Mi Callejoncito de Nicolás D. León Cadenillas.
(Fragmento del libro
"Cuentos breves para mi nieto").
Para los Cadenillas Uribe.
Siempre presentes en mi mente y en mi corazón.
Familia Cadenillas Uribe, fuente de inspiración. |
En el callejón,
nuestra casa era dos cuartitos chiquitos, en un cuarto dormíamos
todos juntos amontonados y en el otro cuarto estaba la cocina y el
depósito de papá de todo sus cachivaches, fardos de papel periódico
con su característico olor a papel periódico, retazos y saldos de
telas en rollos, pelotas de pabilos de diferentes grosores y tamaño.
El baño quedaba al fondo del callejón, sólo había uno en todo el
llonja. Los niños no teníamos problema, hacíamos pichi en el piso
de tierra y caca en nuestra vacenica. El lavadero quedaba en la
entrada sobre unos ladrillos mal puestos. La ducha nos la prestaba el
carpintero, mi tio Totti.
Después de la mudanza
al callejón, para mi todo seguía igual, la diferencia era solo los
cuartitos. Toda la cuadra estaba llena de callejones con cuartitos
llenos de tierra muerta que flotaba en el ambiente. Jugábamos en el
callejón cazando arañitas y toda clase de bichos que habitaban en
las paredes de adobe.
De un día pa’otro
tuvimos una hermanita, nuestra prima Nikita, para nosotros La Gringa,
era un año y medio mayor que yo, mamá la trajo a casa porque se
había quedado solita sin papás.
En el llonja había otros niños y mataperreabamos juntos. Cuando se salía el desagüe, construíamos rápidamente barquitos de virutas de maderas, de corcho o de cajitas de fósforos, y hacíamos competencia, gritando:
En el llonja había otros niños y mataperreabamos juntos. Cuando se salía el desagüe, construíamos rápidamente barquitos de virutas de maderas, de corcho o de cajitas de fósforos, y hacíamos competencia, gritando:
- ¡Qué barquito llega
primero a la esquina hasta el buzón del desagüe de la esquina!
Después del juego mamita nos metía
con ropa y todo a la mortal ducha, rogábamos por el amor de Dios,
que no nos ahogue, a La Gringa la bañaba al final
y le decía que por lo blanquita que era, tenía que estar siempre
limpiecita porque la carca se le notaba de lejos.
- ¡Qué linda era
mamita hasta cuando nos metía un cucharonazo por portarnos mal,
seguía siendo mamita linda!
Entre
el callejón y la pista de los carros, no había jardines, había
tierra, ahí aprendimos a hacer figuras con el trompo, empararlo a la
volada; a dominar la canga al derecho y al revés; campeones en
Yo-Yo; a ser tromes con el bolero; ases en bolitas con su chimple y
cuarta sin hacer langa; a fabricar con saquara, pita y papel,
nuestras propias cometas con diseños de avión, pandorga, barriletes
y pava; hasta Yas jugábamos.
Sin darnos
cuenta, inconcientemente nos estábamos preparando para nuestro
destino final. Para nuestra última morada.
Todos los niños
del callejón íbamos al mismo colegito particular, con fachada
blanquiazul, el uniforme camisa blanca con rayitas azules, los
pantalones, gorros, cortinas, maceteros y las carpetas “azules”;
las paredes blancas con líneas azules bosquejando rositas blancas,
etc. Tanto azul y blanco que cuando hacíamos educación física me
ponía mi camiseta blanqui-azul de mi equipazo Alianza Lima que me
había regalado mi tío Lolo. Me decían que no era el uniforme, yo
contestaba:
- ¡No es tu uniforme
pero mío sí!
El colegito era la "Escuelita El Rosal", quedaba a doscientos metros de la casa. La Directora y las “Misses” pertenecían a una iglesia evangélica. Era un colegito para misios. Todos los días a la hora de entrada teníamos que rezar el Padre Nuestro en inglés, hasta el último momento que estudié en ese colegito nunca entendí el rezo en inglés, sólo movía la boca.
