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El cajonero cajoneador

El cajonero cajoneador
"Primero tengo Patria que partido". Miguel Negrete.


Dedico este cuento, escrito con arañazos de realismo mágico, a los pocos 
compañeros ejemplares, honestos, decentes y honrados de la Promoción 1956 
de la Gran Unidad Escolar "Alfonso Ugarte" de San Isidro. Lima 27.

Corría los años ochentaitantos, la fecha exacta la tengo entre una nebulosa de datos y titulares que leí en los periódicos de la ciudad capital: "La peor crisis económica en la historia del país. Insólita hiperinflación. Corrupción y delincuencia. Gran descontento social".

A esta altura del partido, la fama me había sido esquiva, no era famoso, pero si era recontra conocido en mi bello distrito; en mi querido barrunto, en las canchas de fútbol macho; en las misas y procesiones de los santos patrones; y en las famosas polladas sodomíticas bailables que ofrecia el partido antiimperialista con sabor y saoco de música Tecno Chicha Mariachista Tropical Tijuana.

Caminando por la Alameda del Deporte me crucé con mi antiguo amigo el famoso pintor de brocha gorda y entrenador estrella de nuestro equipo campeón victoriano en la Interligas de la Liga Provincial de Fútbol de Lima: El Greco D.T.

- ¡Compañero! Te estoy buscando desde hace varias lunas.
- Yo tengo casa, mi querido Sócrates, güeveando no vas a encuentras a nadie. - le contesté amigablemente.
- Oe, yo soy Horacio, no te güevées …
- ¡Horacio Claudius Di Francesco, alias, Mano Bendita! ¡El profesor de la hoja ... seca …
- ¡Compañero! El doctor Mauricio Mejía te está buscando …
- Horaclítores, no me digas compañero, ni cumpa, ni camarada, ni correligionario, ni hermano. Yo tengo mi nombre …
- ¡Tá bien, mi querido Judas Damián!
- Jejjejejej, pendejerete es usted. Mi respetable Cara de Nada.
- Ya, deja hablar. El doctor Mauricio Mejía te está buscando, quiere hablar contigo, necesitamos hacer una parodía que critique duramente a este gobierno del Chino Rata y a todos sus ayayeros delincuentes y corruptos. Si sale para febrero, mejor.
- Para el Día de la Quema del Ño Carnavalón.
- Tú sabes de lo que estoy hablando, no te hagas el estrecho.
- ¿Cuánto hay?
- ¡Colabora pé!
- Yo soy artista. No trabajo gratis. Mis hijos comen. Exijo respeto. Que tal conch ciencia la de ustedes. Son los nuevos ricos y yo el cojudo de la coobói.

Hablé con el doctor dueño del circo. Le propuse una adaptación popular: “La sinvergüencería de Alín Babá y la banda de los cuarenta faneones”. No aceptó.

- No, pé, algo que sea local del barrio. Tú manyas, hay que dar lo que le gusta a la gente.

Busqué mentalmente otro título dentro de mis genialidades de mi repertorio grisaceo palta.

- "El cajonero cajoneador". Música, cajón y castañuelas. Trata de un pueblo, con sus costumbres e idiosincrasia que con la ayuda de sus autoridades …
- Excelente, la necesitamos para la tercer sábado de febrero.
- … viven con un manto de trísteza y de miedo. - Esto lo dije para mis adentros. - ¿Cómo es? - pregunté en prima.
- Ya sé, te vamos a dar un viático, la mitad de un sueldo mínimo.
- Me estas dando un diezmo, eso es una propina. Acepto porque estoy misionero. Y el Alcalde está que se levanta ...
- Más respeto con el señor Alcalde, todavía no le han comprobado nada por lo tanto es inocente hasta que la Justicia compruebe lo contrario.

En el Aula del Comité de la Calle 13, me presentaron a nueve jóvenes. Inteligentes, brillantes y con una oratoría endemoniada.

