En la obra de teatro para niños sobre las aventuras del pato Alfred J. Kwak; el director, actor, mimo y clown, Klaus-Peter, revisando el vestuario, comenzó a entregar las prendas y utilería a cada actor, a uno por uno, advirtiendo que teníamos que devolver exactamente la misma cantidad de piezas que nos estaba entregando. Por ejemplo a mi me entregó:
Una máscara, un enterizo y una capa; lo demás, los zapatos, medias, camiseta, los puse yo de mis pertenencias propias de mi.
Eramos cinco actores, tres damas y dos caballeros, y como diez personajes. Yo sólo hacía un personaje El León; Dorothee igual, El Pavo; Claudia lo mismo, El Pato, y entre Silvia y Klaus-Peter se batían con los otros personajes. Tenían que hacer maravillas para cambiarse y volverse a cambiar. Uno de los personajes era un títere, El Gallo, que lo manipulaba Klaus-Peter; mientras nosotros ayudabamos moviendo las cosas, haciendo espacios, colaborando, alcanzando o recibiendo la utilería, abriendo y cerrando los cierres de los disfraces que se encontraban en la espalda de los dos actores.
Uno de los personajes que interpretaba Klaus-Peter era el señor Escalera, y cuando se ponía el vestuario del “Señor Escalera” era su tortura, su calvario, sufría, el cuello le apretaba y no lo dejaba trabajar tranquilo, se le notaba fastidiado, pedía que hagan algo con ese vestuario, se sentía maniatado con el personaje por culpa del vestuario. Qué gran problema. El actor no decía ¡Carajo! Pero decía algo parecido por la cara que ponía cada vez que usaba el disfraz. Yo opiné que había que meterle tijera, hacer un corte en el cuello y un doblez a manera de bastilla. Suerte que no me hicieron caso.
Un día anterior al estreno, en el ensayo general, minutos antes de entrar al escenario para realizar su escena con el Señor Escalera, veo tranquilo a Klaus-Peter, me acerco y le pregunto a lo clown sin palabras, y también con pequeñas frases:
- Wie geht’s? (¿Cómo estás?)
- Gut! (¡Bien!)
- Und das Kostüm? (¿Y el vestuario?)
- Gut!
- Was hast du gemacht? (Qué has hecho?)
Se pone de pie y me enseña el vestuario de pies a cabeza, yo le pregunto:
- Ein anderes? (¿Es otro?)
- Nein! (¡No!), el mismo, pero lo estoy usando correctamente, antes me lo ponía al revés, por eso que me ahorcaba, me ahogaba, me asfixiaba, y me quedaba todo bolsudo entre las piernas. El cierre va para adelante y yo lo usaba igual que los demás trajes.
Nadie se había dado cuenta de esa insignificancia, un poco más y al Señor Escalera lo mandaban a vestuarios a dormir el sueño de los justos, y él era quien salvaba al protagonista de la historia de una emboscada, lo querían eliminar por culpa del vestuario.
Cuando las actrices se dieron cuenta que habíamos solucionado el problema con el vestuario, movieron las cabezas y nos dijeron:
- Männer! (¡Hombres!)
En la jungla teatral ocurre cada caso y ... cosa.
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