En garde, mon cher ami!
Después de recorrer buen tiempo y gran parte del viejo mundo regresé a mi inexplicable Perumanta. Llegué a casita una semana antes que acabe marzo. Lo primero que hice fue probar mi rico seviche de carretilla; comer mis yuquitas fritas; saborear mi cau cau, chinchulín, chanfainita y mi rica sangrecita, preparados por mamita; bajar el rancho con vinagre de Chincha, y de postre, raspadilla bien fría.
Para cumplir lo prometido esperé el primer lunes de la quincena de abril
para ir a la Escuela de Actores y Melodramas. Envolví en papel rojo y verde navideño un libro "Bertolt Brecht — Vida y Obra en Imágenes". Libro con textos autobiográficos, cronología, cartas, bosquejos y ensayos como regalo. Enrollé un afiche del Berliner Ensemble "La ópera de tres centavos" de Bertolt Brecht y Kurt Weill como recuerdo. Me peiné mi azabache melena y me dirigí a mi Alma Mater ubicada en la Lima Cuadrada. Llegué super confiado, las
clases habían empezado, me recibió el portero luego un profesor, la secretaria
de administración, la secretaria de la dirección. Esperé un momento. Miré los
cuadros y fotografías del corredor, salió la secretaria nuevamente y muy
dramática a lo Vivien Leigh, me informó.
Salí con dirección a la Alianza Francesa, me senté en la Fuente China, miré La Cabaña, la laguna sin agua, las palmeras, las flores, el Museo de Arte, todo seguía igual y a la vez todo era tan diferente. Como diría mi maestro Ramón de Campoamor y Campoosorio: —“En este mundo traidor / nada es verdad ni es mentira / todo es según el color / del cristal con que se mira” —. Acomodé el regalo y el recuerdo y me fui con mis coplas y pregones a otros rincones. Caminé y recité por la antigua
Ciudad de los Reyes, por la Ciudad de los Molinos, por Villa Victoria, por el
Santuario del Carmen de la Legua. Por atrios y tinglados canté mis melodías con gestos y alegrías.
—Letra de Hamlet y de la película El Rey León.
NICOLÁS DANIEL LEÓN CADENILLAS
Después de recorrer buen tiempo y gran parte del viejo mundo regresé a mi inexplicable Perumanta. Llegué a casita una semana antes que acabe marzo. Lo primero que hice fue probar mi rico seviche de carretilla; comer mis yuquitas fritas; saborear mi cau cau, chinchulín, chanfainita y mi rica sangrecita, preparados por mamita; bajar el rancho con vinagre de Chincha, y de postre, raspadilla bien fría.
Con gran expectativa en el
centro de la sala abrí mi inseparable mochila, repartí a
los cuatro hombres de la casa, cuatro llaveros igualitos de cuero labrado a mano en alto relieve, igualitos para evitar pleitos, y para las dos damas, dos lindas muñequitas rusas, una para mi mamá y otra para
mi hermanita.
—¿Esto es
todo? —habló el aguafiestas —Has viajado como loco y sólo traes cuatro llaveritos y un par de muñecas.
—Mira bien,
los llaveros son recuerdos de Berlín Este y las Matrioskas son souvenirs de la
URSS de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. ¿Para qué más? Yo he ido
a estudiar, no he ido hacer shopping.
Cuando me dejaron solito abrí mi
vieja maletota, se desparramaron todas las chucherías y cojudeces; las pequeñas encomiendas y cajitas de todo tipo, los clásicos encarguitos para los familiares de mis compadritos. Haciendo de tripas corazón como quien mira el barrunto y alrededores, repartí a pie los encargos cercanos, recorrí todo mi distrito periféricamente.
En los
primeros trajines en Lima Metropolitana me faltaba tiempo para repartir los
encargos, dejando un día me ponía las pilas y salía como Papá Noel. En cada entrega había una sorpresa, y en más de una oportunidad el sorprendido fui yo. Por buenote me
gané excelentes diálogos absurdos teatrales. Un buen ejemplo me sucedió en el paradisíaco Edificio El Palomar:
—Joven, mi
papá me escribió que enviaba con usted un sobre con cocos.
—Tu papito sólo me dio
la tarjeta de Navidad y la bolsita de Gummibären.
—¿Qué, qué dijo?
—¡La bolsita de gomitas!
—Ah, esta
güeva... pút... ya me cerraron con la plata putmáre... ¡A la miechica!...
¡Me cagaron! Se jodió el bautizo, yo... yo contaba con esa platita joven... ¿ahora qué
hago?
—Escríbale una carta a su señor padre. Un telegrama, una...
—¿Y con eso soluciono mi
problema? En nadie se puede confiar... gracias por el consejo, ón...
De yapa. En el Damero de Pizarro. En cada esquina semaforera me zumbaba como pulga en la oreja la
conversa prometida, recordaba palabra por palabra con sus puntos y comas la épica
charla con mi paisano,
y además, mi caro condiscípulo en el Actor's Studio de Cercado, Sir Malcolm
McOlivier.
