sus paisanos, ellos no pagaban nada. Otra sala, la de la derecha era la que nos tocaba a nosotros, los misios pero con oficio. Y la sala del centro, entraban sin espera, de frente, sin ver a los demás, eran los del billete.
—¿Mamá, te acuerdas del doctor Mayta Lima? —.
—Me lo recomendó tu tía Alicia. Yo te tenía a ti y a Pedro. Estaban pequeñitos. El doctor llegaba silbando, cantando, sus canciones de su tierra a la casa de Lince, de paso chequeaba a los niños del callejón. Era prieto, mediada estatura, muy simpático, de buen hablar, un caballero. Mayor que yo, menor que tu papá.
—Yo no recuerdo en que momento me sanó, mira, sigo sanito hasta ahora. Gracias doctor Juan de Dios Mayta Lima, estés donde estés, gracias.
* Fotografía: «San Fernando», histórica Facultad de Medicina de la UNMSM. Nuestra gratitud a esta antigua escuela de medicina y a sus eminentes médicos.
NICOLÁS DANIEL LEÓN CADENILLAS
Lima, 2023
 

SE CUMPLIÓ EL OBJETIVO de NDLeón

SE CUMPLIÓ EL OBJETIVO de NDLeón

Manifestación en la avenida Abancay, miércoles 4, enero.
Créditos: Paolo Zegarra / URPI - LR

SE CUMPLIÓ EL OBJETIVO

Hay idiotas que siguen con la matraca que con un gobierno
de izquierda nos íbamos directo al abismo del mal, del infierno,
del averno, como la Cuba de Fidel o la Venezuela de Chávez y Maduro,
o la Argentina, campeona del futbol mundial FIFA Catar 2023.
Hasta donde yo sé, nunca hemos tenido un país socialista mucho
menos comunista. Ni nacionalista llegamos a ser.
La China de Mao no es comunista.
Rusia de Putin tampoco es comunista.
Ya no hay comunistas en el mundo entero.
Para orgullo de muchos somos un país bananero, que lindo,
capitalista que hasta el momento no somos, ni remotamente,
industrial, ni potencia mundial.
Qué alegría vivir en un paraíso lejos del asesino comunismo.
Qué felicidad, que el neoliberalismo nos quite, nos ahorque y nos mate.
No hay medicinas, no hay hospitales.
No hay cultura, no hay educación. ¡No hay circo!
Por la cutra no hay futbol, al menor encontrón nos eliminan en prima.
Gracias a dios que no nos “morimos” bajo el mandato de un ateo.
Dichosos porque nos vamos al cielo bajo el gobierno de un siervo del señor.
Lo dice un juglar del bar de la esquina.
Reniego del autoritarismo, odio la esclavitud, explotación y corrupción.
Ya se cumplió el objetivo. Vacaron al profesor.
Chévere, pero el pan sigue igual, cada día nos dan menos por un sol.
El gas sube. ¡Carajo, la cerveza también sube!
El salario mínimo sigue igual.
¿Entonces, en qué quedamos?
El mal fue extirpado, ahora tenemos a la señora Dina, la que
ha dado propina a mermeleros, faites, atorrantes y cuatreros.
¿Los precios de alimentos, insumos, canasta familiar, se mantienen igual
que cuando estaba el “analfabeto de los cerros” en el sillón presidencial?
¡Putama’re que no entiendo nada!
Treinta muertos y todo sigue igual.
Con la bendición del pastor de dios.
Que prestó los techos para un francotirador.
Recuperamos la democracia, gracias al divino dios,
honramos nuestra patria y festejamos en familia,
bendiciones a la gloriosa policía nacional,
fuerza armada; ejército, marina y aviación;
por traernos la tranquilidad celestial.
*FOTOGRAFÍA:
Manifestación en la avenida Abancay,
Lima 1, miércoles 4, enero.
Créditos: Paolo Zegarra / URPI - LR
NICOLÁS DANIEL LEÓN CADENILLAS
LIMA, 2023

