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Señora Pilar, DEP. NDLeón.

Señora Pilar, DEP. NDLeón.
“Hasta Pronto, Querida y Recordada Señora Pilar, DEP”. Nk




Después de leer varios nostálgicos comentarios sobre la señora Pilar. También quise escribir mi comentario pero me quedé en blanco. Quieto y en silencio recordé mi niñez como muchos de nosotros que ahora estamos recordando pasajes que rememoran nuestra infancia, cuando niños comprando los variados jugos de la buena señora Pilar.



Allá por los ídos años sesenta, mi papá vendía papel periódico blanco (papel de despacho) a los ambulantes agrupados en carretillas, triciclos, cajones y cajas de frutas en un pampón de la avenida Palermo. El mercadillo más que mercado parecía feria de pueblito.

Me acuerdo de la carreta del señor de las yuquitas, recuerdo que me despachaba las ricas yuquitas calentitas en bolsitas hechas con el mismo papel que mi papá le vendía. Por esos tiempos no existía las bolsas de plástico.

En la Avenida Palermo un señor alquilaba un caballo y un burro para un breve paseo que consistía una vuelta del Parque Unión Panamericana hasta la Avenida Cánada.

Y llegó el día que todos los ambulantes aparecieron en medio de la avenida Palermo. Sorprendiendo y “usurpando” el área de juego de los niños y jóvenes de la zona. Los comerciantes ambulantes con trabajo, ahorros y tesón habían dado un gran paso comercial; unidos compraron el terreno. Primero se unieron como Grupo, después como Asociación y finalmente terminaron en Cooperativa (porque estas no pagaban impuestos).




En 1965 se Inauguró el Mercado Cooperativo Balconcillo, a partir de esa fecha recuerdo muy bien el puesto de la Señora del Jugo, a la buena señora Pilar, conocida como “La Tía Sonrisas” por todos los niñitos del Mercado.

Mi mamá fue amiga de la señora Pilar; mi hermanita Viky y mi hermanito Yuri, recuerdan desde niñitos a la señora Pilar, recuerdan el sabor tan exquisito de sus jugos; de su amabilidad y amorosa sonrisa con sus clientes. Viky a sus cuatro años de edad era cliente asidua, al igual que Yuri, pues ambos estudiaron en el Colegio Cristo Milagroso del pasaje junto al Mercado. Por lo tanto tomaban sus respectivos jugos todos los días.

Mis padres, nosotros los hijos, nuestros hijos y nietos, hemos gozado, saboreado, alimentado con los ricos jugos de la señora Pilar. Ejemplo de madre y amiga, de trabajo y respeto, de compañera y buena esposa. Don Artemio y Doña Pilar fueron ejemplos de familia, unión y compañerismo en el Mercado Cooperativo Balconcillo de la Avenida Palermo.

Que Dios los Guarde en su Gloria.

Nicolás D. León Cadenillas.
Lima, Agosto 2014.

Silencio en el velatorio. NDLeón.

Silencio en el velatorio. NDLeón.
"Después de la verdad nada hay tan bello como la ficción". Antonio Machado.

Tratando de pasar inadvertidos se apersonaron en silencio al conventillo del parque, una vez en la esquina del pasaje se camuflaron bajo las sombras de las palmeras, preguntaron por el viejo intelectual, nadie les dio razón. El añejo pensador se encontraba escribiendo un poema triste de despedida para su compadre. A pesar que era vecino antiguo, muy pocos conocían su verdadero nombre, para todos él era simplemente "El Escriba", el amanuense antipático y gruñón por su drástica aversión a la mentira, al robo y a la traición.

A los señores coludidos con el mal sólo les quedó gritar. Del tercer piso el Escriba respondió sin dar cara y sin aviso. -¿Qué pasa?- se escuchó un barullo después unos segundos de silencio,  alguien se animó y habló: – ¿Maestro, va ir al velorio? ¡Todo el mundo está preguntando por usté!– silencio nuevamente, una breve pausa y de repente se escuchó una seca respuesta lacónica -¡Voy!– El Escriba inmutable paró la oreja, escuchó los pasos de la retirada de la manada. Sonrió, miró la hora. –A las 22:00 en punto, voy- se dijo.

