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Coloquio de Teatro e Intérpretes de Arte

En el último Coloquio de Teatro e Intérpretes de Arte realizado en la ciudad de Grötzingen, que duraba una semana de domingo a domingo, donde Nils Juarcos era el encargado de atender e inscribir a los grupos conforme llegaban, se presentó un grupo de la Asociación de Discapacitados del Habla cuando faltaba poco tiempo para comenzar el coloquio. Clotilde, la maestra y directora, le dice:

— Chino, por favor, tu atiende y encárgate exclusivamente de esta Asociación que yo veo cómo nos diversificamos con los otros grupos.

La Asociación del Habla presentaba una obra basada en "La Resurrección de Lázaro", del Misterio Bufo del Premio Nobel Dario Fo, en base a movimientos y figuras.

Nils Juarcos conocedor de todas las formas y manifestaciones expresivas viso-corporal-facial, aparte de dominar varios idiomas íbero-americanos, se puso en contacto con el Director del grupo. Como hubo química entre los dos, se la pasaron de lo más bien, después de tres días de arduo trabajo hubo un momento que Juarcos se acercó a nuestra mesa en la pausa del almuerzo.

— ¿Qué tal Chino, cómo te va?
— Cansado hermanito, este mudo habla hasta por los codos.

Nos quedamos mudos también.
.

La Nota

LA NOTA. NDLeón



LA NOTA
En el taller de Yuri trabajan varias personas, pero hay uno muy especial, su asistente York. Es un cuarentón, encargado de hacer los mandados, cuidar el orden y pulcritud del taller. Es honrado, cosa rara hoy en día. Tiene el cerebro inmaculado, virgen como un bebe recién nacido.
Una mañana de mucha labor en el taller, con salidas y entradas de mercadería, se presentó un problema de documentación. Yuri llamó por teléfono a su abogado y le planteó el contratiempo, éste dio la solución inmediata. Y como favor solicitó una resma de hojas bond para hacer sus escritos. Yuri al toque empaquetó un millar de papel bond A4, lo acomodó en una silla junto a la salida del taller y colocó encima del paquete una nota que decía: 
«Doctor, le mando el papel, mañana lo visito. Yuri».
Ordenó a York que lleve el papel inmediatamente. York veloz como una avispa, tomó el elcargo y salió volando rumbo al Estudio del abogado. Después de una hora el jurista llama al taller, contesta Yuri.
—¡Aló!
Con Yuri por favor. ¿Yuri?
Si, él habla.
Habla XX Abogado. ¿Qué clase de broma es ésta?
No entiendo.
Tu asistente me ha traído una nota... ¿Y el papel?
¿Papel? ¿Qué papel?
Le pregunto. ¿Dónde está el papel? y me contesta: ¡Que es la nota que tengo en mi mano! —.
Yuri miró hacia la salida y vio el millar de papel bond en la silla.
NICOLÁS DANIEL LEÓN CADENILLAS
KA, März 2008

Los Mariachis en Lima

De los Países Bajos, país productor de los tulipanes. De Holanda.

Siempre tengo presente, y en el recuerdo, las amenas conversaciones con mis dos amigos latinoamericanos. Especialmente una charla con el mexicano.

El mexicano era uno de esos mexicanos machos machotes con tequila y revólver en mano, que en la actualidad ya no existen ni en las películas ni en la televisión. Ahora tenemos al maravilloso Juan Gabriel, Cristian Castro y otros que no quiero mencionar.

De los tres, el más joven era el Dominicano, estudiaba holandés para ir a la universidad. Y era muy bueno escuchando.

El mexicano estaba casado con una linda muñeca holandesa. Ambos eran profesionales. Pero él tenía su Talón de Aquiles. Recordaba a su país con mucha nostalgia. Igual que yo. Y yo recordaba el mío más nostálgico.

Yo recordaba a mi Perú, a mi Lima, a mi barrunto con sus alcoholes, sus hembritas, mi ceviche de carretilla, mis yuquitas con su jugo de frutas del mercado de la avenida Palermo.

Cuando hablábamos, el mexicano y yo, siempre hablábamos de nuestros barrios, con su gente, sus tienditas, las anécdotas de tal o cual persona y terminábamos riendo a mandíbula batiente.