GALLINAZO NO CANTA EN PUNA de NDLeón

 GALLINAZO NO CANTA EN PUNA de NDLeón


Nicolás León como Porthos en Los Tres Mosqueteros


GALLINAZO NO CANTA EN PUNA

De Kindergarten hasta tercero de primaria participé en todas las actuaciones de mi escuelita fiscal. Mi mamita siempre en primera fila me aplaudía y se emocionaba hasta las lágrimas, me comía a besos y me repetía amorosamente al oído que yo era el mejor. En mi chiquititud me sentía en el cielo como el mejor tenor lírico—ligero del Perú y del mundo, como mi ídolo Luis Alva, conocido internacionalmente como Luigi Alva.
Por iniciativa de la tía María, ferviente devota de la cultura musical criolla, zarzuela y operetas; todos los sobrinos—nietos teníamos por obligación, más que por ganas, participar en el Coro de nuestro callejoncito ubicado a varios cientos metros de la Asociación Cultural Musical Domingo Giuffra en el Distrito de La Victoria; el responsable de los ensayos era nuestro primo Claudio, experto guitarrista de peñas y procesiones. Repetíamos dale que te dale al compás del tunnn de te, tun de te de su guitarra jaranera de la guardia vieja; ensayamos los valsesitos de antaño: «Madre» de Manuel Acosta Ojeda; «Luis Enrique, el Plebeyo» «El Huerto de mi amada» y «Bouquet» de Felipe Pinglo Alva y como fin de fiesta Claudio en un solo de guitara, la hacía llorar a la pobre, con «Anita», «Olga» y «Digna» emulando al maestro Pablo Casas.
—¡Este guitarrista toca con el alma porque cuerpo no tiene!
Todo el gran preparativo se hacía para el día del cumpleaños de nuestra mecenas, la tía María, por sus octogenarios años.
—Primito, tu ponte en la fila de atrás, en la última fila, tienes que cantar bien bajito, así me ayudas, y escucho a los otros cantar, tu eres un «Bajo» por lo tanto tienes que cantar bajo, bajito, despacito bien despacito. ¿Ya? ¿Has entendido?
—¡Sí!
Las veinticuatro horas del día de todos los días me la pasaba cantando; cantaba en la carpintería de mi tío, en mi casa y en el callejón con mis vecinos; cantaba los valses de Radio Nacional del Perú:
—«Trokimoki trokimoki, acutacutacutacu, acurrucucú paloma, échale caliche al chancho, eso quiere decir, salud compadre, que traigan más pisco para seguir tomando. Toma mieeentras, eso, dale, toma, catay, catay, chumay chumay» «Pío, pío, pollo, salgan todos a picar; pío, pío, pollo, salgan todos a picar, salgan todos a picar».
Mi improvisado público me rendía pleitesía:
—¡Qué bonito gordito! ¡Qué graciosito!
—¡Toma tu propina, canta en otro lugar!
—¡Anda a tu casa para que te escuche tu mamá!
—¡De grande voy a ser famoso como Luis Alva!
—¡Y te quedas en Italia, sobrinito!, jajajaja.
Aparte de mi melodiosa voz, tenía mi estampa de cantante de ópera clásica. Listo para debutar en el Teatro de La Scala de Milán.
En Cuarto de primaria la triste realidad me apretó contra el destino promisorio y vi mi futuro como el color del cielo de Lima. Los tres salones A, B y C, en orden alfabético y en fila india, en grupos de cinco en cinco, brindábamos lo mejor de nuestras voces al director del coro que era nuestro profesor de música y el jefe del departamento de expresión artística. Secamente nos esperaba sentado al frente del piano negro de cola. Dos señas y golpeaba las dos primeras teclas e inmediatamente respondíamos en el tono correcto o casi correcto. Repasando mentalmente las siete notas musicales para dar lo mejor de mí en la audición, me cuadré a dos metros del profe esperando la primera nota del piano.
—¡DOoOoo!
El profesor con un gran movimiento levantando los brazos no me dejo terminar y señaló la puerta, la salida, mirándome con las pupilas dilatadas, me dio a entender un cero de nota. Su sorprendida mirada significó:
—¡Silencio! ¡Vaya a su salón!
Fue una estocada mortal, matando de un cocacho todas mis aspiraciones, mis sueños infantiles; mamita y familiares por años me habían hecho creer en mi voz, en mi voz, en mi dulce y maravillosa voz.
Los sueños de ayer, las pesadillas de hoy. ¿Ahora, qué hago? ¿En verdad hay muchísimo que hacer? Y, desgraciadamente, el dolor creció en mi corazón a cada rato.