Terminó de escribir los versos tristes, chequeó y marcó una coma. Doblo la hoja. Meditando se dirigió al diván, levantó su sobretodo, se dio un vistazo frente al espejo, se acomodó el sombrero Borsalino, se ajustó la chalina azul marino. Salió de su departamento, bajó las escaleras con mucho cuidado agarrándose del pasamano. Los peldaños estaban completamente empapados. La noche estaba de luto, lloraba lágrimas negras, las sombras desaparecían en la densa oscuridad de las tinieblas. El Escriba con las manos en los bolsillos del gabán caminó lentamente pisando seguro. Del tercer piso escuchó un lamento femenino – ¡Mejor no vayas el ambiente está muy feo, algo traman! -. El Escriba respiró profundo tres veces, las tres veces expulsó el aire inhalado con fuerza, sereno continuó su marcha. Mientras avanzaba repasaba su vida, sus logros y caídas, también repasaba su nada.



Nicolás Daniel León Cadenillas
 Miembro del Gremio de Escritores del Perú - GEP.

Llegó al velatorio, más de ciento cincuenta personas brindaban con pisco, caña y café. Saludó a unos foráneos, entró consternado al sombrío lugar, dio el pésame a la familia del difunto, saludó a los más allegados. Se acercó al cajón, observó al finado. Rezó brevemente. En silencio abrazó a los amigos comunes. –¡Oe, ten cuidao!- le susurraron. Miró con el rabillo de los ojos para ambos lados. –¡Chalequéame!- respondió asolapado. Le alcanzaron una taza de café y galletitas sin mantequilla. Entre el umbral y el dintel del portón se quedó parado conversando con los pocos conocidos que se le acercaron. –¿Putamadre, pa’qué has venido?- le dijo al oído un amigo. –Tenía que venir por una y mil razones y no voy a dar explicaciones.- respondió mirando el oscuro cielo. -¿Y quieres irte junto con él? ¡Cojudazo, abre bien los ojazos! ¡Ya diste el pésame ahora vete!- lo reprendieron sus desesperados ángeles de la guarda. Como si no hubiera escuchado nada, caminó por la veredita rumbo a la licorería. 

No dio ni cinco pasos, un grupo cerrado se abrió, sombras fanáticas salieron como jauría de hienas, avanzaron en complicidad con la oscuridad como depredadoras garras; sujetaron y golpearon a los dos ángeles custodios. “El Tío Unicornio”, el prototipo malo del barrunto, el usurpador líder desquiciado golpeó vilmente la espalda del viejo sabio escribidor. El Escriba avanzó un paso, él entendía su pleito con artes y mañas, giró con maestría, a tiempo esquivó una traicionera puñalada, le cayó un puntapié en la rodilla, esquivó una daga, un golpe en la cara, un puntazo en el pecho; quiso retroceder para guardar distancia, el Chato Danny Pelao, con disimulo lo sujetó de la manga del abrigo; hipócritamente, le murmuró: -¡Pa’qué escribes lo que has escrito!- El Escriba se dio tiempo para responder -¿Tú qué has leído, cachudo de mierda?- ¡Yo nada pero él me ha dicho que le han dicho que tú has dicho y lo has hablao y publicao!- contestó el cobarde -¡Te han dicho qué, miserable!-. Los descerebrados trataron de bajarlo, volaron varios botellazos, algunos se estrellaron en el apacible tronco del guayabo. La inseparable dama del Unicornio fuera de sí, irrumpió la bronca, le lanzó varios carterazos, fallando su cometido. -¡Maldito, vas a morir!- gritó con delirio, amenazó con odio al sabio escritor. El Escriba con reflejos de pantera esquivó cada uno de los golpes traicioneros. Lo amenazaron, lo insultaron, lo vejaron. -¡Mañana te voy a destruir!- se escuchó claramente decir de los labios del jefe usurpador. El Escriba sin perder la compostura responde muy educado y con cordura –¡Bien, mañana te espero, me destruyes y haces fiesta. Pero ahora te pido respeto, estamos de luto, respetemos al difunto y a su familia, respetemos al que en vida fue como nuestro hermano, él fue tu ejemplar maestro, merece respeto!.

