¡Gracias Jesús!
- Hola, te esperaba, sabía que venías por este camino recto.
- No hay duda que el señor lo sabe todo.
Volvió a sonreir. Mi nieto lo miró fijamente, nos dimos cuenta que estaba cubierto con un reluciente gran paño blanco de pies a cabeza y calzaba unas humildes sandalias blancas, todo de blanco como los angelitos que están dando vueltas en el cielo. Mi nieto por curiosidad preguntó:
- Abuelito, quién es el señor?
- ¡Es Jesús, mi amigo, amigo de los niños!
Jesús nuevamente se dirigió a mí. Como todo maestro me habló pausadamente.
- Te esperaba para decirte sólo unas palabras: ¿Por qué no escribes sobre la religión, la ética y la moral de tu barrio? Es un tema interesante.
- ¡Jesús! Me propones que escriba sobre un tema recontra difícil y escalofriante. Es una empresa muy difícil, maestro. Hablar de religión es muy complicado puedo ofender!
- ¡Yo estoy aquí para socorrerte en los momentos más difíciles! ¡Tienes que tener Fe en tu Dios!
- ¡Confío en tí Jesús! Conforme avance lo escrito te lo voy leyendo en las noches para que tu escuches y me guíes.
- Me gusta tu decisión y no flaquees. ¡Nuestro Dios Padre te guiará!
- ¡Gracias Jesús! ¡Y cuídate!
Mi vecino Jesús Máximo de Marcela montó rápidamente su motocicleta y se dirigió a la Playa de Agua Dulce donde lo esperaban las cuadrillas de Niños Exploradores (Boys Scout) para realizar las excursiones de verano; y nosotros, mi nieto y yo, nos dirigimos a comprar unas golosinas mientras tanto pensaba sobre la proposición del inusitado tema.
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