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Por favor ¿Me fías hasta que me paguen?

Para mi colega Nerit Olaya.
Recordó el pasaje traspapelado
en el tiempo.


Mis dos hijitos comían por cuatro, el hambre apretaba en casa, todo era poco, siempre repetían. ¡Cómo comían! El desarrollo, los ejercicios, los juegos, todo movimiento les abría el apetito y el apeto. Hasta las manzanas verdes para preparar el Quaker, desaparecían. Panes duros, plátanos mosqueados todo se esfumaba. No quedaba sobras ni para el perrito.

Con el bolsillo y el sencillo estábamos con las rejustas, comíamos pero no había para un pan más, mis cachuelos no rendían suficiente fruto para mejorar la olla y presentar los alimentos necesarios para las criaturas.

- ¡Sólo tenemos tres panes! ¿Cómo hacemos para dividirlo en cuatro?

Mi hijita, la menor, matemática por excelencia, respondió:

- ¡Un pan para mí, un pan para mi hermanito y el otro pan para ustedes!

Siempre con las justas, pidiendo ayuda a mi mamita, a mis hermanos, a mis amigos cercanos que de paso eran muy pocos. En mi barrio tenía una sequía de amigos.

De un momento a otro se presentó una llamada telefónica, una llamada de un Canal de televisión, querían que me presente inmediatamente para una grabación. Como estaba con todo el tiempo disponible me fuí caminando hasta el Canal, llegué, hablé con el encargado y me dijo que eran dos días de grabación en un paraje en Puente Piedra; haciéndome el difícil, acepté. Pregunté como era el pago, lo que ofrecieron era aceptable. El problema de siempre con el Canal es el cobro. Cobrar es más trabajoso que el trabajo mismo. Acepté de todos modos. Grabamos los dos días, a la semana el programa salió al aire y yo no me había enterado.

Llegó el sábado, el sol estaba directamente sobre mi cabeza, no había sombras, marcaba el medio día, yo estaba dando vueltas y mi cabeza también.

- ¿Cómo hacía para preparar el almuerzo para mis cachorros?

Metí la mano al bolsillo y sólo tenía un sencillo que me alcanzaba para medio kilo de arroz, un par de plátanos y cuatro huevos. Me dirigí al mercadito de siempre, donde la casera mayor, la más antigua era amiga de mi mamá, y sus hijas mis contemporáneas, los demás puestos eran de conocidos de antaño. De mí no se podían quejar, yo era buen pagador. Me demoraba pero pagaba.

Llegué al mercadito, cuando estaba entrando por el portón izquierdo, por el costado de la imagen del moreno aliancista San Martín; antes que salude y me ponga a palabrear para que me den un alguito más. Las nietas de la casera de mi mamá, gritaron:

- ¡Ahí está! ¡Ahí está! ¡Abuelita llegó! ¡Llegó! ¿Habrá traído plata?

Todo el mundo, amigos, conocídos y extraños, me sonríeron, me felicitaron. Yo respondía cortésmente. Y les pregunté a las mocosas,
como si fuera todo normal.

- ¿Qué pasó? ¿Por qué tanta bulla?
- ¡Hay, no se haga el qué no sabe!

Solté una carcajada, me imaginaba de lo que se trataba, me dí cuenta al toque, pero segui como incrédulo.

- ¿No? ¿Qué?
- ¡Sí! ¡Usted es! ¿No se haga? ¿Diga la verdad?
- Tú dime primero y yo te contesto.
- ¡Usted es el de la televisión! ¿No?
- ¿Yo? ¿Qué estaba haciendo? ¿Cómo estaba?
- Salió como abogado que estaba botando a unos jovenes de su propiedad pero todo era mentira, usted mentía.
- ¡Si! ¡Yo soy! ¿Cómo se dieron cuenta?
- ¡Pero si usted sale igualito!
- ¿Cuánto le pagaron?
- Eso no se dice.

Sin querer queriendo había llegado la pregunta que tanta falta me hacia para pedir un fiado hasta el próximo sábado, exagerando la cantidad y con tono grave como actor de radionovelas, sólo voz, dije:

- Cada vez que salgo me pagan 200 dólares y ahora he grabado dos días ¿Saquen la cuenta?
- ¿Entonces llevarás algo?, preguntó la más anciana.
- Me pagan en 15 días con cheque, yo no cargo efectivo. Sólo tarjeta.
- Pero, lleva nomás, cuando te paguen, pagas. Yo te conozco desde chiquito, conozco a tu mamá, es mi amiga, no creo que me engañes.
- ¡No! ¡Qué tal ocurrencia, señora! ¡Por favor! Bueno, si me fías hasta que me paguen, dame alguito
- ¡Pide, que quieres ...
- Dos pollos enteros y cortados, 5 kilos de papa, camote igual, cebolla varios kilos, verduras, tomate, kion, una botella de chicha de jora, eso es todo, gracias.
- ¡Lleva nomás, confío en tí!
- Bueno, dame otro pollo, para mi suegra, mañana voy almorzar con la familia de mi esposa. Ahí juegan a la comidita y no quiero fastidiar. Mejor llevo otro pollito. ¿Está bien, no?
- Claro hijo. Ahora uno tiene que visitar con lonchera.

