La cadena de Cadenillas
Dedicado a mi primita Malena Cadenillas Torres.
Lejos del bullicio terrenal, lejos de mi casita, lejos de mi seviche de carretilla y de mi linda gente; soleándome en el paradisíaco desierto sureño, rodeado de cientos gráficos ambulantes que cachueleaban al paso y a la rápida; chambeábamos, con mi carnal 'Bimbo' Huaman, a forro en la Ciudad de Dios, trabajábamos interrumpidamente sin pausas las ocho horas laborales, sudando hasta la última gotita de sudor para ganar el pan nuestro de cada día, y cada día era la misma jarana. No descansábamos ni los domingos, los hijos de Dios parecían hormigas marabuntas, y nosotros dale que te dale vendiendo los papeles, cartones e insumos para los imprenteros, papeleros y comerciantes de la zona. Cuando el sol se ocultaba lentamente en el cielo celestial marcaba la hora de cerrar el boliche. En una tarde con mínimos reflejos de luz solar me encontraba trompeándome con diversos atados seleccionados; cuando terminé de empaquetar las doce resmas de papel bond A4, y el doble de resmas de papel periódico de color, mitad verde, mitad rosado. Me dirigí a mi interlocutor.
- ¿Qué más? Pregunté fastidiado a mi asiduo cliente 'Gringo pobre'.
- Factura por favor. Me respondió con el mismo tono seco, cortante e incómodo.
Le alcancé la factura y simultáneamente mientras me pagaba con billetes chicos y sencillo, el Gringo pobre iba leyendo el membrete del documento mercantil; me preguntó:
- ¿Usted es Cadenillas?
- Sí, soy Cadenillas.
- ¿Cadenillas de cadena?
- Si, Cadenillas de cadena, de cadenitas, de cadenotas ... Cadenillas.
Retrocedí unos pasos, abrí el cajón del escritorio y saqué mi llavero de gala, una cadena de plata, lomo de corvina, de unos treinta centímetros de largo, tenía en un extremo un ojal camuflado por un perfíl de un halcón para pasar la correa y en el otro un gancho donde iban las llaves.
- Esto es una cadena, y una cadenilla es una cadena finísimamente fina, delgaditita. Mi apellido Cadenillas viene de Castilla, Canarias, España. Cajamarca, Celendín, Chota. Ancash, Lima, Rímac ...
- Lo sé, yo soy shilico ...
Nos reímos e instantaneamente comenzamos a hablar como paisanos, y en pleno palabreo de nuestros árboles genealógicos se cuadró delante de la tienda una camioneta, el chofer saludó a gritos desde la caseta, y nos malogró la conversación.
- Vengo de parte de tu hermano, ya hablé con él, solo es un trueque, te estoy trayendo papel couché para cambiar por papel bond de ochenta gramos.
- Te dejo paisano después seguimos, vengo la próxima semana trayendo un quesito de nuestra tierra.
- Acá te espero, no me falles.
El recién llegado era un íntimo del gerente ejecutivo de la empresa, mejor dicho amigo de mi hermano menor. Sin la menor desconfianza solamente por la duda llamé a mi broder. Me autorizó que realice el trueque. Dejé mi llavero de lomo de corvina sobre el escritorio junto al teléfono. La cargadera del lleva y trae del intercambio nos demoró más de una hora. Agotados y sudosos nos despedimos.
- Un favorcito préstame tu baño, quiero meterme un lavado de cara y manos.
- Pasa, apura que estamos contra el tiempo.
El truequero salió más rápido de lo pensado y desapareció en la oscuridad de las calles. Me dirigí al teléfono para llamar a mi mamita, y me percaté que no estaba mi cadena, abrí y cerré el cajón, hice memoria y me acordé claramente que dejé sobre el escritorio el llavero junto al teléfono. Tragé saliva, cerré la tienda, me despedí de mi adjunto Bimbo. Tomé mi movilidad y me quedé mudo. Pensando en el pro y contra de una posible conversación.
- ¿Disculpa, por casualidad tu has agarrado mi llavero?
- ¡No!
- Estaba junto al teléfono en el escritorio.
- ¡No, yo entré al baño y no vi nada!
- ¡El único que entró a la tienda fuiste tú!
- ¡Estas equivocado, yo no he agarrado ninguna cadena lomo de corvina!
- ¿Y cómo sabes que era lomo de corvina? Bien, tómalo prestado y cuando ya no lo necesites me lo devuelves. *"Somos pasajeros en transito de este mundo simpático, nada de esto es de nadie // Todo es alquilado // Nada es tuyo, ni mio, todo esto es prestado". Espero que algún día devuelvas la cadena de los Cadenillas y te sientas agradecido de haber portado un símbolo familiar, y que te haya servido como gracia y perdón de todos sus pecados.
Llegué a casita y nunca dije nada hasta ahorita, ya han pasado veinte años y no sé nada de la cadenita.
*Pasajeros en tránsito de Roque Valero.
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