Un viaje, por la ruta del Danubio, hacia lo desconocido.
En una grata conversación se presentó la oportunidad para conocer el pueblito de Baja, nos invitaron con mucho cariño, aceptamos sobre el pucho. Al toque empezamos a planear para cuándo, cómo y con qué, después de largas semanas se concretó la idea, coincidimos en el mes de agosto y fijamos el punto de partida: El distrito de Egerar del Chiemsee. Nos llevaban en auto, para nosotros era una ruta hacia lo desconocido.
Llegó el día y la hora, nos levantamos a las seis de la mañana para dar los últimos toques de las preparaciones concerniente al viaje; lavar las frutas, seleccionar las bebidas, preparar algunos panes con su tropezón, caramelitos y gomitas; revisar las llantas, aceite y el tanque de gasolina. Estudiar nuevamente el plano y ubicar los lugares para estirar las piernas; llenar el auto de maletas y maletotas; algunas bolsas de plásticos con no sé que diablos de cosas, CDs y al toque meternos un severo desayuno.
En mi maletincito de mano acomodé mi labor de colegial, mi libreto de teatro, para tenerlo al alcance de mi mano y leerlo cuantas veces pueda o cuando tenga tiempo o ganas. Partimos a las ocho y tres de la mañana.
—¡Egerar! ¡Vielen Dank für Alle! ¡Muchas gracias por todo!
Enrumbamos hacia la autopista y agarramos viaje con la máxima velocidad permitida. Entramos a Austria, seguimos para adelante, de lejitos vimos Salzburgo, la cuna de Wolfgang Amadeus Mozart, intempestivamente y sin que esté en los planes planificados hicimos un alto.
—¿Qué pasó? ¿Qué pasó?
—¡Nada! ¡Mira!... ¡Ahora baja! ¡Rápido!
—¿Qué es? ¿Un convento?
—¡Te va a gustar!
Aprovechamos visitar el antiguo Claustro Monasterio Abadía benedictina Stift Melk, dedicado a San Pedro y San Pablo. Con estilo barroco. Maravillosa obra de arte y de las artes ¡Cuánta belleza junta! Después de la visita salimos satisfechos y llenos de encanto. Seguimos la ruta. Descansamos según lo planificado en el Lago Neusiedler. Conocido como “el mar de los vieneses”, por su cercanía a la capital austríaca. El lago tiene una profundidad promedio de un metro y medio, ideal para aprender a nadar, a conducir veleros, y lo ultimito a surfear a vela conocido también como windsurf, no digo más porque eso es chino para mi.
En la ruta ojeaba mi libreto, lo estudiaba, lo acariciaba, releía, repetía las palabras difíciles varias veces como sí fuera a dar un examen de post grado. ¡¡Qué trabajito!!
Llegamos a Hungría, y el tiempo cambiaba dramáticamente; sol, calor, aguacero, nubes negras; de todo un poco como en botica. Empezó lo diferente; sí con el idioma alemán estoy en capilla y con la soga al cuello, con el idioma húngaro estuve “refrito”. Otro ambiente, otro clima, otro idioma... otro mundo. Llegamos al pueblo de Baja a las dieciocho horas y tres minutos, fue un viaje de diez horas con dos agradables pausas, nos esperaba un calor de 30° grados. Nuestro centro de operaciones, una linda casa-taller, muy cerca del centro del pueblo y del Danubio (en húngaro: Duna).
En el pueblo de Baja a las orillas del río Danubio. |
Baja (En español se pronuncia Boyo) se encuentra en el Condado Bács-Kiskun a las orillas del Danubio, a 150 km al sur de la capital Budapest. Cuenta con cuarenta mil habitantes pero me hace recordar a Lima por sus choferes, por su caos vehicular. Eso no quiere decir que no me gustó. La pasamos muy bien. La gran Plaza de Armas de Baja durante el día es una gran Playa de Estacionamiento, esto se debe por la ardua labor, presión y exigencias del Gobierno Central al Municipio de Baja y a su Alcalde. También nos enteramos que en la Fiesta Popular del segundo sábado de julio en la Plaza de Armas preparan una rica y super Sopa de Pescado en 2000 ollas para las cuarenta mil almas que concurren. Este evento está registrado como récords Guinness.
Al día siguiente visitamos la Iglesia Franciscana de estilo barroco, y en unos de sus jardines vimos una cara conocida, el busto de Türr Istvan, patriota húngaro, soldado, revolucionario, compadre de Garibaldi, ingeniero, arquitecto y constructor de Canal de Corintios. Al costado y con una facha de bohemio, otro busto, Kliegl József, inventor, mecánico, maquinista. Ambos señores, hijos predilectos de la ciudad.
Apunte bicicleta incursionamos por toda la ciudad, por las márgenes del Danubio y por pueblitos de los alrededores (Szálka, Szekszárd, Bonyhád, Kalocsa, Kiskörös, Soltvadkert, Kecel, Hajós), cuando el sol apretaba y el gran calor hacía la vida casi imposible, aprovechábamos meternos al agua y nadábamos como patos en los lagos cercanos o en el río. Excursionamos por las dos islas, interesantes y muy diferentes. Llevábamos de fiambre, dos sanguchones (uno vegetariano y otro carnívoro de 250 gr, un botellón de agua y una cantimplora de sprais contra los mosquitos. También caminamos “a pie” como corresponsales del chisme turístico cultural. Una, otra y otra vez más sobreviví a las kilométricas caminatas por largas horas.
En una de las tranquilas noches hicimos nuestros planes para salir al día siguiente por los caminitos a las orillas del Danubio. En nuestras camitas escuchamos como se desataba una lluvia torrencial que duró hasta el día siguiente, nos levantamos para recuperar energías con el desayuno biolá
cteos, la mañana había amanecido fría y gris.
—¡Perdón! ¿Cuándo llovió así? ¿Torrencial?
—Cuando dormías profundamente como un tronco seco.
Pasaba el tiempo y cada uno hacía sus labores domésticos y exactamente a las Diez Ante Meridiem, es decir 10:00 en punto A.M. el cielo se despejó, entraron los rayos solares por toda la casa, empezó la fiesta de colores, agarramos las bicicletas y enrumbamos para el sur por la ribera izquierda del Danubio con dirección al pueblito Dunafalva. En el trayecto tuvimos la dicha de ver el verdor de los campos, los matices de verdes del gran bosque, los colores de los sembríos, a la gente pescando, nadando, de camping, familias haciendo picnic, paseando en botes, veleros, lanchas y divirtiéndose a sus anchas. Después de cuatro exigentes horas de pedaleo efectivo las damas me pidieron por favor que regresemos, que ya estaba bueno y era suficiente; con caritas de preocupación me dijeron que mi semblante se veía demacrado, blanco como papel y mi angelical rostro reflejaba que estaba a punto de desmayarse. Acepté la proposición y regresamos lentamente por los pueblitos aledaños.
Al día siguiente, después de un buen y reparador descanso, la ruta a seguir fue hacia el sur por la margen derecha del Danubio. Destino, hasta el pueblo de Mohács. Esto fue en autito, bastante cómodo, pero de las caminatas no me libraba. En ruta contemplamos de cerquita el Parque Nacional Danubio—Drava en todo su esplendor. Antes de ingresar a la ciudad arrancamos con la visita al Monumento a la Batalla en Mohács, erigido al ejercito húngaro que fue derrotado contra los turcos en 1526; el parque del recuerdo tiene su magnetismo e irradia respeto y majestuoso silencio. Seguimos hacia el centro y dimos vueltas en espiral hasta el final. Recorrimos buenas horas turisteando de lo lindo. En nuestro *libro-guía para viajeros sobre Hungría, leo el siguiente comentario: "Mohács es un pequeño puerto que está durmiendo en el Danubio". Y es verdad, es un pueblo super tranquilo. Seis horas después atravesamos el río en un **transbordador y nos dirigimos a un restaurante, especialistas doctos en preparaciones de manjares a base de pescado. Fue un almuerzo a las siete de la tarde como para reyes. En una terraza que tenía una vista como para pintarla, yo le tomé unas fotitos para el recuerdo. Hice mi sugerencia al chef:
—"Valamilyen helyi specialitást szeretnét" "¡Gulasch!" ("Yo quiero una especialidad de la región" "¡Gulasch!").