La vecina del puesto del frente, en Do Mayor, cantó:

- ¿Y a mi no me vas a comprar nada?
- No estoy comprando, me está fiando.
- ¡Ya pues! ¡Yo también te fio!.

Y gracias a Diosito, todo el mercado me fió, llegué a casa con carne de res, pollos, chancho, pescado entero, fileteado y cortadito; con arroz, azucar, galletas, aceite, detergentes, jabones, dulces y frutas a granel; gracias a la fiadera, que después se me hizo un hábito; comí, di de comer por buenos y largos meses, como cincuenta meses hasta que más o menos mejoró la situación.

Con paciencia y buen humor fuí cancelando mi deuda. Cada vez que salia en la Caja Boba, me representaba por buenos meses comida asegurada.

La chamba fuerte y arduo trabajo fue cobrar a los del Canal, esos sí que eran unos desgraciados, no les importaba que el actor tenga hijos, ni tenga que comer, no les interesaba, ni les interesa que uno no tenga ni para comprar un pan.

La Reina de ojitos verdes y su consorte

Había una vez, hace muchos años, cuando la tierra estaba poblada de brujas, hechiceros, alquímicos, doncellas, dragones, chanchos, lechones, minotauros, minocerdus, duendes, unicornios, bicornios, cachudos, venados, gnomos, hadas, principes y otros animales en el hermoso Valle de Nuestra Señora de Las Victorias, no muy lejano por cierto, limitando con el vecino Zanjón, había un reino con un bello príncipe, hermoso e iluso que se había leído todos los cuentos Rosas de Vanidades, de Corin Tellado, había leído los horóscopos, Casos del Corazón, de los diarios Ojo y Correo y no una, sino cientos de veces. Tenía pinta atlética por las constantes práctica de Surf y en todas sus conversaciones siempre hablaba que ya dominaba el Take Off, el Bottom Turn, el Cut Bach, pero lo que más le facinaba era deslizarse por el Tubo, los pocos oyentes no lo podían creer lo que escuchaban y se retiraban inmediatamente de la conversación indignados de las malas palabras, no entendían como era ese deporte real que no parecía tan real, para los vecinos ese deporte era bastante desconocido y para los súbditos del reino también. Todas esas palabras raras las ponía en práctica en las cercanas playas del sur de Limamantapacha.

El principe era buen partido, no era gordo, ni vago como los otros principes del condado, todo lo contrario pero al revés.

Cuenta la leyenda que todas las mañanas nuestro joven principe se levantaba temprano junto con la luz albina, tomaba un ligero desayuno con sus cápsulas de vitaminas y proteínas, amarraba su tabla a su potro 4x4 de su papá y salía lleno de alegría con dirección al mar tomando la avenida principal del oeste del condado.

“En el mar la vida es más sabrosa … en el mar te quiero mucho más, con el sol, la luna y las estrellas … en el mar todo es felicidad” se escuchaba a todo volumen la canción grabada en un cassette pirata regalo de su hermana mayor en la radio portatil de baterias recargables prestada de su hermana menor.

Era un principe bacán, chevere, pulenta, pajita, pues, era muy educado, respetuoso, limpio e impecable, colaboraba con su señor padre en el gobierno del condado. Desde su balcón recién pintado miraba pasar a los conocidos venados, a las gallinas cremas de universitario, a los tristes pavos celestones, a las doncellas y a su cuñado que vivía en el pen hause del Castillo de los Tocón en Corbacho y Ureta.

Su señor padre le aconsejaba que busque con mucha paciencia y tolerancia a su princesa; futura madre de los futuros principes del reino; que organize, planifique y realice una gran fiesta de tres días con sus noches en un fin de semana que concuerde con 28 de Julio para tener una semana larga, libre y sin obligaciones, y puedan venir todas las jovencitas de las comarcas vecinas y los dos puedan escoger pareja, echando ojo, pestaña y ceja, así mataban dos pajaros de un solo tiro, la fiesta de él tenía que ser la mejor y lo mejor era hacerlo a la tradicional usanza huachana, mismo norte chico con sus ricos y apetitosos tamales, con su relleno, con salchicha y chicharón.

Y por las tardes hacer hora paseando por las lagunas y por el parque, conversandoy pediendo la opinión a los brujos y curanderos de la zona, mientras se saborea el agradable licor de guinda.

Pero el principe no hacía caso a su honorable padre, estaba ahorrando para meterse a un negocio redondo con chacra y todo, y comprarse una movilidad para trasladar los lomasos de un mercado a otro. No tuvo otra más brillante idea que gorrear la fiesta de un vecino compadre suyo, ex compañero de colegio, donde había invitados de todo tipo, gente mala y buena, políticos, abogados, autoridades de todas las dependencias estatales, futbolistas, urracos, hechizeros y brujas.