Pedro (así se llamaba el mexicano) me hablaba de sus comidas:
De sus Chiles, de su Frijol con Puerco, de sus Enchiladas, de sus Tacos y para bajar la comida su Margarita, cóctel con tequila.

Como no me podía quedar atrás. Yo hablaba de mi rico Arroz con Pato, del Ají de Gallina, del Ceviche, de nuestro Lomo Saltado, del desayuno con Tacu Tacu y de todos los platos que me acordaba en ese momento.

Suerte que yo sabía cocinar. Porque, después, a pedido de la señora de Pedro, preparé algunos potajes esplendorosamente exquisitos, como para chuparse los dedos.

En una tarde de verano, en uno de los acostumbrados paseos con bicicleta por el centro de la ciudad de Utrecht, por la Torre del Dom, La Catedral. Paseo que hacíamos siempre los mismos gilasos (Pedro, Leonardo y yo) a la misma hora y por la misma ruta.

En una pequeña pendiente cuando estaba con la lengua afuera, de un momento a otro, repentinamente, el mexicano se puso a cantar una canción de su tierra, del mero México, y yo inmediatamente le hice la segunda, le hacía barra gritando mesmo mexicano, lo que había escuchado de chico en la radio:

-"Palabra de macho que no hay otra tierra más linda ni más brava que la tierra mía" "Así canta México" "Jujuyyyyyyyyy".

Pedro cantaba posando, como si estuviera montado en su caballo:

-"Por la lejana montaña/...Va cabalgando un jinete...".

Y yo jodía haciendo coro:

-"De tanto cabalgar le salió un juanete en el ojete".

Reíamos los tres compadres.

-"...Vaga solito por el mundo/ ...Y va deseando la muerte..."

Y Pedro, el mexicano, siguió y siguió cantando hasta terminar:

-"...La quería más que a su vida/ Y la perdió para siempre/ Por eso lleva una herida/ Por eso busca la muerte".

Aplaudimos. Sorprendidos nos quedamos por tan buena voz.

Hasta que en un momento de descanso, me dijo:

"La canción se llama El Jinete, la canta Miguel Aceves Mejía".

Afirmé que si, que conocía la canción y que también conocía al cantante, por las películas.

Seguidamente me preguntó:

-¿Niky, tu sabes una canción mexicana?

Al toque ni bien había terminado de preguntar, yo ya estaba cantando:

"Estas son las mañanitas que cantaba el rey David/ A las muchachas bonitas se las cantaba así/ Hoy por ser tu cumpleaños te las cantamos a ti/ Despierta, mi bien, despierta; mira que ya amaneció/ Ya los pajaritos cantan; ya la luna se metió/ ¡Que linda está la mañana en que vengo a saludarte/ Venimos todos con gusto y placer a felicitarte!..."


Y seguí cantando la canción, la cantaba mal, sin orden, improvisando, desafinado, una desgracia total pero con mucho estilo de charro cantor como en las películas mexicanas. De paso le dije que yo había visto en el cine a un cantante más antiguo: Tito Guízar.

Boquiabierto se quedó el amigo Pedro.

Nos pusimos a platicar de nuestras canciones, yo hablaba y me pulía con el tema del Valse criollo, de la Polka y de la Marinera limeña; también me tiré un rollo con los bailes negros, sobre todo con el Alcatraz. Y terminé mi exposición nombrando a algunos autores peruanos: Felipe Pinglo Alva, Mario Cavagnaro, Polo Campos, Chabuca Granda y paré en seco porque no me acordaba de otros autores.

El habló de Jorge Negrete, de Javier Solís, de Pedro Infante, de Pedro Vargas y de Agustín Lara. Hasta que llegamos a la conversación de los Mariachis, le expliqué:

"Que en Perú se dan serenatas con cantantes disfrazados de mariachis; en un quinceañero o en una fiesta social, no faltan los mariachis. Hay de todo tipo y precio, mariachis charcherosos y otros muy elegantísimos. Como anécdota le conté que en un Congreso Sobre Las Regiones Peruanas, para amenizar, a la hora del refrigerio, contrataron mariachis".

