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El tío va, el tío viene y en el camino… NDLeón.

El tío va, el tío viene y en el camino… NDLeón.

Dedicado con afecto fraternal a Leonel Siles Calderón.

»Nadie puede ser esclavo de dos amos, porque preferirá a uno más que a otro. Y si obedece a uno, desobedecerá al otro. No se puede servir al mismo tiempo a Dios y al dinero.» Lucas 16:13

Con premura me dirigía al Emporio Comercial de Gamarra a dejar unas tarjetas de pollada bailable y de pasada comprar en San Pablo pescadito cortadito para sevichito en el Terminal Pesquero de La Parada. Repasaba mi lista cabizbajo, preocupado, sí el sencillo que llevaba, me alcanzaba.

Entre las avenidas De las Américas con Prolongación Parinacochas de Balcon City me crucé con el simpático tornero, “El Chavo”, gran pelotero químbero de afición y diestro metal-metalero de profesión. Me llamó a su esquina, me ofreció un desayuno donde la tía Xuxa de la carretilla amarilla. Me tomé un café al paso con su pan con camote. Lo acompañé a su taller y el Chavito para sacarme pica se puso a contar unos relucientes ‘verdes’ entre alegre y melancólico.

-¿Tá güena la chamba?
-No, la chamba no pinta. No pasa ná.
-¿Y, esos dólares, te cayeron del cielo?
-¡Pú ta! ¡No sé sí me han caga'o per qué chú!
-Más tarzán me cuentas. No tengo tiempo… ¡Oe, cuenta péee!
-Este bille me lo trajo el Chimichurri Tabasco... 
-¿Quién?
“El Cerrojo del Barrio”… él que la lleva y la trae, él que va, él que viene y en el camino…
-¡Yá! ¿Qué pachó?
-¿Te acuerdas de mí costi'a la blanquiñosa de Cienegui'a? Bueno, mientras duró el noviazgo abrimos una Cuenta Corriente pa'cer una chancha par'el matri, la luna de miel y comprar unas cositas para el depa. Como todo se fue a la michi, cada uno por su la'o. Hasta ahorita yo no sé que ha hecho “el Cerrojo”, pero me ha traído este billete que me ha mandáo la costi'a.
-Te cayó del cielo, pé.

Antiguos inquilinos de La Oficina

 En una oportunidad el papá del Chavo habló en la esquina de La Oficina que su hijito con su nueva novia, una pituquita de Cieneguilla, preocupados por el futuro político y económico, estaban ahorrando para casarse, viajar a Mollendo de luna de miel, pedir un crédito para comprar un mini departamento o construir un tercer piso en la casa de su mamita, y vivir felices comiendo perdices.

El servinacuy duró como un año y medio, ambos tenían sus valiosísimas virtudes y sus grandes defectos, y como ninguno de los dos dio su brazo a torcer, sanseacabó la ilusión. A la noviecita le faltó calle y paciencia, aparte de la falta de costumbre de soportar el maleteo, con o sin razón de la noche a la mañana cortó con filuda guadaña la amorosa relación con el fiel peloterazo de pichangas y de tarjetas pro-salud.

Cada uno tomó su rumbo y todo continuó como si nada hubiera pasado. Retomaron poco a poco sus vidas, ni se preocuparon por el billete guardado.

En La Oficina el chisme dio su versión por qué el Chavo sólo recibió lo que recibió. Rotos los palitos de los tortolitos, apareció en la Esquina como buitre carroñero de La Oficina, el coprófago urbano conocido como “CIZA, el Cerrojo”, este infaltable personaje ni corto ni perezoso maquinó una gran jugada de taquito.

-Chavo, Chavito, hermano de mi cofradía  ¿Es verdad que te han choteado?
-No. Fue por mutuo disenso.
-¿Y el billete del ahorro? ¿La plata? ¿Te cagó?
-No. No es lo tú te imaginas. Hablamos y se acabó. ¡Qué le saque provecho al bille! Por mi parte ya fue. No quiero saber nada… ni de ella, ni del vil metal. Agradezco a mi familia que me ha apoya’o para seguir adelante.

El lleva y trae se quedó mudo, miró el ventilador del techo de la tienda que giraba en la misma dirección de las agujas del reloj. Pensó, se despidió a la volada, a la apurada sacó su libreta de notas y marcó en su celular el número premiado. Nadie contestó. Cruzó la doble vía a ritmo de guaguancó, toreando carros y micros como torero bufón. Corrió hasta la avenida Cánada, se persignó y subió a un colepato que lo dejaba hasta el cruce de la avenida Javier Prado Este con Circunvalación. No sabemos cómo llegó a la mansión de la señorita del billetón.

