Napoléon Jóse Carlos "El Principe" y Guillermina, la reina de los carnavales de la calle Aldana (Cuento fronterizo).
Dedico esta obra de arte a los mártires peloteros de la desaparecida Canchita "La Cuadrada" de la Urbanización La Pólvora.
"Encadenado estoy como un esclavo, y cada vez que quiero libertarme, cuando pienso y decido en alejarme, regreso a ti con más adoracion. Un prisionero soy de tu cariño, en una cárcel de amor me has encerrado, cuando quiero fugarme de tu lado, soy un prisionero eterno de tu amor". (Cárcel de amor).
Hubo una vez, en el barrunto, una linda parejita, Guillermina & Napoleón Jóse Carlos, desde que se conocieron fueron uña y mugre, tal para cual, un roto para un descosido; él sudaba la gota gorda los fines de semana en el futbito callejero, empapando la camiseta deportiva de sudor cervecero, y ella con sonrisa fingida vendía a crédito ... jabones y shampús; también, joyitas y desodorantes.
- ¿Oe, Napo, qué perfume barato te has echado? Pucha, me hubieras comprado a mí mis productos de marca, y no estarías apestando a esa porquería de ruda podrida. ¡Cámbiate de ropa que hueles a pichi de caballo, mi amooor!
- ¡Mi mamá me ha regalado mi colonia! ¡Y no te hagas la chiflada que no te asienta!
Napoléon Jóse, más conocido como "El Príncipe", no tuvo palanca para llegar a la primera división pero tuvo suerte de llegar a la segunda cuadra de la calle Aldana; donde descubrió a la hija de la reina madre de las baratijas, rezos y embrujos. Ahí conoció a Guillermina, la joven reina de los carnavales de Aldana.
Los adolecentes se preguntan, por qué a Napoleón Jóse Carlos le dicen "Príncipe". Napo se ganó el mote de "El Príncipe", porque Dios es grande y la Virgen de regular tamaño. Por los azares del destino en una tarde de Campeonato Relámpago en La Cuadrada, reemplazó al irremplazable jugador callejero, al carismático e indiscutible mejor centro forward de las canchitas victorianas, al ídolo de los kioskos de periódicos, al jugador del fulbito macho, reemplazó al "Escribidor", más conocido en las estepas de la jungla salvaje e indómita de La Frontera de Parinacochas con Las Américas, como : "El Rey León".
Al poquito tiempo después que Napo Jóse Carlos recibió su lindo sobrenombre; le creció la barriga, perdió presencia y estampa y solo cumplía a duras penas funciones de Principe.
Los esquineros, de acuerdo a su edad y estado etílico, casi siempre dicen la verdad:
- Napo Jóse Carlos reemplazó al "Rey León" pero nunca lo igualó, ni en clase, ni en elegancia. Solo fueron iguales en la bebida y raspando la olla en la buena comida.
Después de buenos meses de pachanga con la reina, al principe Napoleón le llegó la hora de buscar chamba; su familia no le exigía nada pero la que jodía y exigía era su peor es nada, la Guilly.
La reina madre de las tinieblas de Aldana, exigió a su princesa que ya había llegado la hora de eliminar los préstamos y los fíados. La princesa tenía que decidir su situación. Guillermina cuadró al principe callejero usando el más completo manifiesto del glamour y las preconcebidas tácticas de embrujo de los catálogos de Unique & Yanbal, sector cosméticos y joyas.
- ¡Napoleón Jóse Carlos! ¡Mi amor, mi cielo, mi rey, cariñito de mi vida, alma mía, ya no puedo más, quiero libertarme, olvidarme de la casa de mamá! ¡Ya no quiero sus mandados, ni escuchar sus gritos, ni birrinches, estoy harta, hasta la coronilla de su desquiciado mirar, solo quiero alejarme de la calle Aldana, para entregarme a tí, en tu casa, con adoración!
- Guillermina, yo no puede vivir sin ti, cariñito de mi vida, mi amor, en ti paro pensando y por ti sufriendo. Pedacito de mi vida yo le suplico por Dios que tu madre no me haga desdichado mi angustiado corazón.
- ¡Esa no es una respuesta, maricón!
- ¿Sí? ¿Qué bonito! ¿Y la mantención? ¿Cae del cielo? Jajaj ¡Graciosita eres mi linda mercachifle!
- ¿Pero tu me dijiste que no podías vivir sin mi! Tú me quieres, yo te quiero, nosotros nos queremos ¿no?
- ¡Sí, pero no es para tanto! ¿Nos queremos pero mantenerte? ¡Tá jodido!
- ¡Antes dé ... me lo prometíste!
- ¿Qué? ¿Y tú te la creíste?
- ¡Cumple tu palabra pé ón! ¡No seas maricón! ¡No te hagas el idiota!
- ¡Y tú no te hagas la estrecha!
- ¡Tú mái! ¡Cobarde! ¡Desgraciado! ¡Maldito! ¡Eres igual a todos los de La Oficina de Balconcillo City!
