Felicitaciones para el blog '2050comentarios', y esperamos que nos siga sorprendiendo con tan buenos temas como los dos primeros artículos. (Chieming, Dezember, 2010).
En Lima llegó la novedad de las multas peatonales. Mi hijo Rodrigo escribió sus apreciaciones en un par de ensayos sobre la nueva ley. Estos me llegaron vía correo electrónico. El describió objetivamente la mala y exabrupta aplicación de esta nueva ley, la falta de criterio de las autoridades, que sin enseñar Educación Vial, ni ensayos, implantaron el reglamento sorprendiendo a los ciudadanos, originando nuevas animaladas y aumentando el caos.
- Como se ve que las autoridades no caminan por las calles de Lima.
Hablando de imprudencias me acuerdo como si fuera ayer de las infracciones que cometí en la ciudad de Berlín. Después de visitar un taller, galeria, pinacoteca; hojeamos el plano para guiarnos una vez más y regresar a nuestro telho, nos dimos cuenta que directamente en línea recta transversal diagonal para abajo quedaba el huarique, contamos los cuadritos y calculamos como veinte cuadras más algunas áreas verdes, o sea matemáticamente hablando teníamos que caminar treinta minutos aproximadamente más o menos; nos preguntamos y nos respondimos sin pensar.
- ¿Sí o sí? ¿Lo hacemos?
- ¡Sí, cómo quien conoce!
- ¡Entonces, paso de vencedores!
Entre conversa y conversa, avanzamos con tranquilidad, cruzando los parques sin usar los caminitos, pasándonos la luz roja, atravezando las pistas por cualquier lugar sin pensar en las esquinas ni en las señales correspondientes; y en lo mejor que estábamos, a lo lejos se divisaba el edificio del hotel, se nos cruzó una baranda, grande fue nuestra sorpresa: No había pase. Habia letreros de desviacion, por los dibujitos y por las palabritas escritas entendimos claramente un rotundo no. Atención y prohibición.
- „Achtung! „Achtung Zug!” „Achtung Zug kommt!” „Zug fährt durch!” „Zug fährt ein!”. (¡Atención! ¡Atención tren! ¡Atención tren se acerca! ¡Tren pasa! ¡Tren llega!).
- „Verboten” . (Está Prohibido).
Miramos a la derecha y a la izquierda, y los puentes más cercanos estaban lejitos entre quinientos y ochocientos metros de distancia, pensamos que era un vueltón. Como buenos peruanos y limeños para remate, flojonazos pa'caminar, optamos por lo más fácil, cruzar a la qué chú, ósea, como sea, y como jugando saltamos despreocupadamente la baranda, la pasamos sin precaucion e hicimos lingo con los rieles de los ferrocarriles, la otra baranda nos esperaba a unos treinta metros; unos saltitos más y solucionado el problema; un pasito por aquí, otro pa'llá, otro par'acullá; antes de llegar a la mitad del cruce escuchamos unos ladridos de unos perritos, volteamos a observar, nos paralizamos, reaccionamos relentos, muy tarde nos percatamos que los perritos venían en nuestra dirección con cara de pocos amigos; el par de Dobermanns nos hizo aligerar el paso, nos faltaron patitas, tropezabamos con los rieles, los cánidos nos alcanzaron; suerte que teníamos nuestras mochilas que nos sirvieron de escudos evitando las feroces mordidas; con terror y pánico les gritamos palabras y palabrotas en todos los idiomas para que se vayan a joder a otro sitio.
- Eztoop! Scharaff!
- Jallt! ... ¡Mamáaaa!
- ¡Juira Merda! ¡Ajo!! ¡Pútt!
- ¡Retrocede hasta la baranda, güevonazo!
- ¡Y qué crees lo que'stoy haciendo, cojudazo!
- ¡Láaargo! ¡Atráaasss!!
- ¡JeschúMáiyJosshhéee! ¡Uuuuuusha!
En el peor momento de angustia y rezos escuchámos una voz áspera, firme y disciplinada en perfecto español, nos quedamos mudos de asombro:
- ¡Alto! ¡A casa!
Los engreídos al toque como mansas palomitas se fueron por donde habían venido. Nuevamente la voz encimada por una larga sombra de su dueño, gruñó.
- "Es scheint, daß Sie sind Ausländer!" "Nicht respektieren!" "Jetzt kommen die schnelle Zügen!" "Folgen ihm in den Weg!" ("¡Por lo visto ustedes son extranjeros!" "¡No respetan!" "¡Ahora vienen los trenes rápidos!" "¡Sigan su camino!").
Siguió refunfuñando. Lo mejor era quedarse callado. Atiné a preguntar.
- Eggprejen espánisch?
- ¡No!
Me arrochó y nos dejo con la palabra en la boca. Transpirando pasamos la baranda, en ese mismísimo instante pasó un tren a toda viada como un soplo extremadamente tétrico, frío, fantasmal; zarandeando bruscamente el aire, el polvo, la tierra y las almas en penas; nos miramos sorprendidos. Nos dio escalofríos. Habíamos cometido todas las infracciones de prohibición en un cinco; en un santiamén como decía mi tía María. En las pocas cuadras que nos faltaban nos dio pesadillas, se me bajó la presión; ni más, ni más hago este tipo de estupidez; me dije para mis adentros. Luego, reafirmé:
- En Lima todo es tan diferente. Sí respeto las señales de transito es segurísimo que me atropella una combi asesina. ¡Lo juro por mi madrecita!