-¿Ustedes que cantan en un cumpleaños?, preguntó.
-"Happy Birthday", contesté.
-¿Y en las serenatas?, volvió a preguntar.
-"Las Mañanitas", le repliqué.
-"Sé que hay mariachis por todo el mundo pero para algo íntimo pienso que debe ser algo nacional, del terruño", dijo.

Le dije también que en la actualidad, de vez en cuando hay serenatas con guitarra y cajón, con música criolla.

-"Falta de identidad, a ustedes le falta ¡Identidad!", aclaró.
"Imagínate en México, a mexicanos vestidos de peruanos dando serenatas. ¡Qué terrible! ¡Nadie lo creería!". "¿Por qué tienen que estar imitando?", me preguntó.

Y con un gesto me pidió una respuesta rápida.

Me quedé mirando el cielo azul, miré las piernas de las chicas que pasaban con sus minifaldas, miré la Torre, los arbolitos y no supe que contestar.

Hasta que acoté:
"Y eso que antiguamente para finalizar las fiestas se bailaba Tango de Gardel".

Reímos... Fue mi escape a tanta presión.

Para cortar la conversación, le dije:

-"Mira, a mi me gustan los Mariachis en las películas, en los espectáculos, en México. Pero para mí es una estupidez ver mariachis en una fiesta o en serenata en Lima. ¿Entendido?

Nos quedamos en silencio por unos minutos. Hasta Leonardo se calló la boca, como casi nunca hablaba, le fue fácil quedarse mudo. Expiré el poco aire que tenía en los pulmones. Estiré la jeta. Miré la pista.

-¿Seguimos con el paseo?, preguntó.

Acepté moviendo la cabeza. Comencé a pedalear. Mientras pedaleábamos inicié la conversación nuevamente, diciéndole:

-"Uno de mis sueños es visitar México...Jalisco, Guadalajara...".

Pedro me contestó:
- "Mi sueño es conocer tu Perú".

Sonreímos. Sin ponernos de acuerdo tomamos la dirección de regreso. Ya era la hora de devolver la bicicleta prestada.

El Billete Falso


Hace 10 años, o más, en un feo y crudo invierno de Lima; después de dormir mi borrachera, la rica mona, desperté zombi. En mis tímpanos todavía me retumbaban las melodiosas notas de las estrofas de la Marcha Ugartina, vilmente maltratada por vejestorias voces, voces estropeadas por las imprudentes carrasperas ocasionadas por las ricas chelas heladas y por el galopar de los años transcurridos.

La tarde anterior había asistido a mi colegio nacional (G.U.E "Alfonso Ugarte") de San Isidro, so pretexto de jugar una pichanguita en los deportivos sábados que organiza la Asociación de Ex-alumnos. Después del fulbito reglamentariamente venía el "fullvaso".

Con dolor de cabeza recordaba que con los pseudos deportistas ugartinos habíamos ido en caravana a una chingana en Surquillo "La Frontera" a un paso de San Borja.

Los grandes camarones sabatinos, los langostinos, los gargantas de lata, los gorreros : Lucho & Justino, fueron los patricios que se habían encargado de dirigir el convoy de automoviles hasta el local en mensión apoyados por otro par de acomedidos peseteros que de antemano tenían el local reservado.

Una ayudadita a mis hermanos ugartinos despistados que no ubican a la dupla Lucho & Justino, ellos son:
— Luis Seminario Zafra (a) El Archivado. El que pide permiso los sábados por la tarde con tres soles de propina para los pasajes de ida y vuelta. Fue un carismático Presidente de la Asociación y en menos de lo que canta un gallo la hundió.
— Justino Peralta Lanza (a) Trafa.S.A. Más conocido en el distrito de Surquillo y en el jirón Rufino Torrico por el nombre de su emblemática empresa. A patentado la frase: "Dame nomás que después te pago".

Fuímos a La Frontera por unas cervezitas y unas porciones de chancholíes y anticuchos. El local era tan chiquito que había que hacer cola para ingresar y acomodarnos unos encima de otros, a la hora de entrar al baño era una tragedia. Me pregunto como pudimos soportar el perfume del Waterlú. El baño emanaba un aroma bastante conocido combinado con un fuerte olor de ruda abombada que cacheteaba nuestras sensibles membranas pituitarias de cuando en vez. Esto fue una pequeña demostración que fuimos dispuestos a luchar.