Después de paporretear el indescifrable trabalengua para destrabar mis melodiosas cuerdas vocales me tomé un buen vaso de cerveza húngara. Llegaron los pedidos: Gulasch acompañado de pasta y nata agria, Chicharrón de pesca’o con papitas fritas y salsa criolla, y una Jalea norteña con ensalada. Probamos las delicatessen, mismo “Boccato di Cardinali”. Y lo más sorprendente fue que no hubo mosquito depredador alguno. Fue una cuenta modesta comparando el cambio del Florín húngaro con el Euro, pero al cambio con el Nuevo Sol peruano, el gasto es bastante respetable.
* Ungarn, Deutsche Ausgabe, S. Fallon & N. Bedford.
** Margen, ribera u orilla es lo mismo por si acaso y transbordador o ferry, igualito.
La temperatura en esta época del año tiene altibajos, frío o calor, de otoño. El desayuno, almuerzo y cena, no todos los días pero casi siempre, ni en ese orden, solamente cuando la ocasión lo permitía comíamos en el balcón o en la terraza, previo baño con spray contra los mosquitos facinerosos que siempre nos tenían en la mira, al menor descuido un picotón donde uno menos lo esperaba.
Sin querer queriendo paseamos por la ciudad de Pécs, convertida en la Capital Europea de la Cultura 2010, a 200 km de Budapest, a una hora de Baja en auto, manteniendo una regular y modesta velocidad de 130 Kms por hora en la moderna y recién inaugurada autopista. La ciudad cuenta con una población de 160.000 habitantes más cuchucientos turistas de todas partes del mundo. Alberga la quinta universidad más antigua de Europa (1367), la Universidad de Pécs. Dimos varias vueltas por el Centro visitando los mejores lugares turísticos, empezamos por la Sinagoga, en la entrada nos dieron unas hojas explicando el para qué, por qué y el qué qué del judaísmo, y de su forma de comunicarse con el Todopoderoso, del valor de los enseres; al final de recorrido conversamos brevemente con el rabino encargado, nos relató que en la actualidad sólo vienen a las ceremonias (religiosas y de otra índole) ciento veinte personas entre hombres y mujeres y todos cada día son más viejitos. Además que entrando, en las bancas de la izquierda se sientan las mujeres y en las bancas de la derecha los hombres. Después nos tocó visitar la antigua Mezquita de Gazi Kasim en la Plaza Széchenyi, actualmente es una iglesia católica donde sobresale el arte otomano de los turcos. Paseamos por el sur y norte, de este a oeste de la ciudad, dimos vueltas como disco rayado. Nos pasó la voz la estatua de Franz Liszt desde un balcón —No se vayan sin escuchar mis Rapsodias —Así será maestro.
—¿Ahora por dónde vamos? ¿Derecha o izquierda?
—¡De frente!
—¿Pero, ya no hemos ido por ahí? ¡También hemos regresado por ahí!
—¡Sí! ¡Pero ahora vamos a la Catedral!
—¡Esto más parece una Peregrinación de Semana Santa! ¿Estamos recorriendo las Siete Estaciones? ¡Sólo falta rezar y un par de sahumadoras!
La Catedral de San Pedro y San Pablo es católica romana y es la Iglesia Episcopal de la Diócesis de Pécs. Tiene una historia muy rica y sorprendente pero en estos momento no me acuerdo nada de nada, ni pío de todo lo que me explicaron. En la Sinagoga la entrada fue simbólica, las damas pagaron como estudiantes y yo como adulto mayor, super oferta. En la Mezquita, la entrada era una donación voluntaria y nos entregaban a cambio una postal. En la Catedral, ahí fue lo anecdótico, nos cobraron para entrar, para ver y para no ver, y por poquito nos cobraban la salida. El Museo, la Galería de Arte Moderno Húngaro, sin palabras, muy moderno. En Pécs anualmente se realiza el más grande Festival de Teatro de Hungría.
Llegó el Día de la Fiesta Nacional de Hungría y que mejor festejo que pasear por el Parque Nacional de Gemenc de 180 Km2 de extensión (Aprox. 20,000 Hectáreas) con flora y fauna muy variada y especial. Un paseo ecosistema turístico para descansar del smog de todos los días; del humo de cigarros y cigarrillos; nada de alcohol, ni de aperitivos menos asentativos; y libre y distante de la venenosa comida chatarra ¡Genial! Llegamos a la pequeña Estación de Pörböly, ahí tomamos el trencito que se interna por el parque-selva, listos y preparados con nuestras cámaras fotográficas, vídeos, binoculares y otros adelantos técnicos. Viajamos como en un safari fotográfico, al principio todo lindo pudimos captar algunas buenas fotos de los animalitos pero después cuando el trencito agarró un poquito más de viada hacía una bulla del demonio y cuando frenaba para bajar la velocidad el chirrido de los fierros era una bulla infernal, espantando a los pobres animalitos que desaparecieron de nuestras vistas. Por momentos "los arboles no dejaban ver el bosque". El safari fue de ida y vuelta, en el otro extremo nos esperaba un barco para brindarnos un paseíto por el Danubio. Que espectacular fue estar en medio del río. De regreso nuevamente en el trencito y nuevamente "el bosque no se veía por los arboles". Todo el paseo me trajo nostalgia, por los animalitos, por los chanchos silvestres, los venados, los moscones, las víboras, cucarachas, sapos y culebras, murciélagos y vampiros, mariposas, polillas, alacranes y escorpiones; como en la esquina del chisme de mi barrio pero sin vegetación.
Llegó sábado nos tocó ir al mercado "a hacer la plaza" para la semana, pero lo bonito fue que no fuimos a un Market que abundan en toda Europa, fuimos a un mercadito tradicional con las mercaderías en el suelo, en triciclos, quioscos y puestos; con verduras y frutas frescas; como en Lima, con una atención personal, con comunicación y sonrisas... y con yapa. Pero lo que no fue bonito para este pechito fue la noticia que salíamos a una marcha por las colinas y cerros de Kisújbánya en Komitat Baranya a una hora de camino hacía el oeste para dar una vueltita, abrir el apetito y después, regresar para almorzar. ¡Maravilloso! Yo no podía hacer un motín, eran dos contra uno, ellas eran más, caballero no más, sonrisa y buena cara.
—¿Ya estás listo?
—¡Si! ¿A qué hora salimos?
—¡Ahorita! ¡Carga la mochila! ¡Cuidado con las botellas de agua! ¡Sólo será una vuelta de dos horas!!
En el lugar de los hechos, una vez estacionado el carro, las damas hojearon el plano y señalaron la ruta. En la ida tuvimos la compañía de un riachuelo que caminaba en bajada mientras que nosotros subíamos "pa’rriba", el arroyo refrescaba el ambiente, por momentos la naturaleza era muy amigable, linda, hasta que llegamos a la punta del cerro, habíamos subido como 500 mts en la cima descansaba una Capilla dedicada a San Martín de Tours -el Santo es Venerado en la Iglesia Católica y Ortodoxa- que sirve como estación para las peregrinaciones hasta Francia por la Via Sanct Martin. Hasta ese momento habíamos caminado 4 km. aproximadamente. El regreso lo hicimos por el camino de la derecha, más largo, caliente, sin arroyos, seco, espinado, por momentos mal hecho, bastante difícil y fregado, miraba a mi alrededor y necesitaba de una brújula para orientarme donde estaba parado… hasta que salimos vivos después de los 6 kms larguísimos. Regresamos a casa con los ultimitos rayos de sol, un poquito antes que oscurezca enteramente; llegué trapazo, listo para meterme al sobre.
En la casa-taller nos visitaba de cuando en vez la encargada de mantenimiento sanitario, higiene y aseo preventivo del local, joven dama que hablaba un dialecto alemán aprendido de su bisabuelita, y que mi intelecto no captó ni entendió ni jota.