Brujas que para esa ocasión se habían trasformado en bellas damas gracias a las pócimas que habían ingerido y que las llevaban en los abultados brasieres; con el licor embrujado
parecían unos cuerasos, en las fotos salían muy bien retocadas gracias a los magos de la cibernética.

A las doce de la noche cuando se iba acabando el hechizo llegó el sonido de La Conga y todos se pusieron a bailar con alegría y sabor de carnaval cubano, era una fiesta de hechizería y embrujo, de superticiones, de mentiras y engaños.

Todos contra todos como en los carnavales de Río. Ya no se podía distinguir entre el bien y el mal, había que agarrar a la dama más cercana para seguir empilado al son del guaguancó, del cha cha cha y del bolero del Satanás de Cuba.

Y pasó lo que tenía que pasar, una espectacular conejita de Play Boy sacó a bailar al principe, era alta, piernas largas, ojos verdes, cuerpo de modelo, cabello rubio al pomo, de buen trato y conversación, con unos pies muy lindos y maravillos que encajaban en unos apretados zapatitos de cuero negro cenizo. A tanta belleza el principe se puso sus lentes de sol en plena oscuridad, no lo podía creer si era un sueño o realidad. Solo la Optica que funciona frente al Mercado Cooperativo de Palermo lo podía descifrar.

El principe pensó que había acabado la busqueda, ya no había que buscar, estaba con la elegida, con la mujer de sus sueños. De paso pensó que se estaba ahorrando alguito, ya no era necesario realizar la fiesta del 28 de Julio que su padre había propuesto, ese dinero entraba directamente a las arcas de sus bolsillos principescos.

La escultural mujer había llegado de la otra parte de la ciudad cruzando el tenebroso y antiguo Puente de Piedra, ella descendía del antiquísimo linaje de los fundadores de la Villa del Cristal que queda en los dominios de la ribera del río Bajopontino. Para llegar a las tierras del principe había caminado por las empedradas y polvorientas calles, por la desierta y languidecente Alameda de los Delcalzos, por la Plaza de la Tauromaquia y el imponente Cerro de la Cruz, cruzando por el Puente observó que brillaba el tibio sol, con un nuevo fulgor, donde el fuego se hace amor y el río es hablador. Todo era un inmenso jardín, el Edén Victoriano.

Había llegado por fin a Villa Victoria rodeada de claveles y magnolias con gente franca y sincera de corazón. Cuna del Club Alianza Lima, de poetas, de artístas y de muchos héroes que dieron laureles de triunfo y gloria a todo el imperio.

Con el tiempo se le iba acabando las pócimas, brevajes, maquillajes y zumos, comenzó a recurrir a las tiendas de cosméticos, a Gamarra, a bazar suelo, lo suyo era una lenta y terrible realidad. Con tanto maquillaje parecía un cuadro al oleo de un museo del tercer mundo. El maquillaje ocultaba las grietas del pasado, presente y futuro. Cuando le preguntaba a su espejo amaestrado:

- ¿Quién es la más linda? El espejo asustado respondía temerosamente.
- ¡Tú!
- ¡Tú, qué idiota? ¡Contesta bonito o te destrozo! Amenazaba la escalofriante reyna de la Av. Pancho Pizarro.
- ¡Tú eres! Con un nudo en la garganta respondía el espejito a un paso de una quiñe cerebral.
- ¡Así esta mejor! ¡Cuidadito con hablar tonterías!

Cuando el espejo se quedaba solo se sonreía de las mentiras de todos los días. La reyna como reyna no hacía nada, todo lo hacía el encantado consorte que se comporta como un actor de cine, radio y televisión, como Pinocho, parecía un muñeco, hablaba, caminaba , reía, visitaba a su familia, juegaba, sólo cuando la reyna se lo ordenaba. En los ojos se le podía ver el estado de invernadero que tenía su mente juvenil, actuaba como embrujado, estupidizado. Su señor padre no lo reconocía, creía que se lo habán cambiado en una Feria o en una Tombola de dos centavos. Los lentes oscuros negros tiniebla los usaba hasta para dormir como una venda que le nubla los ojos.

- Pero que le han dado de beber a este muchacho para que actúe tan cojudamente ¿Chamico? El papá ponía una interrogación en cada esquina del palacio.

La mamá del principe se hacía la desentendida no se quería comprometer y ponía mil excusas tratando de ocultar la nefasta verdad. Tenía miedo que su nuera se entere que ella había abierto la boca, pues más saben las brujas por viejas que por brujas.