- ¡Guillermina! Yo te amo, yo te quiero, pero ... mamacita linda ... Guilly ¿Tú sabes las obligaciones que acarrea un matrimonio? ¡Nuestras mamitas se convierten en suegras, eso es muy dañino para nuestra estabilidad emocional y salud, después vienen los hijos, los pleitos, las separaciones, los divorcios! ¡Eso quieres! ¡El matrimonio es la causa número uno del divorcio! ¿Tan joven y quieres problemas? ¡Así como estamos, estamos bien! ¡Tú en tu casa y yo en la mia! Tú puedes dormir todo el día. ¡Tú madre me odia! ¡Por eso te aconseja mal! ¡Haz caso a los designios que te dicta tu corazón!
- ¡Oye güevón, a mí no me palabrees, a otra cuentale ese cuento! ¡Contesta rápido, ahorita! ¿Nos casamos o no? ¡ Habla cobarde! ¡Hijodetúmái!
- Yo sé que estoy ligado a tí por brujerías de tu mamá, ella ya no quiere mantenerte y cree que yo soy el zonzonete pá dejarme engatusar. Regresa a tu casa y cuéntale una mentira ... a la bruja de tu madre ... dile que no me has visto y más tarde nos vemos en el Boulevard de Palermo.
Pasó un par de semanas y el horinzonte se ponía claro para algunos y oscuro para otros.
- ¿Amor, mi cielo, mi príncipe, tú me quieres?
- ¡Claro que te quiero, mi amor, mi reina!
- ¡Entonces, no quiero que invites al chismoso del Escribidor, escribe cada güevada y mentiras! ¡Júrame que no lo invitarás!
- ¡Lo juro por la Bendita Cruz del Inmaculado Parque Miguel Dasso! ... No lo invitaré.
- ¡A su familia y hermanos sí los invitas, necesitamos los regalos y ellos son buenos invitados!
Cuando llegó el día de la boda, sorpresa fue para todos los vecinos y peloteros, la fiesta no era en el barrio del galán; la jovencita había escogido por recomendaciones de su mamita el Gran Salón Deportivo de los Jugadorasos de los Santos Domingos y días feriados; sito juntito a La Cuadrada, aludiendo que Balconcillo es la madre de los vicios y de los pecados capitales, inquilinos menesterosos, gente de mal vivir, chismosos, borrachos y sacavuelterosos.
Los nietos e hijos de los invitados contaban los pasos nupciales de la radiante novia.
- ¿Saben cómo nacen los bebes? Preguntó uno de los mocosos al grupillo.
- ¡El papá pone la semillita en la florcita de mamita!, contestó el coro de ángeles.
- ¡Eso nos dice la profesora, pero yo sé la verdadera verdad!
- ¿Cómo es?; preguntaron con curiosidad.
- ¡Yo he visto a mis papás hacer a mi hermanito que recién ha nacido!
La abuelita Pila con manto, velo, rosario, detente y hábito, arrojó a los diablillos del atrio y se persignó por todos ellos mirando al cielo, la cruz y las campanas; agitando su cabecita como una loquita.
Cuando la novia entró a la Iglesia, cadenciosamente, a la izquierda de su padre, pensó en todos los domingos y fiestas de guardar que no había ido a Misa.
- "Es largo el caminar, por el desierto bajo el sol, no podemos avanzar, sin la ayuda del Señor".
Las amigas y hermanas de la novia lloraban de alegría; la reina madre apretaba los dientes, y sin disimulo clavaba una sarte de alfileres y estrangulaba a un muñequito de tela negra, murmurando con voz muy baja conjuros de hechicería de magia negra:
- "Serás esclavo de mí y de mi hija".
La bodoque afrancesada, Erika De la Molina, feliz de la vida se jaraneaba y machacaba:
- ¡Este muñecón va a quedar más peor y más adolorido que mi querido sacolargón Eduardón!
En pleno bailongo el novio, a media voz, le dijo en la orejita a su princesita:
- En mi saco tengo dos billetes de cien, trae uno, solapa nomás.
- ¿Traigo un billete, de qué?
- De cien soles … disimuladamente ...
- ¿O sea tienes doscientos soles?
- Si, trae solo un billete.
- ¿Para qué, ah?
- ¡Carj! Anda, trae un billete, después preguntas.
La linda e inteligente novia se dirigió hasta el respaldar de la silla donde estaba el atuendo; revisó bolsillo por bolsillo bajo las atentas miradas de los invitados; no encuentró nada, se fastidió. ¿Es una broma de mal gusto? pensó. Muy discretamente le comunicó a su príncipe que no había nada.
- ¡Óe, baja la música, pé! ¡Napoleón! ¿Náapo en qué bolsío están los doscientosoles? ¡Napoleón Jóoose! ¿Óndestán los billetes de a Cien?
