Ética
y moral del Samurái. NDLeón.
Cuento
de barrio dedicado a una linda generación de amigos y hermanos dassianos, casitas blancas, palermitanos.
Nk
"El
amor es lo único que crece cuando se reparte." Antoine de Saint-Exupery.
El
Ermitaño Agrónomo llegó a su antiguo barrunto justo en el
momento que el astro rey hacía su aparición, se hizo presente en la esquina del güachimán Cachetón, antiguo colega de filosofía de
calle y distracción. El Ermitaño llevaba una bolsa anudada en un
resentido bastón, zapatos prestados de color marrón y empuñaba un celular
chancho que marcaba otro día, otra hora y diferente estación. -Sólo
lo necesito pa’recibir llamadas- en síntesis, fue la breve explicación que
dio a su carnal Cachete Cachetón. Observó detenidamente los carros
estacionados, preguntó al recio güachimán dónde podía hacer una breve
siesta, Cachete señaló sin titubear el auto negro crespón de Luchín Caprino; el marchito peregrino
marchó sobre la marcha y se metió en la carroza fúnebre a dormitar, a
tirar jato dentro del ataúd adornado de azahar, camufló su celular en su
seco pectoral, abrió la ventanilla y asmáticamente, gritó: -A las diez de
la noche me despiertas, quiero llamar a mi maestro, al monje maromero- y sobre
el pucho, roncó.
Con el
claro de luna en el firmamento y con sus ojitos abiertos, el Cachete
amigablemente lo interrogó. -¿Pa'qué chucha has venido?- el agrónomo respondió
en prima -El samurái Arturo está en camino y mañana, sábado, a medio día lo
reciben con sushi, sashimi, seviche de pesca'o, chelas, jaleas y parihuelas. Mi
hermano de sangre me ha datea'o. Y de paso quiero instrucciones de ética y
moral de mi maestro incondicional, el inmortal Monje Maromero.
Después
de veinte años, Arturo Sensei, descendiente directo del clan Uyeyama, retornaba a su templo
dassiano; sus colaboradores, secretarios y amigos organizaron una sorpresa. Un
almuerzo de bienvenida, reencuentro y camaradería. La sorpresa
fue vox pópuli, un par de vecinos se acomodaron en la limitada lista y
otro sin invitación quiso poner condición.
- Rolhos,
dile al misio de mierda del Ermitaño Agrónomo que no lo quiero ver ni en
pintura. Si lo encuentro en la reunión de Arturo lo saco a patadas.
Tampoco quiero ver al muerto de hambre del Monje Maromero. Estoy
advirtiendo, los veo y los destruyo, después no se quejen, guerra avisa no mata
gente- amenazó el feroz Convidado de Piedra.
El Monje
Templario Maromero en una época de negras y grises nebulosas espirituosas fue
consejero del viejo agrónomo ermitaño, vecino de Arturo San, compinche del
güachimán Cachete y paisano lejano del troyano Rolhos Marayanos.
El Monje,
viajero empedernido que, para no perder la costumbre camina a pata y otras
veces a pie por todo el litoral peruano. Visitó varias veces en su largo
recorrido el Faro del Callao, el mausoleo de Sarita, la ermita de la
Melchorita, el huerto huaralino del Ermitaño, la tumba de Sarita Ellen, el
museo del Tribunal de la Santa Inquisición y el gracioso Circo del Congreso de
Lima Town.
A medio
día del caluroso sábado el Ermitaño se pasó una toalla húmeda por la cara,
cuello, brazos y manos. Limpió sus ojitos y los vidrios de sus gafas. Estaba
irreconocible, limpio, peinado y con ropa de marca de Triciclo-Perú. Llegó al
almuerzo diez minutos más tarde de la hora indicada, pidió disculpas a todos
los presentes. Arturo Sensei lo disculpó, le señaló su lugar y le sonrió.
-Prueba primero los choritos a la chalaca que está cañon- le advirtió. Arturo
Sensei ceremoniosamente se dirigió al mozo –Llega Don Rolhos y empezamos
la comelona con guitarra y cajón-. Rolhos llegó corriendo todo despeinado, otro
que se disculpó -He venido en taxi, mi carro me falló- y agregó -¡Ermitaño, el
Convidado te ha amenazado! Dice que si te encuentra en esta reunión te da una
pateadura de la conchasúmare, no sólo a ti; a ti y a tu protector, el güevonazo
vago y zarrapastroso del monje maricón.
El Ermitaño
dudó, pensó, se puso de pie, y en voz alta se justificó: -Perdón, yo no quiero
joder la Magna Reunión Arturiana, me retiro en el acto. Soy pobre pero honrado,
predico la paz y el amor y estoy limpio de corazón. No me gustan los problemas
ajenos, ni los míos propios. Adiós-.
"En plena degustación y comelona, empezaron los recuerdos y anécdotas de los señores presentes cuando eran jóvenes adolescentes." |
"Cuento de barrio
dedicado a una linda generación de amigos y
hermanos dassianos, casitas blancas, palermitanos. Nk." |
Un par de
horas más tarde el grupo paseó por los emblemáticos rincones del
barrunto, por el parque, por sus callecitas y pasajes. Por tiendas,
licorerías y huariques. Tomaron varias veces el último trago, la del estribo,
en bares de amigos. Se prometieron un nuevo encuentro para fiestas, para
Navidad, para el Año Nuevo, carnavales y para las infaltables polladas
bailables. Tomaron nota y apuntes. Con la lección aprendida de ética,
honestidad, respeto, honor, moral y lealtad, se dijeron: -¡Hasta la próxima
oportunidad!
Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
Nicolás
D. León Cadenillas.
Lima,
2014.
1 comentario:
ME GUSTO TODO EL LENGUAJE DE BARRIO EL CUAL PRACTICO ASTA HOY SIGUE NIKY
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