El colegito era la "Escuelita El Rosal", quedaba a doscientos metros de la casa. La Directora y las “Misses” pertenecían a una iglesia evangélica. Era un colegito para misios. Todos los días a la hora de entrada teníamos que rezar el Padre Nuestro en inglés, hasta el último momento que estudié en ese colegito nunca entendí el rezo en inglés, sólo movía la boca.
Me acuerdo cuando mi mamita me llevó
a la escuelita a jalones, cargándome, a rastras los últimos cien
metros que faltaban para llegar al local; en sus ojitos de tigre se
podía leer que se contuvo de meterme goma; había gente, público y
vecinos en el recorrido del camino al nuevo calvario. Y así por más
cuidado que puso mamita llegué una desgracia a la escuelita, el
uniforme nuevo lleno de tierra, los zapatitos nuevecitos habían
perdido la lustrada de espejo, lucían raspados llenos de tierra y
con las puntas descascaradas, los pantalones jironeados, el nudo de
la corbata en la nuca. Las primeras cuatro horas
del primer día de clase fueron para mi las más largas horas de mi
vida.
Faltando dos
meses para que me cambien de cole, la directora tratándome de ayudar
con las notas y vaya a mi nuevo colegio con distinción, me tomó
examen, lo más fácil:
"La Oración
Querido Angel" en inglés y "El Padre Nuestro", igual,
en inglés.
Atónito, perplejo y
mudo me quedé. Miré mi salón de izquierda a derecha, de arriba
abajo. Toda la clase estaba mirándome, todos trataban de soplarme y
yo, nada, mudo. La Díre me pidió que lo escribiera, peor. Eso era
chino para mí. Me dió plazo hasta la hora de salida. Llegó la hora
de salida, sonó el timbre, tocaron la campana y yo tenía la hoja en
blanco. ¡Nada escrito! No había podido escribir nada. Mi hermano,
La Gringa y otros niñitos le dijeron a mamita que estaba castigado
por no saber el Padre Nuestro ni el Dear Angel. No saber la oración
Querido Angel y el Padre Nuestro en inglés, era un tremendo pecado
mortal para la escuela.
Mamita se dirigió al
colegio, la directora la esperaba y sin saludo alguno, le tiró un
sermón de padre y señor mío:
- ¡Cómo es posible que
el alumno no sepa la Oracion del Padre Nuestro, sí todos los días
rezamos a la hora de entrar a clases y rezamos la Oracion Querido
Angel antes de retirarnos a nuestros hogares. Tiene que llevar a su
hijo al doctor, tendrá algún problema de salud mental…
Kindergarten, Transición, Primero, Segundo, Tercero de Primaria...
se va de la Escuela sin saber el Padre Nuestro ¡Esto es el colmo!
¡Ustedes los padres son lo que ocasionan problemas con la enseñanza,
seguro que no van al Templo, ni rezan a la hora del almuerzo ¡Qué
familia Dios mío! ¡Tan lejos del Señor! ¡Recen! ¡Recen que Dios
los va a oir!
Me pescaron al final, cuando había
pasado piola tantos años, mamita se preocupó, le contó a mi papá
lo sucedido, papá ni la tos, le llegaba los rezos. Lo único que
escuché decir entredientes, fue:
- "Un par de años más y me lo
llevo a trabajar".
Era la época de
la radio. La Radio. Papá a la hora que se marchaba a trabajar nos
ponía “Radio Reloj” que daba la hora minuto a minuto con su
torturante sonsonete:
- ¡A levantarse
muchachos y no olviden de lustrar sus zapatos con Nugget!
Y de fondo escuchaba
una trompeta desagradablemente desafinada y bullanguera. Por otro
lado mamá me advertía:
- ¡Cuidadito que se te
peguen las sábanas!- no quedaba otra había que levantarse.