Dos señores se meten al pleito, ponen orden y piden respeto. El jefe usurpador y su dama, llenos de rencor y amargura rumian su bilis. El Escriba se retira por la veredita que va al bulevar de la avenida central. –¡Mañana!- grita un anónimo protegido por la oscuridad y sombras de la negra noche.

El Escriba siguió su camino, se detuvo en la licorería, compró un vino semiseco de calidad. Se retiró a paso normal, ni lento ni rápido, él no estaba apurado. En casa tomó una gran copa, lápiz y papel, y comenzó a escribir lo sucedido, exclamó con una sonrisa irónica - ¡Esto puede ser un best séller! – empinó el codo una y otra vez y escribió rápidamente sin parada cada detalle de la feroz cobardía ocurrida en el velatorio del velorio de su gran amigo, el carismático Jefe del Club San Lorenzo del Espíritu de la Verdad y Amén. 

Nicolás D. León Cadenillas.
Lima, 2014. 

Caramelos de menta y limón. NDLeón

Caramelos de menta y limón. NDLeón.
Para Ulises Aquiles Coba Casas, ícono de la Urbanización La Pólvora CNSS  - La Victoria.

Nicolás D. León Cadenillas y Ulises Aquiles Coba Casas.
Baluartes de la Urb. Balconcillo. Distrito de La Victoria.

Un cuento para reflexionar.
Caminando por el Emporio de Gamarra, cargado de compras, ropa interior, calzones nuevos, medias, ternos y abrigos de buen vestir; el meticuloso jurista del barrio observó aterrorizado a un antiguo vecino de BalconCity, cómodamente bien sentadito en su silla de ruedas en el entrada principal de la Galería Guizado Hermanos – sentado es lo de menos - lo que le mortificó fue que el vecino estaba mangueando, limosneando, vendiendo caramelitos a diez centavos la unidad -¡Dios mío!- exclamó para sus adentros el limpérrimo letrado -¡Esto es una vergüenza para nuestra urbanización residencial! ¡Qué va a decir la gente!- repitió mentalmente herido en su estatus social.

El señor abogado toda la semana estuvo pensando como atacar el tema, como sugerir una salida salomónica sin herir susceptibilidades. Regresando complacido de su magistral disertación lógico-argumentativa en su bufete de abogados; pensó nuevamente en sus vecinos de su exclusivo barrio. Mientras pensaba, manejaba prudentemente por el gran puente a 80 kms por hora, vio la luz roja, paró en seco, y como loquito exclamó - ¡Carajo! ¿Qué es esto? ¿Esto no puede ser? – el jurisconsulto reconoció al arrojado de la golosina, nuevamente en menos de una semana divisó a su singular vecinito frente a sus narices, intrépidamente semaforeando entre buses, combis asesinas y automóviles de marca; ofreciendo caramelitos de peritas, menta y limón en hora punta en plena vía central del mayor tráfico del cruce de Pershing con la avenida Javier Prado. Su cerebro dijo basta y pensó tomar el toro por las astas.

-¡Tío colabore pe compre una bolsita de a sol! ¡Señor, señorita una limosnita por el amor de Dios! ¡Cómpre un caramelito! ¡Un solcito no te hace rico ni pobre! ¡A sol diez caramelitos importados del extranjero!- al culto letrado la oferta le retumbó sus finos y delicados oídos.

Niky León y Ulises Coba, hermanados en las buenas y en las malas.

El magistrado, sudoroso, pensativo y decidido, llegó velozmente a su segurísimo, custodiado y distinguido condominio. Se descalzó de sus carísimos zapatos de cuero argentino hecho a mano, se colocó sus pantuflas japonesas de piel rojo escarlata de talón bajo, mudó el terno de casimir escocés por un impecable buzo Adidas Originals, zapatillas Nike, gorro jockey verde dolar. Dejó en su mesita de noche su Rolex reloj de oro amarillo 18 quilates con esfera de nácar engastado con diamantes.