Opera Rock en Szeged. Llegamos a la ciudad de Szeged a una hora nada recomendable, un poquito más del medio día, estacionamos el carro en el parqueo de la Universidad, todo estaba cerrado, en las casas almorzaban, descansaban, hacían la siesta y nosotros con todo el calorzote caminando por las calles desérticas, despejadas de todo ser viviente y con el sol arriba que nos perseguía por todos los rincones donde nos metíamos; un calor calorífico que nos provocaba aventarnos al río Tisza para darnos un refrescante chapuzón y calmar los treinta y tantos grados Celsios. A la apurada recorrimos algunos puntos importantes y turísticos de la ciudad pero yo tenía un problemita, la luminosidad solar era exageradamente fuerte, muy claro oscuro, bastante negativo para un fotógrafo exigente y eximio como yo. Tuve que usar todas mis artimañas para poder hacer unas cuantas fotitos aceptables o buenas de los hermosos edificios y monumentos; de la fachada de la Universidad; la Catedral, su altar y bóveda; el Museo Ferenc Móra; los Baños Termales Anna; frontis de la Municipalidad, el Teatro Nacional, el Puente, la Fuente, la Plaza Klauzál Gábor, el Palacio Reök y el Palacio Gróf; la impresionante y bella Torre de Agua, la estatua del poeta Attila József y me estoy olvidando de otras joyitas que se grabaron en mis pupilas y en la cámara fotográfica digital. Uno de los versos de Attila-József, dice así: ”Yo no tengo padre, yo no tengo madre, yo no tengo Dios y yo no tengo patria“. Me hizo recordar la canción que cantaba mi mamita: “Yo no tengo padre, yo no tengo madre, yo no tengo a nadie que me quiera a mi”. Aproximadamente a un cuarto para las cinco de la tarde comenzamos a ver grupitos de personas, quioscos que abrían sus toldos para su vender, a jóvenes y adultos, familias enteras, todos bien vestiditos, cambiaditos, lindos, con ropitas de ropero. ¡Claro qué sí! Era Domingo y todo el mundo estaba jironeando por la ciudad, como antaño en Lima, como en el Jirón de La Unión por el Palais Concert. Nosotros estábamos hacienda hora, el motivo principal de la visita a la ciudad de Szeged era el espectáculo paradigma del musical hippy de los años sesenta, la ópera rock “Hair” que se llevó a cabo en el escenario al aire libre construido en el frontis de la católica Catedral de Nuestra Señora de Hungría. Teníamos que estar a la hora exacta haciendo nuestro ingreso, éramos más de tres mil espectadores que acompañaríamos a la obra. Al principio dudé con los nombres de los actores de la versión cinematográfica, al final no acerté ningún nombre. Fin del espectáculo, cerramos el día con broche de oro como si fuera Domingo de Gloria, viendo lo que nos gusta, Teatro. El Festival de Verano de Teatro al Aire Libre de Szeged, también cerraba la temporada con aplausos y fuertes ovaciones de los 3,503 espectadores, los últimos tres fuimos nosotros.
Llenaba mi diario electrónico con curiosidades y misceláneas de las ciudades visitadas, me preguntaron amorosamente:
—¿Qué mentiras estás escribiendo ahora?
—¡Nada de mentiras esto es una crónica seria! ¡El tema no me deja explayarme en imaginaciones, ni fantasear… estoy seleccionando las fotos para enviar sólo en las que ustedes se ven lindas y bonitas!
—Primero queremos chequear las fotos para dar un visto bueno! ¿Ok?
—¡Cómo ustedes digan! ¡Yo... sólo cumplo órdenes! Ja, ja, ja.
Si cocinábamos en casa era un problemón gastronómico para el arte culinario, teníamos que ponernos de acuerdos anticipadamente porque lo que le gustaba a uno, no le gustaba al otro y al otro le caía mal; un carnívoro, una vegetariana y otra 'half and half', 'fifty-fifty', qué trio de a tres. Sumamente difícil para pobrar un bocadillo; en plena crisis llegábamos a un acuerdo y todos felices comiendo perdices.
—¡Voy a preparar una rica sopa!
—¡Está bien pero por favor no le eches tomate, ni papas!
—¡Tampoco carne! ¡Pero pollo sí le puedes echar un poquito! ¡Y no vengas con tu pizca de picante para dar un buen sabor! ¡Tu ají le echas aparte! ¡Prepara sopita de cabello de ángel!
—¡Los huevos los sancochas aparte!!
—¡Perdón! ¿Cómo se llama el restaurante frente al Duna?
Al Santo Nepomuceno (Protector frente a las inundaciones) lo vimos hasta en la sopa. Con las inundaciones desastrosas del Danubio es entendible su veneración.
Nos invitaron al Concierto de Jazz de Al Di Meola que se presentaba en el Festival del Vino en la ciudad de Györ, aceptar representaba un viaje diagonalmente de Sur a Norte y del Este al Oeste, y viceversa; 600 km entre ida y vuelta, y paseos por la ciudad. Aceptamos. Pensamos y obramos por lo más sensato, hacer una escala en el Lago Balaton para descansar por cinco horas y continuar con el recorrido. Fuimos cuatro tripulantes, tres mujeres y yo; como siempre listo y en acción, atento para defender, proteger y socorrer a las damas de cualquier peligro que se presente. Con el ferry para autos de Szántód/Balaton Süd cruzamos el gran Lago Balaton hasta la península de Tihany Nord y nos dirigimos con dirección a Balatonfüred. En Alsóörs buscando la playita que nos habían recomendado, pues, nos perdimos en el camino, preguntamos en húngaro donde quedaba la playa, y nuestra interlocutora nos repreguntó que idioma hablábamos.
—Alemán, inglés, francés, italiano, ruso…
—¡Español!
—Prefiero el francés … sigan la flecha y a la derecha.
Luego de veranear, nadar, solearnos y descansar, proseguimos con el viaje hasta Györ. Directamente al Hotel para que las damas se arreglaran, maquillaran, peinaran y cambiaran; y llegar exacto a las 20:00 horas sin sobresalto al Concierto del Jazz. Todo estaba saliendo matemáticamente como se había planeado. Con dirección a la Plaza donde se realizaría el Concierto empezó a chispear y después de dos cuadras la llovizna tomó cuerpo de mayores proporciones, y se convirtió en una lluvia de la jijuna alcanzando la magnitud de una tempestad, todo el mundo en retirada, y nosotros nos quedamos parados en una esquina con los maltratados paraguas y escuchamos que suspendían la función para otra ocasión. Todo lo planeado en fracción de segundos se fue al agua. Con nuestros paraguas sobre nuestras cabezas no nos quedó otra que caminar por el centro de la ciudad, artísticamente iluminado por el reflejo de la luna. Charlamos, probamos unas copas de vino y nos metimos al sobre a descansar. Al día siguiente nuevamente recorrimos el Centro y en una plazuelita escuchamos a un grupo de jazz que tenía un repertorio del recuerdo, como último número se despidieron con “What a Wonderful World”. La improvisada audiencia aplaudió con corazón y cariño, repitiendo la letra, cuando hay amor el mundo se ve lindo, de colores y de amores: “Veo árboles verdes, rosas rojas también. Las veo florecer para mí y para ti. Y pienso para mi mismo. Qué mundo maravilloso. Oh, sí”. En casa vimos una grabación de Al Di Meola en Concierto y aplaudimos su arte acompañados de tacitas de café.
El último día en Baja visitamos su Biblioteca Pública, antigua Sinagoga de estilo clásico. A finales de los años 70 la comunidad judía ofreció en venta el inmueble a la ciudad. El 22 de octubre de 1985, completamente renovado, el local abrió sus puertas nuevamente, desde entonces brinda un excelente servicio a Baja y a la región. Planeamos la última cena en el mejor restaurante de la zona, para abrir el apetito programamos una caminata por el valle, echamos una ojeada al pronóstico del tiempo, nos advirtió 5% de probabilidades de lluvia. Y justo en lo más alto del monte llovió. ¡Llovió!