-¡CIIZAA! ¡Hola Cerrojito, qué sorpresa, bienvenido!
-Hola, Azucena, pasaba por acá de casualidad, y… la verdad, es para que asombres… me dio muchísima pena… mucha pena tu separación con Chavito… mi humilde y bondadosa esposa lloró… pero… ¿Es verdad la cruel separación?
-Cambiemos de tema. Ya pasó. Mañana viajo a Europa. Estoy estresada. Me voy por un mes.
-Siiií… me sorprendió la separación ¿Por qué pelearon?
-No hemos peleado. Hemos terminado nuestra relación sentimental nada más, y punto.
-¿Y la plata? Perdón… ¿Y los ahorros que tenían mancomunadamente?
-Está en la Cuenta Corriente.
-Hummm… ¿Tú no piensas quedarte con el dinero del Chavo, no?
-No. De ninguna manera. Si el Chavo lo solicita se lo entrego. Yo no quiero hacerle daño. Él necesita ese dinero más que yo. Que las aguas se tranquilicen y ya se verá el momento preciso para hablar con él. Yo no quiero nada.

El Cerrojo, el reconocido tío va tío viene, transpiró, se despidió y balbuceó -Ya regreso- anotó el número del celular de la bella dama y salió cueteado de la residencia mansión. No había micros, ni ómnibus, corrió varios paraderos como galgo inglés. Llegó al barrio, el Chavo había cerrado su negocio. El Cerrojo peinó la zona, visitó La Oficina; Parina y varios pasajes de relancina; el tele-hipódromo de Palermo. Preguntó en cada esquina, después de media hora le pasaron el dato que, el Chavo estaba en casa de su mamá. Corrió, su esposa desde la azotea lo arengó, así corrió más de prisa. Cuando llegó Chavito se disponía pasear a su hijito.

-¡Chavo! ¡Chavito! ¡Azucena me ha llamado por teléfono y me dice que va a viajar a Europa por un mes, que si quieres tu plata yo puedo recogerla, confía en mí Chavito, necesito tu venia y autorización!
- No me interesa… que lo aproveche… estoy dolido, sufrido, triste, solo y amargado con los crisoles rojimios por el llanto porque he llora’o por culpa de esa mujer.
- Escucha pé, yo voy en tu nombre. Que me entregue a mí el dinero y te traigo tu billete.
- Si no es molestia, anda. Cualquier cosa me llamas por teléfono.
-Pasa pá el pasaje pé.

En un trís, el Cerrojo llegó a la mansión de la ahorrativa ex-novia. Llegó sudoroso, jadeando, transpirando, tambaleando hasta la remaceta donde la señorita Azucena. Nuevamente, ella lo atendió decentemente como gran amiga y confidente.

-¿Deseas una limonada helada o un vaso de cervecita?
-¡Azucena, dice el Chavo que me entregues el dinero! Eh, bueno… el Chavo dice me puedes entregar su parte… ¿No vas a dudar de mí, no? Yo nunca me he portado mal con los amigos…
- No te preocupes Cerrojito. No dudo de tus buenas acciones. Espera un cinco… Uno, dos, tres, cuatro, cinco mil dólares americanos. Tienes que tener cuidado, toma cincuenta soles para que regreses en taxi. Ahora uno no puede confiar en nadie, hay cada delincuente con saco y corbata que uno no sabe con quién confiar ni por donde caminar. Te dejo, tengo que terminar de hacer mis maletas. Chao. Saluda a tu esposa y… gracias por todo. Good bye. “Hasta la vista, Baby”.

El Cerrojo tomó sus precauciones, regresó al barrio en Taxi. Buscó a su gran amigo, al Chavo, con sonrisa de oreja a oreja le entregó el dinero contante y sonante, verdes verdosos de la yunaítes, Made in USA.

-¡Chavo, lo conseguimos, me entregó tu plata!
- ¡Carajo!
-¡Uno, dos, tres mil dólares! Me dijo que te haga provecho.
-¿Tres? ¿Qué? ¿Tres no más? La mitad era como cinco… asu mare, peló la cagada esa… ¡Yuca!
-Eso es lo que me dio, si desconfías, llámala…
- No quiero hablar con esa cojuda…
-Chavo, invítate una chela pé… por la gauchada, una bien heladita.
- Vamos a La Oficina, yo invito… espera voy a llamar a mi batería, llama tú a tu compadre. Pero no me vayas a traer al güevón sapo del escribidor, ese cojudo tumba la fiesta… y chismea como mierda en su página blog.

Nicolás D. León Cadenillas.
Lima, 2014.

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