A lo lejos me acuerdo
que en el momento que me lavaba la cara y los dientes, escuchábamos
una bonita música y una voz ronca media desafinada; la voz era de mi
tío Lolo cantando con Carlitos Gardel los tangos arrabaleros; a
Libertad Lamarque la dejaba cantar solita; pero siempre tarareaba al
compas de los bandoleones y también cantaba con los otros grandes
del cine argentino; y escuchando a mi tiíto Lolo, mientras resoplaba
mi leche caliente con nata, me iba despediendo para luego irme casi
corriendo al colegio.
Almorzábamos al compás
de valses criollos, de tonderos y marineras. Mamá seguía las
canciones haciendo la segunda, cantando desde la cocina. Los
conjuntos criollos eran parte de la familia:
"Los Chamas, Los
Embajadores Criollos, Lorenzo Humberto Sotomayor, Jesús Vásquez,
Rafael Matallana, Los Morochucos, Fiesta Criolla, Los Kipus, La
Limeñita y Ascoy, etc."
Cuando salíamos de
clases en las tardes, salíamos corriendo con dirección a la casa y
nos sentábamos junto a la radio, junto a la falda de mamá, para
escuchar la famosa radionovela del momento “Miquelo, El Perseguido”
con las primerísimas estrellas de la radio, el primer actor Miguel
Arnaíz y la primera dama del radioteatro nacional Ofelia Van Galen.
Como hipnotizados
seguíamos capítulo a capítulo las aventuras y desgracias del
jovencito, qué pena que nos daba, hasta las lágrimas se nos caían,
y qué alegría sentíamos cuando salía airoso.
Cuando acababa el
radioteatro, mamá apagaba la radio, queríamos hacer diálogo
preguntando:
- ¿Qué, por qué, cómo
se había escapado Miquelo?
Mamá nos cortaba
tajantemente, con las frases consabidas:
- ¡Se acabó! Ahora las
tareas. Saquen sus cuadernos. Tino tu acá junto a mí. ¿Por qué
serás tan flojo? ¿A quién habrás salido? ¡Tú sábes pero eres
terco como una mula!
Los sábados, en las
mañanas, paraditos en la puerta de la casa de un amiguito nos
quedábamos escuchando por radio cuentos para niños, con hadas y
principes. Cuando el amigo terminaba su desayuno nos tenía que
esperar hasta que termine el cuento.
Acompañabamos a mamá
a las matinées de los lunes femeninos, algunas veces sólo me
llevaba a mí a la vermouth, veíamos películas rancheras, las de
Pedro Infante, Jorge Negrete, los hermanos Soler, Cantinflas, Tin
Tan, Clavillazo, Resortes, Mantequilla, María Felix, López
Moctezuma, Sara García, etc .
Después
sorpresivamente llegó al barrio la televisión. La Caja Boba. Una
vecina, la señora Vinatea fue la primera que trajo la novedad y
nosotros hacíamos cola junto a todos los niños del barrio para
conseguir un espacio, no nos importaba si nos sentábamos en las
banquitas, en el suelo o estar parado, lo importante era estar frente
a la tele.
Mamá nos daba permiso
y tambíen nos daba 0.50 ctvs a cada uno, el valor de la entrada,
mucho más barato que ir al cine. Los niños espéctadores teníamos
el horario vespertino, dos horitas y veíamos cuatro series al hilo,
nuestras series favoritas eran las de vaqueros “las cobolladas”,
pero veíamos todas:
"Roy Rogers, Gene
Autry, Opalón Cassidy, El Llanero Solitario. Papá lo sabe todo,
Cita con la Muerte, Cheyenne, Bat Masterson, Rin Tin Tin, Batman,
Superman, Jim de la Selva, Mike Hammer, Ivanhoe, Maverick".