El letrado con llavero de oro chapado y llaves de plata en mano, se dirigió a la “Residential Casitas White” llevando el chisme, tocó el timbre, por suerte salió su compadre, el hermano bueno del vendedor de caramelitos, conocido por la muchachada como “Burruchaga”. Al alto funcionario del Poder Judicial le entró el alma al cuerpo y con confianza disertó.

-Burru, disculpa que me entrometa pero en calidad de amigo, vecino y fiel compañero en las buenas y en las malas, te hago saber, que ¿Cómo es posible que ustedes acepten que Odiseo esté solicitando migajas por las calles del Cercado de Lima? Nosotros vivimos en una urbanización residencial, ¿Sí los vecinos se enteran que van a decir? Yo sugiero que ustedes hagan algo idóneo para suplir la carencia de tu hermano y pare de sufrir deambulando de semáforo en semáforo, semaforeando.

El Burru se sintió humillado. La terrible acción del hermano caído los catapultaba como una gran familia insensible ante los ojos de Dios.

Ante la denuncia del buen vecino asalariado, la familia contrató temerarios espías mercenarios parinacochanos, resultado: el caramelonicidio estaba comprobado. Los hermanos abrumados y avergonzados realizaron un consejo de guerra a espaldas del pobre Odiseo. Convocaron a todos los parientes y familiares cercanos. Algunos miembros llegaron con una minivianda, fuente o bandejita de rico exquisito potaje regional. Uno que otro sixpack de cervecitas en lata. Una vez que acordaron las acciones, nombraron como conciliador al hermano ecónomo más solvente, a Burruchaga. Con carácter de urgencia citaron a Odiseo, el hermano desamparado.

Ulises Aquiles Coba Casas con su hijo Dennys Alexis, 
Categoría 2000. Club Alianza Lima de La Victoria.

Al siguiente domingo en reunión central, Odiseo fue recibido con silencio atronador. Burruchaga, el hermano conciliador lo miró fijamente, frente a frente, le explicó al hermano pobre el porqué de la reunión y le aclaró que se retire de las calles, deje de pedir limosnas y claudique con las ventas de caramelos. –Hermano, Odiseo, los vecinos y nosotros estamos descontentos con tu proceder lastimero. Estás a la deriva teniendo una familia a quien debes pedir ayuda y no dar lástima. Hemos acordado hacer un pozo mensual que cubra tus gastos, necesidades y servicios inmediatos. No queremos que sigas deambulando por las calles dando pena. Nosotros podemos hacer una chancha mensual para que de una vez por todas te retires de las peligrosas calles de La Parada y Pershing. ¿Aproximadamente, cuánto es lo que necesitas mensualmente?

Odiseo trató de sumar mentalmente, pensó, meditó, pidió un papel bond y un lápiz Faber Castell con borrador, con la ayuda de su cuñada escribió aproximadamente sus mínimos gastos mensuales en nuevos soles oro moneda nacional. La cuñada se valió de su celular para seguir la cuenta. Odiseo escribió:

-Alquiler mini departamento 700 – Luz 90 – Agua 50 - Teléfono fijo 210 – Celular 300 – Cable 70 – Internet 100 - Comida 900 – Bolsa balanceada para perro y gato 500 – Choclo para el loro 30 – Colegio 600 – Taxis 400 – Pasajes 120 - Polladas bailables / entradas al estadio / anticuchadas / fulbito 400 – Telehipódromo 100 - Mantenimiento Club 1,000

El caramelógamo con dificultad realizó la suma, el orden de los factores no alteraba el resultado, su cuñada chequeó y dio el V.B. El hermano caudillo de la magna reunión leyó el total. Se le secó la garganta, se le trabó la lengua, miró el total varias veces, miró la silla de ruedas, comprobó que las ruedas de la silla estaban gastadas. Le alcanzó la hoja al vecino abogado que fungía de notario, este devolvió el papelito que quemaba. La hoja rotó por todos los presentes de la sala. Los verdugos y guillotineros del caramelero se miraron las caras. Asombrados, avergonzados y sonrojados se pusieron de acuerdo con inquisidoras miradas, dejando en ficha y en stand by el ofrecimiento de la ayuda económica. Le pasaron en micrófono a Burruchaga, y él buscando la palabra adecuada pidió las disculpas correspondientes en nombre de todos los presentes. El abogado A1 se quedó mudo, no opinó, sólo sonrió.