La reina tenía por costumbre observar la comarca desde su balcón pero cada vez que pasaba un súbdito retrocedía un paso para no contestar el saludo. Miraba como quien no mira, de costado, asolapada, toda la comarca sabía su juego pero nadie decía nada por temor. Miraba con desprecio a todos los demás vecinos. Su joven robotizado consorte lavaba los carruajes, cortaba la lena en su bosque privado, saltaba pero no podía avanzar más allá porque el corto tamaño de la soga no se lo permitía.Todo le fastidiaba a la reyna, todo le apestaba, no se reunía con sus cuñadas y cuando visitaba a la suegra, la suegra tenía que atenderla sin dudas ni murmuraciones, cuando llegaban las visitas se levantaba de su asiento y se dirigía apresuradamente a la suite real del Cienegal; espantando de susto al terrible y peligroso perro Pitbull azote de extraños y de fieras indómitas, el animalito salía despavorido corriendo hasta el cerro más cercano, temblando como un conejito, todo virolo y con el olfato destruido como si hubiera respirado azufre. El animal se quedaba en la punta del cerro hasta que se retiraba la nefasta dama, la mamá de Cruel de Vil.

Unos curiosos jovenes miraron por su ventana cuando le habían sacado los vidrios por una reparación y observaron algo extraño, la reyna hablaba sola con el espejo y decía algo más o menos así:

- "Vengan a mi brujas y duendes, que no se vean pero que esten presentes, que entren aquí sin que nadie se entere, no rompan paredes, ni puertas, ni ventanas, si no que las atraviesen ... sa da mai, coga noe, siko rbana, case glabamas, riu mosuni, quiso movoe pestes toxinas morcillas chicharrones sebo manteca caca pichi quezos requezones uñas y zuñapes ...".

Los jóvenes no tomaron en cuentas las palabras, ellos pensaron que la dama estaba rezando. Pero se dieron cuenta que no era ni alta ni tenía el cuerpo de conejita de Play Boy, los zapatos ortopédicos taco aguja 15 con plataforma estaban a un costado, los kilos de potes de pintura llenaban los armarios, las pelucas postisas colgadas en las paredes, las fajas de acero y cuerdas brillaban, eso si tenía hermosos ojos verdes esperanza y un par de medias blancas acarameladas pegadas en sus piezez, piez con zeta de pezuña, podía hacer 40° de calor adentro o afuera y ella seguía con las mismas medias adheridas a sus piezezez.

Los jovenes comenzaron a observarla de muy lejos, desde otro balcón, pasaron los días y varias semanas y seguía con el mismo par de medias que ya no eran blancas ni acarameladas.

Hasta que un día el joven consorte tuvo que ir a visitar a su mamá por motivo de fuerza mayor, un cumpleaños más de vida, la reunión era con juglares y conjunto criollo y comida nortena. El jovencito llegó, abrazó a su mamá, balbuceó “Feliz Día Má” y ya tenía que despedirse, los ojos le temblaban, miraba el reloj y se ahogaba. Como se demoraban en servirle su cabrito al horno, con frejoles y arroz blanco graneado se salió escapando por la puerta de servicio y corríó hasta el paradero del grifo de la bajada.

En el Palacio Victoriano, la reina daba vueltas y vueltas en el mismo sitio, parecía trompo sin cuerda, hasta que se acercó al espejo con cara de pocos amigos y le preguntó:

- ¿Dónde está? ¿Dónde está él? ¡Responde!, el espejo contestó asustado.
- ¡Tu! ¡Tu reina!

El espejo no sabía contestar otra cosa, en los cientos de años que habia estado al servicio de la reyna no habia contestado otra cosa. La reyna en su desesperación comenzó a romper los libros de rituales, de esoterismo, de química y recetas de cocina a base de carnes de res y porcinos.

El joven consorte corría por la gran vía por donde corren los caballos de carrera, llegando primero y recibiendo el premio de la dupleta. Pero no le interesaba nada de nada, quería llegar a su casa como sea. Tanto era el amor o había magia negra de por medio.

El padre del joven conocedor de la Magia Blanca, de Ace Naturals Sábila, del poder de Ariel con labaza completa, de lejías, de alquimia, sanación, buenos jabones y sortilegios, tramaba un plan para Febrero, mes de agua y carnavales, pero febrero estaba muy distante. Buscaba celosamente el enigma al problema, constantemente se preguntaba:

- ¿Será verdad o solo su peinador los sabe? ¿Por qué tarde o temprano su radio será un Philips? ¿Por qué el resto es silencio? ¿Por consigna tengo que votar por Caballo Loco? ¿No hay otra salida? ¿Chemo del Solar es la solución? ¿La maldad está siempre presente igual que la bondad?

La reina se desesperaba más y más, fumaba como chimenea, como chino en quiebra. Parecía una locomotora en bajada. Volvió a preguntar al espejo:

- ¿Dónde anda? ¿Con quién está? ¡Responde infeliz!
- ¡Tu! ¡Tu reyna!

La respuesta descerebró a la reina y en su desesperación lanzó al espejito por los aires, atravesando el dormitorio real, la sala, llegando al balcón y cayendo en picada en un ángulo obtuso, haciéndose añicos. Pero así todo destrozado el espejo se le vió feliz, había recuperado su ansiada libertad.

