La ventana estaba abierta.
Como siempre de par en par.
Me acerqué a ella, a la ventana.
Miré el verde y florido paisaje.
Vi pajaritos que volaban y cantaban.
Vi niños con hondas, huaracas y palos.
Lanzando piedras que matan.
Pensé, niños de miércoles y de jueves.
Niños de todos los grises días.
¿Por qué tanta vista gorda? ¡Dios Mío!
Qué culpa tienen las pobres criaturitas.
Los niños recogen a los muertos.
A los débiles y moribundos.
Con fuego y humo cocinan a los vencidos.
Y se los comen, matando el hambre.
Pobres, pobres hijos de Dios.
Deambulan con su hambre.
Buscando comida, con caza o pesca.
Como en los tiempos de tribus.
Criaturas de Dios ¡Sálvese quien pueda!
A lo lejos humo, plomo y fuego.
Fuego que mata a los inocentes.
Fuego que mata a niños y ancianos.
Fuego que mata a hombres y mujeres.
Fuego que mata a jóvenes y adultos.
¡A la autoridad se le respeta! ¡Carajo!
Gritan los gorilas de la jungla de cemento.
Hombres con galones, armas y rango.
Y estúpidas órdenes ¡Matan!
¡Matan a sus hermanos! ¡Como Caín!
¡Criaturas de Dios!
¡Sálvese quien pueda!
Nicolás
Daniel León Cadenillas.
BW/Juni/2009.
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