El conciliador hermano Burruchaga pidió solidariamente un voto de confianza para el hermano de los caramelos. Por unanimidad acordaron de vez en cuando comprar las bolsas de caramelitos mientras Dios les de vida y Odiseo pueda seguir bregando por las peligrosas calles de la Lima Cuadrada, ofreciendo, vendiendo sus dulcesitos y recibiendo la caridad humanitaria del Dios Padre Celestial.

Una vez que todo el laberinto se desenredó, Odiseo con la anuencia de la sala pidió la palabra y habló con parábolas porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden. – Bueno, yo sólo quiero decir que el dinero no es lo más importante, lo que vale es el sentimiento y la buena intención de corazón, la familia y la unión es lo que cuenta y vale, gracias a todos por compartir y preocuparse por mí- Odiseo abrazó a su hijo que se encontraba a su diestra, abrazó a sus hermanos y hermanas, sobrinos, tíos; dio apretones de mano a sus parientes y paisanos. Del bolsillo de su camiseta bicolor azul y blanco sacó su Celular Android. PS Vita. Marcó varios dígitos, espero respuesta y pidió seis pollos a la brasa delivery y seis porciones de papas fritas de la Pollería Tomi. Mandó por seis cajas de chelas heladas, seis gaseosas de tres litros cada una, dos botellas de ron para bajar la grasita de la Bodega de la Sra. Nancy del Dasso. Y a su carnal broder lo arengó para que vaya con cuidado a comprar a la carretilla de la vecina de la esquina, bolsitas de canchitas, habas, chifles, machica, cigarrillos, fósforos y bastante vainilla. Al primer brindis pidió por lo más sagrado de las "White Small Houses" que apoyen a su equipo de fulbito el “BarChelona Fútbol Club”.

Ulises Coba.
Gran Vecino Ejemplar de la Urb, Balconcillo de La Victoria. 
Gran Amigo. Gran Padre de Familia.
Gran Promotor del Deporte Amateur en su querido Distrito Blanquiazul Victoriano.


Se armó la jarana con guitarra y cajón. El cajón lo cajoneaba con recutecua, mondongo, zalamería y sandunga, Odiseo, él señor de los caramelos de menta y limón. Afuera, en las tenebrosas calles seguía el aroma inconfundible a canela, clavo de olor, inciensos y aditivos de la avenida De Las Américas. Poco a poco la Procesión del Santo Patrón se acercó, la gente humilde se persignó y rodearon al Santo Judas Iscariote, los más avezados metieron el hombro para llevarlo a la Capilla ardente y rezar, y entre trago y trago encender las velitas de incienso en su altar popular.

Nicolás D. León Cadenillas
Lima 13, 2014.

Pedro Luis, el taxista. NDLeón K'Dnias.

Pedro Luis, el taxista. NDLeón K'Dnias.
Dedicado a Pietro Luigi Cancino Capone.

Pedro Luis Cancino Otoya y Nicolás Daniel León Cadenillas.

Esta es una de las más tristes historias dentro de las historias de los lechuceros del volante, le sucedió a Pedro Luis, el taxista de la vecindad.

El cachuelero del timón, el taxista macalacachimba no tenía documentación; carecía de brevete, DNI, tarjeta de crédito, Seguro Social; el auto no tenía tarjeta de propiedad, ni placa original, SOAT, mucho menos revisión técnica. Carecía  de autorización para ingresar al Aeropuerto. El chofer era un perfecto NN y el auto, también. Un buen par de NN. Por designios de los dioses del volante luchaba contra su triste destino para sobrevivir y seguir adelante bregando con su fatal adversidad.