- ¡Qué bacán! ¡Manya
qué bacán!
Ni bien la señora
Vinatea nos botaba, salíamos corriendo a casa, empezaba el horario
para los adultos que duraba hasta el final de la programación.
Mi papá compraba y
vendía telas y papel. Sí necesitaba ayuda o la veía difícil,
pedía una manito a mis tíos que eran carpinteros, fierreros,
maestro de obras, zapateros, pintores de brocha gorda, albañiles,
mecánicos, de todo eran mis tiítos, en todo metían la mano.
Mis tíos siempre
estaban vestidos como los personajes de las películas de AlCapone,
enternados, sombreros, zapatos de colores. Siempre creí que paraban
gruesos, con full billete, cuando crecí me dí cuenta que eran
“misioneros” pero con muy buen corazón. Ellos eran los que nos
llevaban al Estadio Nacional, al fútbol, si ganaba nuestro equipo
“Alianza Lima” veníamos caminando y en cada tienda compraban
golosinas, pero si perdía en un dos por tres estábamos en casa sin
nada.
También nos llevaban a la Playa de
Agua Dulce y comíamos nuestra rica raspadilla después del picante
seviche que preparaban para sus amigos farreros chupa cañas. Mis
tíos eran los populares “Gatosgordos” hasta
éste momento no sé si por la cara de felinos o porque tenían las
uñas largas.
Los tíos eran
campeones organizando partidos de fútbol en su ex-colegio,
alquilaban el mejor campo de fútbol, el colegio era un colegiazo con
dos canchas, piscina, canchas de basquet, tenis, voley, cualquier
cantidad de salones y un auditórium grandazo como un gran cine. Con
el transcurrir del tiempo sería mi colegio nacional. Después de los
partidos hacían Peña Criolla en el callejón, con cajón, guitarra
con sus trinos y castañuelas, me acuerdo un estribillo que siempre
tarareaba mi tío Lolo:
- "¡Guitarra llama
a cajón / Cajón a voz primera / Escuchen con atención: ¡Aquí
está la Marinera! ¡Siempre tomando para no marearse compadre! ¡Pase
la botella, que yo soy bueno con ella!".
Colgada en un cordel de
ropa, tenían de emergencia la radiola de mi tío Sancho. Preparaban
unas fuentazas de arroz con pato y abundante chicha de jora. El
cocinero oficial, el tío Lolo, los demás sus ayudantes de cocina.
Nosotros, los niños, agarrábamos nuestro plato hondo, nuestra
cucharota y un pan francés, y nos poníamos a la cola para que nos
sirvieran nuestra ración.
- ¡Qué días felices en
nuestro callejoncito!
La última comelona que
participé en el llonjita fue después del partido de fútbol que
jugaron mis tíos contra los obreros de la Baja Policía del
distrito. Todos los presentes se pusieron de acuerdo para ir al
Estadio a ver un Clásico “Alianza Lima de La Victoria vs la U”.
Mi hermanito y yo, gritamos, levantamos la mano y cargoseamos hasta
que por fin mis tiítos dijeron que nos llevaban al partido.
Cuando llegamos al
Estadio Nacional, Tribuna Sur, había cualquier cantidad de gente, de
público, de comerciantes, revendedores de entradas, vendedores de
camisetas y gorros con los colores de los equipos, habían triciclos
de comida vendiendo exquisiteces de todo tipo, de milagrosos mejunjes
alimenticios, que íbamos engullendo mientras avanzaba la cola a paso
lento. Junto a nosotros estaban cuadrados dos triciclos y sus
propietarios anunciaban a viva voz sus productos llamando la atención
de los presentes, el primero vendía "Cabeza de Cerdo Asada"
y el otro "Huevos Duros con Papa Sancochada y Ají con
Huacatay", entre los dos se armó el disparatado diálogo:
- ¡¡Pero qué Rico!!