La reina al darse cuenta de su desvarío, de sus delirios, de su vehemencía; se le nubló los sesos y salió a comprar un cigarrillo para una urgente sesión de espiritismo, sin darse cuenta que solo llevaba puestas las chancletas del bello consorte. Cuando llegó a la bodega no saludó, miró para abajo, para los costados, sudaba frio, transpiraba, el último cliente se retiró y la dejó expuesta a los espejos de la tienda, los espejos al retratar fielmente el cuerpo entero de la gran señora se quisieron retirar pero como estaban fijos en muebles se defendieron e iluminaron todo el santo local ocasionando un corto circuito que dió origen a la desintegración de las medias blancas acarameladas y se pudo ver realmente que esos pies bonitos solo estaban en la foto o en la mente humana, los pies eran unas zuñapes es decir descifrando el jeroglífico parinacochano “zuñapes” significa: ¡Pezuñas!.

Volviendo a lo mencionado no eran pies eran garras de gallinazo del río Rimac. Ahí radicaba, ahí estaba todo su poder maligno mental y hechicero.

Por telepatía nasal se comunicó con el bello consorte que antes de llegar a la casa ya había pasado por Gamarra y había comprado, sin pedir rebaja, unas botas de cuero negro con correas y pasadores para domar las plantas, las falanjes, los empeines, juanetes, callos y garras de la señora antigua dama.

Todo el problema era existencial para el joven consorte que no sabía que hacer ni que decir. La comarca como quería tanto a su principe y a su señor padre después de deliberar concienzudamente llegaron a un acuerdo escribiendo una Acta Pública y pegaron las copias con engrudo en cada esquina defendiendo así su tranquilidad.

“Acta del Pacto de Convivencia con el Buen Vecino”.

Uno de los puntos era que la dama en vez de gastar tanto dinero en maquillajes y pócimas; una vez al mes se haga una pedicure en el “Parque de Las Leyendas” Sección aves de rapiñas.

Otro punto: Dejaba de ser reina y se convertía en “Patrimonio Neandertal de la Humanidad”

Los vecinos desde ese día tienen un balde de agua detrás de las puertas de sus casas para alejar los malos espiritus y el aroma de las patas depredadoras de la ex-reyna.

A la ex ya no se le ve parada ociosamente en el balcón, ahora acompaña a su consorte para que no roben la mercadería, es mejor que mantener un pitbull. Cocina y prepara galletitas, dulces, mazamorras. Ayuda a regar el jardín real. Sigue sin saludar a los súbditos pero ya nadie le tiene miedo, ni se fijan en ella. Todo está más bonito, hasta el sol brilla mejor y las estrellas iluminan el manto de la noche, hasta las luciernagas pasean y vuelan tranquilas, la de los ojitos verdes esperanza ahora descanza las ocho horas reglamentarias y ya no hay espejo que le mienta.

Vendedor de libros y útiles escolares

Dedicado con cariño a mi
Grupo de Teatro “Los Grillos”.

Estaba desempleado, renegando de mi suerte, fastidiado y jodido. No tenía donde arrimarme, era uno más de los actores desocupados de la gran Lima. Estado civil: Soltero. Solo, sin compromiso, sin contrato y sin temporada teatral a la vista. Pateando latas, chapas, piedras, piedritas y cilindros. Alimentándome con el desayuno y almuerzo del comedor popular de la Plaza Manco Cápac.

Con la ayuda de otros amigos y colegas igual que yo, desocupados pero sin oficios ni beneficios, me recomendaron para que trabaje en una librería de la avenida Iquitos cuadra 5. Al principio no sabía qué es lo que tenía que hacer, después hablando con el dueño del negocio se despejaron las dudas. Tenía que peinar la zona, visitar casa por casa, puerta por puerta y ofrecer libritos, cuentos y materiales e útiles escolares por todo el distrito. Me entregaron un plano en fotocopia y los puntos por donde empezar. Urbanización Santa Catalina, Urbanización Balconcillo y para terminar que visite a las pequeñas librerías de La Victoria incluyendo el Cerro El Pino, Cerro San Cosme, San Jacinto, Urbanización Apolo.

Desde el principio, a pesar de lo difícil y terrible de la tarea de vender libritos en un barrio de peloteros, comenzé bien, al menos sacaba para mi menú decente con cafecito y postre. Tenía labia, presencia escénica, estampa. Por algo soy actor. En ese momento se me notaba una ropa bastante gastadita, un saco apolillado y unos zapatos a lo Chaplín, que no eran mi número ni estilo, pero peor era caminar con medias con hueco en el talón y en el dedo gordo.

Después de un mes había ampliado la cantidad de productos que ofrecer; vendía libretitas en los mercados, notas de venta, blocks para apuntes, tiras de papel adhesivos para marcar las cajas de frutas. Había progresado y había cambiado de ropero en la cachina de la avenida Grau. Se me notaba un poquito más decente, afeitado y muy bien peinado. Estaba representando un personaje, el vendedor de chucherias, el mercachife, no me hacía problemas, yo no era un vendedor, soy un actor que representaba el papel de vendedor y gracias a mi arte, sobreviví.