En Lima llegó la novedad de las multas peatonales. Mi hijo Rodrigo escribió sus apreciaciones en un par de ensayos sobre la nueva ley. Estos me llegaron vía correo electrónico. El describió objetivamente la mala y exabrupta aplicación de esta nueva ley, la falta de criterio de las autoridades, que sin enseñar Educación Vial, ni ensayos, implantaron el reglamento sorprendiendo a los ciudadanos, originando nuevas animaladas y aumentando el caos.
- Como se ve que las autoridades no caminan por las calles de Lima.
Hablando de imprudencias me acuerdo como si fuera ayer de las infracciones que cometí en la ciudad de Berlín. Después de visitar un taller, galeria, pinacoteca; hojeamos el plano para guiarnos una vez más y regresar a nuestro telho, nos dimos cuenta que directamente en línea recta transversal diagonal para abajo quedaba el huarique, contamos los cuadritos y calculamos como veinte cuadras más algunas áreas verdes, o sea matemáticamente hablando teníamos que caminar treinta minutos aproximadamente más o menos; nos preguntamos y nos respondimos sin pensar.
- ¿Sí o sí? ¿Lo hacemos?
- ¡Sí, cómo quien conoce!
- ¡Entonces, paso de vencedores!
Entre conversa y conversa, avanzamos con tranquilidad, cruzando los parques sin usar los caminitos, pasándonos la luz roja, atravezando las pistas por cualquier lugar sin pensar en las esquinas ni en las señales correspondientes; y en lo mejor que estábamos, a lo lejos se divisaba el edificio del hotel, se nos cruzó una baranda, grande fue nuestra sorpresa: No había pase. Habia letreros de desviacion, por los dibujitos y por las palabritas escritas entendimos claramente un rotundo no. Atención y prohibición.
- „Achtung! „Achtung Zug!” „Achtung Zug kommt!” „Zug fährt durch!” „Zug fährt ein!”. (¡Atención! ¡Atención tren! ¡Atención tren se acerca! ¡Tren pasa! ¡Tren llega!).
- „Verboten” . (Está Prohibido).
Miramos a la derecha y a la izquierda, y los puentes más cercanos estaban lejitos entre quinientos y ochocientos metros de distancia, pensamos que era un vueltón. Como buenos peruanos y limeños para remate, flojonazos pa'caminar, optamos por lo más fácil, cruzar a la qué chú, ósea, como sea, y como jugando saltamos despreocupadamente la baranda, la pasamos sin precaucion e hicimos lingo con los rieles de los ferrocarriles, la otra baranda nos esperaba a unos treinta metros; unos saltitos más y solucionado el problema; un pasito por aquí, otro pa'llá, otro par'acullá; antes de llegar a la mitad del cruce escuchamos unos ladridos de unos perritos, volteamos a observar, nos paralizamos, reaccionamos relentos, muy tarde nos percatamos que los perritos venían en nuestra dirección con cara de pocos amigos; el par de Dobermanns nos hizo aligerar el paso, nos faltaron patitas, tropezabamos con los rieles, los cánidos nos alcanzaron; suerte que teníamos nuestras mochilas que nos sirvieron de escudos evitando las feroces mordidas; con terror y pánico les gritamos palabras y palabrotas en todos los idiomas para que se vayan a joder a otro sitio.
- Eztoop! Scharaff!
- Jallt! ... ¡Mamáaaa!
- ¡Juira Merda! ¡Ajo!! ¡Pútt!
- ¡Retrocede hasta la baranda, güevonazo!
- ¡Y qué crees lo que'stoy haciendo, cojudazo!
- ¡Láaargo! ¡Atráaasss!!
- ¡JeschúMáiyJosshhéee! ¡Uuuuuusha!
En el peor momento de angustia y rezos escuchámos una voz áspera, firme y disciplinada en perfecto español, nos quedamos mudos de asombro:
- ¡Alto! ¡A casa!
Los engreídos al toque como mansas palomitas se fueron por donde habían venido. Nuevamente la voz encimada por una larga sombra de su dueño, gruñó.
- "Es scheint, daß Sie sind Ausländer!" "Nicht respektieren!" "Jetzt kommen die schnelle Zügen!" "Folgen ihm in den Weg!" ("¡Por lo visto ustedes son extranjeros!" "¡No respetan!" "¡Ahora vienen los trenes rápidos!" "¡Sigan su camino!").
Siguió refunfuñando. Lo mejor era quedarse callado. Atiné a preguntar.
- Eggprejen espánisch?
- ¡No!
Me arrochó y nos dejo con la palabra en la boca. Transpirando pasamos la baranda, en ese mismísimo instante pasó un tren a toda viada como un soplo extremadamente tétrico, frío, fantasmal; zarandeando bruscamente el aire, el polvo, la tierra y las almas en penas; nos miramos sorprendidos. Nos dio escalofríos. Habíamos cometido todas las infracciones de prohibición en un cinco; en un santiamén como decía mi tía María. En las pocas cuadras que nos faltaban nos dio pesadillas, se me bajó la presión; ni más, ni más hago este tipo de estupidez; me dije para mis adentros. Luego, reafirmé:
- En Lima todo es tan diferente. Sí respeto las señales de transito es segurísimo que me atropella una combi asesina. ¡Lo juro por mi madrecita!
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