La plática
comprometida fue en la mini—ciudad libre e independiente de Christiania en
Copenhague después de la última función de nuestro drama filosófico "Dos
por dos son cuatro. Brinca la tablita, ejemplo y síntesis". Calentábamos cuerpo con
vino caliente y entre sorbo y
sorbo hablábamos de un futuro e incierto proyecto. Hicimos silencio. Fue
entonces cuando mi querido colega me devolvió, completamente borroneado, mi última
inspiración intitulada "El Libreto Sagrado". No comprendí el porqué. Malcolm bebió un sorbo de vino, escupió un trocito de canela y un clavito de olor. Me sugirió seriamente:
—No dudéis. Sé consciente que habéis recibido el encargo de transmitir el mensaje. En todo
este tiempo has aprendido, en verdad, lo justo y necesario para llevar la
palabra de Dionisio a nuestra Ánima Mater. Baco te ha colmado de sabiduría, predica la enseñanza a la cofradía de la Fontana China. Ya
la hiciste... ahora lo importante es, plasmar la experiencia recibida en nuestra querida Alma Mater Association. —pensé un ratito,
desvarié, respondí que sí —. Le
di mi palabra y me comprometí tres veces en dar tres charlas sobre mis experiencias por las "europas" y en especial hablar un poquitín del Castillo de Kronborg de Hamlet. Sir Malcolm
McOlivier me abrazó, nos dimos unos palmadas en la espalda, se despidió teatralmente, susurró. —¡Meerda! Meerda! —me subrayó en la oreja. —Se presentarán obstáculos, piedras en el
camino, no hagas caso, salta, brinca, tírate del puente —.
Postal del Teatro
"La Cabaña". Diseño arquitectónico de estilo alemán. Parque de La Exposición, 1948. Fuente: "postalesdelcampe.es". |
—Señor tiene que esperar un momentito porque el señor Director está muy
ocupado.
—Bien, espero en el Café.
—No, mejor no, espere acá, tome asiento. Un
ratito y lo atenderá.
Pregunté a la secretaria de administración cuantos alumnos estudiaban en
total. La señora secretaria movió la cabeza en negativo. Tenía orden de no dar ninguna
información hasta nuevo aviso.
—Yo soy egresado de esta Escuela.
—Lo sé —me
respondió y siguió tecleando la máquina de escribir.
—El director es mi amigo.
—Humm... también lo sé —volvió a
responder y borró lo escrito.
Me quedé mudo como estatua viviente. Ella, la secretaria, no me
quitaba los ojos de encima. Hasta ese momento yo ya no sabía que hacer. Por fin salió la secretaria del Director y con una sonrisita forzada a lo cine mudo me señaló el camino. Mi amigo, el Director de la Escuela, me esperaba con la espada
desenvainada como buen esgrimista al mejor estilo del Conde de Rochefort.
—Hola ¿Cuándo llegaste? Con tanto trabajo armando el cronograma anual no entendí tu correo postal dinamarqués, ¿Qué
quieres decir con dar un charla a los muchachos?
—Pues, simplemente eso, dar una charla, una exposición sobre mi viaje, sobre las ciudades y
teatros que he visitado... demostrar lo que he aprendido y representar un
cuento, un monólogo escrito por mí, dura media hora exactamente, "El
Libreto Sagrado"...
—¿Por qué?
—¿Por qué, qué?
—¿Cuanto
piensas cobrar?
—Nada, sólo
pasar sombrero, entrada gratis, salida dejar diezmo.
—No pues mi querido... ¿cómo que no vas a cobrar nada? Tú eres un dramático
profesional tienes que cobrar algo. Nada es gratis en esta vida.
—¿Si? Si así es la cosa, ¿qué te parece tres soles per cápita?
—Hum... creo
que estás exagerando.
—¿Dos
soles por cabeza? ¿Por dos soles entran dos?
—No creo
que te convenga
—Estudiantes: Un Sol. Público en general: Dos soles. Se recibe donaciones.
—A
propósito, ¿ya has ofrecido tu charla a la Alianza Francesa?
—No, nada,
de frente he venido a la Escuela.
—¿Y al ICPNA, ¿Por
qué no tratas, ahí te pueden pagar bien?
—Manito, yo no quiero que me paguen bien, yo quiero hacer mi charla acá en la
Escuela, de acá egresé.
—Lo siento
pero es que 'acá' no se presentan las condiciones que tú necesitas.
—Yo no he hablado de ninguna condición. —"Hacer o no hacer, ese es el principio. El país en qué manos está, En manos del maldito tirano que reina con un
punzón en la mano, Y con un cerebro de enano" —. Si
no cobro por qué no cobras. Si cobro por qué cobras. Yo sé que tú no eres malo. —"Ya sé que no sois muy solidario y sé que no podéis razonar sin error, tenéis el instinto atrofiado, ya sé que es odioso, más soy generoso, y yo siempre devuelvo un favor, en justicia soy todo un artistón" —. Únicamente estoy tratando de
cumplir una promesa. Adiós me voy con mi
canción, guitarra y cajón a otro callejón.
Fuente China - Parque de La Exposición - Lima 1. |
—Letra de Hamlet y de la película El Rey León.
NICOLÁS DANIEL LEÓN CADENILLAS
Karlsruhe, 2012.