En una ocasión regresando a mi barrio para visitar a mi viejita linda, como tenía unos cuantos cuentitos, aproveché tocar puertas para seguir vendiendo el saldo que me quedaba. En una azotea de un edificio tugurizado, un cuarto con un portón de tripley, toqué con los nudillos imitando el compás de la Quinta Sinfonia de Beethoven. Suaves golpecitos, sin la menor esperanza de venta, abrieron la puerta y en el interior había una fiesta infantil con una tortita en el centro de la mesa y algunos globos como decoración. El jefe de casa me preguntó:

- ¿Para qué soy bueno?
- Señor, buenas tardes, me da un minuto de su tiempo por favor.
- Dos, pero rapidito que estamos de fiesta.
- De eso se trata, tengo un cuento para ...

En ese mismo momento el dueño del santo exclamó, mirándome muy alegremente:

- ¡Papá! ¡Es el dueño del circo! ¿Has venido a mi cumpleaños! ¡Cómo te acordaste de mi santo!

Sonreí, siguiendo el juego, haciendo memoria, abrazando y felicitando al homenajeado, le obsequié el último cuentito que me quedaba.

- ¿Qué circo? ¿Hay un circo por acá?
- No, yo no tengo circo, su hijo me está confundiendo, hace un año trabajé en una obra como dueño de circo, pero no le diga nada, se le ve tan contento con mi visita. Ya me voy, gracias por la atención señor.
- ¡Espera! No te vayas, van a cantar Happy Happy ¿Y cómo está Pinocho? ¡Tú me dijiste que ya no ibas a ser malo!
- “Eso fue hace más de un año, me acuerdo que lo prometí”. Pensando hice memoria.
- ¿Qué pasa, compadre?
- Su hijo no se ha confundido, yo trabajé como el dueño del circo. Soy Stromboli, el dueño del circo donde trabajó Pinocho. ¡Soy actor! Ahora estoy desempleado ... el niño me ha visto en la obra. ¿Qué tal memoria de la criatura? ¿Cuántos cumple?
- ¡Cinco!.
- Y eras el malo de la película?.
- Era el malo, yo me acuerdo que prometí, después de una de las funciones, ya no ser el malo, pero no sabía a quien le había prometido, ahora sé que fue a su hijo, qué chiquito es el mundo ... mi mamá vive a tres cuadras de acá ...
- Cantemos el Happy. Cante y después se retira, tendrás que hacer. A propósito para qué vino ...
- A entregarle el cuentito a su hijito. Gracias por todo.
- ¡Está bonito tu cuento, con mi mamá lo leo en la noche!
- Muy bien, canto y me voy, tengo que visitar a mi mamá también.
- ¡Ya!
- ¡Hapy berdei tu yu! ¡Hapy berdei tu yu! ¡Hapy berdei tu yu! ¡Cumpleaños feliz! ¡Cumpleaños feliz! ¡Te deseamos a ti! Cumpleaños felices, te deseamos a ti!
- Gracias señor por la atención.
- Ya amigo, gracias por la visita.
- ¡Chao, amigo, chao!.
- Chao. Gracias.

Y así, yo, el cuasi desempleado, el actor que trabaja de vendedor, recibí un regalo para mi espíritu, para mi Yo, para mi Ego. La sonrisa de un niño. Regalo que lo recibí con mucha delicadeza. Gracias a un niño recobré mi confianza para poder insistir y tocar nuevamente la puerta de mi maltratado corazón y de mi linda vocación.

Caminando hacia la casa de mi mamá pensé que lo peor había pasado que era el momento, era la hora exacta de volver a pisar las tablas, por varios motivos, por satisfacción personal, porque me gusta y porque hay un angelito al que le prometí ser bueno.

Escuela de Teatro.

ESCUELA DE TEATRO de NDLeón
Te recuerdo Eugenia, te recuerdo Ada. A Pablo, también.