!Chicharrones de Chancho Asado! ¡Qué rico, rico! ¡Rico! ¡Los
chicharrones! ¡Pero qué Rico! ¡ Los ...!
- ¡ ... huevos
duros!! ¡Con Huacatay!
- ¡Pero qué
deliciosos! ... ¡Los ...
- ¡ ... huevos
duros con papita!
- ¡Chicharon de
chancho!
- ¡Huevos duros!
¡Ricos, ricos!
- ¡Concha’e tu
madre!
- ¡La tuya!
¡Huevón! ¡Duros los huevos con papa!
- ¡No puedes
decir otra cosa! ¡Huevón! ¡Qué rico, qué rico!
- ¡Mis huevos
son ricos! ¡Pes huevón! ¿Tú chancho es rico? ¡Mis huevos también
son ricos!
- ¡Pero grita
otra cosa p’es mierda!
- ¡Mierda será
lo que e’tás vendiendo!
- ¡Puta que te
parió!
- ¡Huevos
blanquitos y rosaditos! ¡Sin grasa! ¡Limpios! ¡Limpiecitos!
¡Ricos, ricos! ¡Huevos, duritos, papa con su ají, ají huacatay!
- ¡Eres sabido,
mierda, conchaetumaaaadre!
- ¿Tú madre
qué? ¡Grasoso de mierda!
Y los dos huevos fritos
se agarraron a trompadas, puñetes, patadas, lisuras por doquier ...
mientras que el público seguía avanzando a paso ligero, entrando al
Estadio con su sánguche de chancho o con su huevo duro en la mano,
comiendo gratis.
Nicolas D. León Cadenillas
Karlruhe, 2008.
Currículum vítae et
studiorum y/o Mi Hoja de Vida.
Mi nombre completo
es Nicolás Daniel León Cadenillas. Me conocen como Niky León. Soy actor, director, escribidor, tramoyero, luminotécnico,
teatrólogo, cocinero, etc. Nací en el Mes Morado de Octubre en
Lima, Perú -1951- en la Maternidad de Lima. Estudié Primaria
y Secundaria en la Gran Unidad Escolar "Alfonso Ugarte" -
Distrito de San Isidro. Egresado de la Escuela Nacional de Arte
Dramático de Lima – ENAD. En 1977 fui Becado a un Curso de
Dirección en Teatro para Niños en Berlín Este (República
Democrática Alemana -RDA). Pertenecí al grupo "Homero, Teatro
de Grillos". El Concejo Británico me brindó una Bolsa de
Viaje, estudié Iluminación en Londres. Invitado al Coloquio de
Teatro en Bérgamo (Italia) subvencionado por la UNESCO y dirigido
por Eugenio Barba. Conjuntamente con Daria León venimos trabajando
con "Fabulina, teatro de narración y teatralización": En
obras de teatro, presentaciones y lecturas de nuestros libros.
Nuestra obra "El Oro de Cajamarca"
basada en la narración del novelista alemán Jakob Wassermann, la
venimos promocionando a los colegios y asociaciones. Somos vecinos de
Karlsruhe. (http://www.fabulina.de) (info@fabulina.de).
2 comentarios:
Me encantó!!
Coincidentemente estoy como hobby en un curso de narrativa con el propósito de escribir para mis amigos de barrio las memorias de nuestro Callejón de un solo caño y buscando un comercial que escuchaba cuando chica ... a levantarse muchachos y no se olviden de lustrar sus zapatos con Nugett .... llegue a tu blog
y me sorprendií gratamente de nuestras semejanzas.
Un saludo cordial,
Esther
Esther Incháustegui Menéndez
Estimada Esther Menendez (estoy utilizando la computadora de mi hermano Yuri León) es grato encontrarse con jóvenes que hemos tenido experiencias similares. Abrazo.
Envío mi página facebook: https://www.facebook.com/nicolas.leon.50
Nicolás Daniel León Cadfenillas
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