En la reunión hubo bastante verso, floro y letra de los asistentes sobre el caos económico nacional, sobre Perú en los mundiales de fútbol y sobre la crisis económica de nuestros bolsillos gracias al Gobierno de turno.

Este último tema es un buen artificio de los conchudasos para no poner su chancha. Nunca tienen un Nuevo Sol. Pero son campeones para chupar y comer gratis.

En el taxi regresando a mi "haus", saqué de la secreta un billetito que se le había caído a uno de los camaronasos antes mencionados. Lo revisé detenidamente, lo puse a contraluz aprovechando el tímido foquito del VW. Miré bien y me di con la sorpresa que era falso. Un maldito billete falso. Lo guardé en mi billetera como si nada hubiera pasado. Lo dejé solito, sin compañía. En mi dormitorio dejé la billetera encima de mi escritorio.

Domingo de sol y calor, era un bello amanecer de un lindo mediodía dominguero, era la hora de tomar el desayuno. A mi no me apetecía ni tenía ganas de levantarme de mi camita. La humedad calaba hondo en mis huesitos, aparte que estaba con la resaca y el cuerpo descompuesto.

Cuando por fin me desperté, después de un buen duchazo con agua fría, me dirigí a la cocina y con sorpresa observé que junto a las ollas había una bolsa con dos pollos, otra de carne y bolsitas de menudencias; frutas, arroz y fideos; especies, azúcar, gelatinas, galletas y caramelos; jabones, shampoo y detergentes; menestras, phs; botellas de aceite, vinagre, sillao y de gaseosas; además de otras bolsas de papel que no se veía el contenido.

¡Increíble! Será cierto lo que estoy pensando? Me pregunté.

Calladamente me dirigí a mi cuarto, a mi escritorio, abrí mi billetera. Mi princesa había tomado el billete falso y lo había hecho pasar en el mercado. ¡Qué leche! ¡Qué lechero! ¡Aleluya!, grité con todas mis fuerzas en el más completo silencio.

Seguí callado hasta la hora de almorzar. Una vez sentadito en la mesa rodeado de mis hijos, junto a mi querida suegra que había llegado de visita. (Ojo: Mi queridísima suegra siempre nos visitaba dos veces al año, en cada visita se quedaba un semestre). Miré a la flaca, la miré fijamente a los ojos para agradecer su buen proceder. Ella, con un suculento plato servido entre manos, dándose cuenta de mi malévola miraba, me miró fijamente también y antes que yo abra la boca asestó a quema ropa:

"¡¡ Si !! ¡Yo agarré la plata! ¡ Así como tu gastas en licor con los vagos de tus amigos! ¡Con los borrachos de tu colegio! ¡Gasta también en comida, pues! ¿Y ahora qué? ¿Qué vas a decir? ¿No me vas a decir que Lucho Seminario, Jorge Vigo Diaz, Justino Peralta, te invitan? ¡Tremendos conchudasos! ¡Huele guisos! ¡Buenos para nada! Con Vigo no tengo problemas es buena gente y honrado. ¡Pero los otros! ¡Qué me vas a decir! ¡Ni te atrevas a defenderlos! ¡Conchudasos! ¡Tremendos lagartijas! ¡Malandrines de miércoles!

Bajé la mirada, hice una mueca de sonrisa. Dije no con la cabeza. Mis lágrimas de cocodrilo caían por mis mejillas y yo conteniendo la risa, conteniendo la carcajada de payaso de pueblo joven para disimular todo lo ocurrido hasta ese momento.

Mientras tanto todo giraba silenciosamente,...sereno, tranquilo y sonriente…agradecí al Señor de los Milagros, a Santa Rosita de Lima, a mi Patrono Coronel Alfonso Ugarte, y me dije para mi mismo para mis adentros:

¡Gracias Camaronasos Ugartinos!
¡Gracias! !Muchas Gracias!
¡¡Servido!! y ¡¡¡Provecho!!!

La Victoria, Mayo 2008