ESCUELA DE TEATRO
Dentro de mi preparación como actor en la Escuela de Teatro puedo decir que lo más resaltante fueron dos profesoras, la representación genuina, clásica y concreta del Yin y del Yang. La primera era la representante del Yin, me apoyaba, me llamaba para los montajes, me aconsejaba para solucionar mis problemas, insistía que yo era bueno y que siga adelante que no haga caso a mis detractores. Fue mi apoyo incondicional, me preparó para bailar en un espectáculo musical, a danzar, a actuar y a caminar sobre el escenario con seguridad y aplomo como los mejores.
Esto es duro, pero si insistes, eres un privilegiado.
Sólo tienes que estudiar, estudiar y estudiar. Nunca se termina de estudiar, es fantástico ser alumno toda la vida.
Cuándo se te mete el gusano del teatro siempre estará contigo.
—Disciplínate en el juego de la vida y en la vida misma.
La segunda, el Yang, era todo lo negativo que un alumno podía tener, argollera, jodida, caprichosa, para mí era un dolor de cabeza, en cada clase tenía preparada una estupidez para maltratarme psicológicamente. Pero no lo conseguía. Yo venía de un barrio popular donde la ironía, el sarcasmo, era pan de cada día, y ese tira y afloja en la escuela era un simple juego de niños para mi.
¿Cómo? ¿Eso es todo? ¡Poco y todavía pésimo!.
Es lo peor que he visto en todos mis años de profesora.
¿Por qué no estudias otra cosa mejor, hijito? Y dejas tu sitio para alguien que valga la pena.
¡Tu tienes condiciones para las artes manuales! ¿Por qué no te dedicas a eso?
¿Por qué no seguiste en la Universidad? Porque acá estás quitando un espacio para uno que verdaderamente lo necesita.
¡Estás a tiempo, sálvate! ¡A ti no te recomiendo esto!
¡Mejor búscate un trabajo otro oficio!
¡Hijito, cómprate un triciclo y ponte a vender verduras!
Ahora tengo que agradecer a las dos damas. A una porque me dio el valor de seguir adelante y a la otra por ponerme piedras en el camino que me sirvió para conocerme y cruzar las brechas, salteando uno por uno los obstáculos más adversos.
En la actualidad cuando construyo mi puente teatral y me preparo para una nueva obra, de nuevo entro en pánico de principiante, es angustiosa la espera del estreno. El reloj y los días no avanzan. Miro de reojo toda la experiencia adquirida y hago memoria de los concejos de mis mayores y sobre todo de mis dos recordadas profesoras.
NICOLÁS DANIEL LEÓN CADENILLAS
Grötzingen, 2009.

De jugadora a pecadora.

En el frontis de la fachada principal de la Iglesia, me encontraba hablando con el nuevo vecino del barrio, me presentaba dándole mi trayectoria como feligrés, mi curriculum de parroquiano fundador de esta parte del vecindario, diciendo repetidas veces que desde niño había colaborado con la Parroquía y que mis hijos habían estudiado en el Colegio Parroquial. Y para terminar, que cuente conmigo para cualquier servicio. El nuevo vecino me agradeció por el apoyo desinteresado y con un apretón de manos nos pusimos de acuerdo para seguir la charla el próximo domingo.

Súbitamente entró en la escena una de las jugadoras más renombradas del barrunto, de fama interdistrital, profesional cien por ciento, con medallas de oro, plata y bronce en su haber y cartas de recomendación.

Toda coqueta y disforzada, achoradamente, me dice:

- ¡Oe! ¡Preséntame a tu pata!
- Le presento a una de las jovenes más populares del barrio, “le dicen la pecadora”.
- “Jajajajajaja ¿Bien pendejo eres no, huevón? ¡Hola! No le hagas caso a este huevón que solo para jodiendo. Soy Roxi Bella, pero me dicen La Chuchi, eres nuevo por acá, no?
- Si tengo tres meses viviendo en la Comunidad.
- ¡Qué bonita voz tienes! ¿Cantas? Con esa pinta seguro que eres cantante? ¿O eres artísta? Este loco hace teatro, sabes, no? ¡Ten cuidado que es bien mentiroso! ¡Mentirosillo el huevón!
- Bueno ... también canto.
- ¡Qué loco! ¿Y que haces? ¿A qué te dedicas? El sábado en la noche hay una pollada ... hasta las últimas consecuencias ... sale con todo ...quieres ir? ¿Vamos? ¡Vas conmigo! ¿Qué tienes que hacer?
- Bueno, no voy a poder ir ... el domingo a las 6 de la mañana tengo que oficializar una Misa, soy en nuevo Párroco de la Comunidad y por lo que veo hace bastante tiempo que no vas a Misa. Te invito a la Misa de 12 del día domingo y conversamos sobre la pollada. Quedamos así mi querida Chuchi. A sido un gusto conocerte.
- Estaba bromeando Padre ... ¡Hay! Me están llamando a mi celular, nos vemos ...

Y despacito, solo para mis oidos me murmuró:

- ¡Te pasaste huevón cualquiera avisa! ¡Loco de mierda! ¡Vas a ver! ¡Hijo de p...! ¡Me las vas a pagar, huevón! ... Chao, adios ...

Me despedí del nuevo Párroco prometiendo volver a verlo y asistir a Misa.

Amén.

Mimo por obligación.

Al barrio habían llegado dos vecinos, estaban nuevecitos, todas las tardes salían a limpiar y lavar su carro. El auto no era nuevo pero estaba bien paradito, muy bien conservado, recién comprado. Los vecinos en una breve conversación en la panadería sugerieron que necesitaban un radio para su flamante automóvil. Les pregunté qué radio querían y con cuánto contaban más o menos.

- ¿Cuánto hay?