‘Pierre’ -como lo llamaban sus colegas por su semblante de payaso triste romanticón herido de amor- taxeaba a escondidas de los custodios del orden; del fiscal, del juez y de los intocables; de los policías e inspectores municipales. De vez en cuando sufría un percance y con su bendita labia la libraba, salía airoso de sus diligencias coimeando a cuanta autoridad se le cruzaba en el camino. A los tombos corruptos los cegaba con monedas falsas de cinco soles, billetes chuecos que compraba en la cachina de la tía cochina del viejo puente, del río y la alameda, y eso no era todo, en complicidad con el anochecido cielo de vuelto entregaba billetes de Intis millones de la maquinita.


La triste historia empieza en la placita de la Iglesia La Ermita de Barranco. Después de haber comido un sanguchazo monstrífero, bebido una gaseosa y dormitado una breve siesta, nuestro experimentado conductor se estiró de pies a cabeza, abrió sus ojotes; en el horizonte el sol se mandaba un clavado de cada día; prendió el motor de su gasolinero Toyota, miró la cruz, meditó y arrancó.

En la siguiente cuadra una señora; bonita, gruesita y limpiecita; le hizo la seña para que parara. Nerviosa preguntó.

-Brasil con Javier Prado Oeste. Combien? ¿Cuánto?
-¡Quince soles!
-¡Pagó Diez!
-Suba… usted es la primera de la tarde. Espero que me traiga suerte.
-¡Rápido por favor!
-Voy por la Costa Verde. ¿Algún problema?
-¡Por donde sea más rápido, s'il vous plaît!

Todo el camino fue en silencio, después de un buen trayecto la mujercita repitió tres veces.

-¡Acelere, acelere, accélérer!

Siguió el silencio nuevamente.

-¿Usted no es peruana, no?
- ¡Je suis péruvien! Soy per ruana…

Llegaron a la avenida Brasil, unos minutos más tarde y antes de lo pactado la dama semigritó.

-¡Acá! ¡Pare! Acá pare por r fa vor.

El chofer acató automáticamente la orden. La señora le alcanzó dos moneditas de cinco soles y bajó, se le acercó un tipo con pinta ancestral de los nativos del Callejón de Conchucos muy parecido a nuestro puntero mentiroso Alejandro Toledo. Este gallo la miró con fastidio y le recriminó delante del chofer profesional.

-Me has hecho esperar cualquiera la cantidad de tiempo.
-No pude salir antes.
-¿Has traído mi encargo?
- No. Primero tenemos que hablar. Ya metiste la pata una vez y no quiero que se repita…
-No hay encargo. No hablo. Ya no quiero nada. Chao.

El sinvergüenza se acomodó los pantalones de un tirón y cruzó la pista esquivando motos, carros y buses. Paró un micro y desapareció. La mujer se quedo fría y taciturna, miró ambas esquinas, camino rumbo al malecón. Se paró. Regresó. El taxista sapeaba todo, bajó del auto haciéndose el güevón, limpió el parabrisas con un trapito rojo cochino, abrió la puerta posterior y de relancina orinó. Sacó una botellita, se mojó las manos y con el trapito sucio se las secó. Se peinó e interrumpió la indecisión de la dama.

-¡Señora! Regreso a Barranco. La llevo.

La dama miró de pies a cabeza al atlético moreno lechucero, fijó la vista en la barriga chelera. Bajó la mirada y con resignación musitó.

-Vamos.
-¡Le cobro igual, Diez Soles!
-Vamos señor.

La señora se acomodó en el asiento delantero. Acurrucó su cartera en su pecho, cerró sus lindos ojitos, sollozó y lloró. En la Costa Verde levantó la mirada, quiso decir algo pero la palabra se le atragantó en la garganta. Caviló. Habló.

-Por favor puede ir despacio, no quiero llegar a mi casa... tempran…
-¿Despacio? Lo que usted ordene… el cliente siempre tiene la razón.

El sol había desaparecido, el resplandor en el firmamento teñido de claros oscuros tonos anaranjados se oscurecía, se notaba una que otra estrella.