- La obra es de mi autoría. Es una adaptación recontra libre de una adaptación formal de un cuento clásico tradicional europeo. Pero esta versión en mía de mí, de mi propiedad. Yo soy el autor.
- Perdón profesor, una pregunta, ¿quién es el autor?
- Según el cronograma sólo tenemos tres días de ensayos, para el primer día de ensayo: Quiero letra aprendida. Asi como se saben de paporreta las sabias enseñanzas del maestro y guía, me traen de memoria todo el libreto, texto y acotaciones. Y un par de sánguches y gaseosas. No compren nada en carretilla, nada, se me enferman y la cagada.

Y asi fue, en el primer ensayo la juventud llegó con toda la letra aprendida al dedillo. El pequeño problema que se suscitó fue que les tuve que explicar lo que querían decir los personajes en sus parlamentos y cual era el contenido y la intención del director.

- No quiero que hablen como charlatanes, ni como encantadores de serpientes, ni como Testigos de Jehová. Hablen como personas normales, como cuando toman desayuno con sus familias, con tonos claros y decentes.

El tercer sábado del carnavalesco febrero los actores de la Juventud estaban como navaja de gallos de pelea. El local del Comité de la Calle 13, repleto, no cabía un alfiler más. La obra empezó puntualmente una hora y media más tarde por culpa de Secretario General del Comité que se quedó atendiendo al Secretario del Secretario del Burgomaestre de la Plaza Mayor, Dr. Thíus Xorxes Pietro.

Tomé a los chicos de los hombros, hicimos un círculo, los motivé, les volví a repetir mi confianza y que ellos eran el futuro del Comité, y sumamente despacito les grité:

- ¡Mierda! ¡Tres veces mierda, mierda! – Me miraron asombrados y sonrieron de la travesura. – En el teatro, mierda, significa, suerte. – les expliqué muy bajito.

El joven narrador con el libro abierto mismo profesor de Lengua y Literatura tomó el centro de la sala, saludó y empezó su labor. Los demás actores tomaron sus posiciones disciplinadamente. Empezó la magia del espectáculo.

"Vamos a contarles un cuento, un cuento que puede ser que alguna vez haya sucedido en nuestra diaria realidad.
Es un cuento sobre:
Un flautista, quién es un flautista?
Un alcalde, quién es un alcalde?
Y un pueblo, quién es un pueblo?
Este era que te estera."

Hace muchísimo tiempo, en una bella ciudad, donde ahora se encuentra 
la Iglesia de Nuestra Señora de Las Victorias, no había nada, nada de nada. 
Salvo una chacra y nada más. Poquito a poco se fue poblando de honestas y 
trabajadoras familias, labriegos, artesanos, artistas. 
Gente pobre pero limpia, con oficios y beneficios levantaron sus humildes moradas.

"Diariamente todos salían a trabajar, al colegio, a hacer compras, 
y a muchas cosas más, todos querían hacer sus tareas rápido, 
llegar temprano a sus trabajos, a sus colegios, en fin.
 Pero imposible porque había tantos agujeros en las pistas,
tantas cañerías malogradas. 
Que para ir a cualquier parte había mucho que caminar. 
Y esto no era todo".

Los pobladores salían temprano de sus casas porque no había suficientes ómnibuses 
y las combis asesinas hacían su agosto bajo la tutela de las autoridades del tráfico.
 Las acequias y buzones sin tapas emanaban aguas servidas fecales. 
Los cerros de basuras hervían de moscas y de bácterias. 
Y en los paraderos no paraban los micros, 
paraban en cualquier sitio menos donde estaban las señales de Pé de parada. 
Uno que otro pericote andaba suelto en las esquinas conversando con el tombo del semáforo.

De pronto llegó un momento de angustía y deseperación. 
Llegó una banda de ratas.  Estos cobraban peaje y protección. 
Algunos pobladores reclamaron, las amenazaron para ahuyentarlas pero les fue muy mal.
 La decente población convocó al Consejo 
y juntaron una chancha de puro sencillo para contratar a 
un exterminador.

"Daremos las monedas a quien nos libre de los ratones".




Llegó un hombre vestido con habito monjeril y sandalias, aceptó el trato. 
Habló con los gansteriles animales.

