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MARATÓN POR LA PLAYA de NDLeón

 MARATÓN POR LA PLAYA de NDLeón



MARATÓN POR LA PLAYA
Por el Día Festivo de San Pedro y San Pablo y Día del Papa, 29 de junio, la Municipalidad de Chorrillos organizó una Maratón de Confraternidad. Invitaron a distintas instituciones deportivas, escuelas castrenses, también a las unidades escolares de Lima Metropolitana. El profesor jefe del Departamento de Educación Física de nuestra Alma Mater armó una delegación con lo mejorcito de quinto año de secundaria. No contó que dos de nuestros mejores fondistas viajaban a sus pueblos por la misma festividad religiosa, al profe no le quedó otra que elegir a un par de ases que tenía bajo la manga, o sea a mí y a mi compadre chochera de mataperradas. Me puse ñato de la risa. Saqué cachita a mis condiscípulos.
-Profe, le doy mi palabra que no lo voy a defraudar. “A’nque sea traigo la de bronce”. Lo juro por los santos, San Pedro y…
-¡Con tal que llegues a la meta y no jorobes todo está bien! ¡Ocho de la mañana en la Iglesia de San Pedro, Chorrillos!
El viaje a Chorrillos era un viaje interprovincial. Extrañaba el tranvía, a pesar que era lento, era placentero. Tomé el bus a las siete de la mañana en el paradero de la avenida Paseo de la República cuadra 18. El bus estaba llenó como cualquier día. Lento como siempre. Miraba el reloj cada cinco minutos. Solo había probado un pan solo y otro con mantequilla. No tuve tiempo de tomar mi rico y suculento litro de avena preparado por mamita. Llegué a la parroquia San Pedro de Chorrillos a las ocho y media de la mañana, la mayoría ya estaban calentando cuerpo bien abrigaditos con sus buzos. La humedad jodía, también el frío y el estomago vacío, peor.
-¿Profe a qué hora es la carrera?
-¡Mediodía, doce meridiano!
-¿Van a dar desayuno?
Todos nos miramos las caras, solo unos cuantos habían desayunado, el resto estábamos a medias. Esperar cuatro horas con el estomago vacio era de mártir. A las nueve llegaron los últimos del grupo. Trotamos un buen rato. El profe nos repartió un par de plátanos para cada uno y un paquetito de galletas.
-¡Ahora no jodan! Atención. Ustedes cuatro van de liebre, a su ritmo. Dejen que los demás se acomoden. Ustedes van en paralelo por los bordes de la pista. Ustedes hagan lo que saben hacer, confío en ustedes, y ustedes dos hagan lo que chucha sea… pero los quiero ver que lleguen a la meta…
-Profe, ya pé no se nos prenda
-Son los más vagos de todo el colegio, sí quieren aprobar ¡Suden la camiseta! –.
Como a las once de la mañana llegó el grueso de competidores. Todos con buenos implementos deportivos, algunos tenían unas zapatillazas, de marca. Nosotros nuestras zapatillas Bata bien gastadas hasta las huevas. Los empleados de la municipalidad comenzaron a entregar los números. En medio del tumulto y caos llegó un atleta en bicicleta, encadenó la bici a un poste, se dirigió a pedir su número e inmediato lo atendieron. Llevaba una casaca amarilla fosforescente con el logo del distrito "San Pedro de los Chorrillos - Ciudad Heroica", un short azul eléctrico y unas zapatillas plateadas. Se puso a calentar músculos levantando las rodillas hasta los hombros. Dio zancadas de una cuadra a otra. Movió los brazos como aspas de molino. Se sacó la casaca. Hizo cuclillas, ranas, planchas y se metió una carrera suave hasta la playa, llegó al Club Regatas y subió fresco como una lechuga.
-¿Compadre de qué colegio eres?
-¡Chorrillos!
Doce y media pasado meridiano llegaron los organizadores; el alcalde, sus ayayeros; un jefe de la policía, un militar de alto grado, unas señoras de la sociedad; fotógrafos, reporteros y atrás vecinos notables. Por los parlantes se escuchó:
-¡PARTIDA: Plazuela San Pedro, bajar Costa Verde, Quebrada de Armendáriz, ida y vuelta, Costa Verde, Malecón Chorrillos. META: Malecón Grau con Av. Huaylas. Todo está señalizado. Mens sana in corpore sano. ¡Mente sana en cuerpo sano!
Sonó el disparo. Todos en tropel. Nosotros corrimos los primeros kilómetros en el centro del tumulto, poco a poco nos íbamos acomodando en nuestros lugares respectivos. En la subida a la Quebrada de Armendáriz agarramos viada. Para mí fue bastante duro. Tomamos la delantera con una decena de atletas. Cuando llegamos arriba, avenida Reducto, abajo como una liebre estaba el Chorrillano, solo y suelto en plaza. Nadie le pisaba los talones. El cielo despejado, calor y el sol quemaba. Yo estaba achicharrado, cansado por el esfuerzo. De bajada controlé mis tiempos y respiración. Parece que todos pensaron igual, no podía despuntarme. De nuevo en la Costa Verde. El Chorrillano lejos. Había que luchar por la plata o bronce. Pero los galgos eran huesos duros de roer. No aflojaban. Las piernas no respondían. Con coraje y sudor le metía punche. La batalla final era contra mí mismo. Súper concentrado, los codos atrás con cada brazada, rodillas levantadas, zancadas largas. Mirada fija. Me olvidé de mis compañeros. Tenía que llegar a la meta en un puesto decoroso. El sonido del mar era hermoso; las hurras, los bravos eran bienvenidos. Llegué a la meta, sentí orgullo y alegría. Contra todo pronóstico el desafío fue cumplido. Cuarto lugar, Medalla de Lata. Mi compadre quinto puesto. Rompimos record, llegamos. Eso nos dijo el profesor, nos premió con un fuerte abrazo. Terminó la fiesta, esta nos sirvió para demostrarnos solidarios. Caminamos como hermanos hasta Miraflores. Seis meses más y acababa la aventura escolar. Enfrentarnos a la maratón de la vida.
NICOLÁS DANIEL LEÓN CADENILLAS
Lima, 2021.

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