En los paseos que hicimos por los pueblos de Hungría, siempre había una vista, un motivo que me traía recuerdos de la Lima de antaño, de la que se fue, la de los años 60 -70; encuentro calles y avenidas con árboles, como había en Miraflores y en La Colmena del Centro de Lima; monumentos limpios sin olor a basura, ni a orines como era el Paseo Colón con su Plaza Bolognesi; jardines y áreas verdes como el Parque de la Exposición con La Cabaña y su lagunita. Nosotros teníamos belleza urbana, se perdió en el camino. Por estos lares la economía no es estable, tienen poco, pero les sobra civismo y urbanidad, y esas pequeñeces nos falta en casa aparte que también nos falta honradez. Nosotros en complicidad con las autoridades hemos dado paso libre al cemento y a la necedad; a la bulla y al caos; a la delincuencia y a la corrupción. No sabemos conservar hacemos lo más fácil, destruir. Amén.
En mis años de viajero tengo recuerdos y fotos de los ríos: Cañete, Urubamba, Apurímac, Amazonas, Paraná, Tíber, Sena, Rin, Elba, Neckar, Támesis, ... ahora del “Danubio Azul” y no tengo ninguna fotito con mi río hablador, musa de artistas, poetas y de grandes compositores, el vilipendiado río Rímac.
Se acababan las vacaciones, el regreso a casita era por nuestra cuenta y riesgo. Organizamos lo mejor posible el cronograma, regreso con escala en Budapest. El primer tramo en tren de Baja a Budapest, pausa tres días y dos noches; segundo tramo en avión de Budapest a Stuttgart. Llego el momento del adiós, la vida tiene que seguir. Las flores del jardín se morirán y otras nuevas se plantarán. Sábado, cinco y cuarenta y cinco de la mañana nos dirigimos a la Estación de Baja, cargando mochilas y jalando maletas con rueditas; el cielo estaba cargado de nubes negras, el tren listo para partir, fotos para el recuerdo, abrazos, agradecimientos y despedida; a la seis o'clock subimos al vagón de primera clase, calentito y super cómodo, seguimos caminando dentro del tren de vagón en vagón hasta llegar a nuestros asientos numerados del vagón de segunda clase.
Llegamos a la Estación de Trenes Nyugati de la Ciudad Capital Budapest, en prima y en directo agarramos Metro, nos dirigimos al Barrio Judío donde se encontraba nuestro Hotel reservado por internet, dejamos nuestros equipajes y salimos al toque, volando, con mapas y con un libro guía para realizar el plan A de lo planificado desde el centro centro de la ciudad, sí el plan no salía de acuerdo a nuestras expectativas por el clima, mal tiempo o algo fallaba, teníamos bajo la manga el plan B y el plan C. Optamos por ir a lo que estaba más distante y regresar lontano a nuestro punto de origen, el Centro. En bus llegamos al Parque Zoológico y caminando un par de cuadras llegamos a nuestra meta: la Plaza de los Héroes con la avenida Andrássy, abrazada por ambos lados de dos grandes Museos: el Museo de Bellas Artes y del Palacio de Arte, y en el centro el Memorial del Milenio. Enorme y majestuoso, todo era en conjunto una gran obra arquitectónica y artística. Otra cuadrita por ahí: El Castillo de Vajdahunyad, perdimos, una luqueada a la distancia, el castillo está en total renovación. Regresando al Centro miramos la fachada de la Casa del Terror, museo sobre el fascismo y el comunismo en Budapest. No quisimos entrar, ya hemos visto bastantes imágenes sobre el tema en el Museo de la Historia Alemana en Bonn. Nos sorprendimos cuando vimos un cartel en español en un edificio: El Instituto Cervantes (Centro Cultural Español). Pardiez, recórcholis, están enseñando español por aquí. ¡Vale! Llegamos como enviados del cielo a la Basílica de San Esteban de Pest, la mayor iglesia de la ciudad, y vimos a una novia que se dirigía al Altar de blanco y radiante, no sabe lo que le espera, acompañada del padrino, coro y orquesta, órgano, invitados y cordones de seguridad por doquier que limitaban las visitas a la casa de Dios. Concluyendo el día un vistazo al Puente de las Cadenas con sus impresionantes leones de guardianes. Media hora después sentaditos en una cafetería hablando de nuestras impresiones nos dimos cuenta porque le dicen a Budapest, la Perla del Danubio. A cada paso nos encontramos con hermosas fuentes, palacios, palacetes, museos, teatros, estatuas, monumentos, la ciudad nos fue sorprendiendo en el recorrido. Budapest y el Danubio se entrelazan brindando belleza y arte. No nos preocupaba si llovía o no, teníamos que seguir captando las bellas imágenes que nos ofrecía la ciudad. En la noche aprovechamos los boletos de veinticuatro horas, paseamos en tranvía, ida y vuelta, con la N°2 que tiene un recorrido justo como para viajeros foráneos, va en paralelo con la ribera del Danubio, gozamos con las panorámicas nocturnas. Definitivamente comprobamos que teníamos que hacer nuestro turismo cultural a pie o en tranvía, lento y seguro.
En el segundo día, más cancheros y mejor ubicados con los ojos cerrados llegamos a la Iglesia de Matías de Buda que por más temprano que arribamos el lugar ya estaba infectado de cientos de turistas de todas partes del mundo que hacían un colón para ingresar al recinto previo pago de entrada. Al costadito de la iglesia y con una pinta a lo Ivanhoe la estatua de San Esteban I, Rey de Hungría, bien bacán montado en su caballo verde. Seguimos de fresa hasta una belleza, la terraza de estilo neogótico y neorrománico, el Halászbástya o Bastión de los Pescadores, dimos nuestras vueltas turísticas, fotos, lectura a los volantes y carteles que se podían leer o sea los que estaban en inglés o alemán. Pasamos al Castillo Real de Buda con su inconfundible estilo barroco, posamos debajo de la colosal estatua del Turul, ave mítica húngara. Bajamos y vimos una buena cantidad de gente haciendo cola para subir por el Funicular, nosotros sin preocupaciones seguimos caminando hasta llegar a la cima del Monte de Gellért, a 235 m. de altitud, donde se encuentran dos monumentos históricos, la Citadella y la Estatua de la Libertad. El Monte es un lugar que brinda una vista de los dioses de la ciudad. Descanso, pichi, una fruta, un heladito y bajar con cuidadito. A la Isla Margaret y al Puente Erzsébet los vimos de lejitos, no nos alcanzo el tiempo para visitarlos. El tiempo se nos acortaba conforme pasaban las horas, minutos. Entramos a los lujosos Baños Termales, nuevamente descanso y otro cafecito. De regreso por el Puente de la Libertad, lo cruzamos revisando sus adornos y reliquias; un par de cuadras y dimos con el conocido y famoso Mercado Grande. De pasada visitamos algunas librerías. Terminamos el segundo día de turismo cultural en la Casa de Opera de Budapest, también se le conoce como la Opera Nacional de Hungría, edificio neo-renacentista; extasiados de la belleza y lujo del teatro salimos turulatos y empalmamos con un Festival de Música en plena lleca, a lo largo de la principal avenida Andrássy habían instalado pequeños proscenios a una distancia aproximadamente de cien metros, entre uno y otro, y cada proscenio con un piano y con un maestro concertista que tenía un tiempo determinado para exponer su arte y al toque ser reemplazado por otro colega; todo esto rodeado de quioscos de cerveza, comida típica, artesanía, cafés y otros. A las diez de la noche tuvimos la suerte de pasar por una de las transversales y escuchamos música popular internacional, en piano por supuesto, nos detuvimos, nos acomodamos, luego nos sentamos y nos quedamos más de una hora escuchando de todo un poco, el maestro tenía como repertorio un popurrí interminable de canciones de todos los rincones del mundo, escuché el Cóndor Pasa de Daniel Alomía Robles en una vibrante versión. Terminó la función, el público en general y principalmente sus fans le pidieron que siga con un numerito más, el maestro volvió al piano y volvió a terminar y le pidieron más, se sentó y advirtió: -¡La última!-. Otro cuarto de hora espectacular con un final apoteósico con el tema Rapsodia Húngara Nº 2 de Franz Liszt. Cuando terminó la presentación en medio de los aplausos, de los reporteros gráficos, de sus fans y seguidores tuve la suerte de intercambiar unas breves palabras con el maestro Otto Ötväs.
—¡Hallo Mister! ¡Profesor! ¡Lukin my! ¡Luk! ¡To see! ¡Hey!! ¡Schau Mal hier! ¡Carajo! ¡Photo!! ¡Fotito! ¡¡¡FOTOOO!!!