Quince años después...
Después de un riguroso examen me aceptaron en el Coro del Estado para formar parte del elenco de Proyección Social cuya finalidad era concretar las presentaciones de «El Barbero de Sevilla» de Rossini en las capitales de los departamentos. Dicho sea de paso yo me sabía la obra al derecho y al revés; sobre todo las partes del Conde de Almaviva, sus gestos, silencios y movimientos.
El negro Pedro «Perico
» de la Peña Victoriana Giuffra personificaba al Conde de Almaviva con un mimetismo absoluto. Tenía un vozarronzazo. Era un actorazo genial de quitarse el sombrero. Iniciamos la gira en primavera por Tumbes, Piura, Trujillo. Descansamos una semana. Próximo destino: Huánuco.
Después del reparador descanso nos enrumbamos en bus interprovincial a la sierra central, con mucha camaradería y cantando valsesitos del ayer, pasaban las horas.
—«Hay blancas con ojos negros y negras con dientes blancos; hay chinas que no son chinas y gringas a discreción. También hay lindas morochas, que tienen el pelo rubio, que tienen ojos azules pero negro el corazón».
Alguien advirtió como guía turístico.
—¡Si miran para allá, van a ver las Pampas de Junín!
Todos pedimos al chofer que pare por unos minutitos, para estirar las piernas y tomarnos las fotitos del recuerdo. Hacía un frío respetable. Pedro «Perico» salió del vehículo, dijo:
—¿Quién ha dicho que gallinazo no canta en puna?
Tomó aire con toda la capacidad de sus pulmones y lanzó al firmamento, un fuerte y potentísimo Do de pecho. ¡Y cataplúm! ¡Plop co plo toc! Ahí mismito se cayó patas arriba como un pollo, enterrando el pico a 4,105 msnm. Lo llevamos en silla de ruedas a Huánuco. Faltando más o menos media hora para la presentación, el tenor no daba señales de vida. El director me comenzó a mirar y tomar medidas a golpe de vista. Me llamó.
—Tú tienes la misma talla y el mismo estilo que Pedro «Perico».
—Disculpe pero hace tiempo que colgué los chimpunes. ¿Y que hay con eso?
—¡Lo puedes reemplazar y nos salvas la presentación!
—¡Mire señor director! ¡Los dos podemos ser XL extra large! ¡La única diferencia entre los dos es que él es el cantante lírico tenor y yo soy el encargado de la tramoya e iluminación! ¿Con qué voz?
—¡Con la que cantas valses! Te la pasas todo el día tarareando valses, polkas y también los pasajes del Conde de Almaviva. Yo te he visto, todas las funciones lo mismo, interpretas cada movimiento. ¡Tú puedes! ¿O tienes miedo?
—¿Miedo? Jajajajajaj ¡Miedo, no! ¡Pánico!
—Conociéndote tú puedes tomar el toro por las astas. A eso se llama «hacer un toro», es decir, entrar al ruedo casi sin preparación, pero lo vas a hacer muy bien. Además con tu físico estás salvado. Tienes pinta.
—¡Y si el toro es agresivo y me da una cornada, voy a quedar peor que Paquirri y sin Pantoja! ¿Y si me olvido de la letra?
—¡Improvisas! ¿No eres actor? ¡Para la función de mañana te preparo una sopa de cabeza de pescado con su culantro, limón y ají, hasta la guía telefónica te la vas a paporretear de un saque! ¡Yo te creía capaz de todo! ¡Victoriano de La Victoria!
—¡Sí! ¿Pero cantar? ... ¡Qué miér... coles! ¡Qué me suelten al toro de una vez! ¡Vamos al coso! ¡Que me sigan los valientes!...
Caminando hacía el escenario cerré los ojitos y me encomendé.
- ¡Dionisio una manito por el amor de Dios!
- *«Aquí, risueña en el cielo despunta la bella aurora, y tú no apareces aún ¿Y puedes dormir así? Aparece, mi dulce esperanza, ven, bello ídolo mío; haz menos cruel, oh Dios, la flecha que me hirió. ¡Oh suerte! Ya veo su amado rostro; esta alma amante ha merecido su piedad. ¡Oh, instante de amor! ¡Feliz momento! ¡Oh dulce contento que no tiene igual!».
De emergencia reemplacé al «gallinazo con soroche», fue la primera y última vez, debut y despedida, gracias a Dios fue la única vez que canté fuera de la ducha y con público. Acordándome de mi primo Claudio no seguí sabiamente sus recomendaciones.

*«Ecco, ridente in cielo». Il Barbieri Sevilla.

*Fotografía: Nicolás León como Porthos en Los Tres Mosqueteros del escritor francés Alexandre Dumas.

NICOLÁS DANIEL LEÓN CADENILLAS

Chiemsee, 2010