-¿Me acompañaría con una copa de vino?
-Acompañarla. Una copa de vino. No puedo decir que no. "Frente una copa de vino, yo me río de mí, me da una pena tan grande que me tengo que reír. Esta risa no de enojo más no es por disimular. Y sin lágrimas en mis ojos es de risa y nada más"… ¿Dónde piensa comprar?
-Lo tengo en el termo.
-¿Y los vasos?
-Copas… en mi cartera.

El auto se cuadró en un pequeño estacionamiento muy pegadito a la estrecha vereda peatonal. La señora bajó, se sentó en una banca. -Hay que ser bien idiota para poner en un malecón frente al mar, bancas mirando al cerro para tragar monóxido de carbono. Esto es un mamarracho de proyecto.- renegó la señito, se tapó la nariz e inmediatamente se puso de pie y se dirigió a la playa llena de piedras. Subió a un montículo construido con gigantescas piedrotas y desmonte. Suspiró. Miró el infinito. Abrió el termo, sacó las copas de la cartera, pausadamente sirvió el rojo vino.

-¡Salud!- Secaron las copas sin respirar. Hicieron silencio. -¿Qué pasó? Perdón… puedo preguntar, no.
-Se acabó la relación. Se enteró de un dinero que había evadido al fisco con ayuda de mi madre… y me quería chantajear. Yo dije que no, que primero había que hablar, que otra vez será… fue empleado de mi esposo… mi esposo se enteró de lo nuestro y lo despidió. Mi esposo no vive conmigo… tiene una secretaria de veinte años.
-Cuarenta y veinte… bonito número. Mi esposa también me dejó por uno que tenía veinte… millones de soles en su cuenta corriente. Fue un amor a primera vista… eso fue lo que ella me dijo.
-Es broma o es en serio.
- La firme... "hay que vivir la vida antes de que la vida nos viva"... evación de impuestos, corrupción, delincuencia… todo eso sucede… taxeando no me entero de nada… vivo en una burbuja… fíjate que en las últimas elecciones no sabía por quien votar…
-Yo no voto… yo pago la multa… ningún candidato vale la pena. Son unos hijos de la guayaba.
-Perdón... no son hijos de la guayaba, son unos hijos de puta. Eso son… se acabó el vino ¿Y ahora?
-¿Compramos una chatita de ron?
-¿Síii?
-No, es una broma… entremos al auto, tengo frío.

Dentro del auto, se abrazaron, hacía tanto frío que se desvistieron  para entrar en calor. Zamaquearon el auto sin compasión. Abrazos, besos, arrumacos. Desembucharon todo lo tenían que decirse. Acabaron de hablar, se vistieron y bajaron. El taxista revisó las llantas, ella miró hacia la nada. Volvieron a subir al auto.

-¿Cómo te llamas?
-Pedro Luis… ¿Tú?
- María Antonieta Josefa… ¿Cómo te dicen?
-Luchín.
-A mí me dicen… mejor nos olvidamos del tema. Vamos ya.
-Vamos. No te olvides los diez soles, me debes los diez soles del taxi.

Llegaron a la casa de la señora. Un hermoso chalet recién terminado, vigilado por un guachimán uniformado. Ella bajó muy seria, saludó al vigilante. Abrió su cartera, sacó un billete de cincuenta nuevos soles y se los alcanzó.

-Estamos parches. Quédate con el vuelto. Todo fue muy bonito pero olvídate, nada pasó, nada sucedió, tú no has estado ahí ni yo tampoco, yo no te vi, tú no me viste. 

La señora hizo un suave gesto de negación, miró fijamente al taxista, cerró la puerta de un portazo y se marchó. El taxista romanticón herido de amor emprendió la retirada, miró por el retrovisor, miró el billete, pensó en voz alta.

-No estuvo mal el día. No he ganado ni he perdido. Sí así fuera todos los días. Gracias Misericordioso Señor de la Exaltación de la Santa Cruz del Venerable Pasaje José María Corbacho.

La triste y melancólica historia fue para el taxista indocumentado un sueño de una noche de verano.

Nicolás D. León Cadenillas.
Lima, 2014.