Me contestaron que tenían 400 soles. Al toque le dije que yo tenía un radio empeñado en Barrios Altos y que me faltaba un billete para recogerlo, que prefería que ellos se queden con la radio que la vieja usurera que lo tenía, les pedí 300 soles, que era para la señora y ellos se quedaban con el radio que era nuevecito Punto Azul y “que el resto era silencio”.

Los llevé al jirón Manuel Pardo, una transversal de jirón Ancash, una calle con callejones, solares, quintas y conventillos, los patas se orinaban de miedo, no quisieron avanzar y me dijeron que me esperaban en el auto, les pedi el dinero, me dieron todo en billetes de 10, los conté y caminando a una puerta a una distancia de 30 metros, les hice todo un espectáculo en silencio “La balada del mudo”, como me estaban viendo de costado, les hice un mimo magistral.

"Caminé rápidamente hasta una puerta, me detuve en seco frente a la puerta, toqué el timbre sin que haya ningun timbre, nadie abría y con cara de enojado toqué la puerta varias veces, después de unos minutos me atendieron, hablé, señalé al auto y expliqué que venía acompañado y mirando a los compra les dije en mimo que me esperen, que me estaban invitando a pasar ... pasé y desaparecí".

Todo el mimo lo había hecho en la entrada de un callejón que no tenía puerta pero tenía varias salidas. Desaparecí por arte de magia, no regresé al barrio ni por el vuelto, me buscaron y yo era abridor, me estuve escondiendo hasta que todos nos olvidamos del asunto y nuevamente amigos, pero aprendieron a no confiar en nadie más sólo en ellos, habían pagado piso y ya habían aprendido la primera lección.

Fotógrafo y boxeador.

Para mi compadre Leo Marallano.

Mi compadre Leónidas DeaLucca, vendedor de artículos deportivos y sobre todo confeccionista de los accesorios para los rudos deportes de artes marciales (Tae kwon do, full contact, kick boxing, karate-do, kung-fu, aikido, judo) y de box. Gran devoto de San Judas Tadeo, Patrón de los casos imposibles. Me llamó de emergencia para que lo ayude a cargar los sacos de mercadería que tenía que llevar a la Federacion Peruana de Box y de paso ver unas peleas de boxeadores Amatuers en la Bombonera del Estadio Nacional, aprovechar el tiempo y hacer una entrevista a una de las jovenes promesas y también hacer unas declaraciónes y comerciales para sus productos en la Radio.

Me pidió que llevara mi cámara fotográfica profesional con el lente zoom que había usado en su matrimonio y equipo (trípode y accesorios) para hacer unas tomas a los pugilistas con los guantes y todo lo que se pueda, pero la idea principal era hacer fotos expresamente a los artículos con los logotipos de su compañía con el modelo boxer encima.

En la Bombonera, Leónidas hablaba con uno, con otro, todo iba saliendo conforme lo había programado, yo estaba que saltaba en un solo pie, a río revuelto ganancia de pescadores, iba a cobrar mi sencillo más las fotos, seguro que me pedía rebaja pero ganaba mis centavos honradamente.

En un momento se me perdió de vista, lo buscaba y nada, yo seguía con mi chamba de fotógrafo y cuidador de los guantes, fajas, peras, caretas, suspensores, protectores de varios tipos, y cuando apareció estaba estaba confundido, llevaba una grabadora portatil en la mano y mirada perdida.

- ¿Qué pasa? Le pregunté rápidamente.
- El boxeador al que tenía que entrevistar no llega, no ha venido, y tengo que ir a la Radio llevando la entrevista. Sin entrevista no me van a recibir para que yo pueda dar las declaraciones, estoy jodido.
- ¡Los de la Radio conocen la voz del entrevistado?
- ¡No! Ni yo la conozco, no conozco personalmente al pata.
- Entonces, entrevistame a mi. ¡Entrevistame a mi!
- ¿Qué?
- ¡Entrevístame a mi! Llevas la grabación, haces tus declaraciones y punto, asunto arreglado. ¿La paras?
- Ya. Acá, junto al cuadrilatero y a la campana.

Nos pusimos de acuerdo en que yo usara una típica voz de negro. Hice una voz de un conocido mio que conocí en el caserío El Guayabo en Chincha. Mi pata Canuto Cottito Milichichi. Escuchamos la grabación y quedamos conforme.

Leónidas se fue a la Radio y yo me dirigí a mi casa con el cincuenta por ciento de adelanto por el trabajo de las fotos y mi platita por ayudar a cargar y cuidar los bultos.

Después de dos semanas regresamos a la Bombonera y conocí personalmente, a medio metro de distancia, al joven que yo había imitado. Y cuando lo escuché hablar por poco me caígo de espaldas patas arriba, el joven boxeador Categoría: Pesado, tremendo manganzón de 200 libras tenía una voz de pito, delgadita y aflautada, esas vocecitas de silbato de fiestas infantiles.

Fue un gancho certero, un perfecto KO a la improvisación.