El artista volteó, y con una gran sonrisa me contestó.
—¡Oh, Thank you!
Y por fin tomé la foto del recuerdo para nuestro álbum electrónico.
El tercer y ultimo día fue exclusivamente para visitar tres lugares:
1) El Parlamento de Budapest, para conseguir las entradas de visita llegamos antes de las ocho de la mañana, presenté mi Pass peruano y me cobraron la entrada gratuita porque no pertenezco a la Unión Europea. A las once a.m. ingresamos con el grupo de habla hispana y con el guía, del saque boquiabiertos con la primer salón, entre salones y obras de artes vimos la corona de los reyes húngaros en el Salón de la Cúpula, y ojo: Prohibido tomar fotos con flash.
2) La Sinagoga de la calle Dohány, la más grande de la Europa del Este, la entrada es gratuita hasta cuando uno llega a la ventanilla de la Caja y cobran todo junto: Boleto para el ingreso al interior de la Sinagoga, por cierto que es bellísimo, nos quedamos atónitos; billete para el paseo por el Jardín, Cementerio y para mirar el Árbol de la Vida, nos dijeron que Tony Curtis, hijo de judíos húngaros, había mandado su donación; y ticket para recorrer el Museo; también nos cobraron las explicaciones del guía.
3) El Barrio Judío, nuestro hotelito quedaba en el piso dos de un antiguo edificio del barrio judío, barrio popular que lleva sobre sus hombros mucha historia gris, historia del gueto miserable que posteriormente se convirtió en un campo de concentración; recorrimos el barrio y tomamos un café en una cafetería judía. —Y el mundo miserable no ha aprendido la lección, seguimos de mal en peor —pensé.
—¡Perdón! ¿Cuándo llovió así? ¿Torrencial?
—Cuando dormías profundamente como un tronco seco.
Pasaba el tiempo y cada uno hacía sus labores domésticos y exactamente a las Diez Ante Meridiem, es decir 10:00 en punto A.M. el cielo se despejó, entraron los rayos solares por toda la casa, empezó la fiesta de colores, agarramos las bicicletas y enrumbamos para el sur por la ribera izquierda del Danubio con dirección al pueblito Dunafalva. En el trayecto tuvimos la dicha de ver el verdor de los campos, los matices de verdes del gran bosque, los colores de los sembríos, a la gente pescando, nadando, de camping, familias haciendo picnic, paseando en botes, veleros, lanchas y divirtiéndose a sus anchas. Después de cuatro exigentes horas de pedaleo efectivo las damas me pidieron por favor que regresemos, que ya estaba bueno y era suficiente; con caritas de preocupación me dijeron que mi semblante se veía demacrado, blanco como papel y mi angelical rostro reflejaba que estaba a punto de desmayarse. Acepté la proposición y regresamos lentamente por los pueblitos aledaños.
Al día siguiente, después de un buen y reparador descanso, la ruta a seguir fue hacia el sur por la margen derecha del Danubio. Destino, hasta el pueblo de Mohács. Esto fue en autito, bastante cómodo, pero de las caminatas no me libraba. En ruta contemplamos de cerquita el Parque Nacional Danubio—Drava en todo su esplendor. Antes de ingresar a la ciudad arrancamos con la visita al Monumento a la Batalla en Mohács, erigido al ejercito húngaro que fue derrotado contra los turcos en 1526; el parque del recuerdo tiene su magnetismo e irradia respeto y majestuoso silencio. Seguimos hacia el centro y dimos vueltas en espiral hasta el final. Recorrimos buenas horas turisteando de lo lindo. En nuestro *libro-guía para viajeros sobre Hungría, leo el siguiente comentario: "Mohács es un pequeño puerto que está durmiendo en el Danubio". Y es verdad, es un pueblo super tranquilo. Seis horas después atravesamos el río en un **transbordador y nos dirigimos a un restaurante, especialistas doctos en preparaciones de manjares a base de pescado. Fue un almuerzo a las siete de la tarde como para reyes. En una terraza que tenía una vista como para pintarla, yo le tomé unas fotitos para el recuerdo. Hice mi sugerencia al chef:
—"Valamilyen helyi specialitást szeretnét" "¡Gulasch!" ("Yo quiero una especialidad de la región" "¡Gulasch!").
Después de paporretear el indescifrable trabalengua para destrabar mis melodiosas cuerdas vocales me tomé un buen vaso de cerveza húngara. Llegaron los pedidos: Gulasch acompañado de pasta y nata agria, Chicharrón de pesca’o con papitas fritas y salsa criolla, y una Jalea norteña con ensalada. Probamos las delicatessen, mismo “Boccato di Cardinali”. Y lo más sorprendente fue que no hubo mosquito depredador alguno. Fue una cuenta modesta comparando el cambio del Florín húngaro con el Euro, pero al cambio con el Nuevo Sol peruano, el gasto es bastante respetable.
* Ungarn, Deutsche Ausgabe, S. Fallon & N. Bedford.
** Margen, ribera u orilla es lo mismo por si acaso y transbordador o ferry, igualito.
Con bicicleta incursionamos por toda el pueblo y por pueblitos de los alrededores. |
La temperatura en esta época del año tiene altibajos, frío o calor, de otoño. El desayuno, almuerzo y cena, no todos los días pero casi siempre, ni en ese orden, solamente cuando la ocasión lo permitía comíamos en el balcón o en la terraza, previo baño con spray contra los mosquitos facinerosos que siempre nos tenían en la mira, al menor descuido un picotón donde uno menos lo esperaba.
Sin querer queriendo paseamos por la ciudad de Pécs, convertida en la Capital Europea de la Cultura 2010, a 200 km de Budapest, a una hora de Baja en auto, manteniendo una regular y modesta velocidad de 130 Kms por hora en la moderna y recién inaugurada autopista. La ciudad cuenta con una población de 160.000 habitantes más cuchucientos turistas de todas partes del mundo. Alberga la quinta universidad más antigua de Europa (1367), la Universidad de Pécs. Dimos varias vueltas por el Centro visitando los mejores lugares turísticos, empezamos por la Sinagoga, en la entrada nos dieron unas hojas explicando el para qué, por qué y el qué qué del judaísmo, y de su forma de comunicarse con el Todopoderoso, del valor de los enseres; al final de recorrido conversamos brevemente con el rabino encargado, nos relató que en la actualidad sólo vienen a las ceremonias (religiosas y de otra índole) ciento veinte personas entre hombres y mujeres y todos cada día son más viejitos. Además que entrando, en las bancas de la izquierda se sientan las mujeres y en las bancas de la derecha los hombres. Después nos tocó visitar la antigua Mezquita de Gazi Kasim en la Plaza Széchenyi, actualmente es una iglesia católica donde sobresale el arte otomano de los turcos. Paseamos por el sur y norte, de este a oeste de la ciudad, dimos vueltas como disco rayado. Nos pasó la voz la estatua de Franz Liszt desde un balcón —No se vayan sin escuchar mis Rapsodias —Así será maestro.
—¿Ahora por dónde vamos? ¿Derecha o izquierda?
—¡De frente!
—¿Pero, ya no hemos ido por ahí? ¡También hemos regresado por ahí!
—¡Sí! ¡Pero ahora vamos a la Catedral!
—¡Esto más parece una Peregrinación de Semana Santa! ¿Estamos recorriendo las Siete Estaciones? ¡Sólo falta rezar y un par de sahumadoras!
La Catedral de San Pedro y San Pablo es católica romana y es la Iglesia Episcopal de la Diócesis de Pécs. Tiene una historia muy rica y sorprendente pero en estos momento no me acuerdo nada de nada, ni pío de todo lo que me explicaron. En la Sinagoga la entrada fue simbólica, las damas pagaron como estudiantes y yo como adulto mayor, super oferta. En la Mezquita, la entrada era una donación voluntaria y nos entregaban a cambio una postal. En la Catedral, ahí fue lo anecdótico, nos cobraron para entrar, para ver y para no ver, y por poquito nos cobraban la salida. El Museo, la Galería de Arte Moderno Húngaro, sin palabras, muy moderno. En Pécs anualmente se realiza el más grande Festival de Teatro de Hungría.