"Hermanos ratas, por el bien de la comarca y de ustedes, 
tienen que abandonar el pueblo. 
Vengan conmigo, yo los guiaré donde hay comida y abrigo".

Los roedores malhechores ni se inmutaron, seguían rascándose las pelotas. 
El musicante metió su mano por uno de los huecos del hábito y sacó una flauta. 
Y al compás de la música del teteo, las ratas se atontaron, 
comenzaron a seguir al dichoso flautista.
 Llegaron al caudaloso río Huatica. El flautista les ordenó que subieran a los botes; 
cuando el musicólogo dejó de tocar la flauta, 
las ratas facinerosas se le fueron encima, le rompieron la cabeza con la flauta, 
descacanaron la flautita a zapatazos; 
lo amordazaron de pies a cabeza, 
y bien amarradito lo tiraron a unos de los botes para que
 el río haga su correspondiente trabajito de exterminación.

Después de una temporada, el pueblo había crecido aceleradamente. 
Habían terminado de construir la Santa Iglesia victoriana y contrastando a un costado
 habían construido, también, el edificio del mal,
 el Palacio Municipal. 
Y como obra de cuentos de hadas mezclada con coboyada, el flautista reapareció,
 vestido con jeans gastado, casaca de cuero negra y con gafas de sol, 
mismo Marlon Brando en "Nido de Ratas". Se cuadró en medio de la Plaza 
y conforme avanzaba a la Alcaldía, se percató que los guachimanes, 
los empleados y funcionarios eran terribles ratas. Sacó una zampoña de caña de carrizo 
y empezó con una tonada enérgica y vibrante. Las ratas lo rodeadon. 
El serenazgo, por un chisme, se enteró de la llegada del buen samaritano, 
le metieron un fierrazo por la espalda, y con cualquier pretexto lo detuvieron. 
Le levantaron falsos testimonios, lo denunciaron en la Comisaría, los hábiles policias
pericotes armaron un parte fraudulento, aludieron que el flautista estaba en contra 
de la Declaración Derechos Humanos,
 alterando el orden, la moral, las leyes y costumbres del gobierno de turno. 
Cuando lo llevaron en el patrullero, los policias y maleantes ratas, gritaron:

¡Crucifíquenlo, pá que aprenda!

Lo metieron preso cuatro años en una carcel en el centro de la ciudad.

Mientras tanto el alcalde saqueaba y cajoneaba, sus compinches cajoneaban;
el alcalde mayor y matones cajoneaban; 
el señor doctor guía y mesiánico gobernador, cantor y cajoneador: 
Cajoneaba.
 Todos cajoneaban al compás de guitarras y cajón, a una sola voz, con la ranchera El Rey:

"Con dinero y sin dinero / yo hago siempre lo que quiero y mi palabra es la ley. / 
No tengo trono ni reina / ni nadie que me comprenda / pero sigo siendo el rey".

Las pocas personas decentes no decían nada; por miedo o por cobardía;
 por represalia o por traición; no salían de sus casas por la 
contaminante peste bubónica de corrupción 
que había desatado el gobierno de turno con sus asesores,
 con sus ministros, congresistas, parlamentarios y el poder judicial.

Pasaron más de mil días y muchos más. 
El flautista recuperó su libertad, se le veía más flaco de lo que era. 
Pálido y ojeroso, se le escuchó decir:

"He sobrevivido al momento más grave de mi vida, 
estar en prisión en una cárcel de los que apoyan
 la Nueva Constitución".

