Después
de representar a la bicolor nacional en el Festival Internacional de
la ASSITEJ y de concluir la Beca Postgrado de Dirección,
Escenografia y Ambientación Teatral en Berlín Este. Nos despedimos
en la puerta del Hotel Stadt Berlin, Ismael Contreras del Grupo Abeja
y yo del Grupo Homero, Teatro de Grillos. Cada uno tomó rumbos
diferentes. Ismael se fue al Este, por Praga, Pilsen, Olomouc y no sé
que otros lugares más. Yo crucé el Muro y de ahí me dirigí a
Londres, cruzando por los Países Bajos. Pasó dos semanas y me tocó
regresar a Berlín Oeste, a casita. El tren hizo una parada en
Ámsterdam y me doy con la novedad que había dos festivales de
teatro, sin pensarlo dos veces, bajé a la volada. Y en medio de la
Estación, una sorpresota, me reencuentro con mi querido colega
Ismael Contreras; él viajaba como integrante de un grupo de charros
cantores mexicanos, venían al Holland Festival de Arte y Cultura
para dos presentaciones. Me uní al grupo como técnico y adjunto.
Con tan grata compañía la estadía era otra cosa, y sobre todo me
salía baratito. El jovencito que tenía más tiempo libre era yo,
recorría todos los teatros de arriba a abajo, no me perdía ninguna
buena función de teatro, música, danza, opera, títeres, cineclub.
Una tarde llegué al hotel con la novedad que se iba a presentar el
fabuloso Clown latino Alan Damián conocido como "Caballo Loco";
el artista me había invitado personalmente y podíamos ir en mancha,
la entrada era libre. Sólo un mariachi aceptó, el Charro Cantor,
otro dudó, y no muy convencido nos dijo que podía llegar más
tardecito que le cuidemos sitio. Ismael, el Charro y yo, sobre la
marcha nos enrumbamos al Festival of Fools.
Llegamos placé, había una cola enorme e interminable. Se me ocurrió ir por la puerta de escape, y me metí al camarín de presuntuoso Clown, le expliqué que si respetábamos la cola nos quedábamos afuera; nos hizo la gauchada de meternos por el escenario hasta la platea. Sentaditos super cómodos, veíamos como se llenaba la tribuna. Ismael se acordó que teníamos que cuidar sitio para el otro charro; él y yo nos abrimos dejando un espacio libre y el Charro Cantor, sentado una fila más arriba, puso encima sus botazas rancheras marcando su propiedad privada. El teatro rápidamente se llenó y parte del público se acomodó en las gradas de los pasadizos y otros se apoyaron en las paredes laterales. Un extraño señor de pelo largo, un Mr. X, se percató de nuestro espacio vacio, se acercó sin titubeos y en holandés, por el dejo me dí cuenta que era holandés, pidió al "Mariachi" que retire las botas para sentarse. El Charro Cantor le contestó, también en holandés, que el sitio estaba reservado. Mr. X volvió a contradecir. Como yo no sé holandés por la música sé que más o menos el diálogo fue así:
-
Oe, pata, saca tus tabernas que me voy a sentar.
-
Tá, tá separa’ó mano. Ora híjole, yá, retirate que me das
sombra.
-
Acá nadie separa nada, esto es libre, saca tus piesitos, por favor.
-
Míra buey no te sabrosees, no me hagas enojar, orale un cantito,
búscate otro la'o.
-
Buey serás tú, cachudo.
-
¡Cuidadito que soy macho en cualquier terreno!
Un
Herr alemán les dijo que se vayan a discutir afuera porque la
función estaba por empezar. El extraño X, contestó en alemán que
no se iba a mover de ahí hasta que el pela’o éste saque sus
pezuñas del asiento. El Charro nuevamente contestó, en alemán, a
Mr. X, advirtiendo que él no era ningún pela'o, ni menso y que se
cuide de hablar barrabasadas porque le puede ir muy mal. Palabra de
macho que no hay otra tierra más brava que la tierra mia. Ismael,
tarareó:
-
¡Así canta México! ¡Ese es mi compadre macho machote!
Entró
el Clown y los dos guapos seguían peleando por el espacio, el otro
charro no llegaba; una señorita rubia, bonita y educada, les pide
por favor, en inglés, que guarden silencio; los dos valentones
contestaron en inglés fluido que ella es la que debe callarse la
boca.
-
¡Scharaf, cerrar tu boca gringa yanqui, Mamá Dora Lewinsky!
Ismael
Contreras, mi colega, se inquietó, se acomodó en su asiento y le
recomendó al Charro Cantor que finiquite el pleito y acabe de una
vez con el intruso. En perfecto español de la Real Academia Española
de la Lengua, arengó al mexicano:
-
¡Oralé mi cuate! ¡Sácale la michi pá que no joda este colora’ó
pelucón aplatana’o mosquea’o! ¡Put’ta cuña’o! ¡Qué vaya
a joder por otro la’ó. No deja ver’el espectáculo! ¡Pelucón
inoportuno de miércoles! ¡Sácale la ñoña!
El
Charro Cantor mirándo friamente al contendor, respiró hasta por los
codos para darse valor; el pelucón retrecede y reta a los dos:
-
¿A quién le vas a sacar la ñoña? ¡Lapútaqueteparió! ¿Qué te
pensás que soy, yo?
-
¡Alarrrepúu, buey! ¿Hablas español?; dijo sorprendido el Charro
Cantor.
Ismael
mudo y más sorprendido, yo jaraneándome de la risa.
-
¡Soy uruguayo, che! ¡No te confundás! Eh? ¿Qué me viste cara de
cagón?; contestó el extraño señor X.
Nos
reímos los cuatro, nos palmeámos los hombros, nos acompañaron en
la risa los vecinos de los asientos; el alemán y la señorita gringa
nos miraron con una mirada indescriptible. Y como si no hubiera
pasado nada le dimos el espacio libre al Ché.
-
¡Ponte cómodo Che, mi cuate!
Y
nos acomodamos bien bonito y en silencio. Observamos detenidamente
las payasadas del fantasioso y voluminoso Payaso Clown Caballo Loco.
Encandilados aplaudimos las ocurrencias y desfachatez del chistoso y
graciosito grasosón. Nos comportamos en la presentación de la obra
como niños de pauliche. Felices y contentos.
Nicolás
D. León Cadenillas.
Teatrólogo.
Karlsruhe,
2011.
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