Llegó el Día de la Fiesta Nacional de Hungría y que mejor festejo que pasear por el Parque Nacional de Gemenc de 180 Km2 de extensión (Aprox. 20,000 Hectáreas) con flora y fauna muy variada y especial. Un paseo ecosistema turístico para descansar del smog de todos los días; del humo de cigarros y cigarrillos; nada de alcohol, ni de aperitivos menos asentativos; y libre y distante de la venenosa comida chatarra ¡Genial! Llegamos a la pequeña Estación de Pörböly, ahí tomamos el trencito que se interna por el parque-selva, listos y preparados con nuestras cámaras fotográficas, vídeos, binoculares y otros adelantos técnicos. Viajamos como en un safari fotográfico, al principio todo lindo pudimos captar algunas buenas fotos de los animalitos pero después cuando el trencito agarró un poquito más de viada hacía una bulla del demonio y cuando frenaba para bajar la velocidad el chirrido de los fierros era una bulla infernal, espantando a los pobres animalitos que desaparecieron de nuestras vistas. Por momentos "los arboles no dejaban ver el bosque". El safari fue de ida y vuelta, en el otro extremo nos esperaba un barco para brindarnos un paseíto por el Danubio. Que espectacular fue estar en medio del río. De regreso nuevamente en el trencito y nuevamente "el bosque no se veía por los arboles". Todo el paseo me trajo nostalgia, por los animalitos, por los chanchos silvestres, los venados, los moscones, las víboras, cucarachas, sapos y culebras, murciélagos y vampiros, mariposas, polillas, alacranes y escorpiones; como en la esquina del chisme de mi barrio pero sin vegetación.
Llegó sábado nos tocó ir al mercado "a hacer la plaza" para la semana, pero lo bonito fue que no fuimos a un Market que abundan en toda Europa, fuimos a un mercadito tradicional con las mercaderías en el suelo, en triciclos, quioscos y puestos; con verduras y frutas frescas; como en Lima, con una atención personal, con comunicación y sonrisas... y con yapa. Pero lo que no fue bonito para este pechito fue la noticia que salíamos a una marcha por las colinas y cerros de Kisújbánya en Komitat Baranya a una hora de camino hacía el oeste para dar una vueltita, abrir el apetito y después, regresar para almorzar. ¡Maravilloso! Yo no podía hacer un motín, eran dos contra uno, ellas eran más, caballero no más, sonrisa y buena cara.
—¿Ya estás listo?
—¡Si! ¿A qué hora salimos?
—¡Ahorita! ¡Carga la mochila! ¡Cuidado con las botellas de agua! ¡Sólo será una vuelta de dos horas!!
En el lugar de los hechos, una vez estacionado el carro, las damas hojearon el plano y señalaron la ruta. En la ida tuvimos la compañía de un riachuelo que caminaba en bajada mientras que nosotros subíamos "pa’rriba", el arroyo refrescaba el ambiente, por momentos la naturaleza era muy amigable, linda, hasta que llegamos a la punta del cerro, habíamos subido como 500 mts en la cima descansaba una Capilla dedicada a San Martín de Tours -el Santo es Venerado en la Iglesia Católica y Ortodoxa- que sirve como estación para las peregrinaciones hasta Francia por la Via Sanct Martin. Hasta ese momento habíamos caminado 4 km. aproximadamente. El regreso lo hicimos por el camino de la derecha, más largo, caliente, sin arroyos, seco, espinado, por momentos mal hecho, bastante difícil y fregado, miraba a mi alrededor y necesitaba de una brújula para orientarme donde estaba parado… hasta que salimos vivos después de los 6 kms larguísimos. Regresamos a casa con los ultimitos rayos de sol, un poquito antes que oscurezca enteramente; llegué trapazo, listo para meterme al sobre.
El regreso lo hicimos por el camino de la derecha, más largo, caliente, sin arroyos, espinado... |
En la casa-taller nos visitaba de cuando en vez la encargada de mantenimiento sanitario, higiene y aseo preventivo del local, joven dama que hablaba un dialecto alemán aprendido de su bisabuelita, y que mi intelecto no captó ni entendió ni jota.
Opera Rock en Szeged. Llegamos a la ciudad de Szeged a una hora nada recomendable, un poquito más del medio día, estacionamos el carro en el parqueo de la Universidad, todo estaba cerrado, en las casas almorzaban, descansaban, hacían la siesta y nosotros con todo el calorzote caminando por las calles desérticas, despejadas de todo ser viviente y con el sol arriba que nos perseguía por todos los rincones donde nos metíamos; un calor calorífico que nos provocaba aventarnos al río Tisza para darnos un refrescante chapuzón y calmar los treinta y tantos grados Celsios. A la apurada recorrimos algunos puntos importantes y turísticos de la ciudad pero yo tenía un problemita, la luminosidad solar era exageradamente fuerte, muy claro oscuro, bastante negativo para un fotógrafo exigente y eximio como yo. Tuve que usar todas mis artimañas para poder hacer unas cuantas fotitos aceptables o buenas de los hermosos edificios y monumentos; de la fachada de la Universidad; la Catedral, su altar y bóveda; el Museo Ferenc Móra; los Baños Termales Anna; frontis de la Municipalidad, el Teatro Nacional, el Puente, la Fuente, la Plaza Klauzál Gábor, el Palacio Reök y el Palacio Gróf; la impresionante y bella Torre de Agua, la estatua del poeta Attila József y me estoy olvidando de otras joyitas que se grabaron en mis pupilas y en la cámara fotográfica digital. Uno de los versos de Attila-József, dice así: ”Yo no tengo padre, yo no tengo madre, yo no tengo Dios y yo no tengo patria“. Me hizo recordar la canción que cantaba mi mamita: “Yo no tengo padre, yo no tengo madre, yo no tengo a nadie que me quiera a mi”. Aproximadamente a un cuarto para las cinco de la tarde comenzamos a ver grupitos de personas, quioscos que abrían sus toldos para su vender, a jóvenes y adultos, familias enteras, todos bien vestiditos, cambiaditos, lindos, con ropitas de ropero. ¡Claro qué sí! Era Domingo y todo el mundo estaba jironeando por la ciudad, como antaño en Lima, como en el Jirón de La Unión por el Palais Concert. Nosotros estábamos hacienda hora, el motivo principal de la visita a la ciudad de Szeged era el espectáculo paradigma del musical hippy de los años sesenta, la ópera rock “Hair” que se llevó a cabo en el escenario al aire libre construido en el frontis de la católica Catedral de Nuestra Señora de Hungría. Teníamos que estar a la hora exacta haciendo nuestro ingreso, éramos más de tres mil espectadores que acompañaríamos a la obra. Al principio dudé con los nombres de los actores de la versión cinematográfica, al final no acerté ningún nombre. Fin del espectáculo, cerramos el día con broche de oro como si fuera Domingo de Gloria, viendo lo que nos gusta, Teatro. El Festival de Verano de Teatro al Aire Libre de Szeged, también cerraba la temporada con aplausos y fuertes ovaciones de los 3,503 espectadores, los últimos tres fuimos nosotros.
Llenaba mi diario electrónico con curiosidades y misceláneas de las ciudades visitadas, me preguntaron amorosamente:
—¿Qué mentiras estás escribiendo ahora?
—¡Nada de mentiras esto es una crónica seria! ¡El tema no me deja explayarme en imaginaciones, ni fantasear… estoy seleccionando las fotos para enviar sólo en las que ustedes se ven lindas y bonitas!
—Primero queremos chequear las fotos para dar un visto bueno! ¿Ok?
—¡Cómo ustedes digan! ¡Yo... sólo cumplo órdenes! Ja, ja, ja.
Un chapuzón en las frías aguas del Danubio. |
Si cocinábamos en casa era un problemón gastronómico para el arte culinario, teníamos que ponernos de acuerdos anticipadamente porque lo que le gustaba a uno, no le gustaba al otro y al otro le caía mal; un carnívoro, una vegetariana y otra 'half and half', 'fifty-fifty', qué trio de a tres. Sumamente difícil para pobrar un bocadillo; en plena crisis llegábamos a un acuerdo y todos felices comiendo perdices.