Napoleón Jóse Carlos, "El Príncipe", se acercó sigilosamente preocupado, tomó en sus brazos el saco prestado y revisó el bolsillito de la solapa y nada. Pensó, revisó los otros bolsillos, los de afuera y los de adentro; se revisó los bolsillos de sus pantalones ... nada. También se habían levantado su billetera, el pañuelito bordado con sus iniciales, las moneditas de diez céntimos, la flor del solapín. Todo había desaparecido como por arte de brujería. Recuperando la calma, lanzó salvajemente el saco contra la inocente silla.
- ¿Jóse, no me digas que te han robado?, preguntó la doncella.
- Guilly ... ¡Me han robado!
- ¡Te estoy diciendo que no me digas, ón!
El galán, reflexionó.
- ¡Tus hermanos y tu madre estaban sentados a mis costados! ¡Por la pút que los parió!
- ¡Mejor, cierras el pico! ¡Mi amor, no metas a mi madre en tus problemas, quien te dijo que te sacaras el saco, eso te pasa por güevón!
- ¡Tu familia, ellos estaban sentados juntito a mí ...
- ¡Quién lo haya agarrado que le haga provecho, pé! ¡Ahora olvidaté!
- ¡Tus hermanos y tu madre!
- ¡Sigues con la misma cantaleta! ¡Papalindo los va a castigar por malos! ¡Ahora cállate el hocico!
De buenas maneras la novia tranquilizó a su rabioso montalban. El novio miró a todos los presentes buscando un sospechoso; luego volvió a girar siguiendo los compases del vals, buscando una alma buena y caritativa. Su amigo, el buen samaritano del Sector 13 victoriano, se dio cuenta de la mirada, y le estrechó la mano, dejándole a la disimulada un billete para que siga la roneada.
En una esquina de gran salón los deportistas del Rico Dasso se miraron. El caballero Juan Fernando "El Boga" tuvo una de sus grandes genialidades.
- ¡Muchachos! ¿Qué les parece sí hacemos una chancha para quedar bien con el novio?
- ¡Yo no quiero quedar bien con el novio, ni con nadie, a mi me han invitado! ¿Tú quieres quedar bien? ¡Haz tu chancha solo! Aclaró bien claro, Carlos "El Gringo" Aristondo, y se apartó del grupo.
- Cuñao ahorita me doy cuenta que me he olvidao mi billetera ... y mi chequera. ¿Puedes poner por mí? Rolando Marallano (a) "El Siciliano", respondió a Juancito Fernando.
Doménico Luigi Pera "El Ahijado", miró desesperadamente a su esposa y le hizo señas por lo bajo para que lo llamen y librarse de los diezmos gratuitos fuera de Misa.
Sorpresivamente hizo su ingreso con fanfarrea premeditada Don Tawa Canal Lima Manta Pacha Serra "El Padrino", adornado de su cadenota, de su esclavota, de su anillote de achote 12 kilates de los estados norteamericanos. Fuertemente custodiado por su cuñado, chofer y chaleco, traía un hermoso adorno floral y un botellón de cinco litros del mejor whiskey de sus clandestinos alambiques. Más atrasito, lo seguía ligerito, el rapidito Yor, cargando kilos de cubitos de hielitos y cartones de cigarrillos de contrabando para regalar.
Los hermanos Chávez Pariona, Cajachos de Tambo de Mora, hacían cortina en una esquina, haciendo sombra al Escribidor que se había zampado disfrazado de Director Técnico de fúuut-boool.
En el centro del salón bailando música de Rolling Stones, Enrique Fernández Del Águila "Ricky El Antiguo", parecía un animador de fiestas infantiles, muy lindo con su vestuario de los años 70; botines de charol modelo The Beatles, pantalón acampanado a rayitas y saco a cuadritos con solapa ancha; con una larga y glamorosa peluca rubia postiza sujetada por un gorrito rojito con elástico que le apretaba la barbilla.
La fiesta bailable inolvidable seguía, había trago pero no rancho, ni sánguches de triciclo, las anticucheras ya se habían marchado, solo quedaba la pollería. El suegro lindo del principe, risueño y despacito, le dijo:
- Anda a la polleria de mi parte y pide un pollo a la brasa con doble porción de papas fritas; que me apunten a mi cuenta; también, una damajuana de vino pa bajar la grasa. ¡Vuela!
El principe se acicaló, se peinó, y se puso bonito; se metió en su saco y llegó ligerito, el dueño al escuchar su pedido, lo interrogó.
- ¿Cómo otro pedido igual en menos de lo canta un gallo? ¡Ahorita nomás ya se llevaron uno igual de parte de Don Martino, dos no fio, así sea el buen vecino de Don Martino!
El novio regresó a la fiesta y preguntó.
- ¿Don Martino, a quién más a mandado usté?
- ¡A tí solo, pues, hueveras! ¡Nadie sabe nada del pedido, solo tú!
El novio abrió los ojos y meditó.
- ¡Dios Mio! ¿En qué barrio he caído? ¡Hablan mal de mi amado Balconcillo y esto es peor que el Infiernillo! Mejor hubiéramos hecho la fiesta en la esquina de La Oficina para no exponerme con la maravillosa gentita de la Canchita bendita de La Cuadrada.