El famélico flautista regresó a la Plaza del distrito blanquiazul, 
se encontró con una estatua del 
Primer Inca del Tahuantinsuyo, Manco Cápac.
 Señalando al vacio o a los culpables que habían vejado a la comunidad. 
Llegó con una blanca túnica corta con ribetes color azul púrpura. 
El flautista miró a su alrededor y no vio ninguna persona con la imagen y 
semejanza como nos creó Dios. 
Todos los pobladores tenían el aspecto de viles roedores.
 Aparecieron los chinos ratas; se le cruzaron los caballos locos ratas;
 los tucanes ratas, los mapaches ratas, las marthas ratas, 
los leones alegres ratas, los ratas ratas; faneones y petroaudios ratas,
 los perros ratas, los búfalos ratas, los pavos ratas, las gallinas ratas, ... 
las águilas, búhos y zorros, ratazas. 
El ambulante de triclico y de carretilla, y el gran comerciante, ratas.
 Desde el cura hasta el cardenal, el cachaco y el general; el tombo 
y el Sheriff Marshall; el licenciado, el Alcalde y 
el jefe general más el alcalde mayor, todos eran ratas, mucas, 
escorpiones, y camaleones, otorongos y el perro del hortelano: 
Todos, Ratas, Ratas-Ratazas.
Ratas con oratoria, ratas mudas, ratas ciegas, ratas sordas. Ratas jerarcas. 
Ratas con poder; ratas rastreras. Ratas-ratas.




La ciudad estaba llena de villanos ratas sin escrúpulos, 
estaba más peor que la verdadera ciudad de 
"Nido de Ratas".


Volvieron a tomar preso al inocente Flautista. 
A leguas se notaba que era un personaje extraño y bondadoso. 
Su estirpe y estampa de monje franciscano no la había abandonado. 
Las autoridades ratas capturaron al hermano desposeído. 
Su delito: Ser justo. Honesto, leal, fraterno. 
En este país ser solidario es un terrible delito sin nombre. 
Lo enmarrocaron, lo golpearon; lo flagelaron, azotaron;
 lo escupieron; se burlaron de él; esperaron algunas horas
 y en la tolba de una camioneta, de madrugada,
 lo trasladaron a una cueva a las afueras de la ciudad.
 Lo victimaron y lo desaparecieron del mapa. 
Borraron todas las huellas.
 Lo desaparecieron sin más ni más, sin explicación, 
sólo por una orden de arriba, 
orden del Chino Rata, traducido en japonés: 
Ladrón Ken'ya Lesa Humanidad.

Mientras tanto el pueblo honesto; 
las madres de la Plaza;
 las madres sometidas a 
esterilizaciones forzosas;
 los hombres y mujeres caídos 
en el Costa, Sierra y Selva;
 en el Norte, en el Centro y en el Sur;
 se preguntaban:

"Meses y años han pasado / ¿dónde estará? / acaso dentro de los pedregales / 
volviéndose tierra, o en medio de las espinas / ya brotando como hierbas".

La prensa corrupta mercenarizada - diarios y periodicuchos - 
al servicio del gobierno represor y autoritario, mentiroso, 
intolerante y cobarde; en grandes titulares colocaba
 hermosas cortinas de humo para ocultar la realidad. 
El Cardenal defensor de la Declaración de los Derechos Humanos 
se hizo el de la vista gorda; 
los laicos y curitas de la misma cofradía, también; 
algunas portadas fueron de lo más estúpido e infantín.

"La plata viene sola"; "Mi compromiso es con todos los peruanos" 
"El que no la debe no la teme".
 "Se autosecuestró" "Se autoeliminó" "Se autoenterró" 
 "Desapareció por su propia cuenta"
 "El grupo Colina son héroes" "Defiendo la amnistía para los Colina"
 "En este faenón no hay delito, sólo hay escándalo"
"Es la parlamentaria más joven, más bonita y la más votada"
"Mi gran intención es que se conozca toda la verdad".

La ciudad quedó limpia!
¿Quedo limpia la ciudad? 
Algún día sabremos, 
si quedo limpia de verdad!

Y esto es todo por hoy.

"Y colorín colorado este cuento se ha acabado y espero que te haya gustado,
 y fueron felices y comieron perdices".

La obra acabó, exactamente según lo planeado, fue una hora redonda del más puro histrionismo artístico multicolor de imágenes e imaginación. Fue un baño de Fantasía Clásica al más puro estilo de Walt Disney World Live Entertainment.