—¡Voy a preparar una rica sopa!
—¡Está bien pero por favor no le eches tomate, ni papas!
—¡Tampoco carne! ¡Pero pollo sí le puedes echar un poquito! ¡Y no vengas con tu pizca de picante para dar un buen sabor! ¡Tu ají le echas aparte! ¡Prepara sopita de cabello de ángel!
—¡Los huevos los sancochas aparte!!
—¡Perdón! ¿Cómo se llama el restaurante frente al Duna?
Al Santo Nepomuceno (Protector frente a las inundaciones) lo vimos hasta en la sopa. Con las inundaciones desastrosas del Danubio es entendible su veneración.
Nos invitaron al Concierto de Jazz de Al Di Meola que se presentaba en el Festival del Vino en la ciudad de Györ, aceptar representaba un viaje diagonalmente de Sur a Norte y del Este al Oeste, y viceversa; 600 km entre ida y vuelta, y paseos por la ciudad. Aceptamos. Pensamos y obramos por lo más sensato, hacer una escala en el Lago Balaton para descansar por cinco horas y continuar con el recorrido. Fuimos cuatro tripulantes, tres mujeres y yo; como siempre listo y en acción, atento para defender, proteger y socorrer a las damas de cualquier peligro que se presente. Con el ferry para autos de Szántód/Balaton Süd cruzamos el gran Lago Balaton hasta la península de Tihany Nord y nos dirigimos con dirección a Balatonfüred. En Alsóörs buscando la playita que nos habían recomendado, pues, nos perdimos en el camino, preguntamos en húngaro donde quedaba la playa, y nuestra interlocutora nos repreguntó que idioma hablábamos.
—Alemán, inglés, francés, italiano, ruso…
—¡Español!
—Prefiero el francés … sigan la flecha y a la derecha.
En la cima del Monte de Gellért. De fondo la Estatua de la Libertad. Budapest. |
Luego de veranear, nadar, solearnos y descansar, proseguimos con el viaje hasta Györ. Directamente al Hotel para que las damas se arreglaran, maquillaran, peinaran y cambiaran; y llegar exacto a las 20:00 horas sin sobresalto al Concierto del Jazz. Todo estaba saliendo matemáticamente como se había planeado. Con dirección a la Plaza donde se realizaría el Concierto empezó a chispear y después de dos cuadras la llovizna tomó cuerpo de mayores proporciones, y se convirtió en una lluvia de la jijuna alcanzando la magnitud de una tempestad, todo el mundo en retirada, y nosotros nos quedamos parados en una esquina con los maltratados paraguas y escuchamos que suspendían la función para otra ocasión. Todo lo planeado en fracción de segundos se fue al agua. Con nuestros paraguas sobre nuestras cabezas no nos quedó otra que caminar por el centro de la ciudad, artísticamente iluminado por el reflejo de la luna. Charlamos, probamos unas copas de vino y nos metimos al sobre a descansar. Al día siguiente nuevamente recorrimos el Centro y en una plazuelita escuchamos a un grupo de jazz que tenía un repertorio del recuerdo, como último número se despidieron con “What a Wonderful World”. La improvisada audiencia aplaudió con corazón y cariño, repitiendo la letra, cuando hay amor el mundo se ve lindo, de colores y de amores: “Veo árboles verdes, rosas rojas también. Las veo florecer para mí y para ti. Y pienso para mi mismo. Qué mundo maravilloso. Oh, sí”. En casa vimos una grabación de Al Di Meola en Concierto y aplaudimos su arte acompañados de tacitas de café.
El último día en Baja visitamos su Biblioteca Pública, antigua Sinagoga de estilo clásico. A finales de los años 70 la comunidad judía ofreció en venta el inmueble a la ciudad. El 22 de octubre de 1985, completamente renovado, el local abrió sus puertas nuevamente, desde entonces brinda un excelente servicio a Baja y a la región. Planeamos la última cena en el mejor restaurante de la zona, para abrir el apetito programamos una caminata por el valle, echamos una ojeada al pronóstico del tiempo, nos advirtió 5% de probabilidades de lluvia. Y justo en lo más alto del monte llovió. ¡Llovió!
En los paseos que hicimos por los pueblos de Hungría, siempre había una vista, un motivo que me traía recuerdos de la Lima de antaño, de la que se fue, la de los años 60 -70; encuentro calles y avenidas con árboles, como había en Miraflores y en La Colmena del Centro de Lima; monumentos limpios sin olor a basura, ni a orines como era el Paseo Colón con su Plaza Bolognesi; jardines y áreas verdes como el Parque de la Exposición con La Cabaña y su lagunita. Nosotros teníamos belleza urbana, se perdió en el camino. Por estos lares la economía no es estable, tienen poco, pero les sobra civismo y urbanidad, y esas pequeñeces nos falta en casa aparte que también nos falta honradez. Nosotros en complicidad con las autoridades hemos dado paso libre al cemento y a la necedad; a la bulla y al caos; a la delincuencia y a la corrupción. No sabemos conservar hacemos lo más fácil, destruir. Amén.
En mis años de viajero tengo recuerdos y fotos de los ríos: Cañete, Urubamba, Apurímac, Amazonas, Paraná, Tíber, Sena, Rin, Elba, Neckar, Támesis, ... ahora del “Danubio Azul” y no tengo ninguna fotito con mi río hablador, musa de artistas, poetas y de grandes compositores, el vilipendiado río Rímac.
Se acababan las vacaciones, el regreso a casita era por nuestra cuenta y riesgo. Organizamos lo mejor posible el cronograma, regreso con escala en Budapest. El primer tramo en tren de Baja a Budapest, pausa tres días y dos noches; segundo tramo en avión de Budapest a Stuttgart. Llego el momento del adiós, la vida tiene que seguir. Las flores del jardín se morirán y otras nuevas se plantarán. Sábado, cinco y cuarenta y cinco de la mañana nos dirigimos a la Estación de Baja, cargando mochilas y jalando maletas con rueditas; el cielo estaba cargado de nubes negras, el tren listo para partir, fotos para el recuerdo, abrazos, agradecimientos y despedida; a la seis o'clock subimos al vagón de primera clase, calentito y super cómodo, seguimos caminando dentro del tren de vagón en vagón hasta llegar a nuestros asientos numerados del vagón de segunda clase.
El Danubio y el Parlamento de Budapest de fondo. |
Llegamos a la Estación de Trenes Nyugati de la Ciudad Capital Budapest, en prima y en directo agarramos Metro, nos dirigimos al Barrio Judío donde se encontraba nuestro Hotel reservado por internet, dejamos nuestros equipajes y salimos al toque, volando, con mapas y con un libro guía para realizar el plan A de lo planificado desde el centro centro de la ciudad, sí el plan no salía de acuerdo a nuestras expectativas por el clima, mal tiempo o algo fallaba, teníamos bajo la manga el plan B y el plan C. Optamos por ir a lo que estaba más distante y regresar lontano a nuestro punto de origen, el Centro. En bus llegamos al Parque Zoológico y caminando un par de cuadras llegamos a nuestra meta: la Plaza de los Héroes con la avenida Andrássy, abrazada por ambos lados de dos grandes Museos: el Museo de Bellas Artes y del Palacio de Arte, y en el centro el Memorial del Milenio. Enorme y majestuoso, todo era en conjunto una gran obra arquitectónica y artística. Otra cuadrita por ahí: El Castillo de Vajdahunyad, perdimos, una luqueada a la distancia, el castillo está en total renovación. Regresando al Centro miramos la fachada de la Casa del Terror, museo sobre el fascismo y el comunismo en Budapest. No quisimos entrar, ya hemos visto bastantes imágenes sobre el tema en el Museo de la Historia Alemana en Bonn. Nos sorprendimos cuando vimos un cartel en español en un edificio: El Instituto Cervantes (Centro Cultural Español). Pardiez, recórcholis, están enseñando español por aquí. ¡Vale! Llegamos como enviados del cielo a la Basílica de San Esteban de Pest, la mayor iglesia de la ciudad, y vimos a una novia que se dirigía al Altar de blanco y radiante, no sabe lo que le espera, acompañada del padrino, coro y orquesta, órgano, invitados y cordones de seguridad por doquier que limitaban las visitas a la casa de Dios. Concluyendo el día un vistazo al Puente de las Cadenas con sus impresionantes leones de guardianes. Media hora después sentaditos en una cafetería hablando de nuestras impresiones nos dimos cuenta porque le dicen a Budapest, la Perla del Danubio. A cada paso nos encontramos con hermosas fuentes, palacios, palacetes, museos, teatros, estatuas, monumentos, la ciudad nos fue sorprendiendo en el recorrido. Budapest y el Danubio se entrelazan brindando belleza y arte. No nos preocupaba si llovía o no, teníamos que seguir captando las bellas imágenes que nos ofrecía la ciudad. En la noche aprovechamos los boletos de veinticuatro horas, paseamos en tranvía, ida y vuelta, con la N°2 que tiene un recorrido justo como para viajeros foráneos, va en paralelo con la ribera del Danubio, gozamos con las panorámicas nocturnas. Definitivamente comprobamos que teníamos que hacer nuestro turismo cultural a pie o en tranvía, lento y seguro.
Descanso con un conocidísimo colega y famoso antiguo actor de teatro. |
En el segundo día, más cancheros y mejor ubicados con los ojos cerrados llegamos a la Iglesia de Matías de Buda que por más temprano que arribamos el lugar ya estaba infectado de cientos de turistas de todas partes del mundo que hacían un colón para ingresar al recinto previo pago de entrada. Al costadito de la iglesia y con una pinta a lo Ivanhoe la estatua de San Esteban I, Rey de Hungría, bien bacán montado en su caballo verde. Seguimos de fresa hasta una belleza, la terraza de estilo neogótico y neorrománico, el Halászbástya o Bastión de los Pescadores, dimos nuestras vueltas turísticas, fotos, lectura a los volantes y carteles que se podían leer o sea los que estaban en inglés o alemán. Pasamos al Castillo Real de Buda con su inconfundible estilo barroco, posamos debajo de la colosal estatua del Turul, ave mítica húngara. Bajamos y vimos una buena cantidad de gente haciendo cola para subir por el Funicular, nosotros sin preocupaciones seguimos caminando hasta llegar a la cima del Monte de Gellért, a 235 m. de altitud, donde se encuentran dos monumentos históricos, la Citadella y la Estatua de la Libertad. El Monte es un lugar que brinda una vista de los dioses de la ciudad. Descanso, pichi, una fruta, un heladito y bajar con cuidadito. A la Isla Margaret y al Puente Erzsébet los vimos de lejitos, no nos alcanzo el tiempo para visitarlos. El tiempo se nos acortaba conforme pasaban las horas, minutos. Entramos a los lujosos Baños Termales, nuevamente descanso y otro cafecito. De regreso por el Puente de la Libertad, lo cruzamos revisando sus adornos y reliquias; un par de cuadras y dimos con el conocido y famoso Mercado Grande. De pasada visitamos algunas librerías. Terminamos el segundo día de turismo cultural en la Casa de Opera de Budapest, también se le conoce como la Opera Nacional de Hungría, edificio neo-renacentista; extasiados de la belleza y lujo del teatro salimos turulatos y empalmamos con un Festival de Música en plena lleca, a lo largo de la principal avenida Andrássy habían instalado pequeños proscenios a una distancia aproximadamente de cien metros, entre uno y otro, y cada proscenio con un piano y con un maestro concertista que tenía un tiempo determinado para exponer su arte y al toque ser reemplazado por otro colega; todo esto rodeado de quioscos de cerveza, comida típica, artesanía, cafés y otros. A las diez de la noche tuvimos la suerte de pasar por una de las transversales y escuchamos música popular internacional, en piano por supuesto, nos detuvimos, nos acomodamos, luego nos sentamos y nos quedamos más de una hora escuchando de todo un poco, el maestro tenía como repertorio un popurrí interminable de canciones de todos los rincones del mundo, escuché el Cóndor Pasa de Daniel Alomía Robles en una vibrante versión. Terminó la función, el público en general y principalmente sus fans le pidieron que siga con un numerito más, el maestro volvió al piano y volvió a terminar y le pidieron más, se sentó y advirtió: -¡La última!-. Otro cuarto de hora espectacular con un final apoteósico con el tema Rapsodia Húngara Nº 2 de Franz Liszt. Cuando terminó la presentación en medio de los aplausos, de los reporteros gráficos, de sus fans y seguidores tuve la suerte de intercambiar unas breves palabras con el maestro Otto Ötväs.
—¡Hallo Mister! ¡Profesor! ¡Lukin my! ¡Luk! ¡To see! ¡Hey!! ¡Schau Mal hier! ¡Carajo! ¡Photo!! ¡Fotito! ¡¡¡FOTOOO!!!
El artista volteó, y con una gran sonrisa me contestó.
—¡Oh, Thank you!
Y por fin tomé la foto del recuerdo para nuestro álbum electrónico.
El tercer y ultimo día fue exclusivamente para visitar tres lugares:
1) El Parlamento de Budapest, para conseguir las entradas de visita llegamos antes de las ocho de la mañana, presenté mi Pass peruano y me cobraron la entrada gratuita porque no pertenezco a la Unión Europea. A las once a.m. ingresamos con el grupo de habla hispana y con el guía, del saque boquiabiertos con la primer salón, entre salones y obras de artes vimos la corona de los reyes húngaros en el Salón de la Cúpula, y ojo: Prohibido tomar fotos con flash.
El Parlamento de Budapest. |
2) La Sinagoga de la calle Dohány, la más grande de la Europa del Este, la entrada es gratuita hasta cuando uno llega a la ventanilla de la Caja y cobran todo junto: Boleto para el ingreso al interior de la Sinagoga, por cierto que es bellísimo, nos quedamos atónitos; billete para el paseo por el Jardín, Cementerio y para mirar el Árbol de la Vida, nos dijeron que Tony Curtis, hijo de judíos húngaros, había mandado su donación; y ticket para recorrer el Museo; también nos cobraron las explicaciones del guía.
El Árbol de la Vida - Sinagoga de la Calle Dohány. |
3) El Barrio Judío, nuestro hotelito quedaba en el piso dos de un antiguo edificio del barrio judío, barrio popular que lleva sobre sus hombros mucha historia gris, historia del gueto miserable que posteriormente se convirtió en un campo de concentración; recorrimos el barrio y tomamos un café en una cafetería judía. —Y el mundo miserable no ha aprendido la lección, seguimos de mal en peor —pensé.
Regresamos al Hotel, un par de jovencitas estaban en retirada, intercambiamos algunas experiencias con el idioma común que fue el inglés. Un mes en Hungría y no aprendí a decir nada en húngaro, ni si, ni no. Hablando de nuestro cuarto nos reímos describiendo el altillo que nos tocó como cama, las dos noches nos convertimos en acróbatas para llegar al lecho nupcial, suerte que estuvimos en condiciones atléticas sorprendentes, realizamos el acto de circo como sí nada y sin red en la escalerilla de madera recontra empinada. ¡Qué aventura! Arreglamos nuestras chivas, intercambiamos E-Mails con algunos jóvenes interesados en visitar Alemania; nos despedimos de todos los muchachos, por tres días fuimos los abuelitos de toda la collera. Con el Metro y con un Bus llegamos a buen tiempo al Aeropuerto, y luego de un breve viaje volvimos a la realidad: Stuttgart, Karlsruhe y a casita. A descansar de las vacaciones activas.
PD. La lista de los lugares que nombramos y describimos es solamente lo que nosotros visitamos, hay mucho más que ver. Tres días fueron poco pero fueron suficientes para conocer lo necesario y pensar en volver, volver y volver.
NICOLÁS DANIEL LEÓN CADENILLAS
Budapest, Septiembre, 2010.
PD. La lista de los lugares que nombramos y describimos es solamente lo que nosotros visitamos, hay mucho más que ver. Tres días fueron poco pero fueron suficientes para conocer lo necesario y pensar en volver, volver y volver.
NICOLÁS DANIEL LEÓN CADENILLAS
Budapest, Septiembre, 2010.
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