Los jóvenes y amas de casa aplaudieron unidos con entusiasmo, los señores de terno y corbata miraron al elenco como miran los políticos reaccionarios de la peor calaña, sin entender el mensaje de paz, de amor y de confranternidad.

Uno de los sacristanes invitados se me acercó con cara de karateca chino y haciendo puño con el rosario en la mano, me increpó:

- ¿Qué fue? ¿Un spot publicitario o un aviso comercial político contratado? ¡Has echado mierda con ventilador!
- Que culpa tengo yo que todos los gobiernos de porquería sean igualitos, tan iguales o peores. Mi querido sacristán Rey Rey Al'Cubo.

Un anciano enseñó un antiguo carnet amarillento, y preguntó:

- ¿Oiga, por qué la obra se llama El Cajonero , si el protagonista es el Flautista?
- Estamos en un error de apreciación, el protagonista no es el Flautista. El protagonista es el Cajonero: El Alcalde. El Alcalde es el verdadero cajonero cajoneador. Él es el que cajonea de lo más lindo. Y todos los cajoneadores compinches corruptos que se levantan al pueblo y al país entero.
- Entonces hubiera tocado un negroide. - Gritó un ciego cerebral.

Con el rabillo del ojo y de reojo, busqué a mi buen comparsa y le pasé el vivo.

- Oe, Horacio Claudius Di Francesco Mano Bendita, dile a tu jefe que no se olvide del pago.
- ¿Si te vamos a pagar o no crees que te vamos a pagar?
- No creo, ya ni en la Paz de los Sepulcros creo. A mi no te precipites ni te preciputes, ón.

El señor doctor Secretario General del Comité Calle 13 antes del Brindis de Honor se dirigió a todos los presentes pero sacaba culo, no me daba cara. Todo me olía a mecida, inmediatamente después de sus preconcebidas palabras, sacó la guaracha.

- Estimados ciudadanos, noble Artista, tenemos el honor, la alegría, el placer, de declararlo hijo ilustre del Comité Calle 13.
- Muchas gracias. – despacito volví a preguntar lo mismo - ¿Quisiera saber cuándo me van a pagar?
- Después hablamos, salud.

Me güevearon ese día y me siguieron güeveando los días sucesivos. Me fui a quejar donde el Señor Alcalde.

- Señor Alcalde lo vienen a buscar
- Dígale que estoy muy ocupado
Señor dice el Alcalde que está muy ocupado
- Dígale que necesito hablar con él. Que soy el Actor-Director-Dramaturgo, y quiero mi paga.
- !Ay, qué mal estoy del resfrío, no oigo nada!
- El Alcalde se siente mal, vuelva mañana.
- Yo he hecho un trabajo y alguien debe pagarme.

Hasta que por fin encontré al Secretario Nacional de Disciplina y Control. Me atendió fraternalmente.

- Promesas son promesas. - me dijo enfáticamente. - Nosotros antes de ser gobierno, prometímos el oro y el moro. ¿Qué promesa se ha cumplido? Ninguna. Y te vamos a pagar tu ridiculo viático. No seas ingenuo. Apoya a tu gobierno, pon tu pechito, no seas antipatriota.


Al final no me pagaron nada, ni el viático ni todo el palabreo que me prometiron. Nada. Fue una gran mecida universal; de aquí para acá, de allí para aqüí. Sólo me quedó decir:


 "Si sabes mucho enseña, si sabes poco aprende".

Fin.
BW. Mai. 2012.


Prontuario Bibliográfico. 
. Diarios y semanarios:
 La Tribuna, Correo, Ojo, El Bocón, El Chino, Todo Sport, El Men,
 El Popular, Trome, Líbero. 
. Película:
 "El rostro impenetrable", conocido como "One Eyed Jacks". Género:
 Western/Drama, 1961, dirigido y protagonizado por Marlon Brando.
. En letra cursiva, fragmentos del cuento:
 "El Flautista de Hamelín" de Sara Joffré.
. Canción: 
“Huamanguino” de Ranulfo Fuentes.
. Foto:
 Préstamo del mítico colega Marlon Brando en "Nido de Ratas".

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